dissabte, 26 de juny del 2021

 

PLAGA DE RATONES

<b>Las plagas son la consecuencia de la maldición contra la tierra por el pecado de Adán</b>

“En Australia, en las zonas rurales de Nueva Gales del Sur y Queensland viven una película de terror no apta para aprensivos. Desde hace meses estos territorios  sufren el azote de una plaga de ratones “sin precedentes”, en palabras de sus autoridades”, escribe <b>Ismael Arana</b>, encabezando su escrito <i>Una plaga de pesadilla</i>. La descripción que el periodista hace de la plaga es aterradora; “Durante el día la crisis pasa más desapercibida…Pero como en el cine, lo peor llega en la noche, cuando millones de roedores que han pasado escondidos se activan y abandonan sus madrigueras. Corren sobre los niños de noche. Se meten en los zapatos, en los bancos, en todas partes. Tuvimos que poner la comida en una caja de herramientas. Te muerden en la espalda. Son una pesadilla”, explicó <b>Rebekah Ward</b> en el canal local 9News, después de perder su casa gracias al fuego que provocaron los ratones royendo el cableado eléctrico. Además de los destrozos en los sembrados y en las reservas de alimentos contaminan el territorio con sus defecaciones y orines, haciendo irrespirable el aire con el tufo que desprenden.

Escuchando la radio el comentarista se refirió a esta plaga, únicamente como noticia, sin entrar en la causa de su presencia. En respuesta a la pregunta cuándo será el final del tiempo que le hacen a Jesús sus discípulos, menciona diversas señales. Destaco dos porque son adecuadas a la plaga de ratones que devasta zonas australianas: “hambrunas y pestilencias…en diversos lugares. Pero todas estas cosas son el comienzo de dolores” (Mateo 24: 7,8). Siempre ha habido hambres y pestilencias  que “son el comienzo de dolores”. Con estas palabras Jesús nos dice que a medida se acerque el final del tiempo aumentarán en intensidad y gravedad.

Ismael Arana y el locutor mencionan la plaga de ratones que empobrece amplias zonas rurales de Australia como si fuese una causa natural que puede combatirse con bromadiolona, veneno prohibido en Australia. <b>Adam Marshall</b>, ministro regional de Agricultura, dice. “Hemos seguido este camino porque necesitamos algo que sea superfuerte, el equivalente al napalm para destruir a estos ratones”. La bromadiolona como todos los insecticidas superfuertes tiene efectos secundarios que ponen en peligro la flora y la fauna de las zonas en que se aplica dicho producto. El vice primer ministro <b>Michael McCormark</b>, dice: “Cualquier medio para frenar la plaga, aun cuando tenga gravísimos efectos secundarios merece nuestra aprobación”. Si vamos al relato bíblico de las diez plagas que asolaron Egipto y las analizamos sin prejuicios obtendremos luz que nos ayudará  a entender el origen de las pandemias, se llamen como se llamen.

Dios le dijo a Abraham que su descendencia se establecería en Egipto: “Entonces el Señor dijo a Abraham: Ten por cierto que tu descendencia morará en tierra ajena, y será oprimida cuatrocientos años. Mas también a la nación a la cual servirán, juzgaré yo, y después de esto saldrán con gran riqueza” (Génesis 15: 13,14). Dios le hace una promesa a Abraham sin darle detalles. El proceso los va desvelando. José, biznieto de Abraham es vendido por sus hermanos a unos mercaderes madiontas que lo revenden como esclavo en Egipto. Después de quince años de penurias, interpreta el sueño del faraón anunciándole que vendrían siete años de una gran abundancia seguidos de otros siete de una extrema sequía. Esto hace que Jacob, el padre de José y su familia desciendan a Egipto  para establecerse. Una nueva dinastía gobierna en Egipto que oprime a los israelitas. En todo esto nace Moisés que es el escogido por Dios para sacar a Israel de la esclavitud. Moisés y su hermano Aarón son los encargados de negocia con el faraón la liberación dl pueblo de Israel. Los dos hermanos se presentan ante el faraón y le dicen: “El Señor, el Dios de Israel dice así: Deja ir a mi pueblo a celebrar fiesta en el desierto. Y Faraón respondió: ¿Quién es el Señor para que oiga su voz y deje ir a Israel? Yo no conozco al Señor, y tampoco dejaré ir a Israel” (Éxodo 5: 1,2). A partir de ahora la situación de los israelitas empeora.

Las plagas ponen de manifiesto el enfrentamiento entre dos voluntades. La de Dios y la del faraón. Éste se resiste una y otra vez a la voluntad de Dios. La consecuencia es que a una plaga le sigue otra con consecuencias más graves. El final del conflicto llega con la aniquilación del ejército egipcio cuando atravesando el Mar Rojo en seco porque las aguas que Dios había alzado  como muros para dar paso  a los israelitas, las aguas se desplomaron sobre el ejército egipcio que perecieron ahogados.

“¿Quién es el Señor para que yo oiga su voz y deje ir a Israel?” dijo el faraón con altanería.  En el enfrentamiento entre dos voluntades las más débil es la que lleva las de perder. La obstinación del faraón condujo a la ruina de Egipto. Entre bastidores Dios gobierna. La creación proclama a voces la existencia de Dios y su Palabra revelada, preservada a lo largo de los siglos en la Biblia, expone su voluntad para que sea atendida y obedecida: “Pero si no m escucháis y hacéis todos mis mandamientos…Pondré mi rostro contra vosotros, y seréis heridos delante de vuestros enemigos, y los que os aborrecen se enseñorearán de vosotros, y huiréis sin que haya quien os persiga. Y si aun con estas cosas no me escucháis, yo volveré a castigaros siete veces más por vuestros pecados… Vuestra fuerza se consumirá en vano, porque vuestra tierra no dará su producto, y los árboles de la tierra no darán su fruto” (Levítico 26: 14, 17, 18, 20).

La Biblia es un libro que a pesar que leva milenios escrito no ha perdido su vigencia. Sigue iluminado para que los hombres no tropiecen en los obstáculos que se presentan en sus caminos. Lo triste del caso es que los hombres imitando al faraón no quieren escucharle. La vida y la muerte se encuentran en la encrucijada del camino. En nuestra obcecación decidimos escoger la muerte. Los males que sufrimos son el resultado de nuestra equivocada elección.

Octavi Pereña i Cortina

 

 

2 CORINTIOS 1: 9

“Pero tuvimos en nosotros sentencia de muerte, para que no confiásemos en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos”

Cuando las cosas nos van mal, sufrimos, nos quejamos y creemos que el Señor nos ha abandonado. Podemos incluso llegar a decir: esto no me lo merezco. El texto que encontramos en 1 Corintios 1: 3-11desmiente el mal concepto que tenemos del sufrimiento. Nos lo presenta como fuente de bendición. El apóstol Pablo fue un hombre experimentado en el sufrimiento. Nos describe las muchas situaciones embarazosas por las que tuvo que pasar debido a su fidelidad a Jesús. Lo que el apóstol escribe del sufrimiento merece que se le preste toda nuestra atención pues será de gran bendición para nosotros.

“Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre misericordioso, y Dios de toda consolación” (v.3). A veces en los informativos televisados vemos escenas de dolor muy patéticas que son el resultado de no tener en cuenta al Padre de nuestro Señor Jesucristo y Dios de toda consolación. Si no se tiene en cuenta al Dios misericordioso que en la Persona de su Hijo manifiesta su gran amor, imposible de comprenderlo por su profundidad, el hombre se encuentra totalmente desamparado. No hay en donde encontrar consuelo. Alivio en el dolor. En estas condiciones jamás llegaremos a entender que el sufrimiento es una fuente de bendición.

“El cual” (el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo), “nos consuela en todas nuestras tribulaciones, para que podamos también nosotros consolar a los que están en cualquier tribulación, por medio de la consolación con que nosotros somos consolados por Dios” (v.4). Cristo, el “Varón de dolores” que sufrió lo indecible estando clavado en la cruz muriendo por nuestros pecados, pronunció estas palabras: “Dios mío, Dios mío, ¿por qué  me has desamparado?” (Mateo 27: 46). Sentirse Jesús desamparado de su Padre no lo podemos entender porque nunca nos encontraremos en una situación semejante. Pero es la manera que el consuelo del Padre se haga realidad en nosotros. El abandono por el que pasó Jesús es el medio que empleó el Padre para que nosotros no nos sintamos desamparados: “Porque de la manera que abundan en nosotros las aflicciones de Cristo, así abunda por el mismo Cristo nuestra consolación” (v.5). Cuando sufrimos, Jesús es el regazo en el que podemos apoyar nuestra cabeza en nuestro desespero. Como madre amorosa, nos consuela.

El yoga y todas las terapias que proceden de Oriente fomentan el egoísmo. No el altruismo. Quienes siguen sus reglas es para satisfacerse a sí mismos. No piensan en el prójimo. El apóstol Pablo sigue escribiendo. “Si somos tribulados, es para nuestra consolación y salvación, o si somos consolados, es para vuestra consolación y salvación” (v.6). El cristiano no ha alcanzado la plenitud de lo que tiene que ser. Se encuentra en el proceso de llegar a serlo. El sufrimiento y la consolación divina se encargan de que la imagen de Jesús se vaya formando en nosotros y no se detenga. Al contrario, aceleran el proceso en beneficio propio y el de una sociedad que se hunde en el desespero por falta de consolación divina.


 

2 CORINTIOS 11: 2

“Porque os celo con celo de Dios, pues os he desposado con un solo esposo, para presentaros como una virgen pura a Cristo”

El apóstol Pablo está muy interesado en que los cristianos de Corintio se mantuviesen fieles a Cristo, su Esposo, “para presentaros como una virgen pura a Cristo”. El celo de Pablo por ello tiene su razón de ser. En el Antiguo Testamento encontramos muchos textos que nos dicen que los israelitas, que eran el pueblo de Dios, cometieran adulterio al adorar a los dioses de los países vecinos. El apóstol presenta a los cristianos “como una virgen pura a Cristo”. Antes de la conversión a Cristo los cristianos habían sido idólatras. Ahora son “una virgen pura”. Su pasado había sido borrado y empezado a caminar en novedad de vida. Pablo, sabedor de que no había llegado a la perfección absoluta, lo intenta, pero no lo consigue. Se esfuerza en disciplinarse para que su pasado no resurja ufano. Animado por su deseo de conservar su virginidad espiritual, escribe. “Pero temo que como la serpiente con su astucia engañó a Eva, vuestros sentidos sean de alguna manera extraviados de la sincera fidelidad a Cristo” (v.3). Sus temores están bien fundados “porque si viene alguien predicando a otro Jesús que el que os hemos predicado, o si recibís otro espíritu que el que habéis recibido, u otro evangelio que el que habéis aceptado, bien lo toleráis”                     (v. 4),

El apóstol previene a los cristianos para que no se dejen engatusar por “los falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia, cuyo fin será conforme a sus obras”  vv. 13-15).

Los disfraces en los que oculta Satanás su fealdad los adapta a las circunstancias del momento. Hoy, entre otros, se cubre de vestimentas clericales debido a que la influencia que ejercen en la sociedad no hace sospechar de lo que se esconde debajo de la sotana. ¡Cuidado! Lo que cuenta es toda la Palabra de Dios, no fracciones sacadas de su contexto. El pasado 20 de junio el arzobispo de Barcelona, en su escrito dominical Fuente inagotable, el 95 % de su contenido es verdad. Pero ¡ay! El 5% restante es veneno puro: “Jesús es el ancora de nuestra fe. Ninguna tempestad jamás nos podrá separar de su amor. Pidamos a María que nos anime a vivir con alegría el mensaje de Jesús y estar unidos a Él, que no abandonemos nunca la barca que es la Iglesia”. Este párrafo, como si no dijese nada siembra la doctrina de María como corredentora y la iglesia como institución, el lugar en donde estamos a salvo. Jesús como Salvador del pueblo de Dios no es suficiente. Necesita la ayuda de la madre de Jesús que de pecadora se la convierte en inmaculada. De esclava del Señor, en corredentora. El evangelio que predica Roma no es el Evangelio, es el otro evangelio al que no se le debe prestar atención. Eva fue engañada al prestar atención a las zalamerías de Satanás. No caigamos en el error de prestar atención al otro evangelio que lleva a la perdición eterna.

dissabte, 19 de juny del 2021

 

IGLESIA SANTA

<b>Una iglesia santa  ilumina en medio de un mundo envuelto de tinieblas espirituales</b>

Se anuncia a bombo y platillos como si fuese un tiro de gracia a la pederastia eclesiástica. El hecho de que se especifiquen por primera vez en  el Código de Derecho Canónigo las reglas eclesiásticas y los castigos contra  los abusos sexuales a menores de edad y adultos vulnerables cometidos por eclesiásticos sin distinción de categoría. Con esta inclusión que se considera un “paso histórico” se cree que se podrá poner fin a los escándalos sexuales que se han cometido en la Iglesia Católica a lo largo de los siglos.

No es suficiente que se incluya en la renovación del Código de Derecho Canónigo un artículo que especifique la pederastia como delito contra “la dignidad humana”. Este reconocimiento no se debe a un verdadero arrepentimiento ante Dios, sino el resultado de la fuerte presión popular contra los delitos sexuales que se cometen en diversas instituciones de la Iglesia Católica. El escrito que <b>Anna Buj</b> redacta desde Ciudad del Vaticano no menciona que la Iglesia Católica se arrepienta ante Dios de los pecados sexuales cometidos. El reconocimiento horizontal de la pederastia se le puede comparar al de Judas Iscariote que al darse cuenta que la traición de entregar a Jesús a los sacerdotes, “viendo que se le condenaba” (Mateo 27: 3), “lanzó las treinta monedas de plata dentro del santuario” (v. 5). Reconoció que “había entregado sangre inocente” 8v. 4). El arrepentimiento de Judas no fue un “arrepentimiento para con Dios, y de la fe en nuestro Señor Jesucristo” (Hechos 20: 21). Más que arrepentimiento fue remordimiento al ver que su traición conducía a Jesús a morir en la cruz. El remordimiento le fue una carga tan pesada que “salió, y fue y se ahorcó” (Mateo 27: 5).

La Iglesia Católica es especialista en la creación de una buena imagen. TV13, popularmente conocida como la televisión de los curas, se esfuerza mucho en crear una buena imagen de la Iglesia. Dice mucho de lo que hace a favor de los desfavorecidos. Asociaciones laicas también lo hacen. No es suficiente con blanquear su imagen ante el mundo. Tiene que manifestar que verdaderamente es una Iglesia santa.

El origen de la pederastia, entre ella la clerical, que es lo que ahora nos importa, debe irse a buscar en lo que Jesús dice: “Lo que del hombre sale, eso contamina al hombre. Porque  de dentro de los corazones de los hombres salen los malos pensamientos…<b>la lascivia</b>…Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre” (Marcos 7: 20-23). Preguntémonos qué es lascivia. El diccionario la define: “Inclinación exagerada a los placeres sexuales”. Antes de creer en Jesús la persona no regenerada se deleita en los “placeres de la carne”. Este comportamiento no es propio de personas que dicen creer en Jesús. Si la “novedad de vida” que debe caracterizar a los cristianos  no se deja ver significa que muchos clérigos no saben qué es el “nuevo nacimiento”, el que Jesús le dice a Nicodemo, el fariseo. La lascivia está bien enraizada en muchos corazones de clérigos que dicen ser ministros de Cristo.

En la consagración del templo en Jerusalén “Apareció el Señor de noche, y le dijo: Yo he oído tu oración, y he elegido para mí este lugar por casa de sacrificio…Si se humilla mi pueblo, sobre el cual mi Nombre es invocado, y oran, y buscan mi rostro, y se convierten de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra” (2 Crónicas 7: 12,14). Las bendiciones de Dios dependen de si existe verdadero  arrepentimiento. El arrepentimiento que provoca cambios de conducta es vertical, a Dios. No es suficiente con que se pida perdón a los ofendidos

En la iglesia en Corintio se produjo un escándalo sexual sin parangón. El apóstol Pablo en ausencia tuvo que intervenir. El honor de la iglesia lo requería, escribe: “De cierto se oye que hay entre vosotros fornicación, y tal fornicación que ni aun se nombra entre los gentiles, tanto que alguien tiene la mujer de su padre” (1 Corintios 5: 1). Pecado que en el Antiguo Testamento era merecedor de muerte. En el tiempo de Pablo que era inimaginable que se diese entre los gentiles, se dio en el seno de una iglesia que debía caracterizarse por la santidad. El apóstol tiene que denunciar la pasividad de la iglesia con estas palabras: “Y  vosotros estáis envanecidos. ¿No debierais más bien haberos lamentado, para que fuese quitado de en medio de vosotros el que cometió tal acción?” (v. 2). ¿Qué diría hoy el apóstol Pablo ante la magnitud del escándalo sexual que sacude a la Iglesia Católica  y la impunidad que se le ha dado a lo largo de los siglos? Si ahora se interviene para intentar frenarlo no creo que se haga por gusto. El clamor popular es tan fuerte que para intentar conservar la buena imagen se ven obligados a aparentar practicar una operación de cirugía estética. Se asemejan a los políticos que cuando son cogidos con las manos en la masa piden perdón.  ¿Lo hubieran pedido si no hubieran sido descubiertos? ¿Qué papel juega Dios en este perdón? Ninguno. Porque no se le tiene en cuenta. No se sigue el ejemplo de David que cuando se descubrió su adulterio, escribió: “Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo malo delante tus ojos” (Salmo 51: 4).

“En el Nombre de nuestro Señor Jesucristo, reunidos vosotros y mi espíritu, y con el poder de nuestro Señor Jesucristo, el tal sea entregado a Satanás para destrucción de la carne, a fin que el espíritu sea salvo en el día del Señor Jesús” (1 Corintios 5. 4,5). La solución del problema tenía que hacerse públicamente. No a puerta cerrada y en pequeño comité. La iglesia reunida, pastores y fieles con del apóstol Pablo espiritualmente  presente. Se tenía que expulsar al infractor con el propósito de readmitirlo  una vez arrepentido de su pecado. Este tiene que ser el espíritu de las expulsiones. Ello no excluye la responsabilidad civil del infractor si el pecado cometido así lo requiere.

“No es buena vuestra jactancia. ¿No sabéis que un poco de levadura leuda toda la masa? Limpiaos, pues, de la vieja levadura, para que seáis nueva masa, sin levadura como sois, porque nuestra Pascua  que es Cristo, ya fue sacrificada por vosotros” (vv. 6,7). El pecado no debe esconderse debajo de la alfombra. Tiene que extirparse de raíz. El apóstol utiliza el símil de la levadura, el fermento que tiene la propiedad de esponjar la masa de harina cuando se hornea. La levadura es símbolo del pecado. Cristo que ha muerto por los pecadores ha hecho de ellos nueva masa sin levadura. Por ello debe tomarse  a conciencia la extirpación del pecado en la Iglesia. De no hacerse así se corre el riesgo que toda ella se contagie. Se parece al fruto dañado en una cesta. Si no se lo saca con prontitud el resto de los frutos se malmeterán.

Si en verdad se desea una  Iglesia santa que sea modelo de conducta tanto para los fieles como para los no creyentes, debe tomarse seriamente su santidad. Se debe permitir que la santidad resplandezca sacando de su seno las manzanas podridas que puedan presentarse. A los de fuera ya los juzgará Dios. A los de dentro tiene que hacerlo la Iglesia.

Octavi Pereña i Cortina

 

1 TESALONICENSES 4. 13

Tampoco queremos hermanos, que ignoréis acerca de los que duermen, para que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza”

El apóstol Pablo afronta el tema de la muerte. Es un tema tabú del que no se desea hablar, como si el silencio hiciese desaparecer su presencia amenazadora, porque está envuelta de oscuridad. Desconocer lo que realmente se esconde en el más allá, inquieta. En lugar de desear descubrir lo que hay, puede quitarse el velo, se decide envolverse la cabeza con una manta y pensar: que sea lo que Dios quiera. La ignorancia no lo hará desaparecer.

El apóstol escribe a creyentes que tienen ciertas dudas. Los incrédulos no tienen esperanza. Pero vosotros que creéis, dice el apóstol, no debéis entristeceros. Os voy a mostrar lo que hay después de la muerte. “Si creemos que Jesús murió y resucitó, así también traerá Dios con Jesús a los que durmieron con Él” (v.14). Pablo recuerda a los tesalonicenses que Jesús ya había dicho a los suyos que tenía que morir y resucitar con el propósito de ir a preparar en el cielo un lugar para ellos. Esta separación se sería de duración indefinida. En el momento de la ascensión de Jesús, los espectadores boquiabiertos contemplan como Jesús desaparece de la vista envuelto en una nube. Encontrándose en un estado de éxtasis “se pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis visto ir al cielo” (Hechos 1: 10,11).

Si los cristianos no deseamos “entristecernos como los otros que no tienen esperanza”, tenemos que tener presente que cuando Jesús vuelva en su gloria lo hará acompañado de “los que durmieron en Él” (v.14). ¿Qué significa esto? Que los creyentes que murieron en Cristo, las almas de los cuales se fueron a la presencia de Dios y sus cuerpos dormidos en el sepulcro, formarán el séquito triunfal que acompañará al Jesús glorioso que viene   a buscar a los suyos que están en la tierra. Saber esto, que no es una fábula, sino un hecho real, borrará toda pizca de desasosiego por lo que les ocurrirá a los difuntos que han muerto en la fe en Jesús.

Un recordatorio para los que vivan cuando Jesús regrese a buscar a su pueblo: “Nosotros los que vivimos (los que son de la fe en Jesús), los que hayamos quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (v.17).

Desde que Adán pecó y la tierra fue maldecida por Dios el hombre ha vivido siempre envuelto de incertidumbre con respecto a lo que hay después de la muerte. Saber de antemano, porque Dios lo ha revelado, cómo será el final de la película, nos ayudará a no entristecernos como los otros que no tienen esperanza.


 

SALMO 18: 3

“Invocaré al Señor, quien es digno de ser alabado, y seré salvo de mis enemigos”

Para poder invocar el Nombre del Señor es preciso creer en él desde lo profundo del corazón. Se tiene que dejar de ser un creyente pasivo, dicho con otras palabras, un “calienta bancos” en la iglesia. El creyente no debe limitarse a guardar las formas. Tiene que tener un corazón ardiente  por la presencia del Espíritu Santo que le impulsa a pronunciar plegarias que nacen de un corazón deseoso de agradar a Dios. El cristianismo no es una religión de reglas impuestas desde fuera, sino de vida, la vida de Dios en Jesús que fluye por los poros.

El poeta comienza el salmo escribiendo “Te amo oh Señor, fortaleza mía. Señor, roca mía y castillo mío, y mi libertador, Dios mío, en Él confiaré, mi escudo, y la fuerza de mi salvación, mi alto refugio” (vv. 1,2). En este texto el salmista emplea la expresión mi libertador al dirigirse a Dios. Si considera que Dios es su libertador significa que es consciente que ha sido liberado del pecado que le esclaviza. Desde el inicio de la historia, tan pronto como Adán pecó, Dios ha provisto de un Salvador para que el hombre descarriado como oveja que no tiene pastor, pueda volver al redil que había abandonado (Génesis 3: 15, 21). Si no se tiene la certeza de que la sangre de Jesús ha limpiado todos sus pecados, jamás podrá decir con convencimiento: “Te amo, oh Señor, fortaleza mía”.

Los doctores que la Iglesia Católica tiene, colegio cardenalicio presidido por el Papa, si tuviesen la fe del salmista, no desviarían la invocación a Jesús que es el único Nombre que merece ser implorado, hacia la criatura humana, en María y los santos, día sí y otro también. El salmista escribe: “Invocaré al Señor, quien es digno de ser alabado”. Puede decirlo con tanta vehemencia  porque está seguro que Jesús es “la piedra reprobada por vosotros los edificadores, la cual ha venido a ser cabeza  del ángulo. Y en ningún otro hay salvación, porque no hay otro Nombre bajo el cielo, dado a los hombres, que podamos ser salvos” (Hechos 4: 11, 12). Recuérdese que este texto lo pronunció el apóstol Pedro ante un numeroso auditorio.

El salmista relata su experiencia liberadora: “Me rodearon ligaduras de muerte, y torrentes de perversidad me atemorizaron. Ligaduras del sepulcro me rodearon, me tendieron lazos de muerte” (vv, 4,5). Sigue escribiendo el salmista: “En mi angustia invoqué al Señor, y clamé a Dios. El oyó mi voz desde su templo, y mi clamor llegó delante de Él, a sus oídos (v. 6).

En la actualidad la humanidad debido a la pandemia sufre. El obispo de Tarragona Joan Planellas, escribe: “En este mes de mayo, fomentemos esta genuina devoción a María. Y, además, en este año invoquémosla especialmente para que se termine la pandemia”. ¡Cuánta insensatez en quienes  presumiendo de ser representantes de Cristo desvían la invocación de su Nombre que es el único Nombre que proporciona salvación, hacia el nombre  de una mujer que es nada más que una criatura humana, pecadora como el resto de los humanos, como ella bien  lo expresa: “Engrandece mi alma al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador” (Lucas 1: 46,47).

 

dissabte, 12 de juny del 2021

 

PROVERBIOS 7: 4,5

“Di a la sabiduría: Tú eres mi hermana, y a la inteligencia llama parienta tuya, para que te guarden de la mujer ajena, y de la extraña que ablanda sus palabras”

Los incrédulos creen que entregarse a los placeres sexuales es vida. ¡Cuán equivocados están! Una vida desordenada únicamente conduce al fracaso. Dios con  voz suplicante y amorosa dice a los niños y adolescentes: “Hijo mío guarda mis razones, y atesora contigo mis mandamientos. Guarda mis mandamientos y vivirás, y mi Ley como las niñas de tus ojos. Lígalos a tus dedos, escríbelos en la tabla de tu corazón” (vv.1-3) La premura con la que Dios insta a niños y adolescentes a que guarden su Ley en sus corazones tiene una razón de ser: “Que te guarde de la mujer ajena, y de la extraña que ablanda sus palabras”. Desde la infancia se despierta en los niños el deseo de ver el cuerpo de la mujer. Miran con deleite las revistas de papel satinado en las que aparecen mujeres seductoras que muestran sus cuerpos con impudicia. ¡Cuántos niños no esconden revistas de este tipo debajo del colchón para examinarlas con avidez una y otra vez cuando estando solos creen que nadie los ve. Dios sí los ve.

La lascivia, la inclinación exagerada a los placeres sexuales, se manifiesta ya en la infancia. No es con amenazas como los padres deben enfrentarse a esta tendencia que en algunos casos termina mal. “Instruye al niño es su camino, y aun cuando envejezca no se apartará de él” (Proverbios 22:6).

Con los años, no basta con desear a las mujeres que se exhiben sobre papel satinado. Se pasa a la acción. Salomón describe este proceder. “Porque mirando yo por la ventana de mi casa, por mi celosía, vi entre los simples, consideré entre los jóvenes, a un joven falto de entendimiento, el cual pasaba por la calle, junto a la esquina, iba de camino a la casa de ella, a la tarde del día, cuando ya oscurecía, en la oscuridad y tinieblas de la noche”  (vv. 6,9). El escritor sagrado sitúa al joven falto de entendimiento en la noche  cuando “los que se embriagan, de noche se embriagan”     (1 Tesalonicenses 5: 7). Y el alcohol lleva al sexo prohibido.

A partir de las miradas furtivas de las revistas de papel satinado se inicia un proceso que lleva a no contentarse con las miradas. Con la secularización de la sociedad se ha llegado al libertinaje de nuestros días. Los jóvenes carecen de dinero para ir a los burdeles para satisfacer sus deseos sexuales en donde encontrar a las mujeres que describe Proverbios. “Hacer el amor, no la guerra”, es el lema de la juventud actual. No hace falta que la mujer venda su cuerpo, lo ofrece voluntariamente sin dinero. Faltos de entendimiento lo son tanto los chicos como las chicas. Placer sexual ante todo sin pensar en las consecuencias a que conduce el libertinaje. Sexo y alcohol es una mezcla explosiva. Ni la pandemia puede con los “botellones”.

Proverbios 7 termina así: “Ahora pues, hijos, oídme, y estad atentos a las razones de mi boca, que tu corazón no se desvíe hacia los caminos de ella, ni te equivoques en sus veredas. Porque a muchos ha hecho caer heridos, y aun los más fuertes han sido muertos por ella. Camino del infierno es su casa, que conduce a las cámaras de la muerte” (vv. 24-27).

El sexo fuera del matrimonio no termina bien.


MIQUEAS  3: 11

“Sus jefes juzgan por cohecho, y sus sacerdotes enseñan por precio, y sus profetas  adivinan por dinero, y se apoyan en el Señor diciendo: ¿No está el Señor con nosotros? No vendrá mal sobre nosotros”

El profeta va al grano. Su hablar no es políticamente correcto.  Acusa con claridad a la clase dirigente de Israel: “Oídme ahora, príncipes de Jacob, y jefes de la casa de Israel: ¿No concierne a vosotros saber lo que es justo?” (v.1). Se espera que los dirigentes sepan lo que llevan entre manos. ¿Cómo pueden gobernar con justicia si ignoran qué es la justicia? El profeta con dureza denuncia la corrupción que había en los dirigentes que hacían errar al pueblo.

La injusticia confunde  el entendimiento. El amor al dinero llenaba los corazones de quienes tenían que administrar justicia. Muy bien lo expone el apóstol Pablo cuando escribiendo a su discípulo Timoteo le dice: “Porque raíz de todos los males es el amor al dinero, el cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe, y fueron traspasados de muchos dolores” (1 Timoteo 6: 10).

Si el profeta Miqueas viviese hoy y dijese lo que escribió hace años se le diría que lo que expone no es políticamente correcto porque encrespa los ánimos. Pero la verdad debe prevalecer si en verdad se desea que el comportamiento de los hombres mejore.

La clase política gobierna por cohecho. ¿A dónde nos lleva su amor al dinero? A una corrupción institucional de alcance inmensurable. Los sacerdotes y los doctores de la ley no denuncian lo que ocurre porque quieren seguir enriqueciéndose. El amor al dinero nubla el entendimiento impidiéndoles hacer una mirada introspectiva que les permita ver los muchos dolores que el amor del dinero provoca. Creen que tienen la confianza del Señor a pesar de que sus almas están ennegrecidas por el pecado. Con orgullo dicen: “¿No está el Señor con nosotros?  Como creen que el Señor está con ellos tranquilizan su conciencia, diciendo: “No vendrá mal sobre nosotros”. Pueden llegar a esta conclusión porque solamente conocen a Dios de oídas, pero su corazón está muy lejos de Él.

El resultado de su comportamiento impío: “De la profecía se os hará noche, y oscuridad del adivinar, y sobre los profetas se pondrá el sol, y el día se entenebrecerá sobre ellos. Y serán avergonzados los profetas, y se confundirán los adivinos, y ellos todos cerrarán sus labios, porque no hay respuesta de Dios” (vv. 6,7).

Dios conoce los pensamientos más escondidos y da a cada uno lo que se merece. El juez supremo no se deja sobornar. Juzga con justicia perfecta porque conoce al dedillo los pensamientos injustos que se engendran en lo más profundo del alma. Se equivocan quienes creen que Dios no  conoce sus pensamientos más íntimos.

 

 

 

VIOLENCIA DE GÉNERO

<b>De la violencia contra la mujer únicamente se conoce una ínfima parte</b>

El título de una noticia resume la condición en que se encuentra hoy la mujer: <i>Acusado de pegar a su pareja después que un vecino escuchase gritos de auxilio</i>. Es un síntoma de que “la sociedad está enferma”, afirma <b>Miguel Llorente</b>, forense y profesor en la Facultad de Medicina en la Universidad de Granada.

La agresión física contra la mujer es la punta del iceberg. Apenas se tiene en cuenta la agresión sicológica que los machistas ejercen contra la mujer. “La violencia doméstica que nos afecta a todos y tiene suficiente alcance como para considerarla un problema de salud pública”, dice la sicóloga <b>Rosa Porras</b>.

Existe un proverbio catalán que describe el concepto peyorativo que los machista tienen de la mujer: “La mujer y la mula, el garrote suele hacerla buena”. Quizás la primera manifestación machista en la historia la encontremos en Lamec que manifiesta su espíritu violento cuando dice a sus mujeres: “Ada y Zila, oíd mi voz, mujeres de Lamec, escuchad mi dicho: Que un varón mataré por mi herida, y un joven por mi golpe” (Génesis 4: 23). Esta advertencia de Lamec a sus mujeres denota la soberbia y despotismo que exige la sumisión absoluta de sus mujeres a la autoridad del macho. No debe extrañarnos que quien ha roto la monogamia, la ley divina del matrimonio poseyendo dos mujeres, no tenga en cuenta “Dar honor a la mujer como vaso más frágil” (1 Pedro 3: 7).

Como vemos la violencia machista “no es un discurso nuevo, es un discurso de hace siglos, propio de los hombres que ven a las mujeres como un objeto sexual, que tienen que hacer lo que ellos digan para satisfacerlos porque sus deseos prevalecen sobre los de ellas. Son machistas elevados a la enésima potencia, la cara más dura y cruel de una ideología mantenida en el tiempo” (Miguel Llorente).

El embrión de la violencia, en concreto contra la mujer, es de índole espiritual, siendo la consecuencia de no tenerse en cuenta la regla de oro: “El primer mandamiento de todos es: Oye, Israel, el Señor nuestro Dios, el Señor uno es. Y amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, y con toda tu alma, y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento. Y el segundo es semejante. Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento mayor que estos”                                        (Marcos 12: 29-31).

La falta del amor al prójimo, en concreto a la mujer, hace que el macho considere a la hembra,  no solo como inferior, llegando incluso a negarle su condición humana, asemejándola a los animales irracionales, con lo cual se consideran autorizados a emplear con ella el garrote “para hacerla buena”.

La relación hombre-mujer ya es difícil de por si debido al pecado que la afecta. La relación matrimonial o de pareja como se la llama hoy,  no está exenta. Se rompe fácilmente provocando mucho dolor, en primer lugar a las parejas. Los hijos y los familiares cercanos, no se escapan.

Para muchos Dios es el ausente en el escenario dejando a los protagonistas que se las apañen como puedan. Eso no es verdad. Es una mentira satánica con el propósito de imposibilitar que el ser humano sea feliz. Analizaremos un texto bíblico que aporta luz  para poder salir del callejón sin salida que es el fracaso matrimonial.

El principio general que debe regir en las relaciones humanas es: “Someteos los unos a los otros en el temor de Dios” (Efesios 5: 21). Pensar que uno es superior al otro dificulta las relaciones. El mismo engreimiento lleva al fracaso de tantos matrimonios. Cuando la mujer lea. “Las casadas estén sujetas a sus propios maridos, como al Señor” (v.22), no se alarme. El apóstol Pablo aun no lo ha dicho todo. Sacar un texto de su contexto es un pretexto.  Lo que está claro es que si el someterse el uno al otro no va precedido de someterse a Dios, el resultado será el machismo.

“Porque el marido es la cabeza de la mujer, así como Cristo es la cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y Él su Salvador” (v. 23). Es una referencia implícita de Adán y de éste la de Eva (Génesis 2: 21-24). Por creación el varón es cabeza de la mujer. Esta relación es el símil de la relación existente ente Cristo y su iglesia. El hombre  como cabeza de la mujer debe tratarla con el amor que impulsó a Jesús a morir en la cruz para salvar a su iglesia. No es una relación despótica, sino amorosa. ¡Qué lejos se está de que los maridos amen a sus esposas y éstas a sus maridos como Cristo ama a su iglesia!

“Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella” (v. 25). ¡Qué cabeza tan maravillosa sería el marido si lo que le impulsa a ser la cabeza de su esposa fuese motivado por un amor parecido al que Cristo siente por su iglesia!

Entiendan bien las mujeres que Cristo no defiende el machismo: “Así también los maridos deben amar a sus mujeres   como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer a sí mismo se ama. Porque nadie aborreció jamás a su propio cuerpo, sino que lo sustenta y lo cuida, como también Cristo a la iglesia” (vv. 28,29).

El tema del matrimonio el apóstol Pablo lo cierra con estas palabras. “Por lo demás, cada uno de vosotros ame también a su mujer como a sí mismo, y la mujer respete al marido” (v. 33).

¡Qué mujer no desearía ser amada por su esposo con un amor parecido al que Cristo ama a su iglesia!

Octavi Pereña i Cortina

dissabte, 5 de juny del 2021

 

DESCANSO SEMANAL 

<b>El domingo es una fuente de salud tanto para el cuerpo como para el alma</b>

Una fábula: “Había una vez tres picapedreros. Un extraño se acercó al primero y le preguntó qué hacía. “¿No puedes ver que estoy picando piedras?”, le respondió. Al segundo le hace la misma pregunta. Éste le respondió con una sonrisa, diciéndole: “Me estoy ganando el pan de cada día”. El tercero le respondió con una amplia sonrisa, diciéndole: “Estoy construyendo una catedral”. Los tres picapedreros estaban haciendo un mismo trabajo. Solo uno de ellos lo hacía con propósito. Cuanto más elevado sea el propósito que se tiene en el desempeño de la labor diaria, tanta más satisfacción produce y menos estresado se está al realizarlo.

El apóstol Pablo afirma con rotundidad: “Porque también cuando estábamos con vosotros, os ordenábamos esto: Si alguno no quiere trabajar tampoco coma. Porque oímos que algunos de entre vosotros andan desordenadamente, no trabajando en nada, sino entremetiéndose en lo ajeno. A los tales mandamos y exhortamos por nuestro Señor Jesucristo, que trabajando sosegadamente, coman su propio pan”                         (2 Tesalonicenses 3: 10-12). El apóstol no condena el paro sino la ociosidad. Jesús toca el tema de la escasez de trabajo en la parábola de los jornaleros en la viña                                (Mateo 20: 1-16). El amo de la viña sale al amanecer hacia la plaza para contratar jornaleros con quienes acuerda pagarles un denario al día. Repite el viaje diversas veces al día hasta el atardecer, acordando pagarles lo que sea justo. Estos labriegos no eran unos gandules. Permanecían en la plaza esperando ser contratados. Al propietario de la viña que los contrata no le preguntan qué tendrán que hacer. Aceptan el trabajo sin rechistar. Sin decir palabra cogen sus herramientas para ir al tajo. La enseñanza de Jesús tendría que aplicarse en nuestros días con un paro tan desproporcionado. No es bueno que tantas personas se encuentren en situación de vagancia no deseada. Se debe dignificar a las personas ofreciéndoles trabajo que lo haga. Si resulta que los haya que rechacen la oferta que se les hace, si cobran un subsidio se les debería retirar. No es bueno fomentar la holgazanería con prestaciones sociales.

Si es una vergüenza el paro desmedido, también lo es la explotación laboral. Según la OMS y la OIT  del 2000 al 2016 la población con más carga laboral se triplicó y las muertes crecieron un 29%. Se abre la puerta a que se considere la excesiva jornada laboral como un factor añadido a tener en cuenta dado el aumento de la patología cardiovascular y otras dolencias. Todo problema tiene un origen. El afán de tener más y más lo denuncia Jesús en las parábolas del rico insensato (Lucas 12: 16-21) y la del rico opulento (Lucas 16: 19-31).  ¿Qué se consigue con almacenar, almacenar, ampliar silos y almacenes si Dios tiene que decirles. “Necio esta noche vienen a pedirte tu alma, y todo lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro y no es rico para con Dios” (Lucas 12: 20,21). Los acaparadores que creen que el mundo es suyo y que por ello pueden explotar a sus trabajadores pagándoles salarios de miseria, ¿qué sacan con ello? En realidad están cavando su propia sepultura para que cuando despierten en la eternidad tengan que suplicar misericordia para que alguien “moje la punta de su dedo en agua y refresque mi lengua, porque estoy atormentado en esta llama” (Lucas 16: 24). El afán de amontonar riquezas que lleva a un final tan miserable, debería convertirse en aceptar el consejo de Jesús: “Haceos tesoros en el cielo, donde ni polilla ni orín corrompen, y donde ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón” (Mateo 6. 20,21). Con el fin de no caer en la trampa de os cantos de sirenas que nos atraen hacia los arrecifes del materialismo desmesurado para destruirnos, sería bueno seguir el consejo de Dios. De nosotros depende ser felices hoy y seguir siéndolo en la eternidad

El quinto mandamiento del Decálogo, el primero de los que tienen que ver con las relaciones sociales, dice: “Acuérdate del día de reposo para santificarlo. Seis días trabajarás, y harás toda tu obra, mas el séptimo día es reposo para el Señor tu Dios…Porque en seis días hizo el Señor los cielos y la tierra, el mar y todas las cosas que en ellos hay, y reposó en el séptimo día, por tanto el Señor bendijo el día de reposo y lo santificó” (Éxodo 20: 8-11).

El día de descanso semanal tiene dos finalidades. La primera es un “día de reposo para el Señor tu Dios”. Sirve de recordatorio de que Dios existe y que no lo ha instituido para que se dedique al ocio como se ha convertido. La secularización de la sociedad se pone de manifiesto en el  destino que le da al día del Señor. La segunda finalidad es que nadie debe ser excluido de guardarlo para Dios: “Mas el séptimo día de reposo para el Señor tu Dios, no hagas en él obra alguna, tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu siervo, ni tu criada, ni tu bestia, ni tu extranjero que está dentro de tus puertas” (v.10). Todos  sin excepción tienen que respetar el descanso semanal para dedicarlo a Dios que provee todas las necesidades. Si Dios que alimenta las aves de los cielos y viste de belleza los lirios del campo, no tenemos que desasosegarnos pensando en el mañana, pues “el Padre celestial sabe que necesitamos todas estas cosas” (Mateo 6: 32).

Los propietarios que tienen asalariados deben permitir que hagan uso del descanso semanal para adorar a Dios. Es una manera de impedir la deshumanización de los asalariados. Entre amos y jornaleros se refuerza el sentido de hermandad al poner ambas clases sociales al mismo nivel ante Dios. De hecho Dios crea a todos los hombres de una misma sangre al ser todos descendientes de Adán. Para progresar en el amor al prójimo no basta con que seamos hermanos de sangre. Contribuye a ello el descanso semanal según Dios porque quienes lo practican lo hacen como hijos de Dios y por ello unidos por el vínculo del Espíritu Santo que da el don del amor.

Se puede objetar el descanso semanal esgrimiendo la excusa que se rompe el ritmo laboral. La objeción no es válida porque si Dios cuida las aves de los cielos, ¿no lo seremos nosotros que hemos sido creados a su imagen? Es muy saludable depender de la providencia divina que controla todos los acontecimientos con el fin de hacer bien a los hombres. Confiar en la providencia divina en un mundo manchado por el pecado y con tantos desajustes que provoca, proporciona serenidad y confianza en las adversidades. El azar no existe en la mente de Dios. Lo control todo para nuestro bien. La secularización ha hecho que se margine a Dios. El día de descanso semanal se resiente. En vez de dedicarlo a Él en agradecimiento a las muchas bendiciones que nos proporciona, se dedica a satisfacer la sensualidad, con ello se rompe el equilibrio que debería existir entre el alma y el cuerpo. Dada la situación no debería extrañarnos que al picar piedra nos olvidamos que construimos una catedral. Al olvidar a Jesús nuestras almas se convierten en yermos al faltarles el agua viva que es Él.

Octavi Pereña i Cortina

 

 

SALMO 51: 5

“He aquí en maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre”

Con la recepción el pasado 28 de mayo de 2021 el sacramento de la Confirmación por parte de la princesa Leonor, creo necesario tratar este tema por la importancia que tiene para la salvación. Según del catecismo de la Iglesia Católica, en su artículo 1285 dice: “En efecto, por el sacramento de la Confirmación, los creyentes” (que lo son por el Bautismo),”se vinculan más perfectamente con la Iglesia, se enriquecen con una fortaleza especial del Espíritu Santo, y así se obligan con un compromiso más grande en difundir  y defender la fe con la palabra y las obras como verdaderos testigos de Cristo”. “Por los sacramentos de la iniciación cristiana, el Bautismo, la Confirmación y la Eucaristía, se ponen los cimientos de toda vida cristiana” (1212).

La declaración bíblica “Aun estando nosotros muertos  en pecados, nos dio vida” (por el amor de Dios), “juntamente con Cristo, por gracia sois  salvos por medio de la fe, y esto no de vosotros, pues es don de Dios, no por obras, para que nadie se gloríe. Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2: 5-10). ¿Qué valor tiene la fe que es la característica que diferenció a los santos del Antiguo Testamento de los incrédulos de su época? (Hebreos 11).

¿Dónde se encuentra la fe en el bautismo infantil en el que la Iglesia Católica pone tanto énfasis “a no impedir que los niños pequeños reciban a Cristo por el don del Bautismo”? (1261). Tanto el bautismo infantil como el de adultos si no va precedido por el don de Dios de la fe, ¿”cómo se ponen los cimientos de toda vida cristiana”? No se puede edificar a la Iglesia de Cristo sobre un cimiento tan endeble como lo son los sacramentos. Así lo descubrimos en quienes defienden los sacramentos como fuente de vida.

Cierto. Se entra a formar parte de una iglesia local por el bautismo de inmersión. El ejemplo a seguir a la hora de bautizar nos lo proporciona Felipe que a la pregunta que hizo  eunuco etíope al llegar a cierta agua li dirigiera: “Aquí hay cierta agua, ¿qué impide que yo sea bautizado? Felipe le dijo: Si crees de todo corazón, bien puedes. Y respondiendo, dijo: Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios. Y mandó parar el carro, y descendieron ambos al agua, Felipe y el eunuco, y le bautizó” (Hechos 8: 26-38).

Poco antes de este suceso el mismo Felipe bautizó a un tal Simón. El texto no lo dice pero es de suponer que antes de bautizarse Simón hizo confesión de creer en Jesús. A diferencia del eunuco que “siguió gozoso su camino”, Simón recibió de Pedro esta amonestación: “No tienes tú parte ni suerte en este asunto, porque tu corazón no es recto delante de Dios. Arrepiéntete, de esta tu maldad, y ruega a Dios, si quizás te sea perdonado el pensamiento de tu corazón, porque en hiel de amargura y en prisión de maldad veo que estás” (Hechos 8: 4-24). El agua bautismal no sirve para limpiar pecados.


 

SALMO 116: 3

“Me rodearon ligaduras de muerte, me encontraron las angustias del sepulcro, angustia y dolor había yo hallado”

El salmo 116 comienza con una declaración de amor: “Amo al Señor, pues ha oído mi voz y mis súplicas” (v. 1). El salmista sabe en quien ha creído. Dios no es un mito inventado por los sacerdotes para así vivir a costillas de los incautos. El que se haya prostituido la religión y en algunos casos convertido en una multinacional, el fraude humano no quita la eternidad de Dios. Con la pandemia del Covid-19 han brotado infinidad de micro sectas que se han  convertido en tema de investigación policial.

“Me rodearon ligaduras de muerte, me encontraron las angustias del sepulcro, angustia y dolor había yo hallado. Entonces invoqué el Nombre del Señor diciendo. Oh Señor, libra ahora mi alma” (vv. 3,4).

Cuando Satanás se presentó ante el Señor y le dijo que venía “de rodear la tierra y de andar por ella” (Job 1:7). El Señor le dijo a Satanás: “¿No has considerado a mi siervo Job, que no hay otro como él en la tierra, varón perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal?” (v.8). El Señor ve a los suyos tal como van a ser al final. “Perfectos como el Padre celestial es perfecto”. Mañana los creyentes en Cristo alcanzarán la perfección. Hoy han iniciado una maratón que durará todo el tiempo que el Señor haya dispuesto para ellos. Una prueba atlética de tanta duración requiere que nos “fortalezcamos en el Señor  y en el poder de su fuerza” (Efesios 6: 10). El Señor nos prepara para que podamos llegar victoriosos a la meta. Lo vemos claro en el caso de Job que sufrió lo indecible a pesar del buen concepto que Dios tenía de él. A pesar que era salvo y que la sangre de Jesús le había borrado todos sus pecados, por medio de la santificación del Espíritu Santo está trabajando para “presentarnos a sí mismo gloriosos, santos y sin mancha ni arruga ni cosa semejante” (Efesios 5: 27).

El crisol del sufrimiento por el que el Señor hizo pasar a Job para borrar manchas y arrugas y cosas semejantes, es por lo que al final pudo Job decir: “De oídas te había oído, mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza” (Job 42: 5,6).

Muchos, ante el sufrimiento y el dolor debido al pecado que desde Adán arrastra la humanidad hacen lo que la mujer de Job dijo a su esposo. “¿Aun retienes tu integridad? Maldice a Dios y muérete” (2:9). Muchos, en su rebeldía, al no aceptar las cosas tal como las dispone Dios que sean, derraman gasolina en las llamas del dolor con lo que el sufrimiento se hace más insoportable. Ante el dolor que tiene múltiples manifestaciones, unas palabras de Jesús nos reconfortarán “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y os haré descansar” (Mateo 11: 28).  

 

 

dimarts, 1 de juny del 2021

 

INFLUENCERS e

<b>El título por muy inglés que sea no significa que quienes se lo pongan vayan a influir positivamente a quienes les escuchen</b>

Una viñeta de JL. Martín describe la preponderancia que los contertulianos adquieren en los medios de comunicación. Reunidos en el entorno de una mesa cinco tertulianos opinan sonoramente todos a la vez los temas del día. Al fondo dos cámaras de televisión gravan la tertulia para dejar boquiabiertos a la audiencia por la vasta sabiduría político-social que exhiben. A la derecha un cartelito destaca la frase: <b>Nuevo record</b>. Debajo, en negrita: “Oleadas de expertos en epidemiologia reconvertidos en expertos en relaciones hispano-marroquíes solo en 24 horas”. Los tertulianos que comparten sus vastos conocimientos en la materia que sea desde los estudios de los medios de comunicación se han convertido en gurús, en los siete sabios de Grecia, los consejeros que aconsejan sobre un futuro que desconocen cómo será. <b>Jordi Juan</b>, director de La Vanguardia, escribe: “La influencia de periodistas en los núcleos de decisión política, bien en los partidos o bien en las diferentes administraciones públicas, han ido una constante en los últimos años en todos los países del mundo. Todos recordamos grandes políticos que han tenido a su lado como asesores en la sombra a ex periodistas que les han ayudado a cincelar los mensajes o las actitudes de los líderes”. La pregunta que tenemos que hacernos es: ¿Es buena la guía que proporcionan los <i>influencers</i> que asesoran a los políticos que los contratan? Visto el resultado, parece que no.

En la antigüedad eran los magos, los astrólogos, los adivinos quienes hacían de <i>influencers</i> de los reyes. En la actualidad como se ha dejado de tener en consideración el mundo de los espíritus, los gobernantes contratan como asesores a hombres y mujeres con títulos universitarios y masters, que se supone los asesoraran correctamente. Da la impresión de que contratan a personas equivocadas.

El rey Josafat de Judá viajó a Israel con el propósito de entrevistarse con el rey Acab. Pactaron ir juntos a luchar contra el rey de Aram. Siguiendo la costumbre de la época llamó a los profetas de Baal para aconsejarse. “¿Iré a la guerra contra el rey de Aram o lo dejaré?” Le aconsejaron así: “Sube, porque el Señor la entregará en la mano del rey” (1 Reyes 22: 6). Los profetas de los baales le auguraron el éxito de la expedición bélica que iba a emprenderse. A Josafat no le pareció suficiente que únicamente se consultase a los profetas de los baales y le dijo a Acab: “Hay aun aquí algún profeta del Señor por el cual consultemos?”(v.7). Acab respondió: “Aun hay un varón por el cual podríamos consultar al Señor,  Micaías, pero yo le aborrezco, porque nunca me profetiza bien, sino solamente mal” (v.8). Micaías, el profeta del Señor a quien Acab odiaba  porque le decía la verdad que no deseaba escuchar, no se comporta como los profetas de Baal que estaban en la nómina real, mentían a la hora de aconsejar. El perro no muerde la mano de quien le da el pan. “Quien se mueve no sale en la foto.

Acab, a petición de Josafat ordena que traigan al profeta disidente. El mensajero que había ido en busca del profeta que aborrecía Acab, le dice: “He aquí que las palabras de los profetas a una voz anuncian al rey cosas buenas, sea ahora tu palabra conforme a la palabra de alguno de ellos, y anuncia también buen éxito. Y Micaías respondió: Vive el Señor, que lo que el Señor me hable, eso diré” (vv. 13,14).

Llegado el profeta de la discordia en presencia de los dos monarcas, Acab le pregunta: “¿Iremos a pelear contra Ramot Galaad, o la dejaremos? (v.15). El profeta que no rendía homenaje le dice al rey: “Y ahora, he aquí el Señor ha puesto espíritu de mentira en la boca de todos tus profetas, y el Señor ha decretado el mal contra ti”        (v. 23).

El jefe de los profetas de Baal se acercó a Micaías “y le golpeó en la mejilla, diciendo: ¿Por dónde se fue de mí el Espíritu del Señor para hablarte a ti?” v.24). El profeta que incordia le respondió: “He aquí tú lo verás en aquel día, cuando te irás metiendo de aposento en aposento para esconderte” (v. 25). El rey Acab dirigiéndose a quien había traído a Micaías, le dice: “Y dirás: Así ha dicho el rey: Echad a éste en la cárcel, y mantenedlo con pan de angustia y con agua de aflicción, hasta que yo vuelva en paz” (v.27). Si la condición del profeta no servil ya era dura ahora empeorará. Antes de que Micaías fuese  devuelto a la mazmorra el profeta del Señor le dice a Acab: “Si llegas a volver en paz, el Señor no ha hablado por mí” (v. 28).

Los dos monarcas abandonan Samaria al frente de sus respectivos ejércitos. En el fragor de la batalla “un hombre disparó su arco a la ven tura e hirió al rey de Israel por entre las junturas de la armadura…Murió, pues el rey, y fue traído a Samaria, y sepultado el rey” (vv. 34-37).

“Los pensamientos se frustran donde no hay consejo, pero en la multitud de consejeros se afirman” (Proverbios 15: 22). La pregunta que debemos hacernos es: ¿Dónde se encuentra a un buen consejero? La respuesta nos la da el salmista: “Pues tus palabras (las de Dios) son mis delicias y mis consejeros” (Salmo 119: 24). Es lo que les hace falta a los <i>influencers</i>: La sabiduría moral que proporciona la Palabra de Dios y que endereza los pensamientos y las acciones”.

Octavi Pereña i Cortina

 

 

JOSUÉ 1: 8

“Nunca se apartará de tu boca este Libro de la Ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito, porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien”

Israel está a punto de cruzar el Jordán para comenzar la conquista de la Tierra Prometida que el Señor les había dado en herencia. La promesa de Dios no quitaba la responsabilidad de conquistar la herencia que iban a recibir.

Josué era el general encargado de dirigir las operaciones bélicas de la conquista. Cualquier dirigente tiene que estar capacitado para el desempeño de la responsabilidad que se le ha otorgado. La misión que el Señor le da a Josué en el texto que comentamos es adecuada para el desempeño de cualquier responsabilidad que el Señor otorgue a los hombres. La orden que Josué recibe de quien lo ha colocado como dirigente de Israel se puede aplicar en todos los ámbitos de poder: Encaja en los políticos, en los militares, en los directores de empresas, en los pastores de las iglesias, en los padres, en los maestros de escuela…

Para prosperar en todos los ámbitos se apela a la formación académica. Si se adquieren los conocimientos adecuados a la especialización que sea, al estudiante le espera un buen futuro. La cosa no es así. Es cierto que el dominio de los secretos de la especialización escogida es necesario para aplicarla. En los centros de formación se olvida el aspecto espiritual que debe constituir la base del aprendizaje. Lo estamos viendo a diario. Los másteres en ciencias políticas, económicas, militares…no hacen que quienes los posean sean lo competentes que deberían ser. En los curriculums que se presentan cuando se aspira a conseguir una plaza en la Administración o en una empresa se detallan todos los conocimientos adquiridos que avalan que se podrá desempeñar el cargo perfectamente. En ellos no se añade el certificado que acredite honradez, empatía…Falta lo que Dios requiere de Josué.

Es evidente que en el mundo hay muchas personas, pero escasean los hijos de Dios. Ello  crea crisis institucionales. Veamos la medicina que Dios le receta a Josué: “Nunca se apartará de tu boca este Libro de la Ley” que es en donde se encuentra el mensaje de Dios al hombre. Desgraciadamente, si en las viviendas se encuentra algún ejemplar del Libro de la Ley, la Biblia, permanece cerrado sin que su contenido salga de su encierro para iluminar a las familias. “De día y de noche meditarás en él”. La Palabra de Dios es el pan diario que el ser humano debe ingerir para la conservación de su salud espiritual. La meditación de su contenido no debe ser una tarea esporádica, sino continuada. No basta con almacenar conocimientos bíblicos, imprescindible es practicarlos: “Cualquiera, pues, que oye estas mis palabras y las hace es un hombre sensato que edifica su casa sobre la roca” (Mateo 7: 24). El resultado de la obediencia hará prosperar el camino y todo saldrá bien. En el curriculum que presentemos no nos olvidemos de aportar el certificado de haber realizado el master en VIDA CRISTIANA.


 

LUCAS 11: 35

Mira, pues, no suceda que la luz que hay en ti sea tinieblas”

Lucas 11: 33- 36 del cual forma parte el texto que comentamos pienso que la palabra clave es ojo. Segú como sea el ojo, la luz o las tinieblas invadirán a la persona. Por lo tanto se debe velar para conseguir tener un ojo bueno. ¿Cómo hacer que el ojo sea bueno? No yendo a un optometrista que podrá que conseguirá mejorar la visión. Lo que aquí nos importa es la calidad de la visión espiritual.

Indiscutiblemente el ojo físico juega un papel importante a la hora de que una persona ande en luz o en tinieblas. La calidad depende del estado del corazón. El ojo se fija en aquello que el corazón desea. Si el corazón no impulsa al ojo a desviarse de lo que contempla mantendrá la mirada fija  en lo que contempla. Jesús nos dice: “Así que, si todo el cuerpo está lleno de luz, no teniendo parte alguna de tinieblas, será todo luminoso, como cuando una lámpara alumbra con su resplandor” (v. 36). Por nacimiento natural, por ser descendientes de Adán todos nacemos envueltos de espesas tinieblas espirituales. En consecuencia el ojo permanecerá fijo en aquello que las tinieblas espirituales le producen placer. Dada  esta situación no debería extrañarnos que desde  la tierna infancia los ojos de los niños descansen el imágenes pornográficas para mirarlas a escondidas. Sus corazones encuentran placer en ello y fijan el ojo en la imagen que se lo produce. Los corazones de los niños no son de ángeles sino de demonios que aman las tinieblas.

Para resolver el problema que comentamos tenemos que acudir a Jesús que es el Médico del alma para que implante la luz de Dios en el alma enferma: “Porque Dios que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2 Corintios 4: 6). De la misma manera que Dios dijo: ”sea la luz y fue la luz” (Génesis 1: 3) cuando la tierra estaba desordenada y vacía y las tinieblas estaban sobre la faz el abismo, “Y vio Dios que la luz era buena y separó Dios la luz de las tinieblas” (v.4). Así Cristo que es la luz del mundo cuando resplandece en el corazón de una persona haciendo luminoso el corazón que estaba envuelto de tinieblas. Cuando alguien se convierte a Cristo por la fe, que es don de Dios, se produce este acontecimiento maravilloso. Se inicia el proceso de abandonar las obras de las tinieblas con la participación del Espíritu Santo que hace que el creyente produzca las obras luminosas que caracterizan a los hijos de Dios.

Con el fin de contribuir a deshacer las obras del diablo tan manifiestas por los daños  que produce, no existe ninguna otra manera de conseguirlo si no es con la predicación del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo. Cada vez que un hijo del diablo se convierte en un hijo de Dios se enciende una luz que contribuye a despejar las tinieblas que envuelven a este mundo.