PLAGA DE RATONES
<b>Las plagas son
la consecuencia de la maldición contra la tierra por el pecado de
Adán</b>
“En Australia, en las
zonas rurales de Nueva Gales del Sur y Queensland viven una película de terror
no apta para aprensivos. Desde hace meses estos territorios sufren el azote de una plaga de ratones “sin
precedentes”, en palabras de sus autoridades”, escribe <b>Ismael
Arana</b>, encabezando su escrito <i>Una plaga de pesadilla</i>.
La descripción que el periodista hace de la plaga es aterradora; “Durante el
día la crisis pasa más desapercibida…Pero como en el cine, lo peor llega en la
noche, cuando millones de roedores que han pasado escondidos se activan y
abandonan sus madrigueras. Corren sobre los niños de noche. Se meten en los zapatos,
en los bancos, en todas partes. Tuvimos que poner la comida en una caja de
herramientas. Te muerden en la espalda. Son una pesadilla”, explicó
<b>Rebekah Ward</b> en el canal local 9News, después de perder su
casa gracias al fuego que provocaron los ratones royendo el cableado eléctrico.
Además de los destrozos en los sembrados y en las reservas de alimentos
contaminan el territorio con sus defecaciones y orines, haciendo irrespirable
el aire con el tufo que desprenden.
Escuchando la radio el
comentarista se refirió a esta plaga, únicamente como noticia, sin entrar en la
causa de su presencia. En respuesta a la pregunta cuándo será el final del
tiempo que le hacen a Jesús sus discípulos, menciona diversas señales. Destaco
dos porque son adecuadas a la plaga de ratones que devasta zonas australianas:
“hambrunas y pestilencias…en diversos lugares. Pero todas estas cosas son el
comienzo de dolores” (Mateo 24: 7,8). Siempre ha habido hambres y
pestilencias que “son el comienzo de
dolores”. Con estas palabras Jesús nos dice que a medida se acerque el final
del tiempo aumentarán en intensidad y gravedad.
Ismael Arana y el locutor
mencionan la plaga de ratones que empobrece amplias zonas rurales de Australia
como si fuese una causa natural que puede combatirse con bromadiolona, veneno
prohibido en Australia. <b>Adam Marshall</b>, ministro regional de
Agricultura, dice. “Hemos seguido este camino porque necesitamos algo que sea
superfuerte, el equivalente al napalm para destruir a estos ratones”. La
bromadiolona como todos los insecticidas superfuertes tiene efectos secundarios
que ponen en peligro la flora y la fauna de las zonas en que se aplica dicho
producto. El vice primer ministro <b>Michael McCormark</b>, dice:
“Cualquier medio para frenar la plaga, aun cuando tenga gravísimos efectos
secundarios merece nuestra aprobación”. Si vamos al relato bíblico de las diez
plagas que asolaron Egipto y las analizamos sin prejuicios obtendremos luz que
nos ayudará a entender el origen de las
pandemias, se llamen como se llamen.
Dios le dijo a Abraham
que su descendencia se establecería en Egipto: “Entonces el Señor dijo a
Abraham: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será
oprimida cuatrocientos años. Mas también a la nación a la cual servirán,
juzgaré yo, y después de esto saldrán con gran riqueza” (Génesis 15: 13,14).
Dios le hace una promesa a Abraham sin darle detalles. El proceso los va
desvelando. José, biznieto de Abraham es vendido por sus hermanos a unos
mercaderes madiontas que lo revenden como esclavo en Egipto. Después de quince
años de penurias, interpreta el sueño del faraón anunciándole que vendrían
siete años de una gran abundancia seguidos de otros siete de una extrema
sequía. Esto hace que Jacob, el padre de José y su familia desciendan a
Egipto para establecerse. Una nueva
dinastía gobierna en Egipto que oprime a los israelitas. En todo esto nace
Moisés que es el escogido por Dios para sacar a Israel de la esclavitud. Moisés
y su hermano Aarón son los encargados de negocia con el faraón la liberación dl
pueblo de Israel. Los dos hermanos se presentan ante el faraón y le dicen: “El
Señor, el Dios de Israel dice así: Deja ir a mi pueblo a celebrar fiesta en el
desierto. Y Faraón respondió: ¿Quién es el Señor para que oiga su voz y deje ir
a Israel? Yo no conozco al Señor, y tampoco dejaré ir a Israel” (Éxodo 5: 1,2).
A partir de ahora la situación de los israelitas empeora.
Las plagas ponen de
manifiesto el enfrentamiento entre dos voluntades. La de Dios y la del faraón.
Éste se resiste una y otra vez a la voluntad de Dios. La consecuencia es que a
una plaga le sigue otra con consecuencias más graves. El final del conflicto
llega con la aniquilación del ejército egipcio cuando atravesando el Mar Rojo
en seco porque las aguas que Dios había alzado
como muros para dar paso a los
israelitas, las aguas se desplomaron sobre el ejército egipcio que perecieron
ahogados.
“¿Quién es el Señor para
que yo oiga su voz y deje ir a Israel?” dijo el faraón con altanería. En el enfrentamiento entre dos voluntades las
más débil es la que lleva las de perder. La obstinación del faraón condujo a la
ruina de Egipto. Entre bastidores Dios gobierna. La creación proclama a voces
la existencia de Dios y su Palabra revelada, preservada a lo largo de los siglos
en la Biblia, expone su voluntad para que sea atendida y obedecida: “Pero si no
m escucháis y hacéis todos mis mandamientos…Pondré mi rostro contra vosotros, y
seréis heridos delante de vuestros enemigos, y los que os aborrecen se
enseñorearán de vosotros, y huiréis sin que haya quien os persiga. Y si aun con
estas cosas no me escucháis, yo volveré a castigaros siete veces más por
vuestros pecados… Vuestra fuerza se consumirá en vano, porque vuestra tierra no
dará su producto, y los árboles de la tierra no darán su fruto” (Levítico 26:
14, 17, 18, 20).
La Biblia es un libro que
a pesar que leva milenios escrito no ha perdido su vigencia. Sigue iluminado
para que los hombres no tropiecen en los obstáculos que se presentan en sus
caminos. Lo triste del caso es que los hombres imitando al faraón no quieren
escucharle. La vida y la muerte se encuentran en la encrucijada del camino. En
nuestra obcecación decidimos escoger la muerte. Los males que sufrimos son el
resultado de nuestra equivocada elección.
Octavi Pereña i Cortina