POLITICOS CALVINISTAS
<b>La regeneración política depende
de la regeneración espiritual</b>
<b>Francesc de Carreras</b>
comienza así su escrito <i>Holandés y calvinista</i>: “Hace unos
días en el curso de una videoconferencia familiar un hijo mío nos hizo soltar a
todos una carcajada cuando dijo con cara muy seria que a la vista del “personal
político que tenemos en España, la única solución era que viniesen los
<i>hombres de negro</i>, se pusiesen al frente de cada uno de los
ministerios y designaran presidente del Gobierno a un holandés calvinista”. Es
curioso que un joven español proponga como solución del desbarajuste político
en nuestro país, debido a la incompetencia
de los políticos, un Presidentes calvinista.
¿Quién fue <b>Juan
Calvino?</b> Un reformador francés nacido en Noyon y fallecido en Ginebra
(1514-1564). Su enseñanza se basaba exclusivamente en la soberanía absoluta de Dios y la autoridad suprema de la
Biblia como Palabra de Dios que es. Esta enseñanza hizo mella en Holanda y en
los políticos. Allí en donde la Biblia brilla con fuerza las personas y las
naciones salen del oscurantismo y de la superstición religiosa.
En la escala de valores los calvinistas
ponen en primer lugar a Dios y que el ser humano tiene que relacionarse
directamente con Él. Difiriéndose del catolicismo romano que intercala entre
Dios y el hombre a la Iglesia como mediadora principal y como medidores
secundarios la numerosa cohorte de santos y vírgenes, que autoriza ejerzan su
papel de medidores. Cuando la Iglesia se engrandece se empequeñece a Dios. La
Iglesia usurpa las funciones de Dios y lo situ en un lugar secundario. La
Iglesia se alza en la parte alta del podio. El protagonismo que adquiere la
Iglesia hace, entre otras cosas, auto
concederse el poder de perdonar los pecados. Jesús afirma que tiene poder de
perdonar los pecados porque es Dios. Con la relevancia que adquiere la Iglesia,
Jesús no es necesario. Teniendo el fiel católico a un confesor a quien ve, ¿qué
necesidad tiene de Jesús a quien no ve? Mas vale pájaro en mano que cien volando. ¿Y si se diese el caso de que Jesús sea un
mito como muchos aseguran? Cojamos lo
que vemos. A pesar de que los fieles católicos tienen el Nombre de Dios a flor
de labios, realmente no creen en Él. La Iglesia le ha quitado a Dios la
potestad de perdonar los pecados y la ha traspasado al hombre.
El calvinista no creen en la mediación de
la Iglesia, ni en la de santos y vírgenes. Tampoco que el hombre posea el poder
de perdonar los pecados como se atribuye la Iglesia. Para él solamente “hay un
único Dios, y un único Mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre”
(1 Timoteo 2:5). “La sangre de Jesús su Hijo (de Dios) nos limpia de todo
pecado” (1 Juan 1: 7). Nos deja limpios como una patena. Ocurre algo parecido a
lo que le sucede a una camisa blanca tendida en el balcón. No sé por qué, pero
muy a menudo le cae una mota en el
cuello, el lugar más visible de la prenda, suceso que irrita a las mujeres. La
persona cuya alma ha sido blanqueada por la sangre de Jesús no puede soportar
la presencia de tan pequeño como lo que se considera pecado venial. No puede
permitirlo porque su comisión significa que se ha transgredido toda la Ley de
Dios (Santiago 2: 10). Este motivo espiritual hace que el hijo de
<b>Francesc de Carreras</b> aporte como solución al desbarajuste
político español que los <i>hombres de negro</i> pongan como
Presidente del Gobierno a un calvinista.
El apóstol Pablo escribiendo a la iglesia
en Roma dice que la autoridad “es un servidor de Dios para tu bien. Pero si
haces lo malo, teme, porque no en vano lleva la espada, pues es servidor de
Dios vengador para castigar al que hace lo malo” (Romanos 13:
4). El que verdaderamente es calvinista
se toma al pie de la letra su condición de “servidor de Dios”, de que es un
representante suyo para gobernar a su país. Si la característica de Dios es ser
justo en su máxima expresión, el ciudadano calvinista o el que ejerce un cargo público, ambos, en sus respectivas
áreas de responsabilidad, desean que se refleje en ellos de la mejor manera
posible la santidad de Dios.
El político calvinista forma parte de la
membresía de una iglesia local que se reúne para adorar a Dios Padre de nuestro
Señor Jesucristo y deja ante la puerta
del templo los honores públicos que goza. Junto con sus hermanos en la
fe celebra la Cena del Señor, que es el recordatorio de la muerte vicaria de
Jesús en favor de los pecadores. Lo hace con el espíritu que enseña el apóstol
Pablo: “Así pues, todas las veces que coméis este pan y bebéis esta copa la
muerte del Señor anunciáis hasta que Él venga. De manera que cualquiera que
coma este pan o beba esta copa del Señor
indignamente será culpado del cuerpo y sangre del Señor. Por tanto, pruébese
cada uno a sí mismo, y como así del pan y beba de la copa. Porque el que come y
bebe indignamente sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para
sí” (1 Corintios 11: 23-30).
El político calvinista ante el pan y el
vino que simbolizan la muerte de Jesús
para perdón de sus pecados, el reconocimiento de su condición de pecador
arrepentido y perdonado fortalece su fe y la capacidad de aplicar la justicia de Dios en el
desempeño de su responsabilidad política. El hijo de Francesc de Carreras, aun
cuando sea inconscientemente, desea que un político calvinista ocupe la
presidencia del Gobierno de España.
Octavi
Pereña i Cortina
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