2 PEDRO 3: 16
En casi todas sus epístolas…(Pablo) ha
hablado de estas cosas, entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las
cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras
para su propia perdición”
Pedro
hace referencia a las epístolas que Pablo escribió “según la sabiduría que le
ha sido dada” (v.15). Pablo como autor humano de una parte del Nuevo
Testamento, su contribución a ello se debe a que lo fue por inspiración divina.
Pedro
reconoce que en los escritos de Pablo hay algunas cosas que son difíciles de
entender. Es normal que así sea. Se debe a que todo el misterio de la salvación
ha permanecido oculto desde la eternidad pero que ha sido plenamente desvelado
con la venida de Jesús para salvar al pueblo de Dios de sus pecados. Pedro no
se queda con que en los escritos de Pablo haya algunas cosas difíciles de
entender. Nos alerta de que indoctos e inconstantes tuerce como también lo
hacen con las otras Escrituras para su propia perdición. No tendría sentido si
los indoctos e inconstantes que tuercen las Escrituras fuesen personas extrañas
a las iglesias. Los apóstoles nos avisan de la presencia de falsos pastores en
las iglesias y que es responsabilidad de los creyentes desenmascararlos y expulsarlos para que dejen de sembrar
cizaña en la viña del Señor.
Pedro,
escribiendo a quienes han “alcanzado por la justicia de nuestro Dios y Salvador
Jesucristo, una fe igualmente preciosa que la nuestra” (v.17), nos avisa que sabiendo de antemano de la
presencia de indoctos e inconstantes que tergiversan las Escrituras para su
propia perdición, nos guardemos, “no sea que arrastrados por el error de los
inicuos caigáis de vuestra firmeza” (v. 17).
El
apóstol Pedro como buen pastor al servicio del Buen Pastor avisa a las ovejas a
que vigilen para que sepan distinguir la voz de buen pastor que habla en Nombre
del Buen Pastor para que no se dejen arrastrar por el error de los inicuos y
así caigan de su firmeza (v.17). El
encargo que nos hace el apóstol no es la labor de un día, sino el
esfuerzo constante durante todo el tiempo que el Señor en su misericordia nos
mantenga aquí en la Tierra “para la gloria de nuestro Señor Jesucristo ahora y
hasta el día de la eternidad. Amén”.
EZEQUIEL 33: 6
“Pero si el centinela ve venir la espada y no
hace sonar la trompeta y el pueblo no se percibe y viniendo la espada hiere a
alguno, éste fue tomado por causa de su pecado, pero demandaré su sangre de la
mano del centinela”
Los
pastores de Israel se tenían que comportarse como centinelas que velan en sus puestos de guardia. Tienen
que mantener los ojos bien abiertos para dar la señal de alarma al más mínimo
indicio de un ataque enemigo para seguridad de los ciudadanos.
Al
Señor no le importan los soldados que se encuentran en sus puestos de guardia.
Utiliza la responsabilidad de los centinelas militares para ilustrar la
responsabilidad que tienen los pastores de Israel y por extensión los pastores
de las iglesias de velar para impedir que los falsos pastores enviados por
Satanás puedan hacer impunemente su labor destructiva. El Señor nos alerta de
que tales impostores no se muestran a pecho descubierto su maldad, anunciando que son mensajeros de
Satanás para destruir a la iglesia del Señor. No, se presentan como ángeles de
luz para ejercer impunemente su labor destructiva. Es responsabilidad de los
pastores de desenmascarar a los infiltrados
de Satanás para impedir que ejerzan su labor destructiva. Utilizan un
lenguaje bíblico para no delatarse. Anuncian medias verdades con mucha sutileza.
Los pastores tienen que conocer la letra de la Biblia junto con su significado
espiritual. Necesitan, pues, que el
Espíritu Santo les guie a entender las Escrituras. Deben ser verdaderos siervos
del Señor que detecten el engaño que veladamente difunden los infiltrados de
Satanás.
La
feligresía tiene que ser uno con sus pastores. Debe apoyarles con sus oraciones
para que con toda firmeza prediquen todo el consejo de Dios para que la
armadura de Dios no presente fisuras por donde el diablo pueda introducir sus
dardos de fuego. Y así permanecer firmes ante las asechanzas del diablo. La
feligresía “orando en todo tiempo con toda oración y suplica en el Espíritu, y
velando en ello con toda perseverancia y súplica por todos los santos (y por
los pastores, indiscutiblemente) a fin de que al abrir (su) boca (les) sea dada palabra para dar a
conocer con denuedo el misterio del evangelio” (Efesios 6: 18,19).
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