diumenge, 24 de novembre del 2024

 

COLOSENSES 3: 23

“Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres”

El cuidado del jardín de Edén que en un principio Adán y Eva lo hacían  sin dificultad, con la desobediencia de Adán  la cosa cambió: “Maldita será la Tierra por tu causa, con dolor comerás de ella todos los días de tu vida. Espinas y cardos te producirá…Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste formado, pues polvo eres y al polvo volverás” (Génesis 3: 11-19). Con la desobediencia el trabajo ha dejado de ser algo placentero para convertirse en algo duro y hastioso como muy bien lo indica que el hombre ganará el pan de cada día con el sudor de la frente hasta  que el Señor lo llame a su presencia. Se dan trabajos físicamente unos más duros que otros. Los de cuello blanco que se realizan en oficinas  provistas de todas las comodidades, físicamente no se suda. Pero el sudor espiritual que le acompaña indica que nadie puede escaparse de la maldición divina. Ni los creyentes en Cristo que por la fe en su Nombre se han convertido en hijos de Dios por adopción, en el tiempo presente no se escapan de la maldición de Dios. A pesar que todos sus pecados han sido perdonados porque Jesús se los hizo  suyos en la cruz, continúan siendo pecadores y lo serán hasta que Jesús en su gloria al fin del tiempo venga a buscarlos porque hasta aquel entonces la maldición permanecerá.

La diferencia entre el creyente en Cristo y el incrédulo es que el primero puede descargar los pesares que acompañan al trabajo en Alguien que le dice: “Ven a mí tú que estás trabajado y cargado y yo te haré descansar. Lleva mi yugo sobre tus espaldas y aprende de mí, que soy manso y humilde de corazón, y tu alma encontrará descanso” (Mateo 11: 28, 29).

El incrédulo, ¿dónde encuentra el descanso para su alma? En ninguna parte. Los ayudadores en los que busca soporte están tanto o más necesitados que él del descanso de sus almas, ¿cómo pretenden ayudarlo? Ni el descanso semanal instituido por Dios, si en él no está Jesús que es el dador de la paz (Juan 14: 27), las actividades que en este día se practican para satisfacer la sensualidad no sirven para tranquilizar el desasosiego del alma.

El secreto para encontrar la paz que se escurre como el agua entre los dedos nos lo revela el texto que comentamos: “Y todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres”

Si el trabajo que hace el lector lo hace como para el Señor descubrirá que Jesús suplanta al empresario que le ha contratado. Tal encuentro te manifestará lo saludable que es trabajar para un Empresario que es amor puro porque en esencia es Amor.


 

1 SANUEL 15: 22

Y Samuel dijo: ¿Se complacerá el Señor tanto en los holocaustos y víctimas, como en que se le obedezca a las palabras del Señor. Ciertamente el obedecer es mejor que los sacrificios, y el prestar atención que la grosura de carneros”

El profeta Samuel obedeciendo la orden dada por el Señor le dice al rey Saúl: “Así ha dicho el Señor de los ejércitos: Yo castigaré lo que hizo Amalec a Israel al oponérsele en el camino cuando subía de Egipto. Ve, pues, e hiere a Amalec, y destruye lo que tiene…” (vv. 1-3). Saúl emprende la guerra y vence a Amalec, pero no lo destruye del todo. El profeta Samuel se acerca al monarca  y le dice: “¿Por qué, pues, no has oído la voz del Señor sino que vuelto al botín has hecho lo malo ante los ojos del Señor?” (v. 19). Saúl le da al profeta la excusa del mal pagador.

A nosotros el Señor no va a encargarnos que destruyamos a los enemigos de nuestro pueblo. Como a individuos sí que nos ordena el Señor que cumplamos a rajatabla los mandamientos que se encuentran en la Biblia. Cuando alguien nos reprende por no obedecerlos damos mil y una excusas para justificar lo injustificable: nuestra desobediencia.   Diciendo, si somos católicos, que vamos a misa todos los domingos. Si somos evangélicos,  afirmando que vamos al culto en el día del Señor. No basta con ser practicantes del precepto dominical. Al Señor no le complace que seamos únicamente obedientes al precepto dominical. El Señor se agrada de nosotros si somos obedientes a su Palabra.

El versículo que sigue al que hemos tomado como base de esta meditación dice: “Porque como pecado de adivinación es la rebelión, y como ídolos e idolatría la obstinación” (v. 23a). La adivinación y la idolatría  son dos pecados que conducen directamente a la condenación eterna. Los falsos pastores que se presentan ante nosotros como si fuesen ángeles de luz, nos dicen que si confesamos nuestros pecados a un sacerdote la absolución que nos da certifica que nuestros pecados han sido perdonados. Si nos hemos olvidado de alguno o no lo hemos querido confesar por vergüenza, no os preocupéis por ello. Pasareis una temporada en el Purgatorio de donde saldréis más blancos que la nieve. Si no basta con el Purgatorio, no os inquietéis: Las oraciones y las misas que se hagan a vuestro favor acortarán el tiempo de purgación y entraremos en la gloria celestial. Estas falsas doctrinas son las que enseñan los falsos pastores que encubiertamente se han infiltrado en las filas cristianas.

 

 

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