diumenge, 9 d’octubre del 2022

 

ROMANOS 2: 28

“Pues  no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne”

La práctica religiosa aun cuando se realice con mucho fervor no significa que el practicante sea un verdadero hijo de Dios. Jesús lo expresa claramente cuando le dice a Nicodemo, fariseo y principal entre los judíos, que de noche fue a visitar a Jesús: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nace de nuevo, no puede ver el reino de Dios” (Juan 3: 3). El fanatismo religioso de Nicodemo no satisfacía  su alma sedienta del agua viva que es Jesús. Es por esto que Jesús le dice al fariseo: Nicodemo, tienes que nacer de nuevo. Jesús destaca: “De cierto, de cierto te digo que el que no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar  en el reino de Dios. Lo que es nacido de la carne, carne es, y lo que es nacido el Espíritu, espíritu es” (vv. 5, 6). Jesús le viene a decir al principal entre los judíos: tú está circuncidado en la carne como señal de que formas parte del pueblo de Israel nacional, pero tu corazón es incircunciso por lo que no formas parte del pueblo de Dios. Tú has nacido en la carne y la  carne no puede entrar en el reino de Dios. Tienes que nacer del Espíritu para poder entrar en el reino de Dios. ¿Cómo se produce el nacimiento del Espíritu? Solamente por la fe en Jesús que es el Salvador que muere por los pecadores y resucita para darles vida eterna. En esencia esto es nacer de nuevo.

Lo más probable que el lector  de este comentario pertenezca a un país católico y por lo tanto influenciado por la doctrina de la Iglesia Católica. Tendrás  noción que por haber sido bautizado de niño el agua bautismal borra el pecado original y automáticamente entras a formar parte del pueblo de Dios. También sabrás que si confiesas tus pecados a un sacerdote, éste te dice: “Yo te absuelvo” y, con la absolución una penitencia que suele consistir en un padrenuestro y tres avemarías. En el funeral el sacerdote elogia tus virtudes cristianas y la persona maravillosa que eras. Rocía clon agua bendita el ataúd y te envía directamente al cielo. No creas estas mentiras. Si no has nacido del Espíritu cuando abras los ojos en la eternidad lo vas a hacer encontrándote en el infierno.

En vida, si te preguntan por la religión que practicas podrás responder católico o protestante. Tu afiliación religiosa no es un pasaporte que te abre la puerta del cielo. Si no has depositado la fe en Jesús, que es un don del Espíritu Santo no eres un hijo de Dios. Al igual que Nicodemo a quien Jesús le dijo que tenía que nacer del agua y del Espíritu, tú, lector, también tienes que nacer de nuevo. Si este nacimiento espiritual no lo has experimentado sigues siendo un “nacido de la carne” y, la carne no puede heredar el reino de los cielos.


 

SALMO 81: 6

“He quitado la carga de su espalda, y sus manos se liberan del capazo”

El lenguaje del salmista es simbólico. Utiliza símbolos materiales para instruir espiritualmente. Lo que realmente aflige  al hombre no es un trabajo duro. El cansancio físico desaparece con un dormir reparador. El peso que no se quita nunca de sobre las espaldas es la carga del pecado que es muy agobiante. Una imagen de ello la tenemos en aquellos obreros que en régimen de semi esclavitud acarrean pesados fardos sobre sus espaldas. Esta imagen representa a las mil maravillas el peso del pecado que es más fatigoso que un saco de carbón sobre la espalda.

La carga que representa el pecado no perdonado por Jesús los hombres se la quieren quitar de encima mediante técnicas seudo religiosas: yoga y las diversas técnicas de meditación orientales, la atención sicológica y de siquiatría. Los tratamientos farmacológicos atacan los síntomas pero no curan el pecado que es el causante del cansancio crónico que provoca.

El salmista trae a la memoria la dura servidumbre que padeció el pueblo de Israel durante su estancia en Egipto (v. 5). Egipto representa a Satanás que  esclaviza al pueblo de Dios. “Ahora el príncipe de este mundo será echado fuera”  (Juan 12: 31). Con la muerte y resurrección de Jesús “y cuando Él venga” (el Espíritu Santo) “convencerá el mundo de pecado, de justicia y de juicio…y de juicio, por cuanto el príncipe de este mundo” (Satanás) “ya ha sido juzgado” (Juan 16: 8-11). Queda por hacer que “el diablo, que los engañaba fue lanzado en el lago de fuego y azufre, donde estaban la bestia y el falso profeta, y serán atormentados día y noche por los siglos de los siglos” (Apocalipsis 20: 10).

De momento el diablo posee una cierta libertad de movimiento, por cierto limitada porque los límites de su libertad los pone Dios. Durante este período de tiempo en que los movimientos de Satanás los controla Dios el diablo lo aprovecha para cargar con fardos pesados en quienes son sus esclavos. A los esclavos del diablo Jesús les transmite un mensaje de liberación: “Así que, si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres” (Juan 8: 36). Desconozco si el lector es un esclavo de Satanás o no. Si lo es no tiene por qué seguir sirviéndole. El diablo es muy poderoso pero Jesús el Libertador lo es mucho más. El diablo por más resistencia que ponga para impedir que sus esclavos huyan, si el esclavo hace caso de la invitación de Jesús: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar” (Mateo 11: 28). A Satanás no le quedará más remedio que tener que abrir el puño y que el esclavo  vaya a gozar la libertad que tiene en Cristo. La carga que oprime es quitada.

 

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