dilluns, 8 de setembre del 2014


MARCOS, 7:9


“Y les decía también (Jesús): Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición”

La Biblia, la Palabra de Dios es la plomada que sirve para descubrir si las paredes de la iglesia, no el edificio de piedra, sino el Cuerpo de Cristo, suben verticalmente. Jesús contrasta mandamiento de Dios con tradición humana. El hecho de que lo haga debe servir para iniciar una profunda reflexión pues con suma facilidad tenemos la tendencia a alterar el orden de los factores que no da el resultado apetecido.

La autoridad máxima en la iglesia es la Biblia. La Palabra de Dios debe ser la plomada que fiscalice la calidad del magisterio docente global de la iglesia. Para ello la Biblia debe ocupar el centro de la iglesia. Es un síntoma de que la Biblia pierde autoridad en la iglesia cuando el púlpito no ocupa el centro del estrado. Físicamente puede ocupar el centro de la plataforma pero espiritualmente se relega el púlpito del centro. Cuando esto sucede la denuncia que hace Jesús es actual y merece que se le preste la debida atención.

Citando al profeta Isaías Jesús dice a los escribas y fariseos: “Hipócritas, bien profetizó de vosotros Isaías cuando dijo: Este pueblo de labios me honra, mas su corazón está lejos de mí: Pues en vano me honran, enseñando como doctrinas, mandamientos de hombre” (Mateo 15:7-9). Tradición y mandamientos de hombre es lo mismo. Jesús denuncia su presencia en la iglesia y por tanto debe ser responsabilidad de las autoridades eclesiásticas  locales para que ni los mandamientos de hombre ni la tradición  ocupen el más mínimo espacio en la iglesia que pastorean.

El Espíritu Santo por la pluma de Salomón da una descripción que bien puede ser una iglesia local: “Pasé junto al campo del hombre perezoso, y junto a la viña del hombre falto de entendimiento, y he aquí por toda ella habían crecido los espinos, ortigas habían cubierto su faz, y su cerca de piedra estaba destruida…” (Proverbios 24:30-34).

La descripción que el Señor hace de la viña del hombre falto de entendimiento, ¿coincide con la iglesia en la que me congrego? Si es así dejemos de cabecear otro poco y de poner mano sobre mano otro poco para seguir dormidos. Seamos como las cinco vírgenes prudentes que estaban preparadas y cuando el Esposo llegó entraron con Él en el banquete nupcial. Las otro cinco insensatas precipitadamente fueron en busca del aceite para sus lámparas. Cuando llegaron la puerta estaba cerrada. Llamaron insistentemente para que se les abriese la puerta. A través de ella oyeron la voz del Esposo que las censuraba con estas palabras: “De cierto os digo, que no os conozco” (Mateo 25:12). La pereza en buscar la Verdad para que prevalezca siempre pasa factura.


MARCOS 10: 26,27


“¿Quién, pues, podrá ser salvo? Entonces, Jesús mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, mas para Dios, no, porque todas las cosas son posibles para Dios”

La pregunta que los discípulos le hacen a Jesús: ¿Quién, pues, podrá ser salvo?”está relacionada con el interrogante que el joven rico le plantea a Jesús: “¿Qué haré para heredar la vida eterna?” El joven que está preocupado por su salvación plantea mal la pregunta. Considera que la salvación consiste en hacer obras, lo cual es un error. Como quiera que tiene un concepto equivocado de sí mismo y se cree justo considera que desde su juventud ha sido fiel cumplidor de la ley de Dios. El Señor descubre el engaño que se esconde dentro del corazón del joven al decirle: “Una cosa te falta: anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el cielo” . ¿Cuál fue la respuesta que dio el joven que quería salvarse” “Pero el afligido por esta palabra  se fue triste porque tenía muchas posesiones”.

A este joven que se le conoce como el joven rico, sus posesiones materiales le impidieron entrar en la vida eterna porque su corazón guardaba un tesoro que le impedía amar a Dios con toda su alma y con todas sus fuerzas. En el corazón del joven existía el dios dinero que interfería su relación con el Dios eterno. A los discípulos asombrados por las palabras dichas al joven, Jesús les dice: “Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas!”

En cierta ocasión  Jesús dice a sus discípulos: “No temáis manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha placido daros el reino. Vended lo que poseéis, y dad limosna, haceos bolsas que no envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde el ladrón no llega, ni la polilla destruye. Porque donde está vuestro tesoro , allí estará también vuestro corazón” Lucas 12:32-34).

En el corazón del  hombre nacido de mujer siempre existen tesoros que impiden apropiarse el tesoro que no envejece y que los ladrones no pueden robar: Jesús. A la pregunta:”?Quién, pues, podrá ser salvo?” que los discípulos le hicieron a Jesús, la respuesta que les da el Señor es correcta: “Para los hombres es imposible, pero para Dios, no, porque todas las cosas son posibles para Dios”. La salvación se origina en Dios que produce el misterio del nuevo nacimiento que inicia la nueva vida que consiste en un progresivo abandono de los tesoros escondidos en el corazón para irlos sustituyendo por el tesoro escondido en el campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo, y gozoso por ello va y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo” (Mateo 13:44) Poseer a Jesús bien vale la pena de renunciar a los tesoros que perecen y que impiden la entrada en el reino de Dios.

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