JUAN 1: 46
“Natanael le dijo: ¿De Nazaret puede salir
algo bueno? Le dijo Felipe: Ven y ve”
En el
evangelio de Juan desde su inicio no existe ninguna orden concreta que nos
obligue a evangelizar. El escenario es Betábara, al otro lado del Jordán donde
Juan el Bautista bautizaba (Juan 1: 28). Juan y dos de sus discípulos se
encontraban juntos. Juan viendo que Jesús andaba por allí dijo a sus
discípulos: “He aquí el Cordero de Dios”.
Sus alumnos dejan a su maestro para seguir a Jesús. Éste al darse cuenta que le
siguen se detiene para preguntarles: “¿Qué
buscáis?” Sus admiradores le
responden que querían saber dónde moraba. Uno de los discípulos de Juan era
Andrés, hermano de Simón Pedro. Cundo Andrés se encuentra con su hermano, sin
pensárselo dos veces, se le acercó para hablarle de Jesús. Lo cogió del brazo y
lo llevó a Jesús.
Al día
siguiente Jesús encuentra a Felipe y le dice: “Sígueme” (v. 43). Felipe se
encuentra con Natanael y le dice: hemos encontrado a ”Jesús , el hijo de José de
Nazaret” (v. 45). Natanael, incrédulo, le responde: “¿De Nazaret puede salir algo de bueno?” Felipe que no es ningún
doctor en Teología, de Jesús sólo sabe la impresión que le ha causado su breve
encuentro con Él. Sólo puede decirle: “ven
y ve” (v. 46).
Encontrándose
Jesús en pleno ministerio público se
topa con quien conocemos como el “endemoniado gadareno” que estaba poseído por
una legión de demonios. Jesús le libera del poder satánico que lo esclavizaba.
Cuando Jesús iba a subir al bote para abandonar el lugar, quien había sido un “endemoniado” se
acercó a Jesús para pedirle que le permitiera irse con Él. Jesús no se lo
aprobó, pero le dijo: “Vete a tu casa, a
los tuyos, y cuéntales cuán grandes cosas ha hecho contigo, y cómo ha tenido
misericordia de ti. Y se fue, y comenzó a publicar en Decápolis cuán grandes
cosas Jesús había hecho con él, y todos se maravillaban” (Marcos 5: 1-20).
Ni
Felipe, ni Andrés, ni el gadareno no habían asistido a ningún curso de
evangelización para aprender las técnicas de cómo evangelizar. Todos ellos
explican lo que Jesús les había hecho. Sabían por experiencia en quien habían
creído. Evangelizar consiste principalmente en compartir lo que Jesús ha hecho
con uno. Los muertos que lo son todos los que han nacido de mujer cuando se
encuentran con Jesús que es la Vida reciben la vida eterna. Los muertos que
conviven con los que han recibido la vida eterna por la fe en Jesús necesitan
saber lo que Jesús ha hecho en ellos. El testimonio de una persona a la que Jesús
ha perdonado sus muchos pecados tiene mucho más valor que mil libros que
enseñen cómo evangelizar.
HECHOS 1: 8
“Pero recibiréis poder cuando haya venido
sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en
Samaria, y hasta lo último de la Tierra”.
Las
palabras de ese texto las pronunció Jesús segundos antes de ascender a los
cielos para sentarse al lado del Padre desde donde interceder por los suyos.
Jesús durante la celebración de su última Pascua con sus discípulos les dijo
que iba a dejarlos. Pero no os preocupéis: “No
os dejaré huérfanos”. ¿Cómo no nos vamos a quedar solos si tú te marchas?
La respuesta a esta pregunta la da Jesús cunado dice a sus discípulos: “Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a
quien el Padre enviará en mi Nombre, Él os enseñará todas las cosas, y os
recordará todo lo que yo os he dicho” (Juan
14: 26).
Ser
cristiano no consiste en ser miembro de una iglesia que se considere cristiana,
sino si su cuerpo se ha convertido en templo del Espíritu Santo: “Nadie puede llamar a Jesús Señor, sino por
el Espíritu Santo” (1 Corintios 12: 3), lo cual significa que nadie nace de
nuevo si el Espíritu Santo no lo engendra como hijo de Dios por adopción: “Los que son guiados por el Espíritu de
Dios, esto son hijos de Dios” (Romanos 8: 14). En el primer Pentecostés
después de la ascensión de Jesús a los cielos, el Espíritu santo vino a la
Tierra para llenar con el poder de Dios a los cristianos.
En las
iglesias se encentran dos tipos de cristianos verdaderos. Ambos son hijos de
Dios por adopción porque ambos han recibido el Espíritu Santo que los ha
sellado como hijos de Dios. Estos dos tipos de cristianos son los carnales y los espirituales. El comportamiento de los primeros tiene un gran
parecido con el de los incrédulos. Son una anomalía ya que a dichos cristianos
a se les tiene que alimentar únicamente con leche espiritual. El autor de
Hebreos nos da un toque de atención: “Porque
debiendo ser maestros, después de tanto
tiempo, tenéis necesidad de que se os vuelva a enseñar cuales son los primeros
rudimentos de las palabras de Dios, y habéis llegado a ser tales que tenéis
necesidad de leche, y no de alimento sólido. Y todo aquel que participa de la
leche, es inexperto en la palabra de justicia, porque es niño, pero el alimento
sólido es para los que han alcanzado madurez, para por los que por el uso
tienen los sentidos ejercitados en el discernimiento del bien y del mal” (Hebreos
5: 12-14).
El
consejo que la Palabra nos da: “Por
tanto, dejando los rudimentos de la doctrina, vayamos adelante a la perfección”
(Hebreos 6: 12). “El reino de los cielos
sufre violencia, los valientes lo arrebatan” (Mateo 11: 12).
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