dilluns, 8 de desembre del 2014


1 TIMOTEU 4: 7,8


“Ejercítate en la piedad, porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida , y de la venidera”

Vivimos en unos tiempos en los que prevalece el culto al cuerpo. Todo lo que tiene que ver con terapias antienvejecimiento es un campo que produce millones de euros de beneficio. Los gimnasios brotan como las flores en primavera. La sociedad actual gira entorno a la juventud y como preservarla con el paso de los años. Es tanta la obsesión en querer conservar la belleza juvenil que las personas, principalmente las mujeres, pasan por los quirófanos estéticos con el propósito de adquirir rasgos faciales que les asemejen a los ídolos del cine o de la  pasarela. Mucha atención se le presta al cuerpo y poca preocupación se le brinda al alma. La atención desproporcionada que se le da al cuerpo en detrimento del alma, en gran parte es la culpable del incremento de la diversidad de enfermedades mentales que son un azote para la sociedad occidental actual.

Parece ser que el interés excesivo por el cuerpo no es cosa de nuestros días. Cuando el apóstol Pablo escribe el texto que comentamos nos descubre que en la antigüedad tal preocupación también existía. El apóstol expone su preocupación porque no es un asunto banal, sino que tiene consecuencias eternas. El apóstol contrasta dos ejercicios: el corporal con la piedad. Apremia a sus lectores a que se decidan: por el cultivo del alma para conservar el cuerpo sano y bello a lo largo de toda la vida terrenal.

El hecho de que la “piedad para todo aprovecha pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera” , no significa que deba llegarse al extremo enfermizo de someter el cuerpo a prolongados ayunos  y dolorosas laceraciones para que no interfiera en la salud del alma. El cristiano debe cuidar dentro de límites razonables su cuerpo, procurando mantenerlo sano dentro de unos límites. A fin de cuentas Dios también se preocupa por nuestro cuerpo ya que en su día el cuerpo destinado a la muerta para ser pasto de los gusanos, en el día final lo resucitará un cuerpo inmortal e incorruptible. El ejercicio corporal no debe interferir en ejercitarse en la piedad. Ello se debe a que “ejercitarse en la piedad tiene promesa de esta vida presente y de la venidera”. El ejercicio de la piedad contribuye a conservar la salud corporal.

Ejercitarse en la piedad requiere tiempo. Debe programarse el día para que haya un hueco para la lectura de la Biblia y la oración. El cultivo del alma produce la salud mental tan necesaria en nuestros días en un mundo convulsionado por el estrés, depresiones…, a la vez mantiene viva la promesa de la vida venidera que se hará efectiva el día de la resurrección


LUCAS 2:20


“Y volvieron los pastores glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto, como se les había dicho”

Muchas son las personas que de oídas han oído el Nombre de Jesús, pero que no le conocen. Suponen que fue un gran hombre que hizo milagros, que se pudo al lado de los débiles,, que se enfrentó al poder religioso. Todo esto es cierto. Pero hay algo más.

Los comentaristas dicen que los pastores guardaban el rebaño de ovejas iban destinadas a ser sacrificadas en el templo. De ser cierta dicha interpretación cada uno de los animales eran un tipo del Mesías anunciado por el profeta Isaías que fue “herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados,, el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por su llaga fuimos curados” (53:5). Quizás los pastores de oídas conocían el significado redentor de las ovejas que cuidaban pero, saber la verdad de oídas no cambia a las personas.

El texto nos dice que los pastores “velaban y guardaban las vigilias de la noche sobre su rebaño” (v.8). Conociendo la condición humana es muy probable que los pastores que estaban despiertos y que se calentaban sentados alrededor de una hoguera pasasen la vigilia explicándose relatos picantes. Encontrándose los pastores cumpliendo con su deber de vigilar el rebaño, “y he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor les rodeó de resplandor” (v.9). A menudo la experiencia espiritual redentora es imprevista. Los pastores distraídos contándose historias no se esperaban la presencia evangélica y ni mucho menos que ellos deberían ser los protagonistas de tan sobrenatural acontecimiento. Sorprendidos sí, obedecieron el mandato de ir a Belén y vieron que era cierto todo lo que les dijo el ángel.. Conocer la verdad transforma. “Y al verlo, dieron a conocer todo lo que se les había dicho acerca del niño. Y todos los que lo oyeron, se maravillaron de lo que los pastores les decían” (vv.17,18). La ley de causa y efecto también es aplicable en el campo de la espiritualidad. Todo encuentro con Jesús, por pequeño que sea,  produce gozo y, el gozo no puede mantenerse encerrado en la mazmorra del corazón. El gozo vuela a través de las rejas y como blanca paloma vuela gozosa anunciando al mundo que un Niño nos es nacido en Belén. El Príncipe de paz ha venido para ser conducido como oveja al matadero para dar salvación a quienes creen en Él, al pueblo de Dios.

La pregunta que le hago al lector es: ¿Adoras en espíritu y en verdad al Niño nacido en Belén?

http:octaviperenyacortina22.blogespot.com

 

 

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