diumenge, 26 de gener del 2025

 

SALMO 32: 3

“Mientras callé se envejecieron mis huesos, en mi gemir todo el día”

El salmista comienza su poema con estas esperanzadoras palabras: “Bienaventurado aquel cuyo pecado ha sido perdonado, y cubierto su pecado. Bienaventurado el hombre a quien el Señor no culpa de iniquidad, y en cuyo espíritu no hay engaño” (vv. 1,         2). Estos versículos son más que suficientes para saber que es Dios quien tiene poder de perdonar pecados. Los hombres que se oponen a la autoridad divina desechan dicha autoridad y se convierten en mediadores entre el hombre y Dios. El Concilio de Trento dice tres cosas al respecto. (1) La confesión es una institución sacramental de Cristo. (2) Los sacerdotes reciben de Dios la facultad de perdonar pecados. (3) La confesión al oído del sacerdote es necesaria para el perdón divino-

Los fariseos que aborrecían a muerte a Jesús porque lo veían únicamente como hombre. Lo consideraban blasfemo porque se atribuía ser Hijo de Dios lo que equivalía ser Dios. Cuando Jesús dijo al paralítico tendido en la litera: “Ten ánimo, hijo, tus pecados te son perdonados”. Quienes escucharon  estas palabras, se dijeron: “Éste blasfema” (Mateo 9: 3). Jesús dice a sus acusadores: “Para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene poder en la Tierra para perdonar pecados, le dice al paralítico: levántate, coge la litera, y vete a tu casa” (v. 6). Los sacerdotes que no pueden acreditar que han recibido de Dios el poder de perdonar pecados, jamás se atreven a decir a un paralítico: “levántate, coge la litera, y vete a tu casa” para demostrar que han recibido de Dios poder de personar pecados. Si a Jesús  le llamaron  blasfemo, ¿qué les dirían a estos sacerdotes embaucadores?

El libro de Hechos nos ayuda a entender como los siervos del Señor Jesucristo siendo hombres mortales pueden convertirse en mediadores entre Dios y los hombres para perdonar pecados. Preste el lector mucha atención para que no se confunda: “Sepa, pues, ciertamente toda la casa de Israel, que este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y Cristo. Al oír esto, se compungieron de corazón, y dijeron a Pedro y a los otros apóstoles: Varones hermanos, ¿qué haremos? Pedro les dijo: Arrepentíos y bautícese cada uno de vosotros en el Nombre de Jesucristo, recibiréis el don del Espíritu Santo” (Hechos 2: 36-38). La predicación que se ajuste a la Verdad de la Palabra de Dios es el medio que el Señor utiliza para perdonar los pecados de quienes creen que la sangre de Jesús les limpia todos sus pecados (1 Juan 1: 7).


 

SALMO 42: 9

“Diré a Dios, Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí? ¿Por qué andaré yo enlutado, por la opresión del enemigo?

Es un error hacerse cristiano con la esperanza de que los achaques que padecemos van a desaparecer de inmediato. Es cierto que la salud y la enfermedad están  en las manos de Dios. Sin pasarse de la raya las concede con justa equidad a las personas. La enfermedad que tanto nos preocupa es en las manos de Dios un medio para que la persona que la padece abandone la jactancia, el orgullo, creerse que es alguien importante. Es la manera de hacernos  bajar del pedestal en el que nos hemos subido y reconoce lo que realmente somos: un don nadie.

Nos olvidamos que por el pecado de Adán la tierra ha sido maldecida por Dios y que la consecuencia del pecado es la enfermedad que agazapada en la esquina aguarda esperando la hora de darnos el zarpazo mortal.

Durante las fiestas navideñas andamos como locos buscando el número que nos hará ricos. Cuando llegue la hora de la muerte, de la que nadie se escapa de ella, ¿qué será de los euros que no nos podemos llevar en nuestra estancia en la eternidad? El Gordo que necesitamos  que nos toque no depende del azar. Depende  de una decisión nuestra. El texto que comentamos nos muestra al salmista  que en medio de las adversidades por las que pasa, en vez de maldecir a Dios por qué lo permites, las preguntas que le mueven a hacer muestran la fe en Él. Le impulsan a escribir: “¿Por qué te abates, oh alma mía? y ¿por qué te turbas dentro de mí? Espera en Dios, porque aun he de alabarle, salvación mía y Dios mío” (v.11).

El tiempo que estaremos aquí en la tierra navegando por aguas tranquilas unas veces y otras embravecidas, no lo sabemos. Pero es motivo de esperanza “estar persuadidos de esto, que el que comenzó en nosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1: 6). Lo que nos viene a decir el apóstol es que nada ni nadie nos separarán del amor de Dios que es en Jesucristo. ¡Qué consuelo es saber que en las tribulaciones el Señor Jesús nos consuela y nos fortalece!   

 

 

 

EL CAMINO

Yo soy el camino”, dice Jesús, “que conduce al Padre”( (Juan 14: 6)

Ramon Camats comenta Alicia en el país de las maravillas de Lewis Carroll. Transcribe una conversación entre Alicia y un gato. Alicia le pregunta al felino: “¿Hacia dónde puedo dirigirme desde aquí?” El gato le responde: “Esto depende de dónde quieras ir”. Alicia le  contesta: “Ah, esto me da lo mismo” el gato le manifiesta: “Entonces da lo mismo hacia dónde quieras ir”. Camats hace un comentario muy jugoso de esta conversación: “El gato tiene toda la razón del mundo. Si no se tiene un objetivo,  un destino, un propósito, digámoslo como queramos, da lo mismo la dirección que tomemos: No vamos a ninguna parte”. Camats llega a la conclusión que la conversación entre Alicia y el gato pone de relieve que la educación tiene una finalidad ética. La formación de buenos ciudadanos. Enseñar a vivir con valores elevados. La pregunta que tenemos que hacernos es: ¿Qué valores?

Jesús está llegando al final de su ministerio terrenal y expone a sus discípulos que se va de este mundo: “Y sabéis a dónde voy, y sabéis el camino. Le dijo Tomás: Señor, no sabemos a dónde vamos, ¿cómo, pues, podemos  saber el camino? Jesús le dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida, nadie viene al Padre, sino por mí” (Juan 14: 2-4). Los discípulos de Jesús en aquel momento no entendían el alcance de las palabras de Jesús. Todavía tenían puestos los ojos en las cosas terrenales. No podían entender las espirituales. Con la llegada del Espíritu Santo en Pentecostés, los discípulos estuvieron en condiciones de entender las espirituales. Es por ello que muchos que se consideran cristianos se encuentran perdidos porque les falta el entendimiento que proporciona el Espíritu Santo.

Tomás en representación de todos los discípulos le dice a  Jesús: “Señor, no sabemos a dónde vas, ¿cómo, pues, podemos saber el camino?” (v.5). Tres años sentados a los pies de Jesús, escuchando a Aquel que “les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Mateo 7: 29). A pesar que Jesús les  enseñaba con una autoridad sorprendentemente superior   a las doctrinas que impartían los escribas y los fariseos, no podían entender que el Reino de Dios  no es un reino terrenal sino celestial. Jesús esclarece las dudas de Tomás y con él a nosotros. Únicamente con el intelecto no se pueden entender las palabras de Jesús: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida, nadie viene al Padre, sino por mí”.

Volvamos a Camats: “El camino es andar, cierto, no es una cosa hecha, sino que se hace, y no tiene otra existencia que la acción del caminante. Sin embargo, es necesario que éste sepa hacia dónde va, si no es así no comenzará la ruta”.

En el paraíso, debido al pecado de Adán, nuestro antepasado de quien procedemos todos sin excepción hemos perdido la relación con nuestro Creador: Adán y Eva después de haber pecado, cuando oyeron los pasos de Dios que se acercaba para encontrarse con ellos  tuvieron miedo y se escondieron de su presencia entre los árboles del jardín.  (Génesis 3: 8). Se extraviaron al tener el entendimiento cegado. La presencia de Dios los atemorizaba. A nosotros nos ocurre algo parecido. Hemos perdido de vista el propósito de nuestra existencia que consiste en vivir en  íntima comunión con el Padre celestial nuestro Creador. De la misma manera que Adán y Eva recibieron el favor de Dios al presentarles el camino de salvación que es Jesús, simbolizado en las ovejas que Él mismo sacrificó para cubrir con sus pieles la desnudez en que les había dejado el pecado, nosotros también tenemos la oportunidad  de poder creer en Jesús que es el canino estrecho que nos lleva al Padre.

La mente obtusa de Tomás no le permitía entender qué significaba que Jesús fuese el camino que conduce al Padre. Las palabras de Felipe: “Señor, muéstranos el Padre, y nos basta” (v. 8), deberían ser las nuestras también  porque indicaría que no estamos satisfechos con la condición en que nos encontramos.

Al Invisible nadie lo ha visto nunca. A lo largo de los siglos Dios se manifestó a los hombres en diversas ocasiones en teofanías, apariciones sensibles de la divinidad. Pero nadie le había visto su rostro. Hablando Jesús con sus discípulos hace una revelación trascendental: “El que me ha viso a mí, ha visto al Padre, ¿cómo, pues, dices tú: muéstranos al Padre, ¿No crees que yo soy en el Padre, y el Padre en mí?” (vv. 9,10). Jesús muestra el carácter misericordioso del Padre.

Caminando exhaustos a través de este yermo terrenal, en una encrucijada del camino se nos presenta la oportunidad de abandonar el desierto y adentrarnos  en un exuberante vergel. Podemos escoger seguir andando por el desolado páramo que nos lleva a la muerte eterna o adentrarnos en el frondoso jardín que nos anticipa la paz de Dios que excede a la comprensión humana.

Octavi Pereña i Cortina

diumenge, 19 de gener del 2025

 

2 CRÓNICAS 16: 12

“Asa enfermó gravemente de los pies, y en su enfermedad no buscó al Señor, sino a los médicos”

El texto que comentamos ¿significa que los cristianos no tenemos que utilizar la ciencia de los médicos para curar nuestras enfermedades? Existen sectores cristianos que eso enseñan. En la Biblia no aparece esta doctrina. Cierto es que la Biblia enseña que se tiene que orar por los enfermos. Tampoco que la oración intercesora no pueda ir acompañada de la colaboración del médico.

Si analizamos atentamente el texto que comentamos descubriremos que no dice nada en contra de los médicos. Dice que en la enfermedad el rey Asa no confió en el Señor. Toda su confianza la puso en los médicos. Sí, lector, la vida y la muerte están en las manos de Dios. Cuando la cuenta de nuestros días llega al final, los errores o supuestos errores de los médicos decimos que son culpables de la muerte del enfermo, cumplen la voluntad de Dios. El error o supuesto error del facultativo colabora en que se cumpla la voluntad de Dios. No nos desviemos del propósito de este comentario. No tenemos que depender exclusivamente de la pericia del médico. Tenemos que pedirle al Señor que cure nuestra dolencia. Siempre acompañando la solicitud con un “se haga conforme a Tú voluntad”. Cuando con fe decimos: “se haga conforme a Tú voluntad”, afirmamos creer lo que dice el Padrenuestro: “Hágase tu voluntad, como en el cielo, también en la tierra” (Mateo 6: 10). Marcos en su evangelio narra la experiencia de una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía 12 años: “y había sufrido mucho de muchos médicos, y gastado todo lo que tenía, y nada había aprovechado, antes le iba peor, cuando oyó hablar de Jesús, a escondidas tocó su manto, enseguida la fuente de su sangre se secó” (Marcos 5: 25-34). No todas las enfermedades crónicas se curan por la fe en Jesús. Pero la paz del Señor que supera al conocimiento humano acompañará en el dolor de quienes creen en Él.

El apóstol Pablo escribiendo a su discípulo Timoteo que sufría frecuentes dolores estomacales, le receta un remedio casero: “Ya no bebas agua, sino ingiere un poco de vino por causa de tu estómago, y de tus frecuentes enfermedades” (1 Timoteo 5: 23).

Desde el siglo I de nuestra Era hasta el día de hoy la ciencia médica ha hecho progresos maravillosos. Curar enfermedades es un don que Dios conceda quien le parece bien darlo. Vemos  la mano de Dios en  la ciencia del médico. Orar por la curación, sí. Confiar en el médico para que cure nuestras dolencias, también. Sin dudar lo más mínimo dejemos el resultado en las manos de Dios. Nuestro Padre celestial conoce al dedillo lo que más nos conviene antes de que le digamos: “Sea hecha tu voluntad como en el cielo, así también en la tierra” Mateo 6: 10). Aceptar que se haga la voluntad de Dios en la enfermedad, le sigue una paz que excede a la comprensión humana. 

GÈNESIS 42: 21

“Y decían el uno al otro: verdaderamente hemos pecado contra nuestro hermano, pues vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no le escuchamos, por esto ha venido sobre nosotros esta angustia”

Los hermanos de José lo venden a unos mercaderes madianitas que a su vez lo revenden en Egipto a Putifar, un funcionario del faraón. En su momento José interpreta al faraón el sueño que le angustiaba. Los siete años del sueño que José interpreta como siete años de hambruna han comenzado a hacer estragos.  Jacob, padre de José, envía a sus hijos que habían vendido a José como esclavo a Egipto a comprar alimentos.

José, hijo de Jacob que fue vendido como esclavo a unos mercaderes madianitas, es enaltecido a primer visir en la corte del faraón y responsable de la distribución de los alimentos que durante los siete años de gran abundancia se almacenaron para resistir los siete de hambruna que les seguirían. Jacob el padre de José envía a sus otros hijos a Egipto para comprar los alimentos que necesitaban. Al llegar a Egipto se presentan ante su hermano, pero no lo reconocen. José sí que los reconoció. Pero no se da a conocer a ellos. José los acusa de ser espías. Les pide que traigan a su hermano pequeño para que pueda verificar que no son espías.  Es durante esta confrontación cuando los hermanos de José dicen las palabras del texto que sirve de base a esta reflexión, De alguna manera Dios utilizó las palabras acusadoras de José hacia sus hermanos para despertar en ellos el sentimiento de culpabilidad por haber tratado a su hermano de la manera como lo hicieron: “pues vimos la angustia de su alma cuando nos rogaba, y no le escuchamos, por esto ha venido sobre nosotros esta angustia”

“Perdonad y seréis perdonados” (Lucas 6: 37). Estas palabras sacadas del contexto general de la Biblia que enseña que la salvación es por pura  gracia de Dios por la fe en Jesucristo, confunden y nos hace creer que si no perdonas a nuestros enemigos Dios no nos perdonará. Pero sí, perdonar a alguien que no haya ofendido trae consigo una gran bendición porque no diluye la experiencia de la paz de Dios. Si la persona perdonada sigue en sus trece continua estando muerta en sus delitos y pecados, pues el hecho de ser perdonada por su ofensor no aporta gracia. Aún la hunde más en su pecado porque considera que la persona que la ha perdonado es un imbécil. La persona que vive sin Dios y sin esperanza  en este mundo no entiende qué significa para el verdadero cristiano que la haya perdonado. El perdón del cristiano refleja el carácter de Jesús que sufriendo estando clavado en la cruz, se dirigió a su Padre, diciéndole. “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.

 

 

SEXO SALVAJE

¿Puede un hombre poderoso que lo tiene todo, con una vida familiar normal, esconder a un agresor sexual? Sí, puede

El caso Gisèle Pelicot ha saturado las páginas de la prensa escrita y acaparado los telenoticias. “Una mujer admirable” la considera el periodista Jordi Juan. ¿Qué ha hecho Gisèle  para ocupar las portadas de los medios de comunicación de todo el mundo? Ni más ni menos que denunciar a su marido Dominique por haberla drogado con ansiolíticos y facilitado que 70 monstruos sexuales  la  violasen durante nueve años. Al caso Pelicot no se le tiene que dar  más importancia de la tiene para que no se dejen en un segundo plano los múltiples casos de violencia machista, algunos de ellos protagonizados por menores de edad,  para que no vayan a parar olvidados debajo de la alfombra.

Cada vez que se destapa un nuevo caso de violencia machista se espera que sea el último. Y que los monstruos que se encargan de cometerlo, avergonzados por las denuncias públicas, dejen de exhibirse en el escenario. Desgraciadamente no es así. Todavía no se ha secado la tinta de la noticia de un nuevo caso de violencia machista, un nuevo caso pide paso para salir en los medios de comunicación. ¿Qué es lo que hace que la violencia machista cada vez sea más agresiva y cruel? Se pretende dar fin a esta pandemia con medidas policiales y judiciales, intensificando la enseñanza sexual en las escuelas…Todo ello no sirve para erradicar el virus de la violencia machista. Es el derecho al pataleo ante la impotencia de erradicarla. Se busca solucionarla en el lugar que no le corresponde. Todo lo que se hace para impedir que la violencia machista siga sembrando dolor no es nada más que el reconocimiento que el mal existe. No es el antídoto contra él.

Jesús hace diana cunado dice. “¿No entendéis que todo lo que entra en la boca va al vientre, y es echado en la letrina? Pero lo que sale de la boca, del corazón sale, y esto contamina al hombre. Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones…Estas cosas son las que contaminan al hombre” (Mateo 15: 17-20).

El apóstol Pablo es más claro al distinguir las obras que hacen los creyentes de aquellas que hacen los incrédulos. Del análisis nos quedaremos con las obras que hace el incrédulo que forman parte del comportamiento de los monstruos sexuales: “Adulterio, fornicación, impureza, lascivia…” (Gálatas 5: 19-21). Cito exclusivamente las obras que intervienen en la violencia contra la mujer. Más luz aporta el apóstol cuando describe la causa que hace que el macho actúe salvajemente en muchas ocasiones. El fracaso en la lucha contra el sexo   se debe al hecho de que se ataquen los hechos pero no la causa que los produce. A los frutos pero no a la raíz del árbol que los produce.

El apóstol Pablo en la carta que escribe a los cristianos de Roma al inicio de la epístola expone la causa de la violencia machista. Haré una transcripción del texto bíblico, algo larga, pero que es imprescindible conocer si es que realmente nos importa saber la causa del comportamiento machista de algunos hombres. Demasiados. “Porque no me avergüenzo del Evangelio porque es pode de Dios para salvación de todo aquel que cree, al judío primeramente, y también al griego” (v. 16). Los judíos creían que el plan de Dios para salvación excluía a los no judíos. El apóstol recuerda a sus compatriotas lo que estaba escrito en el Antiguo Testamento: Los no judíos también se incluyen en el plan de Dios para salvar a su pueblo.

La impiedad y la injusticia de los hombres no tienen excusa alguna: “Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y deidad, se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (v. 20).

Desde la más tierna infancia los ojos humanos leen directamente del libro de la creación. De modo alguno se puede justificar la incredulidad: “Profesando ser sabios se hicieron necios, y cambiaron la gloria del Dios incorruptible en semejanza de hombre corruptible, de aves, de cuadrúpedos y de reptiles” (vv. 22, 23). La transformación de la gloria del Dios invisible en imágenes de criaturas corruptibles tiene sus consecuencias: “Por lo cual Dios también los entregó a la inmundicia, en las concupiscencias de sus corazones, de modo que deshonraron entre sí sus propios cuerpos, ya que cambiaron la verdad de Dios por la mentira, honrando y dando culto a la criatura antes que al Creador, el cual es bendito por los siglos. Amén. Por esto Dios los entregó a pasiones vergonzosas, pues aun sus mujeres cambiaron el uso natural por el que es contra naturaleza,  igualmente también los hombres, dejando el uso natural de la mujer, se encendieron en su lascivia unos con otros, cometiendo hechos vergonzosos hombres con hombres, recibiendo en sí mismos la retribución debida a su extravío. Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen, estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad, llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños y malignidades, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia,  quienes habiendo entendido el juicio de Dios, que quienes practican tales cosas son dignos de muerte, no solo las hacen, sino que también se complacen con los que las practican” (vv. 24-32).

El apóstol nos muestra una radiografía que expone la realidad de la enfermedad social. Es preciso reconocer que tanto individualmente como  comunitariamente estamos espiritualmente enfermos. La radiografía nos dice que es urgente que volvamos a Dios por medio de su Hijo Jesucristo que nos perdona y nos limpia de nuestro pecado. Es muy posible que esto no ocurra comunitariamente. Si es posible que individualmente seamos tizones que aparta del fuego y empecemos a andar en novedad de vida.

Octavi Pereña Cortina

dissabte, 11 de gener del 2025

 

1 CRÓNICAS 21: 1

“Y Satanás se levantó contra Israel, e incitó a David para que censase Israel”

La voluntad del Señor es impredecible. A pesar que David tenía el corazón de Dios, el pueblo en general no era fiel a Dios pues adoraban a los baales y a otros dioses. El Señor piensa castigar a este pueblo rebelde. Lo hace por medio de instrumentos. “Y Satanás se levantó contra Israel”. Aun cuando pueda parecernos extraño el Señor utiliza a Satanás como instrumento para impartir justicia a su pueblo. Satanás comienza su obra maléfica incitando a David a que censase Israel. Joab, comandante en jefe del ejército le dice al rey que no lo haga. David erre que erre. Está empeñado en saber el número de soldados de que puede  disponer. El orgullo del monarca prevalecía por sobre la humildad. Al no resistir al diablo le abrió de par en par la puerta de su corazón para que entrase. Y mandó a Joab que hiciese el censo que estaba en contra a la voluntad del Señor. ”Esto  irritó a Dios, e hirió a Israel”  (v. 7). “Entonces David dijo al Señor: He pecado gravemente al hacer esto, te ruego que quites la iniquidad de tu siervo, porque he obrado muy locamente” (v. 8). El pecado aun cuando uno se arrepienta, tiene sus consecuencias: “Así el Señor envió una peste, y murieron de Israel setenta mil hombres” (v. 14). A nosotros puede parecernos injusta la respuesta que Dios dio al pecado del monarca. Nos ayudará a entender la postura de Dios la alegoría del alfarero que el profeta Jeremías nos transmite. La vasija de barro que el alfarero  estaba moldeando en el torno se echa a perder. El artesano moldea otra a su gusto. La vasija de barro que se echó a perder representa al pueblo de Israel que abandona a su Dios y se vuelve a los baales, lo cual exige el castigo de Dios. De la misma manera que el alfarero hace una vasija nueva, así el Señor tiene que hacer un pueblo nuevo que le sea fiel.

Del fracaso de David, Dios como el Alfarero divino que sabe lo que se hace emprende el moldeado  de una nueva vasija que dará gloria a Dios: “Y el Ángel del Señor ordenó al (profeta) Gad que dijese a David que construyese un altar en la era de Ornán jebuseo”  (v. 16). En este mismo lugar, Salomón, hijo de David, construyó el esplendoroso templo que simbolizaba la gloria de Dios que estaba presente en medio de su pueblo que hacía desaparecer las espesas tinieblas espirituales que le envolvían. Jesús el Hijo de Dios encarnado, que es la luz del mundo, es el encargado de alumbrar los corazones haciendo desaparecer  las tinieblas espirituales que envuelven los corazones de aquellos que permiten que Satanás tome posesión de sus corazones.


 

2 CRÓNICAS 9: 6

“Pero yo no creía lo que me decían hasta que he venido, y mis ojos han visto, y he aquí ni aun la mitad de la grandeza de tu sabiduría me ha sido dicha, porque tú superas la fama que yo había oído”

La mítica reina de Saba de Hollywood no tiene nada que ver con la reina del Sur que visitó a Salomón para ver con sus propios ojos la aureola de fama que le envolvía. El Antiguo Testamento narra únicamente el viaje  que la famosa reina hizo a Jerusalén para ver con sus propios ojos las maravillas que se decían de Salomón. Quedó asombrada al contemplar con sus propios ojos la sabiduría del monarca y la gloria de su reino. “Y todos los reyes de la tierra procuraban ver el rostro de Salomón, y para oír de la sabiduría que Dios le había dado”  (v. 23).

Jesús presenta a la gentil reina de Saba como ejemplo para despertar de la indolencia de los llamados cristianos a la hora de interesarse por Él: “Y la reina del Sur se levantará en el juicio con los hombres de esta generación, y los condenará porque ella vino de los fines de la Tierra para ver la sabiduría de Salomón, y he aquí más que Salomón en este lugar” (Lucas 11: 31). Jesús es más que un hombre. Es el Hijo del Padre celestial que se hizo hombre en la Persona de Jesús. Como Dios, Jesús se merece que se le ame sobre todas las cosas. A menudo los cristianos nos comportamos como aquellos convidados a la boda que cuando llegó el día de la celebración pusieron excusas para no asistir al banquete. El rey mandó a sus siervos que saliesen por los caminos para que invitasen a la boda a cuantos encontrasen. La coletilla final de la parábola es estremecedora: “Y entró el rey para ver a los convidados, y  vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda. Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste sin ir vestido de boda? Mas él enmudeció, Entonces el rey dijo a los que le servían: atadle de pies y manos, y echadle en las tinieblas de fuera, y allí será el lloro y el crujir de dientes. Porque muchos son llamados, y pocos los escogidos” (Mateo 22: 1-14).

La pregunta que todos tenemos que hacernos y que requiere respuesta inmediata:   ¿Qué vestido es el que acredita que somos invitados a la boda y que nos permite acceder  al salón nupcial? La credencial es: “Han lavado sus ropas y las han emblanquecido en la sangre del Cordero” (Apocalipsis 7: 14). Para rematar el clavo: “Gocémonos y alegrémonos, y démosle gloria, porque han llegado las bodas del Cordero, y su esposa se ha preparado. Y a ella se le ha concedido fino  que se vista de lino fino, porque el lino es las acciones justas de los santos” (Apocalipsis  19: 7, 8). La asistencia a la iglesia no es suficiente para ser invitado a la boda del Cordero. Si no se cubre con el vestido de lino fino que cubre la desnudez del pecado cuando llegue el día de la boda no tendrá acceso a la sala del banquete. Podrá golpear a la puerta que le cierra el paso tanto como quiera. Entonces será  el eterno “llorar y crujir de dientes”.

 

MERCADO DE LA INSATISFACCIÓN

El hambre del alma está muy extendida y muchos se lucran con ello

Un reportaje muy impresionante: “La policía investiga el auge de las micro sectas al abrigo de la pandemia”. “Los entornos de las terapias alternativas y antisanidad, bajo la lupa policial”.

“El momento es perfecto y las unidades policiales especializadas lo están notando. Los meses de la pandemia con sensación de apocalipsis, el aislamiento, la soledad, las incógnitas del sistema sanitario y la pantalla del ordenador iluminando tantas horas diarias, constituyen el mejor coctel para la creación o fortalecimiento de los grupos sectarios”, aseguran los cuerpos especializados de la policía.

La situación actual que enturbia el ambiente, las aves de rapiña están al acecho para caer sobre las personas que se encuentran en situación de riesgo emocional por los efectos de la pandemia en personas amadas, el confinamiento que frena las relaciones sociales que crean un sentimiento de soledad se encuentran al alcance de los buitres que esperan para lanzarse en picado contra las presas que ignoran el peligro que la acechan. Indiscutiblemente, para no espantar a la liebre se presentan disfrazados de ovejas inofensivas: “Porque estos falsos apóstoles, obreros fraudulentos, que se disfrazan como apóstoles de Cristo. Y no es maravilla, porque el mismo Satanás se disfraza como ángel de luz. Así que, no es extraño si también sus ministros se disfrazan como ministros de justicia, cuyo fin será conforme a sus obras”                          (2 Corintios 11: 13-15).

Los líderes de las micro sectas acostumbran a presentarse con un título de magnificencia parecido a “maestro iluminado”, lo cual basta para que se encienda la luz roja que alerta de peligro inminente. Este enaltecimiento pone de manifiesto la personalidad narcisista de quienes utilizan el título. La opinión del narciso no es de fiar. Además, los líderes carismáticos tienen mucha labia y con su zalamería saben embaucar a los incautos. Se aprovechan de su necesidad imperiosa de ayuda que nubla la vista que impide ver lo que se oculta detrás de un rostro angelical.

Jesús ya anticipó la situación actual al decir: “Y muchos falsos profetas se levantarán, y engañarán a muchos” (Mateo 24: 11). Una conclusión que no tiene origen bíblico, sino el resultado de un estudio sociológico realizado por la Universidad Rovira Virgili sobre el auge que están experimentando las terapias importadas de Oriente, concluye: “Que estos sustitutos de la religión, la fe y también la medicina convencional  han llegado para ocupar una parte de un vacío que multitud de personas tienen, incapaces de encontrar respuesta a sus inquietudes”. El estudio  mencionado destaca la emergencia de lo que llama el mercado de la insatisfacción</i>. el “Mercado de la insatisfacción” es inmenso y los buitres que ven los grandes beneficios que pueden conseguir haciendo creer que satisfarán las necesidades emocionales ofreciendo brebajes placebo a cambio de la correspondiente aportación económica.  Como quiera que las pócimas   que recetan no satisfacen a quienes sufren trastornos emocionales, los embaucadores con sus arrumacos se apoderan de sus mentes y los convencen haciéndoles depender totalmente de ellos. No pueden prescindir de quienes dominan sus mentes.

“Siempre fui”, dice una persona anónima, “muy ambiciosa en el trabajo, en el sexo, en todo…iba alcanzando metas profesionales, intelectuales o de consumo, pero la insatisfacción no desaparecía”. Es lo que tiene la sociedad de consumo. Te entusiasma a comprar insensatamente  sin llegar a satisfacer el hambre del alma. Algunos acaban convirtiéndose en compradores compulsivos, llegando incluso a delinquir para saciar el afán incontrolable de comprar.

La tercera tentación a  la que Satanás sometió a Jesús es la misma a la que nos somete a nosotros: “Otra vez le llevó el diablo a un monte muy alto, y le mostró todos los reinos del mundo y la gloria de ellos, y le dijo: Todo esto te daré, si postrado me adoras” (Mateo 4: 8,9). ¿No es también nuestra aspiración  conseguir la mundanal gloria que Satanás por medio de la publicidad nos incita a no estar nunca satisfechos con el nivel de vida que vamos alcanzando? Jesús no cayó en la tentación en que se rindió Eva al dialogar con él (Génesis 3: 1-6). De esta manera Jesús venció al diablo: “Vete, Satanás, porque escrito está: Al Señor tu Dios adorarás, y a Él solo servirás” (v.10). El antídoto para impedir que las garras del diablo nos destrocen: “”Someteos, pues, a Dios, resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4: 10).

Mientras que el ser humano no se someta a Dios y sea revestido de su poder, su resistencia al diablo estará en inferioridad de condiciones. Sin disponer del poder de Dios no podrá domar su afán insaciable de bienes materiales que le lleva al  “Mercado de la insatisfacción para adquirir  productos que no satisfacen el alma. Encontrándose en esta situación de vulnerabilidad se debe tener presente que los buitres no regalan el producto que ofrecen. Lo venden hasta el punto de conseguir que dependan totalmente de ellos.

Es cierto que los cristianos también se mueven por el           “Mercado de la insatisfacción”, no para aprovecharse de los insatisfechos sino para satisfacer gratuitamente el mensaje de liberación que gratuitamente se ha recibió. Es cierto que en el Nombre de Dios los hay que cobran hasta por respirar. Éstos no son enviados de Dios para liberar a los esclavos del diablo. Jesús enseña cómo deben comportarse quienes envía a compartir el mensaje de liberación: “Predicad, diciendo: El reino de los cielos se ha acercado. Sanad enfermos, limpiad leprosos, resucitad muertos, echad fuera demonios, 

”de gracia recibisteis, dad de gracia” (Mateo 10: 7, 8). Jesús envía a sus siervos a sacar a los oyentes del “Mercado de la insatisfacción.

Octavi Pereña i Cortina

 

 

dissabte, 4 de gener del 2025

 

SUPERANDO EL SUICIDIO

La debilidad se supera con el poder de Cristo

¿Nos hemos parado a pensar porque el ser humano se comporta de la manera como lo hace? Porque partimos de una premisa falsa. La falta de fe en Dios el Creador nos ha convertido en evolucionistas.  Creemos que somos el resultado de una célula aparecida por azar que ha ido evolucionando hasta convertirnos en lo que somos: animales racionales, pero animales al fin y al cabo. ¿Nos hemos detenido a reflexionar porque el ser humano  tiene cerebro que piensa acompañado de principios morales y éticos y los animales irracionales únicamente instinto? La causa de la gran diferencia existente entre los animales irracionales y los racionales se debe a que estos últimos son creación independiente de Dios. Nos ha hecho “a su imagen y semejanza” (Génesis 1: 26). Debido al pecado  de Adán, del cual descendemos, lo bueno que Dios vio en la creación (Génesis 1: 31), se pervirtió y en vez de pensar correctamente lo hacemos mal. El pecado heredado de nuestro primer padre nos hace creer que en vez de ser criaturas de  Dios somos fruto del azar. Que Dios es un mito como lo son los dioses grecorromanos. Si Dios es un mito que se ha añadido a la larga lista de dioses grecorromanos, nos hacemos nuestra una cultura que ha que ha impregnado la nuestra. Cuando adoramos a Jesús lo hacemos a alguien que no existe. Cuando por tradición nos postramos ante una imagen que representa a Jesús lo hacemos ante una imagen que tiene ojos que no ven, oídos que no oyen, pies que no andan  y que tiene que sr transportada a cuestas

En la vida se nos presentan muchos problemas que empiezan a manifestarse desde la más tierna infancia. Las rabietas con las que los niños nos obsequian  cuando  quieren conseguir algo, enfermedades, relaciones tóxicas con los compañeros y muchas otras contrariedades. El niño crece y entra en el mundo de los adultos que está impregnado de mucha virulencia. En este mundo se encuentra perdido. Desconoce a quien tiene que acudir en busca de consejo y los consejeros no saben que decirle. Anda  perdido como si estuviese en medio de la selva. El hombre sin Dios a pesar de que presume de poder valerse por sí mismo, a la hora de la verdad no sabe qué hacer. Se rompe con la misma facilidad como se quiebra un jarrón de porcelana. En estas condiciones la vida se ha convertido en una absurdidad. La vida no vale la pena vivirla. La supuesta manera más fácil de salir del atolladero es suicidarse. Que no lo es.

Al final del túnel se ve una luz esperanzadora que es el resultado de la predicación del Evangelio de nuestro Señor Jesucristo que dice: “Yo soy la luz del mundo, el que me sigue no andará en tinieblas, sino que tendrá la luz de la vida” (Juan 8:12).

El apóstol Pablo antes de creer en Cristo vivía inmerso en medio de espesas tinieblas espirituales que le hacían descargar su desconcierto en los cristianos. Cuando se convierte a Jesús se transforma en un ferviente predicador de Jesús: la luz del mundo. ¡Oh lector, confía en el Señor! “Él es tu auxilio y tu escudo” (Salmo 115: 9).

Si alguna vez ha existido una persona que hubiese pensado en suicidarse ese tal sujeto tendría que haber sido el apóstol Pablo. Así explica su azarosa vida como cristiano: “En trabajos más abundante, en azotes sin número, en cárceles más, en peligros de muerte muchas veces. de los judíos cinco veces he recibido cuarenta azotes menos uno, una vez apedreado, tres veces ha padecido naufragio, una noche y un día he estado como naufrago en el mar, en caminos muchas veces, en peligros de ríos, peligros de desierto, peligros en el mar, peligros entre falsos hermanos, en trabajo y fatiga, en muchos desvelos,  hambre y sed, en muchos ayunos, en frio y desnudez, lo que sobre mí se agolpa cada día, la preocupación por todas las iglesias” (2 Corintios 11: 23-27).

El apóstol Pablo que no pretende aprovecharse del hecho de haberse convertido a Cristo como puerta de escape de las tribulaciones, explica sin tapujos su experiencia que es irrepetible pero que nos ayuda en nuestras tribulaciones: “Ciertamente no me conviene gloriarme, pero vendrá a las visiones y revelaciones del Señor. Conozco a un hombre en Cristo, que hace catorce años –si en el cuerpo no lo sé; si fuera del cuerpo, no lo sé, Dios lo sabe), fue arrebatado hasta el tercer cielo. Y conozco al tal hombre –si en el cuerpo, o fuera del cuerpo, no lo sé, Dios lo sabe-, que fue arrebatado al paraíso, donde oyó palabras inefables, que no le es dado al hombre expresar. De tal hombre me gloriaré, pero de mí mismo en nada me gloriaré, sino en mis debilidades. Sin embargo, si quisiera gloriarme, me sería insensato, pero lo dejo para que nadie piense de mí más de lo que en mí ve, u oye de mí. Y para que la grandeza de las revelaciones no me exaltase desmedidamente, me fue dado un aguijón en mi carne, un mensajero de Satanás que me abofetee para que no me enaltezca sobremanera, respecto a lo cual tres veces le he rogado al  Señor, que lo quite de mí. Y me ha dicho: bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más en mis debilidades, para que repose en mí el poder de Cristo. Por lo cual, por amor a Cristo me gozo en las debilidades, en afrentas, en necesidades, en persecuciones, en angustias, porque cuando soy débil, entonces soy fuerte” (2 Corintios 12: 1-10).

Se dice que cuando alguien se suicida lo hace porque es un cobarde ¡Cuándo hay tantos que están cansados de vivir porque la existencia les es tan adversa! Ven en el suicidio el final del sufrimiento. La existencia no termina con la muerte del cuerpo. La existencia sigue más allá del deceso con sus consecuencias eternas de salvación o condenación. Si el lector está pensando en poner punto final a su vida suicidándose como manera de poner remedio a su sufrimiento, piense que  el apóstol Pablo dice que en la debilidad el poder de Cristo se perfecciona.  Si el lector está pensando en el suicidio como medida para abandonar el sufrimiento que padece, piense que en Cristo recibirá la fuerza necesaria para convertir el desaliento en victoria.

Octavi Pereña Cortina

 

LUCAS 24: 31

“Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron”

El hombre nacido de mujer, por ser descendiente de Adán “nacemos  muertos  en  nuestros  delitos y pecados”. Al muerto le es imposible desear la vida, de no ser que Jesús lo levante como lo hizo con los diversos muertos a los que les devolvió la vida durante su ministerio terrenal. En el campo espiritual ocurre algo semejante. Es necesario que el poder de Dios obre en los cadáveres espirituales para que pasen de muerte a vida.  Jesús da la vida espiritual a los que están muertos en sus delitos y pecados (Efesios 2: 1).

El texto que comentamos se refiere a dos seguidores de Jesús que iban de camino a Emaús. Mientras andaban “hablaban de aquellas cosas que habían sucedido”. Estaban tristes porque creían que Jesús era el Mesías prometido y que por el odio que sentían hacia Él los sacerdotes, los fariseos y los ancianos, le habían crucificado. De repente un forastero se pone a su lado y les pregunta porque estaban tristes. No reconocieron quien era  el Extraño que se había unido a ellos “porque sus ojos estaban velados para que no le reconocieran”  (v. 14). Llegan a destino y, sentados a la mesa el Desconocido les dice: “¡Oh insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciese estas cosas y entrara en su gloria? Y comenzando desde Moisés, y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de Él decían” (vv. 25-27).

Llegaron a Emaús y los dos discípulos convidaron al Extraño a cenar. “Entró, pues a quedarse con ellos. Y aconteció  que estando sentado con ellos a la mesa, tomó el pan y lo  bendijo, lo partió y les dio. Entonces les fueron abiertos los ojos, y le reconocieron, mas Él desapareció de su vista”  (vv. 29-31). Gracias al poder del Espíritu los dos discípulos que se dirigían a Emaús tristes por todas aquellas cosas que habían sucedido en aquellos días, al quedarse solos y habiendo visto que Jesús vivía, “se dijeron el uno al otro: ¿No ardía nuestro corazón en nosotros, mientras  nos hablaba en el camino, y cuando nos abría las Escrituras?  (v. 32).

“Y levantándose en la misma hora, volvieron a Jerusalén, y hallaron a los otros reunidos, y a los que estaban con ellos,  que decían: Ha resucitado el Señor verdaderamente, y ha aparecido a Simón. Entonces ellos contaron las cosas que les habían sucedido en el camino, y como le habían reconocido al partir el pan” (vv. 33, 35).

Quiera el Espíritu Santo abrir los ojos del lector para que pueda creer que Jesús da vida a los muertos.


 

“Pero yo celebraré tu fuerza, y por la mañana celebraré tu misericordia, porque tú eres mi refugio en el día de mi angustia”

Por la desobediencia de Adán la muerte entró en el hombre  que hasta en aquel momento no existía. De súbito, de la vida se pasó a la muerte, no sin previo aviso. Los casos en que la muerte se presente sin avisar son pocos. Incluso en los pocos, las dolencias que se les iban presentando previamente  eran anuncios de que la muerte estaba  en la esquina sacando la nariz.

La visita periódica al médico la hacemos para que nos cure las dolencias que van apareciendo. Y así hasta que el Señor nos llame a su presencia para rendirle cuentas de lo que hayamos hecho aquí en la tierra, sea bueno o mal.

Existe un montón de dolencias sicosomáticas que son la consecuencia de que los trastornos del alma afectan al cuerpo. El consumo desmesurado de sicofármacos es una evidencia de ello. Los  accionistas de las empresas farmacéuticas  se frotan las manos por las pingües ganancias que se embolsan y que les permiten vivir a cuerpo de rey. A las farmacéuticas les podemos hacer la puñeta si les dejamos en sus manos únicamente los trastornos mentales que son de origen físico.

Jesús el médico experto en los trastornos síquicos que se originan en el alma, nos receta el tratamiento que nos va a dejar como nuevos. La ansiedad que nos producen las muchas cosas desagradables que suceden a nuestro alrededor es la causante del malestar mental que nos lleva a hacernos adictos  de ansiolíticos, antiestresantes … que alivian pero no curan.  Jesús el médico divino, nos dice: “No os afanéis, pues diciendo: ¿Qué comeremos o que beberemos, o qué vestiremos? Porque los gentiles (los incrédulos) buscan todas estas cosas, pero  vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas. Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su propio afán. Basta al día su propio mal” (Mateo 6: 25-33). El secreto de la salud mental se encuentra en Jesús porque da la paz que el mundo no puede proporcionar.

Si el lector lo pasa mal al no resolver el problema estresante de las angustias que le fatigan, tenga presente las palabras del salmista; “Pero yo celebraré tu fuerza, y por la mañana celebraré tu misericordia, porque tú eres mi refugio en el día de mi angustia”