GÉNESIS 32: 26
“Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le
respondió: No te dejaré, si no me bendices”
Este
texto nos muestra un antes y un después en la vida de Jacob. Hasta este
instante el patriarca había sido un creyente nominal. Creía en Dios como lo hacen
la mayoría de las personas que únicamente creen de oídas, pero que no lo
conocen realmente porque Él no habita en ellos por el Espíritu Santo. Hasta
aquel instante en que Jacob luchó con Dios y no cedió hasta que el Señor le
bendijo, pasó de ser un hijo del diablo a serlo de Dios por la fe en el Mesías.
Acredita dicho cambio de filiación el hecho que su vida cambió a partir de
aquel momento.
Recordemos
la enseñanza de Jesús sobre los dos árboles: “No es buen árbol el que da malos frutos, ni el árbol malo el que da
buen fruto, pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se
vendimian uvas. El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca la bueno, y
el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo, porque de la
abundancia del corazón habla la boca” (Lucas 6: 43-45).
Durante
la conversación que Jesús mantuvo con Nicodemo, un fariseo deseoso de saber la
verdad de Dios, el Señor saca a relucir el tema del nuevo nacimiento. Nicodemo
le pregunta: “¿Cómo puede un hombre nacer
siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y
nacer?” Jesús le responde: “De
cierto, de cierto te digo, que el que no nace del agua y del Espíritu, no puede
entrar en el reino de Dios” (Juan 3: 4, 5). Pienso que “nacer del
agua” es una referencia al bautismo de
arrepentimiento que practicaba Juan el Bautista. Pienso que esta interpretación
es correcta porque Jesús relaciona la serpiente de bronce que Moisés levantó en
un palo y todo aquel que la miraba curaba del mordisco de la serpiente,
con “el
Hijo del Hombre sea levantado, para
que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (vv. 14, 15).
Junto
con el agua Jesús menciona al Espíritu Santo. Bautizarse en agua, sin
arrepentimiento, sin el Espíritu Santo,
no tiene ningún valor. Si el Espíritu Santo no reside en el recién bautizado el
tal sigue estando muerto en sus n delitos y pecados. No ha nacido de nuevo.
Continúa siendo un árbol malo que da malos frutos. Si al bautismo en agua le acompaña la unción del Espíritu
Santo se convierte en un árbol bueno que da frutos buenos: “Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, fe mansedumbre, templanza” (Gálatas
5: 22, 23).
1 SAMUEL 2: 12
“Pero los hijos de Elí eran hijos de Belial,
no conocían al Señor”
¿Qué
significa que los hijos de Elí fuesen hijos de Belial? Sencillamente que eran
personas malas, disolutas, incorregibles. Ya no eran adolescentes. Eran
personas adultas que no habían crecido en el conocimiento del Señor. Un profeta
denuncia la permisividad con que Elí había criado a sus hijos con estas
palabras: “Porque has honrado a tus hijos
más que a Mí” (. 29).
Nos
quedaremos con las palabras con las que el profeta anónimo denuncia la
permisividad de Elí, porque se necesita
que se reflexione en ellas en nuestros días. Por el contexto sabemos que el
sacerdote Elí fue un verdadero hijo de Dios. Su condición sacerdotal no le
eximía de ser descendiente de Adán y como tal, un pecador con todas sus
debilidades. No escuchó la advertencia que le hizo el profeta anónimo que
corrigiese severamente el comportamiento indecoroso de sus hijos. Permitió que
corrompiesen el sacerdocio. Ello nos enseña que los pastores, aun cuando sean
verdaderos hijos de Dios no tiene que ser que los feligreses no puedan
amonestarles. No tienen que refugiarse en la autoridad que les confiere el
cargo, ni en el certificado emitido por un seminario. Todo ello está muy bien,
pero no les autoriza a considerar a la feligresía como chusma despreciable como
hacían los sacerdotes y fariseos en tiempos de Jesús. El hombre perfecto no
existe. Los pastores por no serlo tendrían mucho que aprender de Jesús que “era manso y humilde de corazón”. La
“titulitis” engendra engreimiento. La humildad es la base del crecimiento en
estatura y en el conocimiento de Dios.
Como
Satanás es muy astuto envía a sus servidores a que se introduzcan en las
iglesias para desestabilizarlas. Incluso llegan a situarse en el pastoreo.
Desde el púlpito predican una mezcla de verdad y mentira con el resultado que
la mentira prevalece sobre la verdad. Ante esta situación sólo queda una
solución: que los feligreses sean conocedores de la verdad de Dios que contiene
la Biblia. Que sean diligentes y perseverantes en el estudio de la Biblia,
pidiendo a Dios que por el Espíritu Santo crezcan en el conocimiento de Dios.
Serán luz que destapará la falsedad que se predique desde el púlpito.
Fortaleceos en el Señor y contribuiréis a que Satanás será expulsado del
púlpito y el Señor glorificado.
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