diumenge, 10 de març del 2024

 

SALMO 92: 12

“El justo florecerá como la palmera, crecerá como el cedro del Líbano”

El justo, no confundirlo como persona sin pecado. El justo de la Biblia es una persona que siendo pecadora por la fe en Jesucristo que limpia con su sangre todos los pecados del creyente hace que Dios le vea como si nunca hubiese cometido pecado. Una vez declarado justo el creyente no está exento de pecado. La herencia recibida de Adán pretende salir a la superficie pero el creyente en Cristo con la ayuda del Espíritu Santo que mora en él, controla las pasiones carnales que brotan en su corazón no permitiendo que campen a sus anchas,

El salmo 1 nos dice que el justo es una persona que “en la Ley del Señor está su delicia, y que en su Ley medita día y noche. Será como un árbol plantado junto a corrientes de aguas. Que da su fruto a su tiempo, y su hoja no cae, y todo lo que hace prosperará” (vv. 2, 3). El salmo 92 también lo compara  como la palmera, crecerá como el cedro del Líbano”.

La imagen del árbol plantado junto a corrientes de aguas, de hojas verdes y lozanas, que no tiene ningún indicio de enfermedad, en Apocalipsis el apóstol Juan nos lo sitúa en  la Jerusalén celestial no como simbolismo: “En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes un fruto, y las hojas del árbol son sanidad de las naciones” (v. 22: 12). Manera de exponer que en el reino de Dios al no existir el pecado  no habrá ni enfermedad ni muerte.

Si lo recuerda el lector en el Edén terrenal en que puso el Creador a Adán y Eva para que fuese su residencia había un árbol muy concreto: “Mas del árbol de la ciencia y del bien no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás” (Génesis 2: 17). Después de la desobediencia de Adán el Señor expulsó al matrimonio los despidió del jardín para que no comiesen del árbol de la vida y viviesen para siempre con el pecado a cuestas (Génesis 3: 22).

El árbol de la vida es un símbolo de Jesús que es el Salvador del mundo. Por esto Dios les habla de la simiente de la mujer que aplastará la cabeza de la serpiente y que la serpiente herirá a Jesús en el talón. Es la primera profecía que anuncia que el Salvador tenía que morir en la cruz y resucitar al tercer día. Los justos que son quienes han creído en Jesús los compara a árboles plantados junto a corrientes de aguas que “aun en la vejez fructificarán, estarán vigorosos y verdes” (Salmo 92: 22). Estando unidos por la fe a Jesús nos encontramos en condiciones de dar frutos abundantes que glorifican el Nombre de nuestro Padre celestial.


 

PROVERBIOS 31: 30

“Engañosa es la gracia, y vana la hermosura, la mujer que teme al Señor, esa será alabada”

Oliver Cromwell después de permitir con fastidio que se le retrasase en un lienzo, antes de empezar las sesiones le dijo al pintor que tenía que pintar el cuadro: “Deseo que utilice su pericia para pintar el cuadro tal como soy realmente, sin adularme de ninguna manera, haciendo resaltar todas las imperfecciones, granos, verrugas y todo lo que vea en mí, sino no le pagaré ni un cuarto de penique por el cuadro” ¡Qué contraste tan acusado entre Cromwell y la mayoría de personas de nuestros días. Hoy con los programas fotográficos que nos permiten retocar a placer las imágenes, la cirugía estética que puede pagarse en cómodos plazos, los cosmético a precios asequibles, muchos son quienes pueden permitirse el lujo de cambiar la fisonomía. Con fines   comerciales se nos hace sentir aversión al propio cuerpo. Se le tiene que modificar para que esté a tono con la imagen que los expertos (?) consideran como tiene que ser nuestro aspecto físico.

Hoy prevalece la juventud yendo en contra de la ley de la vida. A partir del nacimiento el ser humano tiene que pasar por las diversas etapas de la vida. De entre ellas se realza la juventud. Se pretende conservar la apariencia joven cueste lo que cueste lo que cueste aun cuando el camino para encontrar la segunda juventud tenga consecuencias desagradables. Ni con cosméticos, ni con cirugía estética se puede detener el paso del tiempo. Morfológicamente puede conseguirse una apariencia más juvenil. Esconder la edad no significa que lo consigamos con tantos engaños. La frustración es el resultado.

El apóstol Pedro refiriéndose a las mujeres, realmente es un mensaje unisex. “Asimismo, vosotras, mujeres, vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o vestidos  lujosos, sino el interno el del corazón, en el incorruptible ornato de   un espíritu afable y apacible que es de gran  estima delante de Dios”         (1 Pedro 3: 1, 3, 4). Todo lo que se haga para conservar la apariencia juvenil es esfuerzo inútil y pérdida de dinero. Detrás de una apariencia retocada el reloj biológico no se detiene ni se le puede alterar. Nos preocupamos  por la  apariencia de manera enfermiza y nos olvidamos  por completo  del incorruptible ornato de   un espíritu afable y apacible que es de gran  estima delante de Dios”. La alteración del orden de los factores produce daños irreparables en la salud del alma. Dios nos ha creado para Él. Olvidar a quien pertenecemos tiene fatales consecuencias empezando en el tiempo presente con los problemas de salud mental y por el miedo a la muerte que es la puerta de entrada a la eternidad.

 

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