dilluns, 31 de març del 2014


JEREMÍAS 6:16


“Así dijo el Señor: Paraos en los caminos, y mirad, preguntad por las sendas antiguas, cual será el buen camino, y andad por él, y hallaréis descanso para vuestra alma. Mas dijeron: No andaremos”

La invitación de Jesús a los pecadores: “Venid a mí”. No existe diferencia entre el Nuevo y el Antiguo Testamento. Dios quiere que las personas se vuelvan a Él, que dejen de darle la espalda. El texto que comentamos de Jeremías es muy elocuente. El mensaje va dirigido a aquellos que se han extraviado y se encuentran perdidos en un mundo hostil. Vagan por el desierto y no encuentran el pasto suculento que necesitan su almas exhaustas ni el agua viva que refresque a sus marchitas almas.

Los extraviados, en su reflexión, si es que lo hacen, deben preguntar “por las sendas antiguas” que no son otras que la Palabra de Dios que ha llegado al hombre por medio de los profetas y apóstoles y, no por citarlo el último es el menos importante, todo lo contrario, Jesús es la base del anuncio profético y apostólico. Los extraviados deben encontrar el “buen camino” por el que deben andar. El buen camino no es una nueva filosofía, ni una nueva espiritualidad, ni una “nueva evangelización”, como hoy se repite insistentemente, sino el Mesías a quien anuncian los profetas y que el Nuevo Testamento señala en la persona de Jesús en quien habita la plenitud de Dios. Este Jesús es quien guía al pecador extraviado a encontrar el descanso que su alma necesita porque lo pone en el camino que conduce a Dios.

Dentro del proyecto de la Nueva Evangelización, al que se le da tanta resonancia, se encuentra recuperar la práctica de la confesión auricular que según el sacerdote Jaume Pedrós “es una práctica que se ha perdido en los últimos años”. La Nueva Evangelización, tal como indica el título, es algo nuevo que no forma parte de las “sendas antiguas” que señalan el “buen camino” para que el pecador que transite por él encuentre el descanso que su alma necesita.

¿Cómo reaccionaron los oyentes de las palabras que en Nombre del Señor Jeremías dirige a los jerosolimitanos? : “No andaremos”. El énfasis que se pone en recuperar el perdido hábito de confesarse con un sacerdote no es para llevar a las personas a Jesús  que es Dios que perdonas los pecados , sino recuperarlos para que pasen a engrosar a la institución eclesiástica.

Si el lector está preocupado por su salvación le remito al salmo 34:22 que dice: “El Señor redime el alma de sus siervos, y no serán condenados cuantos en Él confían”. “La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado”                   (1 Juan 1:7)

 

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GÁLATAS 3:7


“Entonces fueron abiertos los ojos de ambos, y conocieron que estaban desnudos, entonces cosieron hojas de higuera, y se hicieron delantales”

En su escrito “La conciencia moral”, Lluís Martínez Sistach, arzobispo de Barcelona, dice: “La iglesia católica insiste en la importancia que tienen para los hombres de hoy ser fieles a una “conciencia bien formada”. En otro párrafo el cardenal escribe: “La conciencia enraizada íntimamente en nuestro ser nos dicta qué es  bueno y qué es malo, nos anima a hacer el bien y a evitar el mal, y juzga la rectitud o malicia de nuestras acciones u omisiones”.

Como texto base de esta meditación he escogido génesis 3:7 porque Adán y Eva se encontraban gozando de un estado de “conciencia bien formada”, conociendo el bien e ignorando todavía por propia experiencia lo que es el mal, deciden por éste. Si encontrándose en un estado de conciencia moral limpia fueron incapaces de conservarla, ¿cómo se puede pretender que la conciencia de la descendencia de Adán, toda ella contaminada por el pecado, pueda discernir entre el bien y el mal le anime a hacer el bien y evitar el mal? La Biblia refuta dicho argumento y nos muestra como la maldad se extiende rápidamente, siendo el primer juicio colectivo el Diluvio Universal, que de no ser por la gracia de Dios Noé y su familia también habrían perecido ahogados. ¿Dónde estaba la conciencia que discierne el bien y el mal y que anima a hacer el bien en aquel pasado lejano? Antes del Diluvio “vio el Señor que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Génesis 6:5). Si el Señor volviese a escribir lo que hoy ocurre en la tierra volvería a redactar el mismo texto. El ser humano dejado a su libre albedrío contaminado por el pecado, siempre, con más o menos intensidad, escoge el mal. Viendo lo que ocurre a nuestro alrededor, leyendo las noticias de prensa o viendo los telenoticias, solamente se puede decir “que todo designio de los pensamientos de ellos es de continuo solamente el mal”.

Solamente existe una manera de invertir la tendencia de hacer el mal por otra que tienda a hacer el bien: Volverse a Dios, dejar de darle la espalda, pedirle perdón y arrepentirse del pecado. Engañoso es el corazón humano y si no es por la conversión a Cristo que hace del pecador una nueva persona , cambiándole su conciencia endurecida por el pecado por otra de carne que tiene hambre y sed de Dios, el mal no puede desaparecer de la faz de la tierra.. Es cierto que no dejará del todo de hacer el mal debido a que su naturaleza pecadora que coexiste con la divina por la presencia del Espíritu Santo en su alma, pero el pecado dejará de ser su dueño y el deseo de hacer el bien se irá incrementando. La coexistencia de ambas naturalezas en el hombre convertido a Cristo despierta una dura batalla en el interior del alma. Gracias a que la Palabra de Dios es la luz que ilumina el camino del creyente, éste encuentra en ella el discernimiento del bien y del mal que no puede encontrar fuera de ella y la fuerza para hacer el bien y evitar el mal que sin la gracia de Dios no puede.

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