FELICIDAD, ¿DÓNDE TE ESCONDES?
<b>La
felicidad total no se encuentra en este mundo</b>
<b>Alejandro
Cencerrado</b> es el analista que dirige el Instituto de la Felicidad de
Copenhague. “Cuando tenía 18 años”, dice, “mis padres discutían, no eran
felices. A todo ello se añadían mis problemas de adolescente. Fue entonces
cuando me hice la gran pregunta: Si lo tenemos todo, ¿por qué no somos
felices?” Es el mismo <b>
Cencerrado</b> quien responde a su pregunta: “Ya tenemos todo aquello que
nuestros abuelos habían soñado, y así y todo, nunca antes habíamos padecido
tanta depresión, ansiedad, estrés, abuso de drogas, falta de autoestima y
trastornos alimentarios. Tenemos que asumir que el progreso económico ya no nos
lleva a ser felices”.
El
progreso económico nos ha llevado a ser una sociedad acomodada. Nuestros
hogares están equipados con toda clase de chismes electrónicos que nos hacen la
vida más fácil, pero no más feliz. Hemos alterado el orden de los factores. La
felicidad no fluye del exterior al interior, sino del alma al cuerpo. Los
problemas que afectan al ser humano inmerso en una prosperidad jamás vista se
debe a que hemos olvidado que poseemos alma que es la evidencia de que hemos
sido creados a imagen y semejanza de Dios. Debido a la incredulidad que nos
atenaza nos olvidamos de Dios y nos creemos dioses lo cual nos lleva a razonar
erróneamente sobre nuestra existencia, llegando a la conclusión que somos
animales evolucionados hasta el punto de ser homo sapiens sapiens. Podemos presumir de ser muy evolucionados,
pero ello no quita que sigamos siendo animales. A pesar de nuestra confusión
científica, no se ha borrado del todo la imagen y semejanza de Dios con que
fuimos creados, lo cual nos permite reflexionar sobre nuestra existencia aunque
erróneamente. <b>Cencerrado</b> quiere dar respuesta científica al
por qué no somos felices. Lo cual le lleva a la conclusión de que “estamos
programados para estar insatisfechos”. Llega a esta conclusión porque el
análisis que hace sobre la felicidad lo hace a partir del cuerpo, olvidando el
alma que nos distingue de los animales irracionales.
L’<i>homo
sapiens sapiens</i> de los evolucionistas es el que está programado para
la insatisfacción porque este <i>homo</i> se ha convertido en un
ser defectuoso que no sabe pensar
positivamente.
Es
curioso que el espacio publicitario reservado en la parte inferior de la página
en que se publica la entrevista que Ima Sanchís le hace a <b>Alejandro
Cencerrado</b> inserte un anuncio que vende “Senegal. Descubre el mejor
Caribe Africano”. Este anuncio como toda la publicidad que ofrece paraísos
edénicos es pura mentira porque de paraíso solamente existió uno y lo perdimos
por el pecado de Adán de quien procedemos todos. Por la fe en Jesús se posee la
esperanza de acceder al paraíso celestial en donde al no existir el pecado no habrá ninguna clase
de injusticia. La muerte habrá sido absorbida por la inmortalidad.
Distinguiéndonos de Adán y Eva que después de la desobediencia se escondían
detrás de los árboles del paraíso cuando escuchaban que los pasos de Dios se
acercaban para hablar con ellos. Hoy Jesús está preparando un lugar para cada uno
de los hijos de Dios. En tanto Jesús no
vuelva en su gloria a buscar el pueblo de Dios aquí en la Tierra y Satanás y la
muerte definitivamente vencidos es imposible poder gozar la felicidad de manera permanente.
<b>Cencerrado</b>
le dice a la periodista: “Sí, pero no comparto esto de que la felicidad está
dentro de ti. Si estás en una empresa que no trata bien a sus empleados, no
eres tú quien tienes que cambiar, es la empresa”. En parte tiene razón el
analista de la felicidad. Pero se olvida que el empleado que trabaja en una
empresa que no trata como es debido a sus empleados de saber reaccionar
correctamente ante la toxicidad que desprende la compañía. Esta es la incógnita
que no se le sabe dar respuesta.
La
felicidad que venden los sicoanalistas es un sentimiento que depende de las
circunstancias. Según sean estas se será más o menos feliz. Un viaje al Senegal
puede hacer muy felices a los turistas que lo visiten. El tiempo que se pierde
en el aeropuerto, las colas, los trámites, el equipaje…quitan felicidad. La
felicidad que gozan los cristianos no depende de las circunstancias. Los
cristianos poseemos algo que no es de nuestra propia cosecha. Poseemos el gozo
de Dios que nos da el Señor. “Pero el fruto del Espíritu es…gozo” (Gálatas 5:
22).
El escritor que redacta la epístola a los
Hebreos escribe a unas personas que atravesaban duras tribulaciones. Les dice:
“Porque de los presos os compadecisteis, y el despojo de vuestros bienes
sufristeis con gozo, sabiendo que tenéis en vosotros una mejor y perdurable herencia en los cielos” (Hebreos
10: 34).
En
medio de esta grave crisis ecológica, sanitaria, alimentaria, económica,
política…los cristianos estamos metidos en el mismo paquete que el resto de la
población. Pero tenemos algo que los
incrédulos no disfrutan ni pueden llegar a saborear.: “el gozo del Señor”, que
es el regalo que el Espíritu Santo hace a los creyentes en Cristo Jesús. Es lo
que nos permite vivir tranquilos, sosegados, confiados, porque nos encontramos
cobijados debajo de las alas misericordiosas de Dios.
Octavi Pereña i Cortina
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