¿EXISTE DIOS?
<B>La
existencia de Dios es un tema que preocupa a muchos aún cuando quieran evadirlo
diciendo que nadie ha regresado del más allá para poder explicar lo que
hay</b>
El
pintor <b>Antoni Pitxot</b> hace una declaración que muchas
personas la suscriben fruto del agnosticismo: “Quizás llegue un día en que la
ciencia demuestre la existencia de Dios”.
Una
afirmación para pensar en ella. “Porque lo que de Dios se conoce les es
manifiesto, pues Dios se lo manifestó. Porque las cosas invisibles del, su
eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del
mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen
excusa” (Romanos 1:19,20).
Referente
a las cosas concernientes a Dios Jesús hace esta plegaria. “Yo te alabo, oh Padre,
Señor del cielo y de la tierra, porque escondiste estas cosas a los
sabios y entendidos, y las has revelado a los niños. Sí, Padre, porque así te
agradó” (Lucas 10:21). Según Jesús, si no nos volvemos como niños y nos
deshacemos de nuestra arrogancia de adultos, las cosas de Dios permanecen
siendo un misterio indescifrable. Según la declaración del apóstol Pablo pensar
que la existencia de Dios depende de los descubrimientos científicos, no es
razonable. Los niños sin conocimientos científicos pueden llegar a creer en Él
con sólo observar el firmamento estrellado sin prejuicios. La humildad es el
requisito imprescindible para adquirir sabiduría.
En
cierta ocasión se le preguntó a Jesús porque utilizaba las parábolas en sus
discursos. La respuesta que dio es aplicable al tema que trata este escrito:
“Por eso les hablo en parábolas: porque viendo no ven, y oyendo no oyen, ni
entienden. De manera que se cumple en ellos la profecía de Isaías, que dice: De
oído oiréis, y no entenderéis, y viendo veréis, pero no percibiréis. Porque el
corazón de este pueblo se ha engrosado, y con los oídos oyen pesadamente, y han
cerrado los ojos, para que no vean con sus ojos, y oigan con los oídos, y con
el corazón entiendan, y se conviertan, y yo los sane” (Mateo 13:13-15). Se dice
que el órgano que no se utiliza se atrofia y se hace inservible. Eso puede
perfectamente aplicarse en el campo del espíritu: “Porque a cualquiera que
tiene”, dice Jesús, “se le dará, y tendrá más, pero al que no tiene, aún lo que
tiene se le quitará” (Mateo 13:12).
El
hombre ha sido creado para que tenga relación íntima con el Creador. Esta
intimidad con Dios empezó a perderse cuando, vía la mujer, vio que el árbol que
le estaba prohibido comer “era bueno para comer, y que era agradable a los
ojos, y el árbol codiciable para alcanzar la sabiduría” (Génesis 3:6). El deseo
les llevó a hacer caso a la insidiosa oferta de Satanás. Adán y Eva comieron
del fruto prohibido y la intimidad con Dios se perdió. Dejaron de vivir por fe
y los ojos y los oídos se atrofiaron, impidiéndoles ver la maravilla de la
creación y escuchar los sonidos siderales que anuncian la grandeza del Creador.
La
fe en el Creador que se perdió en el paraíso por la desobediencia de Adán se
recupera por la fe en Jesús. Se normaliza la amistad con Dios. El hombre se
había extraviado. Jesús el Buen Pastor lo devuelve al redil en donde está
protegido de los ataques de Satanás que cual león rugiente intenta destrozarlo.
La oveja perdida y encontrada recobrada la vista y el oído puede hacer
declaraciones de este tipo: “Pienso que la fe comienza con la comprensión que
una inteligencia suprema hizo el universo y creó al hombre. Para mí no es
difícil tener esta fe, no se puede dudar que allí en donde existe un plan hay
una inteligencia, un universo desplegado y ordenado da testimonio de la
veracidad de la más majestuosa declaración que nunca se haya hecho: <i>En
el principio Dios…”</i> (Arthur Helly Compton, premio Nobel de física,
1927).
Octavi Pereña i Cortina
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