dissabte, 8 de març del 2014


JOB 1:1


“Hubo en la tierra de Uz un varón llamado Job, y era este hombre perfecto y recto, temeroso de Dios y apartado del mal”

Al final de la tragedia de la que Job era el protagonista Dios habla al patriarca y le dice: “¿Quién es este que oscurece el consejo con palabras sin sabiduría?” (38:2). Parece ser que existe una contradicción entre estas palabras y las del texto que comentamos. . Las palabras que Dios dice a Job al llegar al final del drama describen la realidad de lo que es el justo en el tiempo. Job 1 describe tal como Dios ve al justo en el tiempo.

¿Quién es el justo? Es una persona a la que Dios justifica, es decir, declara justa por la fe en el Nombre de Jesús. El justo no es una persona sin pecado, sino que por la sangre que Jesús vertió en el Gólgota sus pecados han sido totalmente borrados y, aún cuando aquí en el tiempo sigue siendo pecador, Dios no los tiene en cuenta porque ante Dios, Jesús al morir en la cruz  lo libera del pecado y de su culpa.

En la Biblia el justo es una persona que ha sido liberada de la esclavitud del pecado y con la ayuda del Espíritu Santo tiene fuerza suficiente para luchar contra el pecado que sigue vivo en su alma pero que no lo esclaviza porque Jesús lo ha liberado de su dominio.

El justo es la persona que teniendo los ojos puestos en Jesús lucha denodadamente contra el pecado que le asedia,  a menudo cae  en él y clama al Señor que se lo perdone y vuelve a emprender la carrera para que al llegar a la meta reciba la corona incorruptible de gloria.

El justo es una persona que es consciente de su fealdad pero que también cree en la promesa de Jesús de que en el día de la resurrección, con el cuerpo glorificado se presentará ante Él sin ninguna ”mancha ni arruga”. Es en aquel día glorioso cuando el justo alcanzará el objetivo que le ha señalado Jesús de ser “perfecto como mi Padre celestial es perfecto”.

Job 1:1 es la descripción de cómo ve Dios a la persona a la que la sangre de Jesús ha lavado todos sus pecados y a pesar de que se vea horrible y como de no ser merecedora del amor de Dios, lo que Dios ha hecho por ella al manifestarle un amor infinito dándole a morir por él sirva para hacerle desaparecer la creencia de que Dios se ha apartado de ella. En esta situación de duda embarazosa en que se encuentran muchos verdaderos cristianos , una súplica les será muy conveniente: “Señor, sé propicio a mí, pecador”


JOSUÉ 7:1


Pero los hijos de Israel cometieron una prevaricación en cuanto al anatema, porque Acán…tomó del anatema y, la ira del Señor se encendió contra los hijos de Israel”

El primer acto que los israelitas debían hacer para entrar en la Tierra Prometida era conquistar la ciudad de Jericó. La condición que impuso el General que mandaba las tropas comandadas por Josué era que los israelitas durante seis días dieran en silencio una vuelta a la ciudad, al séptimo debían dar siete vueltas. Finalizado el recorrido y después del toque  prolongado del cuerno debían gritar y las murallas se desplomarían. Otra condición del General era que el botín era  consagrado al Señor.

Poco después emprenden la conquista de la ciudad de Hai. Los israelitas tienen que retirarse con la cola entre las piernas. Lamentaciones. Consulta al Señor. Respuesta: Acán había quebrantado la orden del Señor quedándose un manto babilónico muy bueno, doscientos siclos de plata y un lingote de oro que pesaba cincuenta siclos. Hasta después de la derrota ningún israelita supo del pecado que Acán había cometido en secreto. Pero Dios si que fue testigo del robo cometido por Acán y todo el pueblo pagó las consecuencias de un solo pecado cometido en secreto por un solo hombre. La lección que transmite este texto que comentamos es que no existe vida privada. La vida de cada uno de los miembros de una sociedad pertenece a todo el grupo.

El periodista Sebastian Junger que acompañaba a un pelotón de soldados observó como un soldado se acercaba a otro que tenía desatado el cordón de una de sus botas avisándole de que en el momento crucial se podría caer y ponen en peligro a todo el grupo. El relato bíblico de Acán ilustra como los actos individuales afectan a toda la comunidad.

Hoy, con el individualismo excluyente llegamos a la conclusión de que somos amos de nuestras vidas y que con ellas podemos hacer lo mejor que parezca: Robar, cometer adulterio, abortar, cometer la necedad que no existe Dios. Podemos,…porque nadie puede entrometerse en nuestras vidas. Lo creemos así, pero lo cierto es de que nos pertenecemos a Dios y después los unos a los otros y que lo que hacemos con nuestras vidas más pronto o más tarde afecta el todo el grupo: la sociedad, la iglesia, la familia.

Dios nos observa desde el cielo y que a pesar que es paciente con nosotros una vez finalizado el tiempo de gracia que otorga da a cada uno de nosotros según los hechos cometidos. La ley de la siembre y cosecha es inexorable.

 

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