1 TIMOTEU 4: 7,8
“Ejercítate en la piedad, porque
el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo
aprovecha, pues tiene promesa de esta vida , y de la venidera”
Vivimos en unos tiempos en los
que prevalece el culto al cuerpo. Todo lo que tiene que ver con terapias
antienvejecimiento es un campo que produce millones de euros de beneficio. Los
gimnasios brotan como las flores en primavera. La sociedad actual gira entorno
a la juventud y como preservarla con el paso de los años. Es tanta la obsesión
en querer conservar la belleza juvenil que las personas, principalmente las
mujeres, pasan por los quirófanos estéticos con el propósito de adquirir rasgos
faciales que les asemejen a los ídolos del cine o de la pasarela. Mucha atención se le presta al
cuerpo y poca preocupación se le brinda al alma. La atención desproporcionada
que se le da al cuerpo en detrimento del alma, en gran parte es la culpable del
incremento de la diversidad de enfermedades mentales que son un azote para la
sociedad occidental actual.
Parece ser que el interés
excesivo por el cuerpo no es cosa de nuestros días. Cuando el apóstol Pablo
escribe el texto que comentamos nos descubre que en la antigüedad tal
preocupación también existía. El apóstol expone su preocupación porque no es un
asunto banal, sino que tiene consecuencias eternas. El apóstol contrasta dos
ejercicios: el corporal con la piedad. Apremia a sus lectores a que se decidan:
por el cultivo del alma para conservar el cuerpo sano y bello a lo largo de
toda la vida terrenal.
El hecho de que la “piedad
para todo aprovecha pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera”
, no significa que deba llegarse al extremo enfermizo de someter el cuerpo a
prolongados ayunos y dolorosas
laceraciones para que no interfiera en la salud del alma. El cristiano debe
cuidar dentro de límites razonables su cuerpo, procurando mantenerlo sano
dentro de unos límites. A fin de cuentas Dios también se preocupa por nuestro
cuerpo ya que en su día el cuerpo destinado a la muerta para ser pasto de los
gusanos, en el día final lo resucitará un cuerpo inmortal e incorruptible. El
ejercicio corporal no debe interferir en ejercitarse en la piedad. Ello se debe
a que “ejercitarse en la piedad tiene promesa de esta vida presente y de la
venidera”. El ejercicio de la piedad contribuye a conservar la salud
corporal.
Ejercitarse en la piedad requiere tiempo. Debe programarse el día para
que haya un hueco para la lectura de la Biblia y la oración. El cultivo del
alma produce la salud mental tan necesaria en nuestros días en un mundo
convulsionado por el estrés, depresiones…, a la vez mantiene viva la promesa de
la vida venidera que se hará efectiva el día de la resurrección
LUCAS 2:20
“Y volvieron los pastores
glorificando y alabando a Dios por todas las cosas que habían oído y visto,
como se les había dicho”
Muchas son las personas que de oídas han oído el Nombre de Jesús, pero
que no le conocen. Suponen que fue un gran hombre que hizo milagros, que se
pudo al lado de los débiles,, que se enfrentó al poder religioso. Todo esto es
cierto. Pero hay algo más.
Los comentaristas dicen que los pastores guardaban el rebaño de ovejas
iban destinadas a ser sacrificadas en el templo. De ser cierta dicha
interpretación cada uno de los animales eran un tipo del Mesías anunciado por
el profeta Isaías que fue “herido por nuestras rebeliones, molido por
nuestros pecados,, el castigo de nuestra paz fue sobre Él, y por su llaga
fuimos curados” (53:5). Quizás los pastores de oídas conocían el
significado redentor de las ovejas que cuidaban pero, saber la verdad de oídas
no cambia a las personas.
El texto nos dice que los pastores “velaban y guardaban las vigilias
de la noche sobre su rebaño” (v.8). Conociendo la condición humana es muy
probable que los pastores que estaban despiertos y que se calentaban sentados
alrededor de una hoguera pasasen la vigilia explicándose relatos picantes.
Encontrándose los pastores cumpliendo con su deber de vigilar el rebaño, “y
he aquí, se les presentó un ángel del Señor, y la gloria del Señor les rodeó de
resplandor” (v.9). A menudo la experiencia espiritual redentora es
imprevista. Los pastores distraídos contándose historias no se esperaban la
presencia evangélica y ni mucho menos que ellos deberían ser los protagonistas
de tan sobrenatural acontecimiento. Sorprendidos sí, obedecieron el mandato de
ir a Belén y vieron que era cierto todo lo que les dijo el ángel.. Conocer la
verdad transforma. “Y al verlo, dieron a conocer todo lo que se les había
dicho acerca del niño. Y todos los que lo oyeron, se maravillaron de lo que los
pastores les decían” (vv.17,18). La ley de causa y efecto también es
aplicable en el campo de la espiritualidad. Todo encuentro con Jesús, por
pequeño que sea, produce gozo y, el gozo
no puede mantenerse encerrado en la mazmorra del corazón. El gozo vuela a
través de las rejas y como blanca paloma vuela gozosa anunciando al mundo que un
Niño nos es nacido en Belén. El Príncipe de paz ha venido
para ser conducido como oveja al matadero para dar salvación a quienes creen en
Él, al pueblo de Dios.
La pregunta que le hago al lector es: ¿Adoras en espíritu y en verdad
al Niño nacido en Belén?
http:octaviperenyacortina22.blogespot.com
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