COVID- 19
<b>Las secuelas que deja el
coronavirus hacen que muchas personas necesiten asistencia sicológica</b>
El desastre económico, emocional e
intelectual que nace de la embestida global del covid-19 ha servido para
descubrir la fragilidad del ser humano y darnos cuenta que tiempos como el
presente descubren su impotencia. El cineasta <b>Woody Allen</b> en
su autobiografía publicada coincidiendo con el desastre de la pandemia,
titulada. <i>Sobre la nada</i>.. En su obra se refiere al “caos
maligno de un universo sin sentido”. El universo puede ser verdaderamente
peligroso cuando no se le respeta. ¿Sin sentido? No lo creo.
Puede ser
agotador considerar las diversas amenazas en las que tiene que enfrentarse el
ser humano. En medio del caos existente: una buena noticia: Todo lo que hacemos
puede tener sentido. Nos encontramos en
un momento que en escala cósmica se nos
ofrece la posibilidad de dejar de lado el frenesí de las actividades diarias
para poder sentarnos a reflexionar en nuestra manera de vivir que nos lleva al
desastre. En un momento de grande incertidumbre por lo que hace al futuro. Es
hora de reorientar nuestro pensamiento para descubrir que el materialismo nos
lleva a destruir la Tierra. Que el egoísmo sin límites tiene que dejar de ser el
motor que impulsa nuestra manera de vivir actual. Quiera Dios que la reflexión
nos lleve a la posibilidad de dejar entrar en nuestra conciencia la posibilidad
de la existencia de Dios. Ya sé que el comportamiento incorrecto de los
religiosos puede haber desengañado al lector. Es posible que tampoco crea lo
que digo.
Imagínese que
se encuentra en un lugar despoblado contemplando el cielo estrellado. Tal vez
la visión de la magnitud y magnificencia de lo observado le haga plantear la pregunta: algo que funciona
con más precisión que un reloj suizo, ¿cómo ha podido ser? David que de su
descendencia nacería Jesús, antes de ser rey de Israel fue pastor de ovejas.
Durante muchas noches había guardado el rebaño de ovejas de su padre. En las
vigilias, descansando de la fatiga diurna, observaba el resplandor de las
estrellas. Escribe los pensamientos que nacen de su observación: “Los cielos
declaran la gloria de Dios, la expansión proclama la obra de sus manos” (Salmo
19:1). El apóstol Pablo tratando la doctrina de que Dios habla al hombre
mediante la creación, obra de sus manos, escribe: “Porque la ira de Dios se
revela desde el cielo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que
detienen con injusticia la verdad, porque lo que de Dios se conoce les es manifiesto,
pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y
deidad se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo
entendidas por medio de las cosas hechas, de manera que no tienen excusa”
(Romanos 1: 18-21).
Antes he
escrito: “Ya sé que el comportamiento incorrecto de los religiosos puede haber
desengañado al lector”. Es muy grave su responsabilidad por haberse convertido
en obstáculos que impide que los extraviados busquen a Dios, Creador y
Salvador, lo encuentren y reciban el regalo de la vida eterna y así se “liberen
del caos maligno de un universo sin sentido”.
El desengaño
ocasionado por los religiosos que confunde a las personas por no comportarse de
la manera que debieran, no libera al lector de la responsabilidad de buscar la
Verdad que da sentido a su existencia
Cada noche
serena, aunque la brillantez de las estrellas esté algo difusa por la
contaminación de la ciudad, el lector tiene la posibilidad de contemplar “los
cielos (que) proclaman la gloria de Dios, la expansión (que) proclama la obra
de sus manos”. Con la ayuda de telescopios como el existente en el Observatorio
del Tibidabo o en el de Ager, los habitantes de las ciudades pueden ver
ampliada la magnificencia y maravilla de la creación de Dios
El libro de
Proverbios que trata de la sabiduría de Dios
invita al lector que vive inmerso en el “caos maligno de un universo sin
sentido”. “La sabiduría clama en las calles, alza su voz en las plazas, clama
en los principales lugares de reunión, en las entradas de las puertas de la
ciudad dice sus razones. ¿Hasta cuándo, oh simples, amaréis la simpleza, y los
burladores desearán el burlar, y los insensatos aborrecerán la ciencia?”
(Proverbios 1. 20-22).
Octavi Pereña i Cortina
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