SAMO 34: 19,20
“Muchas
son las aflicciones del justo, pero de todas ellas le librará el Señor. Él
guarda todos sus huesos, ninguno de ellos será quebrantado”
En el salmo 34 David expresa su gratitud a Dios por
haberle librado de las dificultades, en concreto de Saúl, su suegro, que le
perseguía a muerte. Huyendo David de su enemigo buscó refugio en tierra de los
filisteos, en Aquis rey de Gad. Este relato lo encontramos en 1 Samuel 21:
10-15. David abandona las llamas y cae en las ascuas. Los siervos de Aquis
reconocieron a David y se lo comunicaron
al rey recordando los cánticos con que las doncellas de Israel entonaban cuando
David regresaba victorioso de las batallas contra los filisteos: “Hirió Saúl a sus miles, y David a sus diez
miles”. “David puso estas palabras en
su corazón y tuvo gran temor de Aquis rey de Gad”. David fingió estar loco
y actuaba como si estuviese falto de entendimiento. Esta estratagema le salvó
la vida.
El salmo 34 expresa la gratitud de David hacia el
Señor por haber sido liberado de morir en manos de los filisteos. David se
refiere a las aflicciones por las que atraviesa el justo. Debemos recordar que
los justos según la Biblia
no son personas buenas , sino pecadores que por la fe en Jesús Dios los cubre
con la justicia de Jesús y en Él los ve como si nunca hubiesen pecado porque la
sangre de Jesús vertida en la cruz del
Gólgota los limpia de todos sus pecados.
Bien, los justos de la Biblia son los redimidos
por Jesús. Son los hijos de Dios que peregrinan por este mundo hasta el momento
en que Dios los llama a su presencia. Los justos son, por tanto, pecadores que
viven rodeados de pecadores que no sienten temor de Dios y que son guiados por
motivos carnales: enemistades, pleitos, celos, iras, contiendas, homicidios…No
es de extrañar que los justos no se encuentren bien en un entorno tan distinto
a su manera de ser y que los hijos del diablo rechacen la presencia de los
hijos de Dios. No debe extrañarnos, pues, que los justos sufran siempre algún
tipo de persecución, de que sean muchas sus aflicciones. Pero Dios no permitirá
que nos ahoguemos en ellas.”De todas
ellas nos librara el Señor”.
No debemos entender que las tribulaciones que sufren
los justos sean forzosamente castigos del Señor. No. En algunos casos sí porque
Dios nos tiene por hijos y, el Padre castiga a sus hijos si estos no andan
rectamente. Pero en la mayoría de las veces las aflicciones son los medios que
Dios utiliza para que sus hijos que siguen siendo pecadores se vayan
desprendiendo de las escorias que deslustran el oro que somos en Cristo Jesús y
así podamos resplandecer como luminares en medio de las espesas tinieblas
espirituales que nos envuelven.
Las aflicciones también sirven para cogernos con
fuerza en el Dios todopoderoso que nos fortalece para hacer huir al diablo
cuando le resistimos y así seguir glorificando a Dios nuestro Salvador.
SALMO 44:21
“¿No demandaría Dios esto?
Porque él conoce los secretos del corazón”
¿Qué secretos del corazón conoce Dios por los que se
ve obligado a pedir cuentas? El mismo salmista responde a la pregunta: “Si nos hubiésemos olvidado del Nombre de
nuestro Dios, o levantado nuestras manos a dios ajeno” (v.20) el Señor lo
sabría porque conoce los secretos del corazón. Para Dios la noche es como el
día: lo ve todo. Nada se esconde a sus ojos escrutadores. Por decirlo con
lenguaje moderno, Dios se comporta como estos cachivaches actuales que permiten
ver en la oscuridad de la noche. El hecho de que Dios lo sabe todo y que nada
puede pasar desapercibido a sus ojos debe ser motivo de preocupación por parte nuestra si se da el caso de que no
vivimos conforme a su Ley. Sería muy interesante la lectura de Ezequiel 8 que
nos muestra como Dios conoce al dedillo las abominaciones que se cometían en el
interior del templo de Jerusalén que debía ser un lugar santo pero que se había
convertido en un espacio inmundo por haber sido contaminado por el
comportamiento impío de los sacerdotes.
El salmista hace un breve recordatorio de las
maravillosas obras de Dios a lo largo de la historia de su pueblo pero que por
el pecado de Israel “nos ha desechado, y
nos has hecho avergonzar, y no sales con nuestros ejércitos. Nos has hecho
retroceder delante del enemigo, y nos saquean para sí los que nos aborrecen…”Israel
e ha convertido en una nación impía porque
ha dejado de ser el pueblo de Dios. La mayoría de sus ciudadanos se ha vuelto a
otros dioses. Al antiguo Israel le sucedió lo mismo que le ocurre a la
cristiandad de hoy, muchos se consideran cristianos pero hijos de Dios hay muy
pocos. Ante el insano clima religioso que se respiraba en Israel, el salmista
junto con el remanente fiel clamaban a Dios: “Despiértate, ¿por qué duermes señor? Despierta, no te alejes para
siempre. ¿Por qué escondes tu rostro, y te olvidas de nuestra aflicción, y de
la opresión nuestra? Porque nuestra alma está agobiada hasta el polvo, y
nuestro cuerpo está postrado hasta la tierra. Levántate para ayudarnos, y
redímenos por causa de tu misericordia”.
Cuando la sociedad en general se había apartado de
Dios, el salmista y el remanente fiel intercedían ante el Señor implorando la
misericordia de Dios a favor del pueblo infiel ya que conocían el terrible
final que le aguardaba si no se volvían al Señor antes de su fallecimiento.
Entonces sería demasiado tarde para hacerlo. De manera parecida al apóstol
Pablo estaban dispuestos a dar sus vidas si ello fuera posible para la
conversión del pueblo infiel.
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