SALMO 32: 6
“Por esto orará a ti todo fiel en el tiempo
que puedas ser hallado, ciertamente la inundación de muchas aguas no llegarán a
él”
Si Dios
no nos dice lo contrario, está siempre dispuesto a escuchar. La sala de
audiencias está abierta las 24 horas del día y los 365 días del año. El Rey
sentado en el trono con los oídos dispuestos a escuchar. El Señor no hace
vacaciones. Ni duerme tan profundamente que sus oídos no puedan escuchar
nuestras súplicas de socorro. El único requisito que se exige de nosotros es
que creamos en Él y estemos dispuestos a hacer lo que Él nos mande. Si no
estamos dispuestos a hacer lo que Él nos mande no perdamos el tiempo porque
el Señor no autorizará al ujier que abra
la puerta que da acceso a la sala de audiencias.
Por
esto el fiel orará a Él todo el tiempo que puede ser hallado: SIEMPRE. El
suplicante que acude a Él en busca de socorro se encuentra en una
situación desesperada: “Tú eres mi refugio, me guardarás de la
angustia”. Los medios de comunicación se encargan de divulgar situaciones
desesperadas en que se encuentran algunas personas. La angustia de infinidad de
personas no merece la pena que ocupe espacio en los telediarios, pero es lo
suficiente fuerte la angustia que padece
la persona como que el Consolador esté dispuesto a escuchar. La ayuda que el
angustiado necesita no está al alcance del hombre porque bastante tiene con sus
propios problemas. Si el lector está atravesando un período de angustia, sea lo
que sea lo que la produzca, sepa que si humildemente acude a Él sepa que la
puerta de la sala de audiencias se le abrirá automáticamente de par en par y el
Rey sentado en el trono será todo oídos para escuchar sus lamentos.
¿Cuál
será la consecuencia de la súplica dirigida al Todopoderoso? El salmista la expone:
“Con cánticos de liberación me rodearas”
(v. 7). Recuerde el lector que los salmos son poemas y que el autor emplea un
lenguaje poético. Cánticos de liberación
significa que una liberación de alcance inconcebible se producirá. Puede ser
que la causa de la angustia no desparezca, pero la angustia sí porque Dios que
consuela te enseñará el camino por el que debes andar porque Él es la luz que
ilumina tu camino. Dejas de andar en tinieblas y, el Señor se hace tan real que
los cánticos de liberación inundarán
tu alma.
El
salmista nos dice lo que no tenemos que ser:” “No seas como el caballo, o como el mulo sin entendimiento, que han de
ser sujetados con cabestro y freno, porque si no te acercas a Él” (v. 9).
Nos dice: abandonad el orgullo en la cuneta antes de venir a mí.
Lector,
mientras estés en este mundo lo problemas te asaltarán. Jesús te dice “La paz te dejo, mi paz te doy, yo no te la
doy como el mundo te la da, No s turbe tu corazón, ni tengas miedo” (Juan
14: 27).
GALATAS 1: 40
“Pues ¿busco ahora el favor de los hombres, o
el de Dios? ¿O trato de agradar a los hombres? Pues si todavía agradara a los
hombres, no sería siervo de Cristo”
Cristo
es la cabeza de la iglesia y los cristianos son miembros del cuerpo cuya cabeza
es Cristo. El sentido común nos dice que la cabeza gobierna el cuerpo. En la
iglesia también tendría que ser así.
En el
texto que comentamos el apóstol Pablo pone sobre la mesa el tema de la
carnalidad o la niñez permanente de los cristianos. Los pastores, los diáconos,
los fieles en general, ¿buscan el favor
de los hombres o el de Dios? Jesús por ser la Cabeza de la iglesia, a la vez
que es Dios, se le tiene que amar sobre todas las cosas ¿lo hacemos? La verdad
es que no. Ello se debe a que la carnalidad supera con creces a la espiritualidad.
El apóstol escribiendo a la iglesia en Corinto, les dice: “De manera que yo hermanos, no pude hablaros como a espirituales, sino
como a carnales, como a niños en Cristo” (1 Corintios 3: 1). Los cristianos
de la iglesia en Corinto llevaban años siéndolo, pero padecían la anomalía de
la falta de crecimiento. Los padres al descubrir que algo extraño en el
crecimiento físico de su hijo acuden al médico en busca de una solución. El
apóstol ha detectado la dolencia en los cristianos de Corinto. Tiene que
decirles: “Tengo que daros leche y no
vianda” (v. 2). Tenían que ser adultos y todavía tenían como texto el
“Catón”, el libro que años ha utilizaban los niños que estaban en párvulos.
Físicamente algunos de los cristianos que estaban en la iglesia e Corinto,
físicamente habían crecido, pero espiritualmente no habían abandonado la
infancia. Tiene que seguir enseñándoles el ABC
del Evangelio, leche spiritual. Eran incapaces de coger el tenedor y el
cuchillo, cortar la vianda y llevársela a la boca para masticarla.
¿Qué
síntomas ve Pablo que le hacen ver los
cristianos de Corinto eran carnales, niños en Cristo? “Pues habiendo entre vosotros, celos,
contiendas y disensiones, ¿no sois carnales, y andáis como hombres? (v. 3).
La vida cristiana es una maratón. Los atletas que participan en una de olímpica
se alimentan adecuadamente, llevan una vida sana y se preparan poniendo el cuerpo bajo dura servidumbre. La
pregunta obligada a hacernos es: ¿Por qué se encuentran tantos niños en Cristo
en las iglesias? Jesús nos da la respuesta: “No
todo el que me dice: Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace
la voluntad de mi Padre que está en los cielos” (Mateo 7: 21). La fe en Jesús es la puerta de
entrada en el reino de los cielos, lo cual nos convierte en atletas que corren
en la maratón cristiana Para ello tenemos que prepararnos siendo perseverantes
en la lectura de la Biblia y en la oración y, como escribe Santiago: “Siendo hacedores de la Palabra, y no tan
solamente oidores, engañándoos a vosotros mismos” (1: 22). A Dios rogando y
con el mazo dando. No basta con decir amén a lo que se dice desde el pulpito.
Se tiene que poner en práctica lo que se ha escuchado.