EFESIOS 5: 24
“Así
que, como la iglesia está sujeta a Cristo, también las casadas lo estén a sus
maridos en todo”
Machismo y feminismo están envueltos en
una confrontación perpetua, y, como todas las disputas, son perjudiciales para
ambas partes. ¿Tiene solución la confrontación que comentamos? La tiene si
ambas partes tienen ojos para ver y oíos para oír. ¿Están ambas partes
dispuestas a escuchar y poner de su parte para que una paz duradera se
establezca? La paz permanente se establecerá cuando hombres y mujeres tengan en
cuenta este principio general: “Someteos unos a otros en el temor de Dios” (v.
21).
El matrimonio no es una futilidad. La
biblia lo pone como modelo de la relación de Cristo con su iglesia: “Las casadas estén sujetas a sus maridos
como al Señor, porque el marido es la cabeza de la mujer, así como Cristo es
cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y Él es su Salvador. Así como la
iglesia está sujeta a Cristo, así también las casadas lo estén a sus maridos en
todo” (vv. 22-24).
En la analogía que comentamos, ¿tiene
algo que ver el marido con el machismo desenfrenado que somete a la mujer
porque es quien manda y ordena y cree que puede hacerle lo que le pase por los
cojones? Nada de eso es así: “Maridos,
amad a vuestras mujeres así como Cristo amó a su iglesia, y se entregó a si
mismo por ella…Así también los maridos deben amar a sus mujeres como a sus
mismos cuerpos. El que ama a su mujer a sí mismo se ama” (vv. 28, 29).
En el matrimonio los conyugues son
mutuamente el prójimo más cercano. ¿Qué enseña Jesús cómo se debe tratar al
prójimo? “Amarás al Señor tu Dios con
todo tu corazón…y a tu prójimo como a ti mismo” (Lucas 10: 27). Así también los maridos deben amar a sus
mujeres como a sus mismos cuerpos. El que ama a su mujer a sí mismo se ama”.
Si no es que alguien haya perdido la
razón, nadie se autolesiona. Volviendo al matrimonio. El texto dice que el
marido y la esposa son miembros del cuerpo de Cristo: “Por esto dejará el hombre a su padre y a su madre y se unirá a su
mujer, y ambos serán una sola carne. Grande es este misterio, mas yo dije esto
respecto de Cristo y de su iglesia” (vv. 31, 32).
El texto que describe el misterio de la
relación que existe entre Cristo y su iglesia, dice: “Por lo demás, cada uno e vosotros ame también a su mujer como a sí
mismo, y la mujer respete a su marido” (v. 33). Por lo general lo terminado de
escribir es como pedir peras al olmo. Pero, siempre puede haber un lector/a que
esté preocupado por la condición en que se encuentra su matrimonio y desee
poner fin a la toxicidad que generan.
MATEO 12: 42
“Y
la reina de Sur se levantará en el juicio con esta generación, y la condenará,
porque ella vino de los fines de la tierra para escuchar la sabiduría de
Salomón, y he aquí más que Salomón en
este lugar”
Así se expresa la reina del Sur a
Salomón: “Verdad es lo que oí en mi
tierra de tus cosas y de tu sabiduría, pero yo no lo creí, hasta que he venido,
y mis ojos han visto que ni aún se me dijo la mitad, es mayor tu sabiduría y
bien, que la fama que yo había oído” (1 Reyes 10: 6, 7).
Las universidades deslumbran a los
futuros universitarios con sus ofertas para que puedan alcanzar la excelencia
en las materias que ofrecen. La excelencia atrae tanto como la miel a las
moscas. Hoy, la excelencia que prometen las universidades, peligra. ¿Por qué
romperse los sesos estudiando si la tenemos a mano con un clic en el ordenador,
y sin ningún esfuerzo? Aun así, todavía se encuentran estudiantes dispuestos a
alcanzar la excelencia en la materia
escogida rompiéndose los codos.
La sabiduría con la que Salomón deslumbró
a los sabios de su tiempo Dios se la concedió porque se la pidió para poder
gobernar a su pueblo. No pidió riquezas ni la vida de sus enemigos. La
capacidad de alcanzar la excelencia en la materia que uno escoja es don de Dios
que da a quien se la pide. Salomón obtuvo una admirada sabiduría porque puso
todo el empeño en obtenerla, aunque la recibió de quien es SABIDURÍA. Si no
hubiese sido por el empeño que puso en alcanzarla Salomón hubiese queda en el
anonimato y hubiese sido un rey más en las crónicas de los reyes de Israel.
Los grandes hombres que han hecho historia
en sus respectivas disciplinas, muchos de ellos han sido ateos, así y todo, han
recibido sabiduría de quien es
SABIDURIA.
Tenemos que prestar atención a la segunda
parte del versículo que es la base de esta reflexión: “y he aquí más que Salomón en este
lugar”. Salomón fue nada más que un candil que reflejaba la luz que recibía
de Jesús “el Sol de Justicia”
(Malaquías 4: 2). Si nos fijamos en quienes brillan con sabiduría descubrimos
en ellos muchos claroscuros propios de su condición de pecadores. El salmista
escribe: “lámpara a mis pies es tu
Palabra, y lumbrera a mi camino” (Salmo 119: 105) La Palabra que se ha hecho
carne de le Persona de Jesús es la clave para alcanzar la verdadera sabiduría.
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