dilluns, 30 d’abril del 2018

APOCALIPSIS 3. 19

“Yo reprendo y castigo a todos los que amo, sé pues celoso y arrepiéntete”
Estas palabras las escribe el apóstol Joan en Nombre de Jesús resucitado a la iglesia de Laodicea. “Yo conozco tus obras, que no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o caliente” (v.10). A la iglesia que Jesús ama y castiga por serle indiferente, le dice: “He aquí, yo estoy a la puerta, y llamo, si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él, y comeré con él, y él conmigo” (v.20).
Raúl Eguía, biólogo molecular, máster en Neurociencia y máster en Matrimonio y Familia, dice: “Desde los cinco años tuve acceso a la pornografía…Piensas que la pornografía es inocua y quedas atrapado. La ciencia hoy reconoce la adicción sexual como una de las peores. En mi caso de cara a fuera todo iba bien, una carrera brillante, pero era presa de un gran sufrimiento. Era un esclavo, no podía controlarme y cada vez necesitaba cosas más fuertes. Hasta que llegué a plantearme seriamente el suicidio”. Raúl dice que estaba casado “pero era mi secreto, vivía en la mentira…Yo era un ateo combativo, sentía un odio visceral contra las religiones y contra la vida…Las adicciones crean una ansiedad fuertísima y yo estaba en plena crisis. Una noche, al borde del suicidio, grité: ¡Si existes, sácame ahora! Me rendí y quedé limpio de la adicción de la noche a la mañana…Sí borré todo contacto y se lo expliqué todo a mi mujer. Luego vinieron los remordimientos de todo el mal que había hecho, y entonces experimenté el amor de Dios, fue como si me quitaran una losa…Desde entonces acompaño a familiares y a personas  con adicciones y depresiones. Así empecé a ver milagro tras milagro. Personas que experimentan el amor de Dios y sanan de raíz como ocurre en el Evangelio de Mateo 8, cuando el leproso se acerca a Jesús y le dice: “Quiero ¡Sanado!” Lo mismo me ocurrió a mí, pero en Nueva York en el siglo XXI”.
Jesús resucitado vive. No es el Jesús que se le recuerda muerto en Semana Santa. El Jesús murto no tiene ningún poder para curar. Jesús resucitado tiene poder para curar la lepra del corazón que hace que personas como Raúl Eguía curen de la adicción a la pornografía o de cualquier otra adicción: Sexo, drogas, trabajo…Jesús está a la puerta de tu corazón y llama para que lo abras. Si haces caso entrará en ti y participarás del banquete nupcial.
“Dios”, dice Raúl, “acude siempre y te toca, pero la gente no nos dejamos tocar porque tenemos problemas de rencor, de perdón. Has de rendirte. El corazón es una puerta que se abre desde dentro. Todo se resume en que todos necesitamos ser amados, reconocidos, y cuando esto no se da la gente sufre una y otra vez. La experiencia de Dios es dejarse amar por Él, así de sencillo. Tenemos una coraza tan enorme que impedimos que nos amen gratuitamente, y eso es lo que hace Jesús, siempre te toca, es una experiencia tangible, y tú no tienes que hacer nada, solo dejarte amar, sentir que alguien te escucha”. Lector angustiado por la adicción:¡Ábrele a Jesús la puerta de tu corazón y el amor curativo de Dios inundará tu ser! La Verdad te hará libre


                                                          

SALMO 63: 1

“Dios, Dios mío eres tú. De madrugada te buscaré, mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida, donde no hay aguas”
El preámbulo del salmo nos ayuda a entenderlo: “Salmo de David cuando estaba en el desierto de Judá”. Sin duda alguna, David y sus hombres deambulaban por el desierto huyendo de la persecución de Saúl. Estaban sedientos. El anhelo de David por el agua que refresca el ardor de una garganta reseca por la falta de agua también la pone de manifiesto  cuando estando “en el lugar fuerte, y había en Belén una guarnición de los filisteos. Y David dijo con vehemencia: ¡Quién me diera a beber del agua del pozo de Belén que está junto a la puerta!”  (2 Samuel 23: 14,15). A pesar de la sed  que abrasaba sus labios  David rechazó beberla cuando tres de sus hombres exponiendo sus vidas se la trajeron, diciendo: “Lejos sea de mí, oh Señor, que yo haga esto. ¿He de beber yo la sangre de los varones que fueron con peligro de sus vidas? Y no quiso beberla” (v.17).
David estaba sediento. La sed corporal le impulsa a hablar de la sed espiritual que describe con una imagen muy gráfica: “Dios mío eres tú, de madrugada te buscaré, mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra seca y árida, donde no hay aguas”. El alma de David estaba reseca y agrietada como la tierra que lleva años sin que caiga del cielo ni una sola gota de aguja. Por la pluma del profeta Isaías Dios nos dice: “A todos los sedientos: venid a las aguas, y los que no tienen dinero, venid, comprad y comed. Venid, comprad sin dinero y sin precio, vino y leche” (55:1). Dios se dirige a los sedientos. Quienes tienen a mano el agua fresca del pozo de Belén, la invitación de Dios les resbala. Quienes tienen auténtica sed de Dios no se conforman con una gotitas de agua caídas al azar por haber escuchado accidentalmente algo de Dios. Los sedientos como David buscan a Dios de madrugada. Hacen esfuerzos para beber el agua viva que es Jesús. No se conforman con oír o leer unas palabras sobre Jesús  que les entran por un oído y salen por el otro, sin quedar nada dentro. Se levantan al amanecer y beben de la Fuente  de la que  mana el agua viva que apaga la sed de Dios que tiene el alma. No esperan indolentemente en que alguien se le acuda de llevarles un vasito de agua. Como la necesidad apremia se levantan de la cama para que en la soledad y el silencio de la cámara secreta abren la Biblia, levantan sus oraciones hacia el trono de la gracia en donde brota el agua viva que sus almas necesitan urgentemente. La necesidad no puede esperar.
Una alma satisfecha con las aguas turbias que el mundo ofrece no necesita el agua viva. El alma insatisfecha de los placeres que el mundo ofrece es la que forma parte de los sedientos a los que Isaías se dirige para que beban el agua viva que apaga la sed ardiente de Dios que hay en ellos.



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