PROVERBIOS 6: 32
“Quien
comete adulterio ha perdido el entendimiento, y quien hace esto destruye su
alma”
¿Quién no ha cometido adulterio? Muchos
dicen que no lo han hecho. De solteros, si no han visitado un prostíbulo, me
imagino que no podrán negar que no se han masturbado pensando en la belleza de
alguna mujer. Se me dirá que esto es lo más normal. Una cosa es tener
relaciones sexuales y ora cosa es masturbarse. Quien así piensa, según la Biblia es una persona carnal ya que no ha
nacido de nuevo por la fe en Jesús el Hijo de Dios. ¿Qué piensa Jesús al
respecto? He ahí su pensamiento. “Pero yo
os digo que cualquiera que mire a una mujer para codiciarla, ya adulteró
con ella en su corazón” (Mateo 5:
28). Jesús aporta más luz al tema cunado dice: “Porque de dentro del corazón de los hombres salen los malos
pensamientos: los adulterios, las fornicaciones” (Marcos 7: 21). Ante la
declaración de Jesús tanto hombres como
mujeres son inexcusables ya que para Él no existe distinción alguna entre
adulterio carnal y mentaal. Las consecuencias que conllevan el adulterio carnal
pueden aplicarse perfectamente al adulterio mental.
“Así
es el que se llega a la mujer de su prójimo: no quedará impune nadie que la
toque” (Proverbios 6: 29). El adulterio o la
fornicación sea carnal o mental, tiene sus consecuencias. Jesús es contundente:
“Oísteis que fue dicho: No cometerás adulterio.
Pero yo os digo: cualquiera que mire a una mujer para codiciarla, ya adulteró
con ella en su corazón. Por tanto, si tu ojo derecho te es ocasión de caer,
sácalo, y échalo de ti, pues mejor te es que se pierda uno de tus miembros, y
no que todo tu cuerpo sea echado en el infierno” (Mateo 5: 27-29). El
lenguaje de Jesús es metafórico y no tomarse literalmente quitarse el ojo
derecho para no mirar a una mujer para codiciarla. Queda el izquierdo. ¿Qué
haremos con él? No. “Sobre toda cosa
guardada, guarda tu corazón, porque de él brota la vida” (Proverbios 4:
23).
El ángel que se apareció a María para
decirle que el Hijo engendrado en ella: “Del
Espíritu Santo es…y llamarás su Nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de
sus pecados” (Mateo 1: 20, 21). A
pesar que la salvación es absoluta y no puede perderse una vez recibida,
disfrutarla plenamente no lo será sino hasta el día de la resurrección. Hasta
que este día no llegue los creyentes en Cristo tienen que controlar
continuamente las inclinaciones del corazón. Para entenderlo utilizaremos la
palaba deshebrar que se emplea en horticultura. Constantemente tenemos que
deshebrar los malos pensamientos que constantemente nacen en el corazón. Para no perderse en el camino, exige tener “los ojos puestos en Jesús el Autor y
Consumador de la fe” (Hebreos 12: 2).
SALMO 38; 3
“No
tengo paz en mis huesos debido a mi pecado”
Tal vez el salmista se refiere a los
trastornos sicosomáticos que padecemos. Dolores que son de origen espiritual y
que afectan al cuerpo. Si es así, cuando tratamos las molestias físicas con
analgésicos para calmar el malestar malgastamos el dinero con fármacos que
atenúan las molestias pero que no llegan al origen del problema que es
espiritual. No debe extrañarnos que el consumo exagerado de fármacos alcance
cotas inimaginables. Se trata con fármacos un problema que es de origen
espiritual.
Todo el salmo 38 gira alrededor de las
dolencias sicosomáticas tan en boga en nuestros días. ¿Cómo trata el salmista
las que escuecen su cuerpo? Dice: “Señor,
delante de ti están todos mis deseos, y mi suspiro no te es oculto. Mi corazón
está acongojado, me ha dejado mi vigor, y aún la luz de mis ojos me falta
ya” (vv. 9, 10).
La condición del salmista es fatal: “Pero yo estoy a punto de caer, y mi dolor
está delante de mí continuamente. Por tanto confesaré mi maldad, y me afligiré
por mis pecados. …No me desampares, oh Señor, Dios mío no te alejes de mí,
apresúrate a ayudarme, oh Señor, mi salvación” (vv. 17,18, 21, 22).
Algunos sectores cristianos borran de su
diccionario la palabra MÉDICO porque afirman que Dios es suficiente para curar
todas las dolencias. Con la Biblia abierta, desde el principio hasta el final,
no puede justificarse esta postura. En este comentario hablamos de enfermedades
sicosomáticas que nada tienen que ver con las enfermedades corporales. El
salmista se refiere a dolencias ocasionadas por el pecado que no ha sido
reconocido, ni confesado ni perdonado. El salmista afligido por el dolor acude
a quien se lo puede aliviar: “Apresúrate
a ayudarme, oh Señor, mi salvación”.
El apóstol Pablo tratando las
consecuencias de tomar la Cena del Señor indignamente (1Corintios 11: 27- 34).
Fijémonos en estos versículos: “Porque el
que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y
bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y
muchos duermen” (mueren) (vv. 29, 30).
Unas palabras de gran consuelo son las
que Jesús dirige a quienes de una manera u otra atraviesan por valle de sombra
de muerte: “Venid a mí todos los que
estáis cargados y trabajados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre
vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y hallaréis
descanso para vuestras almas, porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo
11. 28: 30).
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