dissabte, 1 de juny del 2024

 

GÉNESIS 32: 26

“Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices”

Este texto nos muestra un antes y un después en la vida de Jacob. Hasta este instante el patriarca había sido un creyente nominal. Creía en Dios como lo hacen la mayoría de las personas que únicamente creen de oídas, pero que no lo conocen realmente porque Él no habita en ellos por el Espíritu Santo. Hasta aquel instante en que Jacob luchó con Dios y no cedió hasta que el Señor le bendijo, pasó de ser un hijo del diablo a serlo de Dios por la fe en el Mesías. Acredita dicho cambio de filiación el hecho que su vida cambió a partir de aquel momento.

Recordemos la enseñanza de Jesús sobre los dos árboles: “No es buen árbol el que da malos frutos, ni el árbol malo el que da buen fruto, pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas. El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca la bueno, y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo, porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Lucas 6: 43-45).

Durante la conversación que Jesús mantuvo con Nicodemo, un fariseo deseoso de saber la verdad de Dios, el Señor saca a relucir el tema del nuevo nacimiento. Nicodemo le pregunta: “¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?” Jesús le responde: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3: 4, 5). Pienso que “nacer del agua”  es una referencia al bautismo de arrepentimiento que practicaba Juan el Bautista. Pienso que esta interpretación es correcta porque Jesús relaciona la serpiente de bronce que Moisés levantó en un palo y todo aquel que la miraba curaba del mordisco de la serpiente, con  “el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”  (vv. 14, 15).

Junto con el agua Jesús menciona al Espíritu Santo. Bautizarse en agua, sin arrepentimiento,  sin el Espíritu Santo, no tiene ningún valor. Si el Espíritu Santo no reside en el recién bautizado el tal sigue estando muerto en sus n delitos y pecados. No ha nacido de nuevo. Continúa siendo un árbol malo que da malos frutos.  Si al bautismo  en agua le acompaña la unción del Espíritu Santo se convierte en un árbol bueno que da frutos buenos: “Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, fe mansedumbre, templanza” (Gálatas 5: 22, 23).


 

1 SAMUEL 2: 12

“Pero los hijos de Elí eran hijos de Belial, no conocían al Señor”

¿Qué significa que los hijos de Elí fuesen hijos de Belial? Sencillamente que eran personas malas, disolutas, incorregibles. Ya no eran adolescentes. Eran personas adultas que no habían crecido en el conocimiento del Señor. Un profeta denuncia la permisividad con que Elí había criado a sus hijos con estas palabras: “Porque has honrado a tus hijos más que a Mí”  (. 29).

Nos quedaremos con las palabras con las que el profeta anónimo denuncia la permisividad de Elí, porque se  necesita que se reflexione en ellas en nuestros días. Por el contexto sabemos que el sacerdote Elí fue un verdadero hijo de Dios. Su condición sacerdotal no le eximía de ser descendiente de Adán y como tal, un pecador con todas sus debilidades. No escuchó la advertencia que le hizo el profeta anónimo que corrigiese severamente el comportamiento indecoroso de sus hijos. Permitió que corrompiesen el sacerdocio. Ello nos enseña que los pastores, aun cuando sean verdaderos hijos de Dios no tiene que ser que los feligreses no puedan amonestarles. No tienen que refugiarse en la autoridad que les confiere el cargo, ni en el certificado emitido por un seminario. Todo ello está muy bien, pero no les autoriza a considerar a la feligresía como chusma despreciable como hacían los sacerdotes y fariseos en tiempos de Jesús. El hombre perfecto no existe. Los pastores por no serlo tendrían mucho que aprender de Jesús que “era manso y humilde de corazón”. La “titulitis” engendra engreimiento. La humildad es la base del crecimiento en estatura y en el conocimiento de Dios.

Como Satanás es muy astuto envía a sus servidores a que se introduzcan en las iglesias para desestabilizarlas. Incluso llegan a situarse en el pastoreo. Desde el púlpito predican una mezcla de verdad y mentira con el resultado que la mentira prevalece sobre la verdad. Ante esta situación sólo queda una solución: que los feligreses sean conocedores de la verdad de Dios que contiene la Biblia. Que sean diligentes y perseverantes en el estudio de la Biblia, pidiendo a Dios que por el Espíritu Santo crezcan en el conocimiento de Dios. Serán luz que destapará la falsedad que se predique desde el púlpito. Fortaleceos en el Señor y contribuiréis a que Satanás será expulsado del púlpito y el Señor glorificado. 

 

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