diumenge, 31 de març del 2024

 

DOS CIMIENTOS

Un edificio edificado sobre un cimiento inestable no puede resistir las embestidas tormentosas

La periodista finaliza la entrevista que le hace a José Ramón Ayllón, filósofo y experto en ética con esta pregunta: “¿Dónde está el norte? La respuesta que recibe del sabio es: “Lo que pide el bien es lo que naturalmente conviene, que objetivamente nos enriquece o perfecciona. Y esto te lo marca tu conciencia. Piensa con conciencia y aplica la regla aurea”. El filósofo deja la responsabilidad de decidir qué es el bien o qué es el mal, a la conciencia. La pregunta que tenemos que hacernos es: ¿Es fiable la conciencia?

El profeta Jeremías refiriéndose al reino de Judá, que podría aplicarse a España o a cualquier otra nación, dice: “El pecado de Judá escrito está con cincel de hierro y con punta de diamante, esculpido está en la tabla de tu corazón” (17: 1). El profeta sigue escribiendo: “Así ha dicho el Señor: maldito el varón que confía en el hombre, y pone su carne por brazo, y su corazón se aparta del Señor. Será como retama en el desierto y no verá cuando viene el bien, sino que morará en los sequedales del desierto, en tierra  despoblada y deshabitada” (vv. 5,6). Para poder entender la naturaleza humana que desconoce qué es la misericordia de Dios, el profeta escribe esta perla: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso, ¿quién lo conocerá? Yo el Señor que escudriño la mente, que pruebo el corazón, para dar a cada uno según su  camino, según el fruto de sus obras” (vv.9, 10).

José Ramón Ayllón, experto en ética nos dice: “Piensa con conciencia y aplica la regla aurea” que según la Biblia es: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón…y al prójimo como a ti mismo” (Marcos 12: 30, 31). Pienso que el experto en ética, que se confiesa “católico por convicción”, urge aplicar la regla aurea para poder practicar el bien. En la entrevista no lo especifica. En los libros que ha escrito, lo desconozco. Siguiendo el hilo de la entrevista deduzco que se refiere  a “amar al prójimo como a ti mismo”, prescindiendo de la primera parte de la regla aurea que dice: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón”. Si se da por bueno lo que el profeta Jeremías dice que el pecado del hombre “está escrito con cincel de hierro…esculpido en la tabla de tu corazón”, ¿cómo puede amarse al prójimo como a uno mismo? Imposible. Si no se tiene en cuenta la primera parte de la regla aurea que dice: “Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón” que es inseparable de la segunda. Pretender cambiar la naturaleza humana que tiene la tendencia a hacer el mal a hacer el bien prescindiendo de Dios,  tarea imposible es.

Filosofía que es sinónimo de “palabras persuasivas de sabiduría humana”          (1 Corintios 2: 4), no sirve para cambiar la naturaleza humana. Lo que la humanidad necesita para regenerase es la sabiduría divina que la Biblia identifica con Jesús                      (2 Corintios 2: 1-16). Existe un texto que es muy explícito al respecto: “¿Cómo limpiará un joven”, (cualquier persona) su camino? Guardando tu palabra” (Salmo 119: 9).  El salmista responde a la pregunta así:   ”Con todo mi corazón te he buscado: No me dejes desviar de tus mandamientos, para no pecar contra ti” (vv.10, 11). Solamente existe una posibilidad de poder cumplir la regla aurea: Tener en cuenta a su Legislador.

Jesús acaba la predicación de que se conoce como el <i>Sermón de la Montaña</i> con el símil de los dos cimientos: “cualquiera que me oye estas palabras  y no las hace, lo compararé a un hombre insensato, que edificó su casa sobre la arena, y descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y dieron con ímpetu contra aquella casa, y cayó y fue grande su ruina”. Apliquemos esta enseñanza a la vida diaria. ¿Qué encontramos? Mucha frustración. Conflictos familiares que se eternizan. Desavenencias conyugales que terminan en violencia. Descalabros económicos que acaban con la ruptura familiar. Socios que rompen el contrato. Lo que es el menú público del día de la información: el Covid-19 con sus consecuencias sobre la salud se ha convertido en el enemigo público número uno. La política se ha convertido en un auténtico desastre, acompañada de palabras hirientes que incitan al odio. Todo lo dicho y mucho más hiere el alma. Las consecuencias de la  condición anímica en que se encuentra el hombre debido al entorno hostil que lo envuelve, la ciencia médica las bautiza con palabras médicas. Los trastornos del alma que repercuten en la salud mental son de carácter espiritual y son consecuencia de desestimarse los principios éticos que Jesús expone en el <i>Sermón de la Montaña</i>.

Quien escucha las palabras de Jesús y las hace “lo compararé a un hombre prudente que edificó su casa sobre la roca” (Mateo 7: 24-27).

La Ciencia cataloga la humanidad en razas. La Sociología en clases sociales. Jesús la reduce a dos grupos: creyentes e incrédulos. Ambos grupos conviven en el mismo entorno. Los vientos, las lluvias que golpean contra la casa son simbólicos ya que se refieren a los múltiples problemas que golpean a las personas y que afectan de igual modo a los creyentes como a los incrédulos. La distinta manera de reaccionar ante las dificultades depende de si por fe se edifica la vida sobre la Roca que es  Cristo  o sobre la arena de la incredulidad. Que la vida sea un éxito o un fracaso no depende de los muchos bienes materiales que se posean sino de si se posee la fe en Jesús o no. Parece sencillo, pero no lo es. Se deben sortear los escollos de los prejuicios que se tienen sobre Jesús.

Octavi Pereña i Cortina

 

MARCOS 7: 5

“Y le preguntaron, pues los fariseos y los escribas: ¿Por qué tus discípulos no andan conforme a la tradición de los ancianos, sino que comen pan con manos inmundas”

¿Son buenas las tradiciones religiosas? Si se ajustan a la doctrina bíblica nada que objetar a no ser que se conviertan en obstáculos que impidan amar a Dios  sobre todas las cosas y al prójimo como a uno mismo.

Los fariseos, la secta que se consideraban ser estrictos cumplidores de la Ley de Moisés, cuya rigidez los convirtió en fanáticos que únicamente veían la letra de la Ley a la vez que ignoraban qué es misericordia. A los tales Jesús les dijo: “¡Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres, pues ni entráis vosotros, ni dejáis entrar a los que están entrando” (Mateo 23: 12). Se tiene que ser muy cuidadoso a la hora de poner excesivo énfasis a la hora de defender las tradiciones a pesar que tengan siglo de existencia.

El texto que sirve de base a esta meditación pone de manifiesto la queja   que los fariseos le hicieron a Jesús de que sus discípulos no anduviesen conforme a la tradición de los ancianos “sino que comen pan con manos inmundas”. Los fariseos con sus ancestrales tradiciones habían ido mucho más allá de lo que estaba escrito en la Ley. Se habían inventado una serie de preceptos que regulaban los más mínimos detalles de la vida diaria que hacían asfixiante vivirla. Jesús que vino a la Tierra como mensajero del Padre para anunciar su amor, no un amor normal, sino un amor tan profundo e incomprensible a la mente humana que da a su Hijo unigénito para que todo aquel que en Él crea no se pierda, sino que tenga vida eterna (Juan 3: 16).

Jesús no se muerde la lengua ante tal flagrante tergiversación del espíritu de la Ley. Con la santa ira que Dios puede expresar, les dice: “Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías como está escrito: Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí. Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas mandamientos de hombres. Pues dejando el mandamiento de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres…Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición” (Marcos 7: 6, 7, 9).

Vigile el lector para no dejarse guiar por las tradiciones de la Iglesia que revestidas de mucha pompa para excitar los sentidos le aparten de Cristo que es la luz del mundo que guía a los ciegos a la vida eterna.


 

2 SAMUEL 12: 15

“Y el Señor hirió al niño que la mujer de Urías había dado a David, y enfermó gravemente”

Aun cuando no nos guste Dios es justo para con todos. Nos alegramos cuando alguien sufre porque consideramos que se lo merece. David, con nocturnidad y alevosía, sin consideración alguna hacia Urías,  el soldado que se encontraba en el campo de batalla luchando por su rey, cometió adulterio con su esposa. El resultado del adulterio fue que la mujer concibió. Dado que el marido cornudo le era un obstáculo pensó en deshacerse de él. Utilizando los mecanismos que disponen los Estados, idea la manera que el hombre muera en el campo de batalla. Dios que es justo para con todos, sea el pueblo llano como los altos dignatarios de la corte, lo que hizo el rey no agradó a Dios.

En nuestros días se habla mucho de la violencia contra la mujer. De los abusos sexuales que padece. Con dinero el violador ve reducida su condena. Nos preguntamos: ¿Dónde está la justicia? Sí que la hay. ¿Dónde encontrarla? En Dios que no da por inocente al culpable.

Pasaron unos meses desde que el rey David cometió el adulterio y el asesinato del militar. Dios envía al profeta Natán para que amoneste al monarca. La amonestación hace efecto y el monarca se arrepiente de corazón. Dios en su misericordia perdona a David. Según la Ley el adúltero tenía que morir pero la amnistía lo perdona. Pero la justicia exige que el pecador pague por su pecado. El castigo  que Dios le impone se cumple al pie de la letra.

Lo que ahora nos interesa saber es ¿cómo se encontraba David después de haberse arrepentido? En el salmo 32 escrito por el mismo David nos lo dice: ”Mientras callé, se envejecieron mis huesos en mi gemir todo el día. Porque de día y de noche se agravó sobre mí tu mano, se volvió mi verdor en sequedades de verano” (vv. 3, 4). Tal  vez el lector me dirá que no ha cometido adulterio y que no ha asesinado a nadie. Muy bien la Ley de Dios condena a muerte al infractor. Jesús va más allá de la Ley y se introduce en el espíritu que únicamente Dios puede juzgar. Que dice Jesús al respecto: “Cualquiera que mira a una mujer para codiciarla, ya adulteró con ella en su corazón” (Mateo 5: 27). “Cualquiera que se enoje contra su hermano será culpable de juicio” (Mateo 5: 22). Nadie puede decir que estos pecados no los haya cometido nunca. ¿Por qué hay tantas personas que parece que tengan ascuas ardientes en su corazón y se sienten tan mal? Porque no se han arrepentido de estos pecados invisibles. El verdor del alma se ha convertido en sequedades del verano. David recibió el perdón de Dios y pudo escribir: “Muchos dolores había para el impío, pero el que espera en el Señor, le rodea la misericordia. Alegraos en el Señor y gozaos justos, y cantad con júbilo vosotros los rectos de corazón” (vv. 10, 11).

 

 

diumenge, 24 de març del 2024

 

SALMO 20: 7

“Unos confían en carros, otros en caballos, pero nosotros hacemos memoria del Señor, nuestro Dios”

El salmista clama a Dios pidiendo ayuda. ¿Quién es el que no la necesita? El paraíso en donde residía la plena felicidad se perdió por el pecado de Adán. La consecuencia de dicho pecado fue que Dios maldijo la Tierra y el resultado de dicha maldición fue que “con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas del campo…Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra” (Génesis 3 17-19). Muchos consideran que los tres capítulos de Génesis son mitología. Si lo son, ¿cómo es posible que sea verdad lo que dicen?

Si el lector pertenece al incontable número de negacionistas, ¿puede explicar porque tiene problemas domésticos, enfermedades, injusticias y una   inmensa cantidad de pequeñas insatisfacciones que hacen que su existir sea estresante? Las condiciones de vida actual confirman la historicidad de los tres primeros capítulos de la Biblia. ¿Por qué tenemos ojos para ver y oídos para oír y, ni oyen ni ven? La explicación se debe a los prejuicios. Y los prejuicios, ¿de dónde proceden? De la Serpiente que engañó a Eva haciéndole creer que Dios es un mentiroso. Y Satanás que es el padre de la mentira sigue engañando a las personas inculcándoles prejuicios en contra de los tres primeros capítulos de Génesis haciéndoles creer que son fabula.

Los verdaderos creyentes en Cristo son unos afortunados por poseer fe que es regalo de Dios. En las diversas situaciones de conflicto, que son muchas, no se encuentran desamparados, abandonados a su suerte. Sin saber dónde acudir en busca del socorro oportuno. El texto que comentamos nos dice: “Unos confían en caballos, otros en caballos”, es decir, buscan el socorro en el hombre y en los medios que él proporciona. Pero ignoramos que esta ayuda es como una caña quebrada que atraviesa la mano e quien se apoya en ella. El creyente en Cristo edifica su vida  haciendo memoria del Señor su Dios. Es decir, la erige sobre la Roca que es Cristo. La fe en Cristo no impide que los vientos huracanados que soplan contra los hombres choquen contra el creyente. Pero sí evita que las embestidas torrenciales derriben su vida.

Quienes dejándose guiar por los embustes de Satanás que es el padre de la mentira, flaquean y caen. “Nosotros hacemos memoria del Señor, nuestro Dios” nos levantamos y estamos en pie. En los avatares de la vida “todo lo podemos en Cristo que nos fortalece” (Filipenses 4: 13).


 

JUAN 3: 3

“De cierto, de cierto te digo, que el que no nazca de nuevo, no puede ver el reino de Dios”

Relato la fábula del cerdo, la oveja y el hombre. Un granjero tenía un cerdo al que instaló en su casa. Lo bañó, le pulió las pezuñas, lo perfumó con Chanel nº 5, le puso un lazo en el cuello, lo instaló en la sala de estar. El cerdo estaba de buen  ver. Los amigos del granjero lo aceptaron. ¡Era tan simpático! Durante un poco de tiempo fue un buen compañero. Tan pronto quedó abierta la puerta que daba al exterior, el cerdo abandonó la sala de estar para salir al exterior. Se dirigió directamente a revolcarse en el charco que encontró. ¿Por qué lo hizo? Sencillamente porque era un cerdo. Su naturaleza no había cambiado. El granjero lo había cambiado externamente, pero no su naturaleza.

Si el granjero hubiese cogido una oveja y acicalado como hizo con el cerdo, al quedar abierto la puerta que daba al exterior la oveja habría salido a comer hierba. Al charco no le habría prestado ni la más mínima atención. ¿Por qué? Sencillamente porque era una oveja que tiene un comportamiento distinto del cerdo.

Vayamos al hombre. Se viste de fiesta. Se sienta en el banco a primera fila en la iglesia. Tiene la apariencia de ser un santo. Durante un tiempo puede engañar a sus amigos. Lo pones en la oficina, en el hogar, en un club un sábado por la noche. Verás cómo sale a relucir su auténtica naturaleza. En la oficina se enfada con sus compañeros. En el hogar maltrata física y sicológicamente a su esposa y vocifera a los hijos.  En el club se desmanda. ¿Por qué este comportamiento? Sencillamente porque  está muerto en sus pecados y delitos. Su naturaleza espiritual no ha cambiado.

La naturaleza del cerdo y de la oveja no puede cambiar. Nacen y mueren siendo cerdo y oveja. El ser humano sí que puede cambiar su naturaleza. Necesita nacer de nuevo. El nuevo nacimiento  no es una moralidad laica o religiosa que nos exige guardar las apariencia de ser buenos chicos/as. Tal como lo mostró el hombre emperifollado que se sentó en el banco en la primera fila en la iglesia. El nuevo nacimiento es “una nueva creación” (Gálatas 6: 15). El nuevo nacimiento totalmente es obra que Dios realiza  por medio de la fe que es don suyo: “Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer y nacido bajo la Ley, para que redimiese a los que estaban bajo la Ley, a fin que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre!” (Gálatas 4. 4-6).



 

 

 

DERECHO A ABORTAR

“Así dice el Señor, el que me hizo, el que me ha formado desde el vientre” (Isaías 44: 2)

El escrito “Santidad de la vida no nacida”,  dice: “La vida de un ser humano no puede ser destruida injustamente sin incurrir en la vida del Dios sagrado, que ve la destrucción de su imagen como una afrenta a sí mismo”, señala, “incluso antes de nacer todos los seres humanos somos la imagen de Dios, y sus vidas no pueden ser destruidas sin borrar su gloria”. Francisco Peison autor del artículo “Los embriones congelaos son niños”, asegura que los textos entre comillas no forman parte de la meditación de un pastor de una de estas iglesias del nacionalismo cristiano de la ultraderecha norteamericana que han hecho del aborto un argumento de combate político. No, las firma el juez Tom Perker, presidente del Tribunal Supremo de Alabama”.

El problema que presentan los Pro Vida con respecto a los abortos es que creen que ejerciendo violencia van a cambiar la naturaleza  de las aborcionistas. Se consideran tan moralistas que con sus excesos despedazan los principios de la moral. Con sus postulados cristianos farisaicos destrozan las reglas del amor: “Dios es amor”. Jesús nos dice: “Os doy un mandamiento nuevo, que os améis los unos a los otros. Como os he amado, amaos también los unos a los otros. En esto conocerán todo que sois discípulos míos si os amáis entre vosotros” (Juan 13: 34, 35). Si los Pro Vida creen que el amor del que habla Jesús se limita a que tienen que practicarlo entre sus compadres, los sacará de dudas la orden taxativa de Jesús: “Yo os digo. Amad a vuestros enemigos, bendecid a los que os maldicen, haced el bien a los que os odian y orad por quienes os ultrajan y maldicen” (Mateo 5: 44). Los Pro Vida tienen que entender que si Dios los ha amado de tal manera que ha dado a su Hijo unigénito para su salvación (Juan 3: 16), los envía a un mundo atiborrado de odio para que de entre el montón de estiércol brote y florezca la bellísima flor del amor de Dios.

El apóstol Pablo dirigiéndose no exclusivamente a los Pro Vida, sino a los cristianos en general, nos dice: “Os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio   de la renovación de vuestro entendimiento para que comprobéis cual es la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12: 1, 2). Un reto muy alto es el que nos propone el apóstol Pablo. Exhibirse como cristiano dentro de las cuatro paredes de las parroquias o de otros locales eclesiales, es muy fácil. Donde se pone de manifiesto el verdadero espíritu cristiano es en la palestra pública dónde nos encontramos con los servidores del diablo que buscan nuestro mal: “Si a mí me han perseguido”, dice Jesús, “también a( vosotros os perseguirán” (Juan 15: 20). Jesús que resistió los asedios de Satanás y salió vencedor de los ataques nos da el ejemplo que tenemos que seguir (Juan 13: 15).

El apóstol Juan nos dice que los hijos de Dios  “no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios” (Juan 1: 13). El texto nos viene a decir que los cristianos no nacen siendo cristianos. Pueden nacer en un hogar  cristiano. Los padres por más que se esfuercen no pueden convertirlos en hijos de Dios. Tienen  educarlos en la fe cristiana, indiscutiblemente. Si no interviene la voluntad de Dios lo único que consiguen es que sus hijos se conviertan en paganos cristianizados.

La falacia de la Iglesia Católica consiste en enseñar que el agua bautismal tiene poder de borrar el pecado original y convertir al bautizado en un hijo de Dios. “Aun cuando se viste de seda la mona, mona se queda”. Los Pro Vida y los cristianos en general que no se les nota la santificación del Espíritu es que son paganos cristianizados. Según la enseñanza de la Biblia son carnales y las obras de la carne es lo que hacen. El siguiente texto nos descubre cuáles son estas obras: “Adulterio, fornicación, impureza, lascivia, idolatría, brujería, enemistades, disputas, celos, iras, rivalidades, divisiones, partidos, envidias, homicidios, embriagueces, glotonerías, y cosas semejantes a estas” (Gálatas5: 19-21).

La voluntad de Dios es la santificación del Espíritu que no significa que los creyentes en Cristo hayan alcanzado la perfección. Consiste en el proceso de ir abandonando las obras carnales mencionadas para irlas sustituyendo por la obra del  Espíritu que es: “Amor, gozo,  paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (Gálatas 5: 22, 23), que por ser obra del Espíritu no se ve en los Pro Vida que exigen duras penas a las mujeres que defienden lo que ellas consideran derecho a abortar porque erróneamente creen que con sus cuerpos pueden hacer lo que mejor les parezca.

Los Pro Vida creen que se comportan como siervos del Señor comportándose de la manera como lo hacen. Su defensa de la vida del embrión y del feto la hacen sin ciencia. El apóstol Pablo nos enseña cómo deben proceder los siervos del Señor a la hora de presentar el Evangelio entre los incrédulos: “Porque el siervo del Señor no debe ser contencioso, sino amable para con todos, apto para enseñar, sufrido, que con mansedumbre corrija a los que se oponen, por si quizás Dios les conceda que se arrepientan para conocer la  verdad, y escapen del lazo del diablo en que están cautivos a voluntad de él” (2 Timoteo 2: 24, 25). Los Pro Vida tienen que limitarse a proclamar el Evangelio y dejar que sea Dios en Cristo por medio del Espíritu Santo quien obre en las mujeres Pro Aborto.

Octavi Pereña Cortina

 

diumenge, 17 de març del 2024

 

MATEO, 5: 12

“No penséis que he venido para abrogar la Ley o los Profetas, no he venido para abrogar, sino para cumplir”

En una sociedad sin ley se convierte en una colectividad en que impera la ley del más fuerte en donde el pez grande se come al pez pequeño. Es decir, en una sociedad sin ley. Jesús como dice el texto que comentamos vino para cumplir al cien por cien la Ley de Dios que nosotros somos incapaces de cumplir uno solo de sus preceptos. Jesús es el Hombre Perfecto que en la cruz pagó la deuda que nosotros tenemos con Dios. Jesús es el único Nombre dado a los hombres para que podamos salvarnos.

Jesús nos libera de la ley ceremonial del Antiguo Testamento por cumplida. Ya que miraba al Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Cuando Jesús murió en la cruz y el velo que separaba el lugar santo del santísimo, en el templo, en aquel mismo instante la ley ceremonial falleció. La Ley moral quedó intacta. Los Diez Mandamientos que resumen la Ley moral nos recuerdan que seguimos siendo pecadores y que Jesús es el Autor de nuestra salvación. Como muy bien nos recuerda Santiago: “Cualquiera que guarda toda la Ley, pero la quebranta en un punto, se hace culpable de todos” (Santiago 2: 10). A no ser que uno se considere  fariseo que se cree justo ante Dios, jamás podrá decir que no ha dicho una mentira piadosa. Que no ha asesinado odiando a una persona. Que no ha sido infiel a su conyugue mirando con deseo a una persona del otro sexo. Ante una Ley que nos acusa con tanta contundencia, ¿qué haremos para salir del atolladero? El apóstol Pablo n os saca de dudas cuando escribe: “De manera que la Ley ha sido nuestro guía para llevarnos a Cristo, a fin de que fuésemos justificados por la fe” (Gálatas 3: 24).

Por la fe en Jesús el Padre nos contempla como si nunca hubiésemos cometido pecado alguno. Nos declara justos, limpios de corazón. Los cristianos de Roma se preguntaban: “¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia aumente? El apóstol Pablo les responde: “Los que hemos muerto al pecado, ¿cómo viviremos aun en él?” (Romanos 6: 1, 2). La fe en Jesús borra el pecado que cometimos estando en Adán, pecado que se conoce como “pecado original”. Pero la naturaleza carnal que aún sigue viva nos induce a amar al pecado. El cambio que la fe en Jesús ha efectuado en nuestra naturaleza humana es que la ha convertido en morada de su Espíritu, lo cual  cambia el concepto que tenemos del pecado. Antes de la conversión a Jesús nos gozábamos en el pecado. Ahora con el Espíritu de Cristo morando en nosotros nos lo hace aborrecer y nos da la fuerza necesaria para que no nos vuelva a esclavizar.


 

SALMO 90. 8

“Pusiste nuestras maldades delante de ti, nuestros pecados a la luz de tu rostro”

El llamamiento que Jesús le hizo a Mateo, el cobrador de impuestos, fue seguido de una confrontación con los fariseos. Éstos se quejaron a los discípulos de Jesús, diciéndoles: “¿Por qué come vuestro Maestro con los cobradores de impuestos y pecadores?” El fariseísmo fue una secta religiosa judía muy poderosa en tiempos de Jesús, cuyos miembros se consideraban ser estrictos practicantes de la Ley de Moisés. Como se creían ser puros espiritualmente, ello no les permitía relacionarse con   los  cobradores de impuestos y pecadores. Jesús por ser Dios es “tres veces santo” no tiene ningún reparo que le impidiese relacionarse con los pecadores, fuesen de la clase que fuesen.

En cierta ocasión un fariseo invitó a Jesús a comer en su casa. Sentado a la mesa una mujer pecadora, nosotros la consideramos una prostituta, mujer de mala vida, se le acercó con un frasco de perfume de gran precio, con el que mojó los pies del Señor. El fariseo al ver esta relación, según él, tan impropia  de un Maestro, se dijo: “Éste si fuese profeta, conocería quien es esta mujer que le toca, que es pecadora” (Lucas 7: 39). Un ejemplo vivo de alguien que tiene una biga en su ojo y no la ve es el fariseo. Estas personas que se consideraban tan impolutas miraban de mal ojo  la plebe que cuestionase su ejemplaridad. Estas personas que se auto otorgaban una justicia que solo se encuentra en Dios, no atendían las palabras de Jesús: “Los sanos no tienen necesidad de  médico, sino los enfermos”  (Mateo 9: 12). En el campo del deporte algunos árbitros sacan tarjeta al jugador o al entrenador que se atreva a discutir sus decisiones arbitrales. Los jueces se consideran ser tan superiores  del resto de los mortales, que los políticos no se atreven a pedirles que comparezcan ante el Parlamento se trata de esclarecer determinadas cuestiones.

Si nos comportamos como el fariseo que no quería ver su pecado, le imitaremos en la oración que dijo en el templo: “Dios te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros” (no se había olvidado del cobrador de impuestos), “ni aún como este cobrador de impuestos”. ¡Cuántas personas hay que con espíritu farisaico son incapaces de ver la biga incrustada en su ojo! Al mismo tiempo y en rincón apartado del templo un cobrador de impuestos oraba de esta manera. “No quería ni aún alzar los ojos al cielo, sino que se golpeaba el pecho diciendo: Dios sé propicio a mí pecador”.

Finalizada la parábola Jesús añade la siguiente coletilla: “Os digo que éste” (el cobrador de impuestos), “descendió a su casa justificado antes que el otro” (el fariseo), “porque cualquiera que se enaltece será humillado, y el que se humilla será enaltecido” (Lucas 18: 9-14).

¿Qué clase de personas son las que prevalecen en la sociedad?

 

 

DOS PUEBLOS

“Porque Él (Cristo) es nuestra paz, que de ambos pueblos hizo uno, derribando la pared intermedia de separación” (Efesios 2: 14)

Juan José Omella, arzobispo de Barcelona en su escrito Semillas de solidaridad, escribe: “Dios nos llama a no perder la esperanza, nos insiste que es posible un mundo nuevo. La fe nos da fuerzas que nos interpela, transforma nuestra vida y nos ayuda a ver que todos los seres humanos de la tierra formamos una sola familia con un mismo Padre. Estamos llamados a ser una familia unida por lazos de respeto y amor. Recordemos también el ejemplo de Jesús”.

El purpurado no utiliza la celo que puso el evangelista Lucas a la hora de recoger los hechos de Jesús desde sus orígenes a fin de que su amigo el honorable Teófilo “para que conozcas bien la verdad de las cosas en las cuales has sido instruido” (Lucas 1: 1-4). ¿Qué base bíblica tienen las palabras del prelado que he transcrito? Ni una. Son fruto de una Tradición inestable que va cambando a lo largo de los siglos según sea la dirección en que sopla el viento. La inestabilidad de la fe católica la pone de manifiesto una parroquia de Lleida que votando quiso decidir si la imagen de Jesús clavado en la cruz se quitaba o no. El párroco aceptaría la decisión que tomasen los feligreses. Esto me hace preguntar: ¿Qué base doctrinal posee el sacerdote de esta parroquia que es incapaz de hacer prevalecer su autoridad como pastor? En el seminario se le instruyó en el humanismo cristiano que no se distingue en nada de los otros humanismos existentes de no ser cristiano en que ha sido bautizado.

La clave del desconcierto en que se encuentra la Iglesia Católica se encuentra en el hecho de que no comprueba con el uso de la plomada, que es la Biblia que contiene la verdad de la revelación de Dios.  Sin el uso constante de la plomada no se percibe si la enseñanza que imparte se  ajusta o no a la Verdad. Se desconoce si los muros del edificio eclesial se levantan rectos o se inclinan como ocurre con la torre de Pisa que se la apuntala para evitar que se derrumbe. “Entonces el profeta Jeremías dijo al profeta Ananías: Ahora oye, Ananías: El Señor no te envió, y tú has hecho confiar en la mentira a este pueblo” (Jeremías 28: 15). El apóstol Juan nos advierte. “Hijitos, ya es el último tiempo, y según vosotros oísteis que el anticristo  viene, así ahora han surgido muchos anticristos, por esto sabemos que es el último tiempo. Salieron de nosotros, pero no eran de nosotros, porque si hubiesen sido de nosotros, hubieran permanecido con nosotros, pero salieron para que se manifestase que no todos son de nosotros” (1 Juan 2: 18, 19).

Analicemos las palabras del prelado:

“La esperanza nos insta en que es posible un mundo nuevo”. Si no me equivoco creo que el prelado nos está diciendo que con nuestro esfuerzo es posible conseguir un mundo nuevo en que impere la justicia. La Tierra que Dios maldijo debido al pecado de Adán “espinos y cardos te producirá…Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra” (Génesis 3. 18, 19). ¿Qué tipo de fe nos tiene que interpelar y que transforme nuestra vida? Todo el mundo tiene fe en alguien o en alguna cosa, pero solamente existe una fe que transforme nuestra vida santificándola: la que es don de Dios que nos permite creer que Jesús es “el único Nombre bajo el cielo en que podamos ser salvos” (Hechos 4: 12). La transformación de nuestra vida para bien sólo se consigue si el Espíritu Santo hace morada en el hombre y le impulsa hacia la santidad. A la vez inocula en el creyente en Cristo la esperanza que en una fecha por determinar se instaurará el Reino de Dios eterno, que es recuperar el paraíso que perdimos en Adán. No es la esperanza incierta, sino el Dios de nuestra esperanza quien nos garantiza un futuro en el Reino de Dios eterno en el que no existirá el pecado y por lo tanto estaremos exentos  de cualquier tipo de sufrimiento.

La fe imprecisa de la que nos habla el cardenal que según él “nos ayuda a ver que todos los hombres de la tierra formamos una sola familia con un mismo Padre”, la cuestiona Jesús cuando envuelto por una muchedumbre, uno de los presentes le dice que su madre y sus hermanos quieren hablar con Él. Extendiendo la mano hacia los reunidos, Jesús les dice: “He aquí mi madre, y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos, ése es mi hermano, y hermana y madre” (Mateo 12: 46-50). La doctrina papal es clara: Todas las religiones llevan a Dios.. Si eso fuese así el Padre un hubiese tenido necesidad de enviar a su Hijo a la Tierra para salvar  a su pueblo de sus pecados (Mateo 1: 22).

En el momento en que Adán y Eva tuvieron hijos, en Caín y Abel se pone de manifiesto la existencia de dos pueblos: el de Dios y el de Satanás. Esta  dicotomía la acredita Jesús cuando los fariseos, la secta más estricta del judaísmo que presumían ser descendientes de Abraham, por lo tanto pueblo de Dios según la carne, pero no hijos adoptivos de Dios con la misma fe que poseyó Abraham. Jesús desbarata el optimismo de los fariseos cuando les dice: “Vosotros sois hijos d vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido  en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla, porque es mentiroso y padre de mentira” (Juan 8: 44).

El texto de Juan indirectamente nos enseña que en las iglesias coexisten  personas de ambos pueblos. Jesús confirma que la cosa es así cuando relata la parábola del trigo y de la cizaña. Ambas plantas conviven juntas en las iglesias “hasta la siega, y al tiempo de la siega, yo diré a los segadores: Recoged primero la cizaña, y atadla en manojos para quemarla, pero recoged el trigo en mi granero”(Mateo 13: 24-30).

Octavi Pereña Cortina

diumenge, 10 de març del 2024

 

AMISTAD

Clare Pooley, escritora y autora del exitoso blog “La madre bebe en secreto”, dice que empezó a beber “a finales de los ochenta (cuando) Briget Jones  y  Sexo en Nueva york eran iconos femeninos que bebían bastante. Yo sí que bebía bastante. Después entré en el mundo de la publicidad en donde no teníamos un bar en la oficina sino dos. Muchas cosas fructificaban en los bares y tenía mucho presupuesto para convidar a copas a los clientes”. Clare culpa de sus excesos con el alcohol al entorno social que ve bien tomar una copa. “Me costó mucho tiempo”, dice, “darme cuenta, en parte, porque todos a mi alrededor bebían”.

Se hacen campañas contra el alcohol. Sobre todo para prevenir accidentes, en la carretera. No se debe desdeñar  la violencia doméstica  y los accidentes laborales que promueven el alcohol. Los resultados de las campañas no son los que se esperan. En parte, debido al arraigo social que tiene tomar una copa para no desentonar. No se atienden los avisos de los peligros del alcohol y así nos van las cosas. Nos lamentamos despuésd e sufrir un accidente o de un maltrato. Los lamentos no sirven para deshacer el mal cometido. Lágrimas de cocodrilo, las considera el refranero.

Clare, cuando empezó a preguntarse si era alcohólica o no consultaba a Google: “¿Soy alcohólica?”. Con ironía respondía a un cuestionario al estilo de. “Bebes cuando estás sola?” y respondía: “No porque estoy con el perro”. Si hubiese preguntado: “¿Serías más feliz sin alcohol?”, hubiese dejado de beber mucho antes. Lo único que es más fuerte que el miedo es la esperanza”

Clare Pooley termina la entrevista que le hace Ima Sachñis así: “Mi vida era un desastre, pero a mí en Instagram parecía perfecta. Explicar mi verdad me salvó la vida. Todos tenemos hambre de amabilidad y comunidad. Si tú me dices: “Clare, estoy triste” conectaremos mejor que si me dices: “Todo va bien”. Los puntos débiles son los que nos hacen únicos e interesantes”. Clare reconoce el valor de la amistad para superar la adición.

Samuel Taylor Coleridge que alcanzó notoriedad como poeta, crítico y autor dramático no encontró en el éxito lo que su alma necesitaba para ser feliz. A los 24 años se enganchó al opio. A los 40 conoció a James Gillman el médico que lo atendió y se convirtió en su amigo íntimo. En el crepúsculo de su vida encontró algo que ni la popularidad ni el dinero le podían dar,  el valor de un amigo. Poco antes de morir escribió el poema ”Juventud y vejez”. En una de sus estrofas escribió: “La amistad es un árbol que cobija”. Pensadores de renombre han escrito sobre el valor de la amistad: “La amistad duplica las alegrías y divide la angustia por la mitad” (Francis Bacon). “Un amigo verdadero es un alma con dos cuerpos” (Aristóteles). Es lógico, pues que la Biblia también hable sobre la amistad.

Clare Pooley y Samuel Taylor Coleridge se refieren a los amigos que los ayudaron cuando se sentían quemados por las circunstancias. Con la muerte  de los amigos, su influencia desaparece. El valor de la amistad se la llevan consigo cuando traspasan la puerta de la eternidad. Queda un recuerdo borroso que se diluye con el tiempo.

Salomón escribió: “Un hombre que tiene amigos  ha de mostrarse amistoso, y amigo hay más unido que un hermano” (Proverbios 18: 24). El apóstol Pablo recordando la sabiduría de Jesús escribió: “Es más feliz dar que recibir” (Hechos 20. 35). Esta sentencia se opone al egoísmo humano que extiende la mano para recibir pero cierra el puño a la hora de dar. ¡Con cuánta facilidad se alarga  la mano a la hora de mendigar! Esto no es amistad. Es puro egoísmo. El mundo está lleno de él. Conseguir un amigo verdadero es tan difícil como encontrar una aguja en un pajar. La segunda parte del proverbio citado nos recuerda:” y amigo hay más  unido que un hermano”. Esta amistad tan íntima no se encuentra entre los hombres. Solo puede encontrarse en Jesús que da su vida por sus amigos. Dirigiéndose a sus discípulos les dice. “Este es mi mandamiento: que os améis unos a  otros  como yo os he amado. Nadie tiene mayor amor que este, que uno ponga su vida por sus amigos. Vosotros sois mis amigos si hacéis lo que os mando. Y no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que hace su señor, pero os he llamado amigos, porque todas las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer…Esto os mando: que os améis unos a otros” (Juan 15: 12-17).

Al despedirse Jesús de sus discípulos, les dice. “He aquí la hora viene, y ha venido ya, en que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo, pero no estoy solo, porque el Padre está en mí”  (Juan 16: 32). El creyente en Jesús aun cuando se encuentre en una isla desierta no se encontrará solo. Por el Espíritu de Jesús que mora en él, al Señor siempre lo tendrá a su lado confortándolo como el Padre lo hizo con Él en la agonía de Getsemaní.

Octavi Pereña i Cortina

 

 

SALMO 92: 12

“El justo florecerá como la palmera, crecerá como el cedro del Líbano”

El justo, no confundirlo como persona sin pecado. El justo de la Biblia es una persona que siendo pecadora por la fe en Jesucristo que limpia con su sangre todos los pecados del creyente hace que Dios le vea como si nunca hubiese cometido pecado. Una vez declarado justo el creyente no está exento de pecado. La herencia recibida de Adán pretende salir a la superficie pero el creyente en Cristo con la ayuda del Espíritu Santo que mora en él, controla las pasiones carnales que brotan en su corazón no permitiendo que campen a sus anchas,

El salmo 1 nos dice que el justo es una persona que “en la Ley del Señor está su delicia, y que en su Ley medita día y noche. Será como un árbol plantado junto a corrientes de aguas. Que da su fruto a su tiempo, y su hoja no cae, y todo lo que hace prosperará” (vv. 2, 3). El salmo 92 también lo compara  como la palmera, crecerá como el cedro del Líbano”.

La imagen del árbol plantado junto a corrientes de aguas, de hojas verdes y lozanas, que no tiene ningún indicio de enfermedad, en Apocalipsis el apóstol Juan nos lo sitúa en  la Jerusalén celestial no como simbolismo: “En medio de la calle de la ciudad, y a uno y otro lado del río, estaba el árbol de la vida, que produce doce frutos, dando cada mes un fruto, y las hojas del árbol son sanidad de las naciones” (v. 22: 12). Manera de exponer que en el reino de Dios al no existir el pecado  no habrá ni enfermedad ni muerte.

Si lo recuerda el lector en el Edén terrenal en que puso el Creador a Adán y Eva para que fuese su residencia había un árbol muy concreto: “Mas del árbol de la ciencia y del bien no comerás, porque el día que de él comas, ciertamente morirás” (Génesis 2: 17). Después de la desobediencia de Adán el Señor expulsó al matrimonio los despidió del jardín para que no comiesen del árbol de la vida y viviesen para siempre con el pecado a cuestas (Génesis 3: 22).

El árbol de la vida es un símbolo de Jesús que es el Salvador del mundo. Por esto Dios les habla de la simiente de la mujer que aplastará la cabeza de la serpiente y que la serpiente herirá a Jesús en el talón. Es la primera profecía que anuncia que el Salvador tenía que morir en la cruz y resucitar al tercer día. Los justos que son quienes han creído en Jesús los compara a árboles plantados junto a corrientes de aguas que “aun en la vejez fructificarán, estarán vigorosos y verdes” (Salmo 92: 22). Estando unidos por la fe a Jesús nos encontramos en condiciones de dar frutos abundantes que glorifican el Nombre de nuestro Padre celestial.


 

PROVERBIOS 31: 30

“Engañosa es la gracia, y vana la hermosura, la mujer que teme al Señor, esa será alabada”

Oliver Cromwell después de permitir con fastidio que se le retrasase en un lienzo, antes de empezar las sesiones le dijo al pintor que tenía que pintar el cuadro: “Deseo que utilice su pericia para pintar el cuadro tal como soy realmente, sin adularme de ninguna manera, haciendo resaltar todas las imperfecciones, granos, verrugas y todo lo que vea en mí, sino no le pagaré ni un cuarto de penique por el cuadro” ¡Qué contraste tan acusado entre Cromwell y la mayoría de personas de nuestros días. Hoy con los programas fotográficos que nos permiten retocar a placer las imágenes, la cirugía estética que puede pagarse en cómodos plazos, los cosmético a precios asequibles, muchos son quienes pueden permitirse el lujo de cambiar la fisonomía. Con fines   comerciales se nos hace sentir aversión al propio cuerpo. Se le tiene que modificar para que esté a tono con la imagen que los expertos (?) consideran como tiene que ser nuestro aspecto físico.

Hoy prevalece la juventud yendo en contra de la ley de la vida. A partir del nacimiento el ser humano tiene que pasar por las diversas etapas de la vida. De entre ellas se realza la juventud. Se pretende conservar la apariencia joven cueste lo que cueste lo que cueste aun cuando el camino para encontrar la segunda juventud tenga consecuencias desagradables. Ni con cosméticos, ni con cirugía estética se puede detener el paso del tiempo. Morfológicamente puede conseguirse una apariencia más juvenil. Esconder la edad no significa que lo consigamos con tantos engaños. La frustración es el resultado.

El apóstol Pedro refiriéndose a las mujeres, realmente es un mensaje unisex. “Asimismo, vosotras, mujeres, vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o vestidos  lujosos, sino el interno el del corazón, en el incorruptible ornato de   un espíritu afable y apacible que es de gran  estima delante de Dios”         (1 Pedro 3: 1, 3, 4). Todo lo que se haga para conservar la apariencia juvenil es esfuerzo inútil y pérdida de dinero. Detrás de una apariencia retocada el reloj biológico no se detiene ni se le puede alterar. Nos preocupamos  por la  apariencia de manera enfermiza y nos olvidamos  por completo  del incorruptible ornato de   un espíritu afable y apacible que es de gran  estima delante de Dios”. La alteración del orden de los factores produce daños irreparables en la salud del alma. Dios nos ha creado para Él. Olvidar a quien pertenecemos tiene fatales consecuencias empezando en el tiempo presente con los problemas de salud mental y por el miedo a la muerte que es la puerta de entrada a la eternidad.

 

dissabte, 2 de març del 2024

 

ESTER 5: 15

“Y el rey y Amán se sentaron a beber, pero la ciudad de Susa estaba conmovida”

La historia empieza cuando el rey Asuero engrandece a Amán sobre todos los príncipes. El rey ordenó que todos sus siervos se arrodillasen y se inclinasen ante la presencia de Amán. El judío Mardoqueo no obedeció la orden real. Esta actitud enardeció a Amán que al saber que el díscolo era judío se propuso destruir a todos los judíos del reino. Amán se presentó ante el monarca para pedirle autorización para llevar a cabo sus planes malvados. El rey dio su autorización a la destrucción y confiscación de las propiedades de los judíos-. Apresuradamente los correos reales montados en rápidos corceles se dispersaron por todo el reino para que todos los súbditos conociesen el edicto real promovido por el odio de Amán hacia los judíos. Mientras los correos reales se dispersaban por el reino, Asuero y Amán se sentaron  a beber y celebrar la efeméride. Pero la ciudad de Susa estaba conmovida.

La reina Ester que era judía intentó frenar el desatino que se iba a cometer contra su pueblo. El edicto promulgado sellado con el anillo del rey no se podía revocar (8: 8). He aquí la importancia que tiene que los monarcas y los presidentes de gobierno sepan escoger a sus consejeros pues de ello depende que se aplique la justicia que es la que hace que las naciones prosperen.

Según la Biblia la cosa no irá por este camino. Afirma con rotundidad que la situación política, económica y social empeorará. Los dirigentes políticos, las élites económicas y sociales anuncian a bombo y platillo que las medidas económicas, sociales y militares que se toman llevan a un mundo mejor. Pero Dios dice: “No hay paz para los impíos”.

Estando Susa la capital del reino persa  conmovida por el edicto real que se había promulgado por razón de Estado, los dos protagonistas causantes del dolor que se avecinaba “se sentaron a beber” (Ester 3: 16). El texto no menciona de qué hablaron, Tal vez comentarían  las ganancias que aportarían a las arcas reales el expolio que iba a cometerse. Si algún sentimiento de culpa brotase en ellos,  el alcohol se comportaría como sedante que tranquilizaría a sus conciencias angustiadas.

Cuando después de una sesión parlamentaria, los artífices del espectáculo, los protagonistas del mismo, sin distinción de color político, se reúnen en un reservado para los VIP de un prestigioso club para resarcirse de la dureza de la reunión parlamentaria dejada atrás lo hacen para ver cómo mejorar su actividad política y solucionar la inmensidad de la miseria existente, o para mejorar sus emolumentos.


 

MATEO 20: 8

“Cuando llegó la noche el señor de la viña dijo a su mayordomo: llama a los obreros y págales el jornal, comenzando por los postreros hasta los primeros”

En la parábola de los obreros en la viña nos enseña que la justicia de Dios nada tiene que ver con el concepto que nosotros tenemos de la misma. Un padre de familia sale al amanecer a la plaza para contratar obreros para trabajar en su viña. Los contrata por un denario diario. Repite su visita a la plaza diversas veces al día. Al atardecer sale de nuevo a la plaza para contratar más obreros y les dice: “Id también vosotros a la viña y recibiréis lo que es justo”. Terminada la jornada el mayordomo paga a los obreros el denario concertado. Uno de los obreros que trabajaron desde el amanecer hasta anochecer se queja de que ello no era justo.  El propietario de la viña le dice: “¿No te contraté por un denario? ¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿Oh tienes envidia porque yo soy bueno?” (v. 13).

La parábola nada tiene que ver con derechos laborales. La parábola es una metáfora terrenal para enseñarnos una doctrina espiritual. Sirve para enseñar la recompensa que recibirán los hermanos de Jesús que durante largos años que han trabajado en la viña del Señor, que es este mundo. La parábola quiere enseñarnos que la salvación que Jesús consiguió con su muerte en la cruz es igual para todos. El quilate de salvación es el mismo para todos. Su valor no depende de los años que uno ha sido cristiano.

El ejemplo hecho carne de que ¿”No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío”?, lo encontramos en el malhechor crucificado junto a Jesús que reprende a su compañero de fechorías, diciéndole: Nosotros a la  verdad justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos, mas éste (Jesús), ningún mal hizo” (Lucas 23: 41). Una  vez el malhechor ha hecho confesión de sus pecados se dirige a Jesús, diciéndole: “Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino” (v. 42). Luego, Jesús, dirigiéndose al bandolero arrepentido, le dice: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso”  (v. 43). Jesús cumple con el bandido arrepentido lo que dijo: “No he venido a llamar a justos, sino pecadores al arrepentimiento” (Mateo 9: 13). El malhechor hizo en el último segundo de su existencia terrenal la obra que tiene valor salvífico: Creyó que Jesús es el Salvador. Aunque murió sufriendo terribles dolores entró en la eternidad gozando de la vida eterna.

 

 

 

EN BUSCA DE LA MALDAD

Para que el mal gane terreno solo necesita que los hombres buenos miren hacia otro lado

“En busca de la maldad”, artículo escrito por Eulalia Solé, la autora se zambulle en  los vericuetos de la siquiatría para “verificar qué genes determinan el comportamiento, simple en los irracionales, complejo en  los hombres y las mujeres”. Sigue escribiendo. “Un conjunto de cuestiones que invitan a desear que de la misma manera que se han desvelado los rincones de la memoria se descubran los de la maldad. ¿En qué rincones reside la crueldad? Descubrir qué impulsa a los violadores, los asesinos, los genocidas, los que ordenan bombardear, destruir, matar,  sin que sus actos les quiten el sueño. Conocer la ubicación cerebral de la maldad y encontrar después una droga para modificar las células nerviosas responsables. Ciencia ficción ahora, posible neurociencia efectiva en un futuro. Estudiar el cerebro hasta encontrar si el cambio tiene que ser funcional o anatómico, hasta conseguir que la maldad ya sea imposible el ser  humano”.

Me imagino que el lector como la mayoría de les personas desearía ver realizado el sueño de Eulalia Solé de ver erradicada de la sociedad los males que describe en el texto que he transcrito.  Eulalia tiene la esperanza que la neurociencia en un futuro por determinar descubrirá cuáles son las células cerebrales  nerviosas que hacen que el ser humano sea malo y así poderlas extirpar o modificar con futuros fármacos de la felicidad. Lo que ignora la escritora y la mayoría de las personas que directa o indirectamente padecen las consecuencias de la maldad humana es que el fármaco que inutiliza la maldad humana ya se encuentra en el mercado sin tener que pagarlo a la hora de comprarlo.

Billy Graham, en su libro. “El Espíritu Santo” expone esta alegoría: “Una barca no se hunde cuando está en el agua, se hunde cuando el agua entra en la barca. No dejamos de goza el fruto del Espíritu Santo  porque vivimos en un mar de confusión. Dejamos de gozarlo porque el mar de confusión lo tenemos dentro”. No solamente nos envuelve la maldad. La maldad está aposentada en nuestro corazón. Creemos que podemos liberarnos de ella con la misma facilidad que ahuyentamos las moscas que nos molestan.  En vez de escurrir el  bulto para solucionar el problema haríamos bien si prestásemos atención a las palabras de Jesús y hacer una mirada introspectiva a nuestro corazón: “O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo, porque por el fruto se conoce el árbol. ¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del  buen tesoro del corazón saca buenas cosas, y el hombre malo, del mal tesoro saca malas cosas” (Mateo 12: 33-35). “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias” (Mateo 15: 19)


 

EN BUSCA DE LA MALDAD <b>palabra<b>

Para que el mal gane terreno solo es necesario que los hombres giren la mirada hacia otra parte

“En busca de la maldad”, artículo escrito por Eulalia Solé, la escritora se zambulle en los vericuetos de la siquiatría para “verificar qué genes determinan el comportamiento, simple en los irracionales,  complejo en los hombres y las mujeres”. Eulalia sigue escribiendo: “Un conjunto de cuestiones que invitan a desear que de la misma manera que se han desvelado los rincones de la memoria se descubran los de la maldad. ¿En qué rincones reside la crueldad? Descubrir qué impulsa a los violadores, los asesinos, los genocidas, los que ordenan bombardear, destruir, matar, sin que sus actos les quiten el sueño. Conocer la ubicación cerebral de la maldad y encontrar después una droga para modificar las células nerviosas responsables. Ciencia-ficción ahora, posible neurociencia efectiva en un futuro. Estudiar el cerebro hasta encontrar si el cambio tiene que ser funcional o anatómico, hasta conseguir que la maldad ya sea imposible en el ser humano”.

Me imagino que el lector, como la mayoría de las personas, deseará ver realizado el sueño de Eulalia Solé. Ver erradicados de la sociedad los males que la escritora describe en el texto que he transcrito. Eulalia tiene la esperanza que la neurociencia en un futuro por determinar descubrirá cuales son las células cerebrales  que hacen malo al ser humano para poderlas extirpar o modificarlas con futuras pastillas de la felicidad. Lo que ignora la autora de “En busca de la maldad” y de las personas que directa o indirectamente sufren las consecuencias de la maldad humana, es que el fármaco que destruye la maldad humana ya existe en el mercado sin precio que pagar.

Billy Graham en su libro “El Espíritu Santo” expone esta alegoría: “Una barca no se hunde cuando está en el agua, se hunde cuando el agua entra en ella. No dejamos de gozar el fruto del Espíritu Santo porque vivimos en un mar de confusión. Dejamos de gozarlo porque el mar de confusión lo tenemos dentro”. No solamente estamos envueltos de maldad. La maldad está aposentada en nuestro corazón. Creemos que nos libraremos de ella expulsando las moscas que nos molestan. En vez de escurrir el bulto para no hacer nada para combatir los males que afectan a la sociedad, que son también los nuestros, haríamos bien en prestar atención a las palabras de Jesús que nos invitan a hacer una mirada introspectiva: “O haced el árbol bueno, y su fruto bueno, o haced el árbol malo, y su fruto malo, porque por el fruto se conoce el árbol. ¡Generación de víboras! ¿Cómo podéis hablar lo bueno siendo malos? Porque de la abundancia del corazón habla la boca. El hombre bueno, del  buen tesoro del corazón saca cosas buenas, y el hombre malo, del mal tesoro saca cosas malas” (Mateo 12: 33-35). “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias”  (Mateo 15: 19). El origen del mal no se encentra en una célula del cerebro sino en el corazón, el espíritu humano.

La Biblia divide  a la humanidad en dos grupos que nada tienen que ver con el color de la piel ni en características morfológicas, sino del corazón: corazón bueno o malo. Por nacimiento natural todos nacemos con un corazón malo al que la Biblia lo llama carnal. Por la fe en Jesús el ser humano que nace siendo carnal se convierte en un hijo de Dios por adopción poseyendo un corazón bueno o espiritual por la presencia del Espíritu Santo. Los carnales son árboles malos que dan frutos malos. Los que han sido convertidos en hijos de Dios por el Espíritu Santo que han recibido son árboles buenos que dan frutos buenos. No hace falta un descubrimiento neurocientífico o de una droga que altere el funcionamiento de las células cerebrales que se consideran que son las causantes de la maldad del ser humano.

La fe  no se impone. Es el resultado de un acto voluntario de una persona que es consciente de la maldad de su corazón y cree que Jesús es su Salvador que hace bueno su corazón malo.

La Biblia no mantiene en la ignorancia al ser humano. Para que pueda comparar los frutos que genera el corazón malo con los que produce el corazón bueno, los describe para que esté bien informado y pueda decidirse con conocimiento de causa. Los frutos de la carne son: “Adulterio, fornicación, inmundicia, lascivia, idolatría, hechicería, enemistades, pleitos, iras, celos, contiendas, disensiones, herejías, homicidios, borracheras, orgías” (Gálatas 5: 19-22). Los  frutos que produce el corazón que se ha convertido en bueno por el Espíritu Santo que reside en él, son:” Amor gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza” (vv. 22, 23). El Espíritu Santo hace más de 2000 años que trabaja haciendo buenos los corazones malos. Solo necesita que se le abra la puerta del corazón para que resida en él y pueda ejercer su labor regeneradora.

Octavi Pereña Cortina