1 CRONICAS 13: 9
“Pero cuando llegaron a la era de Quirón, Uza
extendió su mano al arca para sostenerla, porque los bueyes tropezaron”
Muy
loable fue el propósito de David de llevar el arca a Jerusalén pero cometió el
mismo error que Josué con los gabaonitas: “No
consultó al Señor” (Josué 9: 14). Si
hubiese consultado al Señor como lo hizo después de la desafortunada
muerte de Uza que cogió con la mano el
arca que estuvo a punto de caerse debido a que el buey que arrastraba el carro
tropezó, habría sabido que “el arca de
Dios no debe ser llevada sino por los levitas, porque a ellos eligió el Señor
para que lleven el arca del Señor” (1 Crónicas 15. 2).
La
multitud que acompañaba al carro que transportaba inadecuadamente el arca “se regocijaban delante de Dios con todas
sus fuerzas, con cánticos, arpas, salterios, tamboriles, címbalos y trompetas”
(1 Crónicas 13. 8). A pesar de que el traslado del arca no se hacía
correctamente lo hacían con gran gozo ante el Señor. Lo que está mal hecho mal
hecho está a pesar que parezca todo lo contrario. El gozo acabó en llanto
porque el Señor fulminó a Uza, a pesar de su buena intención porque se atrevió
tocar el arca que no le estaba permitido hacerlo.
Este
acontecimiento ha quedado registrado en las páginas de la Biblia para
instrucción nuestra. Aun cuando en el Nuevo Testamento no dé instrucciones tan
detalladas con respecto al ceremonial como lo hace el Antiguo Testamento,
enseña la sencillez que deben caracterizar los cutos evangélicos. Fuera de la
sencillez no se dan instrucciones de
cómo deben realizarse los cultos, cómo tiene que celebrase la Cena del Señor que
es el recordatorio de la muerte de Jesús para perdón de los pecados del pueblo
de Dios. El apóstol Pablo detalla la ceremonia en 1 Corintios 11: 23-26. La
iglesia local reunida, todos sus miembros como pecadores ante el Señor,
participan de los elementos pan y vino que simbolizan el cuerpo y la sangre de
Jesús. Todas las veces que la iglesia celebra esta ceremonia “anuncia
la muerte del Señor hasta que Él venga” (v. 26).
Se
supone que las iglesias apostólicas utilizaban pan y vino común. Pero tenían que estar presentes ambos elementos.
En el transcurso de los siglos y a medida que la Biblia iba perdiendo autoridad
por la invasión de las tradiciones, la Cena del Señor también se ha visto
afectada por esta invasión de doctrinas extra bíblicas. Para los laicos, de los
dos elementos solo uno: el pan, que por el poder que la Iglesia otorga el
sacerdote lo convierte en el cuerpo de Cristo, hecho que lo convierte en un
ídolo al que se venera. Los cambios pueden parecer beneficiosos, pero lo que no
está de acuerdo con la voluntad del Señor siempre es perjudicial para el
transgresor. La muerte de Uza es un aviso.
1 CRÓNICAS 28: 9
“Y tú Salomón, hijo mío, reconoce al Dios de
tu padre y sírvele con corazón perfecto y con ánimo voluntario, porque el Señor
escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos.
Si tú lo buscas, lo encontrarás, pero si lo dejas Él te desechará para siempre”
Podríamos
considerar estas palabras que el Rey David dirige a su hijo Salomón como su
testamento espiritual. David no fue un padre perfecto. La Biblia reconoce sus
pecados. Ante las limitaciones que le imponen su condición de pecador David fue
un hombre que anduvo en los caminos del Señor. Movido por el amor que el padre
siente por el hijo, quedan registradas estas palabras que merecen no solamente
ser leídas, también reflexionadas por todos, especialmente por los padres para
que dejen a sus hijos una herencia mucho más valiosa que los bienes materiales.
Puede
ser posible que si el lector es un padre no creyente puede hacerse creyente con
la lectura de este comentario y así empezar la andadura por el desierto hacia
el Reino de Dios. El padre convertido a Jesús por la fe en su Nombre, podrá
hacerse suyas las palabras que el anciano monarca dirige a su hijo: “hijo mío, reconoce al Dios de tu padre y sírvele
con corazón perfecto y con ánimo voluntario”. Dios no acepta el servicio
forzado. Hacen muy mal los padres que enseñan a sus hijos a tener miedo de Dios
en vez de amarle.
¿Por
qué el rey David le pide a su hijo que le sirva con ánimo voluntario? Sencillamente
“porque el Señor escudriña los corazones
de todos, y entiende todo intento de los pensamientos”. El apóstol Pablo
escribiendo a su discípulo Timoteo le dice: “Huye,
también de las pasiones juveniles” (2 Timoteo 2: 22). Los jóvenes se mal
encaminan porque creen que lo que hacen
a escondidas nadie les va a ver. David
le dice a su hijo que no se deje seducir por los cánticos de sirenas que
inducen a hacer el mal “porque el Señor
escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de los pensamientos”
¡Cuán distinto no sería el comportamiento de los jóvenes si tuviesen en cuenta
a Dios que conoce sus más íntimos pensamientos!
El
padre deja al hijo en una encrucijada y tiene que tomar una decisión: “Si tú lo buscas, lo encontrarás, pero si lo
dejas Él te desechará para siempre”. Nada de imposiciones. Libre albedrío.
Libremente decide. No olvides que las decisiones tienen sus consecuencias: “Si tú lo buscas, lo encontrarás, pero si lo
dejas Él te desechará para siempre”. En tus manos hijo mío está el camino
de la vida y de la muerte. Tú decides. Por lo que más quieras: decide bien. Hoy
puedes hacerlo. Mañana tal vez no podrás.