CORRUPCIÓN
INCORREGIBLE
“Inclina mi corazón a tus testimonios, i no a
la avaricia” (Salmo 119: 36)
Josep Ramon Correal en su escrito “Legalizar la
corrupción” transcribe una cita castiza a la que el anonimato no le quita
valor. El periodista escribe: “A veces pienso que no era una locura establecer
una “democracia aristocrática”, por la que solamente podían acceder al Senado
“titulares de gracias nobiliarias y sus parientes de primer grado” este sistema
“garantizaría la imposibilidad del robo de dinero público, por cuanto los
elegidos no precisan de la apropiación de fondos indebidos por poseerlos
sobrados”.
La
corrupción es una enfermedad endémica en la humanidad. El virus de la dolencia
se inoculó en el momento en que Adán, el primer hombre de quien todos
procedemos, comió el fruto del árbol que el Creador le había prohibido comer.
Su desobediencia se conoce como PECADO. Como el pulpo, tiene muchos tentáculos.
Uno de ellos es la CORRUPCIÓN que nos saca de quicio.
Los
antivacunas no se vacunan porque consideran que las vacunas no sirven para
prevenir enfermedades. En el campo del espíritu también se encuentran muchas,
demasiadas, personas antivacunas. No quieren vacunarse contra el virus del
pecado porque creen que es una artimaña que la sangre que Jesús derramó estando
clavado en la cruz para perdón de los pecados del pueblo de Dios y, así
arrancar de cuajo el virus del pecado del cual procede la corrupción que tanto
daño ocasiona.
Creemos
que los recién nacidos son unos angelitos. ¡Son tan hermosos! La idea que los
recién nacidos son angelitos es un error. No se ajusta a la realidad que
contemplan nuestros ojos. “Se apartan los impíos desde la matriz, se
descarriaron hablando mentira desde que nacieron” (Salmo 58: 3). Eso significa
que los padres tienen que vacunar al hijo desde el mismo instante que tienen
conocimiento que la madre está embarazada.
Intercediendo por el hijo que está en camino ante el Padre de nuestro
Señor Jesucristo. Una vez nacido, tomándose seriamente la responsabilidad de
instruirlo en los caminos del Señor. No es un inyectable lo que se introduce en
el cuerpo del recién nacido, sino la Palabra de Dios con la esperanza de que el
Espíritu Santo lo selle como hijo de Dios por adopción. Siendo así, la nueva
criatura ha sido vacunada contra el virus de la corrupción. Ahora bien, si los
padres no se han vacunado contra el virus del pecado porque consideran que
Jesús es un mito incapaz de perdonar pecados, ¿quién lo va a hacer?
Una
solución que no llega al meollo del problema que tratamos es la enseñanza
religiosa en la escuela. Ello permite transmitir conocimientos sobre las
religiones, pero no se vacuna a los alumnos contra el pecado por lo que el
tentáculo de la corrupción sigue vivo y colendo.
En el
mundo existen infinidad de dioses, pero un solo Dios creador del cielo y de la
Tierra y de todo lo que en ella hay, sin descartar al hombre. Ese Dios único se
ha dado a conocer por medio de los profetas. Llegado el cumplimiento del tiempo
lo hace por medio de su Hijo único que se encarna en la persona de Jesús
durante su ministerio público que duró unos tres años. Cumplido el tiempo se
entregó voluntariamente para morir vicariamente para ocupar el lugar que les correspondía ocupar los pecadores que existieron, los que
hoy hay y los que habrá mañana, para perdonar sus pecados y darles vida eterna.
Una vez el alma de Jesús abandono su cuerpo fue enterrado para resucitar al
tercer día. Jesús resucitado encargó a sus discípulos que a partir de Jerusalén
llegasen hasta el último rincón de la Tierra enseñando todo lo que Él les había
enseñado. Desgraciadamente son muy pocas las personas que creen que Jesús sea
la vacuna contra el pecado y que corta el tentáculo de la corrupción. Debido a
la escasa respuesta que se da al mensaje de la cruz, el problema de la
corrupción que ha motivado a prestigiosos periodistas y filósofos a tratar
sobre ella, sin eliminarla, porque tratan el fruto y dejan indemne el árbol que
lo produce. Sin la conversión a Cristo que hace que el pecador se convierta en
una nueva persona que canina en novedad de vida, tendremos que aceptar convivir
con la corrupción hasta el final del tiempo. Patalearemos. Hablaremos mal de
políticos y jueces. Tendremos que
proseguir la andadura por el camino que
nos lleva a la muerte cargando con la pesada losa de la corrupción.
Octavi Pereña Cortina
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