SOLEDAD EXISTENCIAL
<b>¿Existe vacuna para la soledad
existencial?</b>
“La soledad es una de las grandes
amenazas al deseo de encontrarnos bien, afecta nuestra salud por medio de
nuestro comportamiento en las relaciones sociales, impulsos de comida y cosas
semejantes. Un estudio sugiere que casi un tercio de la población, sin tener en
cuenta la edad, el género se siente sola alguna vez. Un súper británico ha
creado en su sección de cafetería una zona de <i>mesas que
hablan</i>, como una manera de fomentar la comunicación entre las
personas. Quienes buscan relacionarse solo necesitan sentarse en una de estas
mesas destinadas para este propósito,
juntarse con otros o permitir que otras personas puedan compartir mesa.
La conversación proporciona un sentido de pertenencia y de comunicación” (<b>Christian
Helmberg</b>).
Dada la condición humana, ”silencio y
soledad no son palabras del siglo XX. Se adecuan a la Era Victoriana de la
puntilla, de los zapatos con botones y las luces de petróleo, más que a nuestra
época de la televisión y el video, y personas que hacen footing empalmadas a
unos audiófonos. Nos hemos convertido en personas que aborrecen la soledad y
nos encontramos mal cuando estamos solos” (<b>Jean Fleming</b>.
La soledad es una anomalía. Dios no
considera bueno el aislamiento. Antes de crear al hombre” el Señor Dios plantó
un jardín en el Edén al oriente” (Génesis 2: 8), habitación adecuada para
recibir al hombre que iba a crear. Por el relato de Génesis sabemos que el
hombre fue creado en dos etapas. Primero Adán. “No es bueno que el hombre esté
solo, le haré ayuda idónea para él” (v.18). Realmente, Adán no estaba solo del
todo. Se encontraba rodeado de los animales que Dios creó previamente. El texto nos enseña que la compañía de los
animales previamente creados, que en aquel entonces no representaban ningún
peligro para el hombre no bastaba para llenar su soledad. Adán necesitaba a una
persona de su misma especie. “Entonces el Señor Dios hizo caer sueño profundo
sobre Adán y mientras éste dormía, le tomó una de sus costillas, y cerró la
carne en su lugar”. (Dios inventó la cirugía y la anestesia) . “Y de la
costilla que el Señor Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al
hombre. Dijo entonces Adán: esto es ahora hueso de mis huesos y carne de mi
carne” (vv. 21-23).
Creo que tendría que diferenciarse entre
soledad física y la existencial. La primera se la puede combatir con animales
de compañía, centros de esparcimiento para personas mayores y otras ocurrencias
para que las personas distraigan su soledad. Pero la verdaderamente importante
es que la soledad existencial persiste intocada. Pienso que cuando Dios creó de
Adán a Eva lo hizo para combatir la soledad física porque la existencial
permanecía activa porque la relación de Adán con su Creador permanecía intacta.
Seguía abierta sin interferencias la línea de comunicación entre el Creador y
la criatura.
Por lo que hace a la soledad existencial
el problema empieza en el momento en que Adán comió el fruto del árbol
prohibido: “Entonces fueron abiertos los ojos de ambos y conocieron que estaban
desnudos, entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales” (3:7).
Antes de la Caída las relaciones entre
Adán y Eva eran plácidas. A nadie se le ocurrió poner palos en la rueda. En el
desconcierto producido Adán tiene que dar cuenta del por qué sabía que estaba
desnudo. Se defiende culpando a Eva de lo sucedido. “la mujer que me diste por
compañera me dio del árbol, y yo comí” (v.12). Las relaciones sociales y
conyugales se vieron afectadas. De ahí que por más empeño que se ponga para
mejorarlas, el resultado es frustrante. La nueva situación que se produce
después de la Caída hace que las personas se sientan solas a pesar de que a su
lado se encuentre el conyugue o se esté en una fiesta.
Vayamos a la soledad existencial. En el
momento en que Adán comió el fruto del árbol prohibido se terminó la relación
con Dios que hasta este momento eran limpia, íntima, sin nubes que presagiasen
tempestades. En el momento en que Adán comió el fruto prohibido la situación
cambia. El texto la describe con estas palabras: “y oyendo la voz del Señor que
se paseaba en el huerto, al fresco del día” (v.8). Ahora cuando escucha los
pasos divinos que se acercan “se esconden de la presencia del Señor Dios entre
los árboles del jardín”. A pesar del feo que Adán y Eva hacen a su Creador, éste
en su misericordia se acerca a Adán para preguntarle: “¿Dónde estás tú?” (v.9). Adán respondió: “Oí tu voz en el
huerto, y tuve miedo, porque estaba desnudo, y me escondí” (v.10). Aquí empieza
a manifestarse la soledad existencial. Tener miedo de Dios. Esconderse de su
presencia. Negar su existencia. Decir que la creación es el resultado fortuito
del encuentro de unos átomos. Afirmar que la presencia del hombre en la Tierra
es el resultado de la evolución materialista que actúa desde hace millones de
años. La Biblia afirma: “Dice el necio en su corazón: No hay Dios” (Salmo14:
1). Necio, en el sentido bíblico no lo es alguien faltado de inteligencia. Lo
es el científico más encumbrado que ante la magnificencia de la creación afirma
que lo que contemplan sus ojos con la ayuda de potentes telescopios es el
resultado de una fuerza impersonal que actúa desde hace millones de años.
El pecado crea un abismo infranqueable
que nos separa de Dios. El Señor en su misericordia, con su sangre allana el
camino. Simbólicamente lo hace cuando sacrificó unos animales con las pieles de
los cuales cubrió la desnudez de nuestros primeros padres (v.21). El Nuevo
testamento enseña con luz meridiana que Jesús es el camino que conduce al Padre
celestial. Jesús consigue que quien crea en Él entre en estrecha relación con Dios con lo cual desparece la soledad
existencial.
Octavi
Pereña i Cortina
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