MARCOS, 7:9
“Y les decía también (Jesús):
Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición”
La Biblia, la Palabra de Dios es
la plomada que sirve para descubrir si las paredes de la iglesia, no el
edificio de piedra, sino el Cuerpo de Cristo, suben verticalmente. Jesús
contrasta mandamiento de Dios con tradición humana. El hecho de que lo haga
debe servir para iniciar una profunda reflexión pues con suma facilidad tenemos
la tendencia a alterar el orden de los factores que no da el resultado
apetecido.
La autoridad máxima en la iglesia es la Biblia. La Palabra de Dios debe
ser la plomada que fiscalice la calidad del magisterio docente global de la
iglesia. Para ello la Biblia debe ocupar el centro de la iglesia. Es un síntoma
de que la Biblia pierde autoridad en la iglesia cuando el púlpito no ocupa el
centro del estrado. Físicamente puede ocupar el centro de la plataforma pero
espiritualmente se relega el púlpito del centro. Cuando esto sucede la denuncia
que hace Jesús es actual y merece que se le preste la debida atención.
Citando al profeta Isaías Jesús dice a los escribas y fariseos: “Hipócritas,
bien profetizó de vosotros Isaías cuando dijo: Este pueblo de labios me honra,
mas su corazón está lejos de mí: Pues en vano me honran, enseñando como
doctrinas, mandamientos de hombre” (Mateo 15:7-9). Tradición y mandamientos
de hombre es lo mismo. Jesús denuncia su presencia en la iglesia y por tanto
debe ser responsabilidad de las autoridades eclesiásticas locales para que ni los mandamientos de
hombre ni la tradición ocupen el más
mínimo espacio en la iglesia que pastorean.
El Espíritu Santo por la pluma de Salomón da una descripción que bien
puede ser una iglesia local: “Pasé junto al campo del hombre perezoso, y
junto a la viña del hombre falto de entendimiento, y he aquí por toda ella
habían crecido los espinos, ortigas habían cubierto su faz, y su cerca de
piedra estaba destruida…” (Proverbios 24:30-34).
La descripción que el Señor hace de la viña del hombre falto de
entendimiento, ¿coincide con la iglesia en la que me congrego? Si es así
dejemos de cabecear otro poco y de poner mano sobre mano otro poco para seguir
dormidos. Seamos como las cinco vírgenes prudentes que estaban preparadas y
cuando el Esposo llegó entraron con Él en el banquete nupcial. Las otro cinco
insensatas precipitadamente fueron en busca del aceite para sus lámparas.
Cuando llegaron la puerta estaba cerrada. Llamaron insistentemente para que se
les abriese la puerta. A través de ella oyeron la voz del Esposo que las
censuraba con estas palabras: “De cierto os digo, que no os conozco” (Mateo
25:12). La pereza en buscar la Verdad para que prevalezca siempre pasa factura.
MARCOS 10: 26,27
“¿Quién, pues, podrá ser salvo?
Entonces, Jesús mirándolos, dijo: Para los hombres es imposible, mas para Dios,
no, porque todas las cosas son posibles para Dios”
La pregunta que los discípulos le hacen a Jesús: ¿Quién, pues, podrá
ser salvo?”está relacionada con el interrogante que el joven rico le
plantea a Jesús: “¿Qué haré para heredar la vida eterna?” El joven que
está preocupado por su salvación plantea mal la pregunta. Considera que la
salvación consiste en hacer obras, lo cual es un error. Como quiera que tiene
un concepto equivocado de sí mismo y se cree justo considera que desde su
juventud ha sido fiel cumplidor de la ley de Dios. El Señor descubre el engaño
que se esconde dentro del corazón del joven al decirle: “Una cosa te falta:
anda, vende todo lo que tienes, y dalo a los pobres, y tendrás un tesoro en el
cielo” . ¿Cuál fue la respuesta que dio el joven que quería salvarse” “Pero
el afligido por esta palabra se fue
triste porque tenía muchas posesiones”.
A este joven que se le conoce como el joven rico, sus posesiones
materiales le impidieron entrar en la vida eterna porque su corazón guardaba un
tesoro que le impedía amar a Dios con toda su alma y con todas sus fuerzas. En
el corazón del joven existía el dios dinero que interfería su relación con el
Dios eterno. A los discípulos asombrados por las palabras dichas al joven,
Jesús les dice: “Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a
los que confían en las riquezas!”
En cierta ocasión Jesús dice a
sus discípulos: “No temáis manada pequeña, porque a vuestro Padre le ha
placido daros el reino. Vended lo que poseéis, y dad limosna, haceos bolsas que
no envejezcan, tesoro en los cielos que no se agote, donde el ladrón no llega,
ni la polilla destruye. Porque donde está vuestro tesoro , allí estará también
vuestro corazón” Lucas 12:32-34).
En el corazón del hombre nacido
de mujer siempre existen tesoros que impiden apropiarse el tesoro que no
envejece y que los ladrones no pueden robar: Jesús. A la pregunta:”?Quién,
pues, podrá ser salvo?” que los discípulos le hicieron a Jesús, la
respuesta que les da el Señor es correcta: “Para los hombres es imposible,
pero para Dios, no, porque todas las cosas son posibles para Dios”. La
salvación se origina en Dios que produce el misterio del nuevo nacimiento que
inicia la nueva vida que consiste en un progresivo abandono de los tesoros
escondidos en el corazón para irlos sustituyendo por el tesoro escondido en
el campo, el cual un hombre halla, y lo esconde de nuevo, y gozoso por ello va
y vende todo lo que tiene, y compra aquel campo” (Mateo 13:44) Poseer a
Jesús bien vale la pena de renunciar a los tesoros que perecen y que impiden la
entrada en el reino de Dios.
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