¿DÓNDE SE ORIGINA LA VIOLENCIA?
<b>La
violencia cual nuestra propia sombra nos persigue constantemente sin poder
deshacernos de ella</b>
Un
jugador de fútbol podría quedarse paralítico a resultas de haber recibido un
puntapié después de un partido en Calella. Una maestra de Leeds, Gran Bretaña,
fue apuñalada hasta morir por uno de sus alumnos. Un rapero murió en una riña
callejera en Sant Adrià del Besòs. Lo citado sólo es una degustación de
violencia. Si se siguen las noticias descubriremos que también existe una
violencia de alta intensidad. Con ello se nos plantea una pregunta: ¿Somos una
sociedad violenta?
El
profesor de Psicología y Criminología de
la Universidad de Barcelona <b>Santiago Redondo</b> dice: “No
existe una sociedad sin violencia, la humana es la que más ha evolucionado
hacia la pacificación”. <b>Mercè Mitjavila</b>, profesora de
Psicología de la Universidad Autónoma de Barcelona asegura: “Nuestra especie
está dotada de una capacidad innata para la respuesta agresiva, clave para
garantizar la supervivencia”.
La
profesora <b>Mercè Mitjavila</b> introduce el término agresividad
que no es lo mismo que violencia. Para el <b>Dr. Eduard Vita</b>,
director del servicio de psiquiatría y sicología del Hospital Clínic de
Barcelona “la agresividad es una conducta de raíces sicológicas que actúa como
mecanismo de autodefensa”. Para <b>Mercè Mitjavila</b> la violencia
es otra cosa: Esto ya es más propio de la especie humana. La violencia no tiene
justificación , ni función defensiva o adaptativa. La violencias suele ir
acompañada de una intencionalidad para hacer mal o destruir”. Para el siquiatra
<b>Eduard Vita</b>la violencia es una prolongación de las
agresividad y para ejercerla (aquí se encuentra una de las principales
diferencias entre un animal y un humano) suelen utilizarse armas que van más
allá de las naturales como lo son “las extremidades, dientes y uñas”. Todos
estos especialistas en el comportamiento humano tienen en común que la
agresividad y la violencia humana son el resultado de las raíces psicológicas
que el <i>homo sapiens</i> ha heredado de sus ancestros animales.
El proceso evolutivo le ha colocado en la cúspide evolutiva sin dejar de ser un
animal como las otras especies.
El
ser humano es mucho más que el resultado de un proceso evolutivo que sigue
activo y, por lo tanto con la posibilidad, como insinúa el profesor de
Sicología y Criminología <b>Santiago Redondo</b>, “la humana es la
especie que más ha evolucionado hacia la pacificación”. La supuesta evolución
que nos ha llevado hasta este nivel de pacificación (¿) ¿Seguirá haciendo su
trabajo de perfeccionamiento hasta llegar al hombre perfecto? Una ilusión que
se deshace como un helado expuesto al sol.
El
ser humano no es el resultado de un supuesto proceso evolutivo iniciado hace millones
de años, sino una creación independiente hecha a imagen del Creador. Dios da a
la criatura un mandamiento de obligado cumplimiento que debe obedecer para
seguir teniendo comunión con él: “Del árbol del conocimiento del bien y del
mal, no comerás, porque el día que comas, ciertamente morirás” (Génesis 2:17).
Y así fue. El resultado de la desobediencia fue la expulsión del jardín y la
introducción del germen de la violencia en Adán y en su descendencia. Caín mató
a Abel. En el tiempo de Noé “el Señor vio que la maldad de los hombres era
mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamiento del corazón de ellos
era de continuo solamente el mal” (Génesis 6:5). Certeramente el filósofo afro
americano <b>Alain Locke</b> escribió: “Harlem es el precioso fruto
del jardín del Edén” <b>Alecksandr Solzenitzen</b> que vivió en su
propia carne las atrocidades de los gulags siberianos, escribe: “Los hombres se
han olvidado de Dios, esto es la causa de todo lo que ha pasado…Si hoy se nos
preguntase la causa de la ruinosa Revolución que se ha tragado a más de 60
millones de nuestro pueblo, no podría decirlo mejor que repetir: los hombres se
han olvidado de Dios, esta es la causa de todo lo que ha ocurrido”. Con la
clarividencia que le caracteriza,
<b>Solzenitzen</b> escribe: “La línea entre el bien y el mal
no pasa entre naciones y culturas, grupos y razas, sino por el centro de cada
corazón humano”. Y,<b>Jesús</b> afirma: del corazón provienen los
malos pensamientos” (Mateo 15:19), que se convierten en los actos violentos que
son el menú de cada día”
Octavi Pereña i Cortina
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