ANARQUIA ESPIRITUAL
<b>Cuando
la anarquía espiritual invade a una comunidad su destino final es el descalabro
porque sin leyes morales válidas se inutiliza la brújula que avisa de la
existencia de escollos peligrosos</b>
En
los Estados Unidos cuando un nuevo presidente toma posesión de su cargo jura
fidelidad poniendo la mano sobre una
Biblia. Esta tradición nace con George Washington, primer presidente de la
recién nacida nación que uniteralmente se independizó de Inglaterra. Washington
fue un genuino cristiano que sabía muy bien lo que significa jurar fidelidad
poniendo la mano sobre una Biblia. Sabía que Dios, el Autor de las Sagradas
Escrituras lo estaba contemplando y que no podía darle gato por liebre. Jurar
fidelidad poniendo la mano en una Biblia tenía sentido para los primeros
presidentes de los Estados Unidos. Con el tiempo esta tradición se fue convirtiendo
en una costumbre vacía de contenido a pesar de que los presidentes electos
juran fidelidad poniendo la mano sobre la misma Biblia en que lo hizo
Washington.
Tienen
sentido las palabras de John Adams que fue el segundo presidente del recién
nuevo estado independiente: “Nuestra Constitución se hizo solamente para un
pueblo moral y religioso. Es totalmente inadecuada para un gobierno de otras
características”. No debe perderse de vista que la moral y la religión a las
que se refiere el presidente Adams son la cristiana. El historiador Paul
Johnson confirma la premonición del presidente Adams cuando escribe: “Hace
cincuenta años los presidentes de América asistían regularmente a la iglesia y
tenían un mejor conocimiento de lo que es malicioso, pero este sentimiento se
ha hecho insostenible así que el
protestantismo en general se ha convertido en una cosa vacía, en fe de donut.
Cuando las personas toman decisiones que afectan a sus vidas sin la humildad y
modestia que engendran la creencia en un Dios todopoderoso, el resultado es la
malicia”.
El
diagnóstico que hace Paul Johnson de la
decadencia moral norteamericana también tiene aplicación en las democracias
occidentales porque en cierta manera son hijas de la norteamericana. Aún se
está a tiempo para cambiar el curo del declive moral que nos lleva a la
miseria, por no decir la destrucción de nuestra civilización. La decadencia
económica de Occidente no se debe a la competencia de las economías emergentes:
China, India, Brasil…sino a la degradación moral que es su auténtico
competidor. La degradación moral que es tan variada y multicolor tiene su raíz
y desarrollo en una sola palabra: <i>pecado</i> que básicamente es
desobediencia a la ley de Dios.
En
Éxodo 20:1-17 Dios expone a los israelitas los llamados Diez Mandamientos que
resumen la ley divina. En Éxodo 24:3 se describe la reacción de los israelitas
a las palabras de Dios dadas en el Sinaí: “Y Moisés vino y contó al pueblo
todas las palabras del Señor, y todas las leyes, y el pueblo respondió a una
voz; y dijo :Haremos todas las cosas que el Señor ha dicho”
Poco
antes de entrar en la Tierra Prometida Moisés recordó a los israelitas los
términos del pacto que Dios había hecho con ellos: “Sucederá que si oyes
atentamente la voz del Señor tu Dios, para guardar y poner por obra todos sus
mandamientos que yo te prescribo hoy, también el Señor tu Dios te exaltará
sobre todas las naciones de la tierra” (Deuteronomio 28:1). Este capítulo de
Deuteronomio describe las bendiciones que acompañan a la obediencia y las maldiciones
que siguen a la desobediencia de la Ley
de Dios. Estas palabras las atienden aquellas personas que tienen sensibilidad
espiritual para atender a la palabra de Dios
dada por el Espíritu Santo. Quienes carecen de ella las consideran
fábulas con propósitos moralistas que se pueden despreciar con toda
tranquilidad, sin esperar consecuencias.
Para
sacar a España de la decadencia que es bien evidente no basta con que una
ínfima minoría sea temerosa de Dios y viva en conformidad a sus enseñanzas. Es preciso
que una amplia mayoría de sus ciudadanos sientan temor reverencial hacia el
Señor Jesucristo y que no consideren sus palabras recordadas en la Biblia un
anacronismo propio de sociedades subdesarrolladas. Es urgente volver a Dios
para poder salir del cenagal en el que hemos caído debido a la incredulidad, el
agnosticismo y el ateismo que nos dominan. La anarquía espiritual, el haz lo
que quieras porque nadie te va a pedir cuentas, no nos sacará de la ciénaga en
la que nos hemos metido.
Octavi Pereña i Cortina
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