diumenge, 16 de febrer del 2025

 

ECLESIASTÉS 4: 1

“Me volví y vi todas las violencias que se hacen debajo del sol, he aquí las lágrimas de los oprimidos, sin tener quien los consuele, y la fuerza estaba en la mano de sus opresores, y para ellos no había consolador”

No hay nada nuevo debajo del sol. La historia se repite continuamente. El guión es el mismo. Varían los escenarios y las personas. El texto que sirve de base a esta mediación, ¿no es perfectamente aplicable a nuestros días? ¿No nos hartamos de violencias, de lágrimas de los oprimidos, que no tienen a nadie que los consuele? Unos pocos con poder maligno, oprimen a los muchos que no tienen quien los consuele. La lista de los males que se cometen bajo el sol es n interminable. ¿Tenemos que conformarnos con el derecho al pataleo y aquí se termina todo?

Más adelante Salomón escribe: “Mejores son dos que uno porque tienen mejor paga por su salario, porque, si caen, el uno levantará a su compañero, pero ¡ay del solo! que cuando caiga, no habrá quien lo levante, también, si dos duermen juntos, se calentarán  mutuamente, pero, ¡cómo se calentará uno solo? (vv. 9-11). Salomón enaltece la  bondad de la amistad auténtica. En este mundo es muy difícil encontrar auténticos amigos que estén a nuestro lado a la hora de la adversidad, que es cuando más los necesitamos.

Dios le dice al profeta Jeremías  que diga a su pueblo: “Maldito el varón que confía en el hombre y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta del Señor. Será como la retoma en el desierto, y no verá cuando viene el bien, sino que morirá en las sequedades en el desierto, en tierra despoblada y deshabitada” (17: 5, 6). La amistad tiene un límite. Al amigo no se le tiene que amar más que a Dios. El verdadero amigo también es de carne y huesos y su capacidad de ayudar también es limitada. A pesar de ello tenemos que cultivar la amistad y pagar el precio que se tenga que pagar para conservarla.

A continuación el profeta nos invita a confiar en un Amigo que mucho más que un amigo: “Bendito el varón que confía en el Señor, y cuya confianza es el Señor. Porque será como árbol plantado junto a las aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el calor, sino que su hoja  estará verde, y en año de sequía no se fatigará, ni dejará de dar fruto” (vv7, 8).

¿Tiene el lector el Amigo que describe el profeta?


 

HECHOS 2: 37, 38

“Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones  hermanos, ¿Qué haremos? Y Pedro les dijo: Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el Nombre de Jesucristo, para perdón de los pecados y recibiréis el don del Espíritu Santo”

“Así que los que recibieron  la Palabra fueron bautizados, y se añadieron aquel día como tres mil personas” (v. 41). ¿Qué hizo posible que tres mil personas se arrepintieran, recibiesen la Palabra y se bautizasen? Pedro y los otros apóstoles predicaron a la multitud el gran acontecimiento que había sucedido en aquellos días: La crucifixión de Jesús y su resurrección. Predicación que iba acompañada de la plenitud del Espíritu Santo (v. 4), lo cual hizo que los oyentes se reconociesen pecadores. La multitud se había concentrado en Jerusalén a celebrar la Pascua de manera tradicional se encontraron con unos hombres iletrados a los ojos de los hombres, pero que llenos del Espíritu Santo predicaban el Evangelio, las buenas noticias de Dios para los hombres.

¡Qué diferencia abismal existe entre la predicación apostólica que acompañó a la primera Pascua cristiana y las enseñanzas católicas de nuestros días. Así escribe Juan José Omella, arzobispo de Barcelona en su escrito: “Hijos de Dios e hijos de la Iglesia´” La Vanguardia 12/11/2024: “La memoria de su bautismo (de Jesús) nos invita cada año a hacer memoria de nuestro bautismo. Recordemos que en la ceremonia del bautismo los bautizados recibimos el agua que nos purifica del pecado, pero no olvidemos que recibimos el don del Espíritu Santo a través de la unción del santo crisma…Cuando recibimos el bautismo, recibimos la luz y la gracia del Padre, el sacramento del bautismo nos abre la vida de Jesús resucitado”.

A pesar de que el bautismo que practicaba Juan el Bautista era exclusivamente de agua porque la Pascua judía era simbólica. La plenitud del Espíritu Santo todavía no se había producido. Juan que había recibido el don de discernir lo que se esconde en el corazón del hombre “al ver él que muchos de los fariseos y de los saduceos venían a su bautismo, les decía: ‘Generación de víboras! ¿Quién os ha enseñado a huir de la ira venidera?” (Mateo 3: 7).  En el bautismo católico, especialmente en el de niños, ¿dónde se ven las muestras de arrepentimiento que manifestaron aquellas tres mil  a quienes los apóstoles bautizaron?

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