diumenge, 9 de febrer del 2025

 

JUAN 6: 35

“Yo soy el pan de vida,, el que a mí viene nunca tendrá hambre, y el que en mí cree, no tendrá sed jamás”

A todos los hombres sin excepción, alguna que otra vez se nos ha apoderado la insatisfacción que intentamos aplacarla con el materialismo. Pensamos que con la adquisición de bienes materiales conseguiremos  desterrarla. Nada de nada. El acaparamiento de bienes materiales se comporta como el agua salada que cuanto más se beba más sed se tiene. El deseo innato de poseer porque erróneamente creemos que el materialismo es el secreto de la felicidad, se incrementa especialmente durante las fechas navideñas. Durante esta  época del año la publicidad intensifica la promoción de artículos, la posesión de los cuales, según ella aporta la felicidad a quien los adquiere. El resultado no es el que se busca. La insatisfacción sigue agobiándonos.

A Jesús se le acerca un hombre que le pide que le diga a su hermano que comparta la herencia con él. Jesús se dirige a sus oyentes y les dice: “Mirad, y guardaos de toda avaricia, porque la vida de un hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”. Jesús acompaña estas palabras con la parábola que conocemos como la del rico insensato. Este hombre engrandecía más y más su negocio. La parábola no notifica la manera cómo el hombre insensato multiplicaba su fortuna. Honestamente uno no se convierte en una de las personas más ricas del mundo. Se emplean maneras ilegales para conseguirlo. Encontrándose  el rico insensato en el apogeo de su fortuna, Dios le hace llegar un mensaje que dice: “Necio, esta moche vienen a pedirte tu alma y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que para sí hace tesoro, y no es rico para con Dios” (Lucas12: 13-21).

El potentado, como todos los seres humanos, venimos desnudos a este mundo. Los afeites que se emplean para esconder las señales de la muerte y los vestidos que cubren el cuerpo inerte, no acompañan al alma que ha salido para instalarse en el Hades  en espera del juicio final y de la resurrección de los cuerpos.

Jesús que conoce al dedillo el mundo espiritual que nosotros desconocemos pero que por fe lo esperamos.  Jesús en la parábola del Rico y Lázaro  enseña que el rico opulento banqueteaba a diario hasta el día de su muerte. Abrió los ojos en el Hades, lugar en  donde los condenados esperan el día de la resurrección de los cuerpos. “Dando voces dijo: Padre Abraham, ten misericordia de mí, y envía a lázaro para que moje la unta del dedo en agua, y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama” (Lucas 16: 19-31)-

Santiago  envía un mensaje de alerta  a aquellos que el dinero es su dios: “¡Vamos ahora ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán” (5: 1).



JUAN 14: 6

“Jesús dijo: Yo soy el camino, y la verdad y la vida, nadie viene al Padre si no es por mí”

En el contexto inmediato de estas palabras Jesús dice a sus discípulos que en la casa de su Padre hay muchas moradas y que va a preparar lugar para ellos. “Y sabéis donde voy y sabéis el camino” (vv. 1-5). “Tomás le dijo: Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo podemos saber el camino?” En respuesta a Tomás es cuando Jesús dijo las palabras del texto que sirve de base de esta meditación.

La pregunta que se nos planea es: para ir al Padre ¿hay un solo camino o varios? Los católicos consideran a María como mediadora entre los pecadores y Jesús. Creen que María como madre del Hijo de Dios encarnado enternece el corazón de su Hijo para que atienda  a sus peticiones de misericordia. ¿De dónde sacan los católicos que María es el puente entre los pecadores y Jesús? Se basan en las palabras que María dijo a su Hijo cuando en la boda de Caná se quedaron sin vino: “No tienen vino. y María dijo a los sirvientes: Haced l que Él os diga” (Juan 2: 1-12). De a ahí convertirla en mediadora espiritual existe un abismo infranqueable,

Misterio   es algo que se desconoce y que únicamente puede saberse por revelación. La Biblia nos transporta a antes de la creación del universo y del hombre. Lo que hizo Dios durante este período no puede saberse si no por revelación del Espíritu Santo que escogió a unos hombres determinados  para que escribiesen aquello que el Padre consideró conveniente que los hombres supiesen. Juan Es el hombre escogido por Dios  para que revelase un misterio que es muy importante por lo que hace a la salvación del pueblo de Dios. El apóstol Juan cita la oración intercesora que Jesús dirigió al su Padre: “Ahora, pues, Padre, glorifícame tú a tu lado, con aquella gloria  que tuve contigo antes que el mundo fuese. He manifestado tu Nombre a los hombres que del mundo me diste, tuyos eran y me los has dado, y han guardado tu palabra” (Juan 17: 5, 6). La salvación del pueblo de Dios es cuestión de tres: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Es exclusiva del Dios trino. Es herejía lo que escribe juan José Omella, arzobispo de Barcelona, lo que escribe: “Que María, madre de la esperanza, nos enseñe a mantener viva la esperanza  en el Señor”. Jesús dice: “Venid” (sin mediación de nadie) “todos los que estáis cargados y trabajados, y yo os hare descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11: 28-30).. El lector tiene que escoger entre los que dice Jesús y lo que escribe el arzobispo.

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