2 CRÓNICAS 15:2
“El
Señor estará con vosotros, si vosotros estuvieseis con Él, y si lo buscáis,
será hallado de vosotros, mas si lo dejáis Él también os dejará”
Las malas lenguas dicen que el calvinismo
con el énfasis que pone en la predestinación convierte a los nominados
calvinistas en pasotas, afirmando que si todo está preestablecido, ¿para qué
evangelizar? Quienes semejantes deslices
cometen se dejan en el tintero que los llamados calvinistas somos personas de
toda la Biblia porque “toda la Escritura es inspirada por Dios, a fin que el
hombre de Dios sea perfecto enteramente preparado para toda buena obra” (2
Timoteo 3: 16,17). Se me puede considerar calvinista pero ante todo soy un
cristiano que como dice el apóstol Pablo a su discípulo Timoteo cree en toda la
Escritura, tanto lo que dice respecto a la predestinación, de la salvación
exclusivamente por la fe sin excluir las “buenas obras, las cuales Dios preparó
de antemano para que anduviésemos en ellas” (Efesios 2:10). Como dice Santiago:
“¿Mas quieres saber, hombre vano, que la fe sin obras es muerta? (Santiago
2:20). Con lo dicho creo que es suficiente para demostrar el engaño en que han
caído quienes dicen que los calvinistas no valoran la importancia de las buenas
obras.
La Biblia exige que los cristianos demos
al mundo buenas obras que acreditan que verdaderamente son guiados por el
Espíritu Santo. Si no es así lo que conseguiremos los considerados calvinistas
es que los incrédulos blasfemen el Nombre del Señor ya que consideran que los
cristianos deben ofrecer al mundo unas obras que los acrediten como tales.
El texto que comentamos muestra con
claridad meridiana que el creyente en Jesús no es un ser pasivo que se tumba en
el sofá y con los ojos puestos en el televisor esperando que el Señor haga el
trabajo que nos ha encomendado hacer. El texto que comentamos desmiente la
acusación que despectivamente hacen a los que consideran calvinistas porque
según ellos los calvinistas menosprecian el valor de las buenas obras que
colaboran en la salvación de los
perdidos.
Tengamos bien presente el texto “El Señor
estará con vosotros, si vosotros estáis con Él, y si lo buscáis será hallado de
vosotros, mas si lo dejáis Él también os dejará”. Ser cristiano de sofá no
consta en la Biblia.
SALMO 119: 71
“Bueno
me es haber sido afligido, para que aprenda tus estatutos”
Si Adán no hubiese cometido el grave
error de comer el fruto del árbol prohibido desconoceríamos lo que es el
sufrimiento y la muerte. La desobediencia de Adán no fue un acto inconsciente.
Sabía de primera mano la prohibición y las consecuencias de la desobediencia:
“Mas del árbol de la ciencia del bien y del mal no comeréis, porque el día que
de él comas ciertamente morirás” (Génesis 2:17). Cuando el Señor habla con Adán
y Eva después de la Desobediencia, a la mujer le: “Multiplicaré en gran manera
los dolores de tus preñeces, con dolor darás a luz a tus hijos, y tu deseo será
para tu marido, y él se enseñoreará de ti”. Al hombre le dice: “Maldita será la
tierra por tu causa, con dolor comerás de ella todos los días de tu vida.
Espinos y cardos te producirá, y comerás plantas dl campo. Con el sudor de tu
rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, pues de la fuiste tomado,
pues polvo eres, y al polvo volverás” (Génesis 3: 16-19).
El sufrimiento y la muerte, no nos quepa
ninguna duda, son consecuencia de la desobediencia de Adán y que por el hecho
de estar en sus lomos, la maldición ha recaído sobre toda su descendencia. Pero
el dolor manejado por la misericordia de Dios es una bendición para sus hijos
que andan en valle de sombra de muerte. El salmista dice en el texto que
comentamos. “Bueno me es haber sido afligido, para que aprenda tus estatutos”.
Para los hijos del diablo la aflicción es un germen de odio contra Dios pues,
al no entender cuál es la causa levantan los puños en alto vociferando lo
injusto que es Dios al permitir que sucedan las perversidades a las que nos
tienen acostumbrados los medios de comunicación.
El salmista que es un verdadero hombre de
Dios y que le conoce personalmente, en el salmo que escribe no rehúye hablar
del sufrimiento a la vez que resalta el consuelo que recibe al buscar al Señor:
“Para que aprenda tus estatutos”. Aprender los estatutos” significa que el
salmista profundiza en el conocimiento de Dios, no de manera intelectual sino
experiencial y que por el Espíritu Santo que mora en él se va asemejando a cada día que transcurre más y más a la imagen
de Jesús. Quiera el Señor que el lector pueda decir con el salmista: “Bueno me
es haber sido afligido, para que aprenda tus estatutos.
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