diumenge, 30 de juny del 2024

 

JUAN 16:32

            “He aquí que la hora viene, y ha venido ya, que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo, pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo”

La crucifixión de Jesús está a la vuelta de la esquina. Previene a sus discípulos de la cercanía del evento. Para algunos es un crimen horrendo provocado por las alcantarillas del Estado. Para los verdaderos creyentes en Cristo es el cumplimiento del proyecto eterno de Dios el Padre que su Hijo tendría que morir de una muerte tan ignominiosa como lo es la crucifixión: “Cristo nos redimió de la maldición de la Ley, hecho por nosotros maldición porque está escrito: maldito todo el que es colgado en un madero” (Gálatas 3. 13), para salvar al pueblo de Dios de sus pecados. El ángel  que anunció a José que María su desposada “había concebido del Espíritu Santo dará a luz un hijo, y llamarás su Nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados”  (Mateo 1: 18, 21).

Los que se consideran cristianos, lo son de lengua, pero no de corazón, se recrean en la muerte de Jesús pero no en su resurrección. Para darse cuenta de ello basta con prestar un poco de atención en lo que ocurre durante la llamada Semana Santa. Todo gira alrededor de la muerte violenta de Jesús. Las procesiones se han convertido en un espectáculo religioso. Desgraciadamente son muchísimas las personas que van al lugar donde fue depositado el cuerpo de Jesús para ungir su cuerpo con “especias aromáticas” (Marcos 16: 1). El lugar en donde fue depositado Jesús está vacío. ¡Aleluya, Cristo ha resucitado!

Volvamos al texto que sirve de base a esta meditación. Ya ha llegado la hora “que seréis esparcidos cada uno por su lado, y me dejaréis solo”. Y  así fue. Cuando los enemigos de Jesús se presentaron en Getsemaní para prenderle, los discípulos le dejaron solo ante el peligro. Aquellos que dijeron que estarían con El aun cuando tuviesen que morir, le abandonaron.

Ahora viene lo que considero es una gran lección para nosotros. Jesús les dijo “pero no estoy solo, porque el Padre está conmigo”. Ahí tenemos presente el problema de la soledad. Los hombres hacen las mil y una para estar permanentemente acompañados. Tan pronto nos levantamos de la cama encendemos la radio o el televisor para que la voz nos acompañe. Hagamos  lo que hagamos jamás conseguiremos que la soledad del alma que es el origen de la soledad que nos agobie, nos abandone. La auténtica soledad no es la falta de compañía humana sino el vacío que existe en el alma. El corazón no puede permanecer vacío. Si Jesús es el ausente entonces el corazón se llena  de pensamientos que nos enferman. Los discípulos abandonaron a Jesús pero el Padre permaneció en Él. Poco después de que Jesús pronunciase las palabras del texto, el señor fue crucificado. Pero resucitó al tercer en cumplimientos de las Escrituras. Jesús resucitado se convierte en “yo soy el camino, y la verdad y la vida, nadie viene al Padre si no es por mí” (Juan 14: 6). Por la fe en Jesús el alma no se encuentra jamás sola.


SALMO 8: 3, 4

“Cuando veo tus cielos obra de tus dedos, y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre, para que le visites?”

El autor del salmo 8 lo fue el rey David que en su adolescencia pastoreaba las ovejas de su padre. Nos lo podemos imaginar apoyado contra un árbol en las vigilias de noches estivales tocando el arpa y escribiendo  el salmo que comentamos, que tantos beneficios nos proporciona su lectura. Dice el poeta que contempla el firmamento estrellado. Existen dos maneras de contemplarlo. Una desde la perspectiva de la incredulidad que hace que el firmamento estrellado y la existencia humana sean el fruto de la casualidad. Para el incrédulo la  existencia, ni la presente ni la futura tiene sentido. La vida se sustenta en el vacío. No tiene la Roca que es Jesús sobre la que edificar su casa. Los embates de la vida le encuentran desamparado sin posibilidad de ir en busca de socorro en el tiempo de necesidad. Como para el incrédulo Dios no existe, solo le queda la posibilidad de ir a buscar socorro en alguien como él. Cuando Israel se aleja de Dios busca en Egipto ayuda. El representante de Asiria le hace llegar a Ezequías, este mensaje al rey de Judá: “¿Qué es esto en que te apoyas? …Mas, ¿en qué confías que te has revelado contra mí? He aquí que confías en este báculo de caña cascada, en Egipto, en el cual si alguien se apoya, se le entrará por la mano y la traspasará” (2 Reyes 18: 19-21).

David es un hombre de fe. Cuando mira el cielo estrellado no puede por menos que confesar que lo que contempla es obra del Dios omnipotente. Luego contrasta la grandeza de Dios con su pequeñez. Se pregunta. “¿Qué es el hombre  para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre para que le visites? La respuesta a esta pregunta se encuentra en el hecho de que el hombre es creación directa de Dios, creado a imagen de Él. A pesar que Adán no obedeció el mandato de no comer del fruto del árbol de la ciencia, Dios instruye a Adán cómo rehacer la comunión con Él rota por el pecado. Es por la fe en el Mesías que tendría que  venir. Es así como David puede dirigirse al Creador, diciéndole: “¿Qué es el hombre para que tengas de él memoria, y el hijo del hombre para que le visites? Es el amor infinito de Dios lo que hace que no se olvide del hombre rebelde.

Es el mismo David quien en el salmo 86, escribe: “Mírame, y ten misericordia de mí, da poder a tu siervo, y guarda al hijo de tu sierva. Haz conmigo señal para bien, y véanlo los que me aborrecen, y sean avergonzados, porque tú, Señor, me ayudaste  y me consolaste” (vv. 16, 17). David no se apoya en la caña quebrada que es el hombre, sino en el brazo poderoso de Dios   que le sostiene en los momentos que sus enemigos se le acercan para dañarle.    

 

diumenge, 23 de juny del 2024

 

TRADICIÓN, ¿ES ESPECTÁCULO?

La Tradición convierte a la Religión en un espectáculo porque afecta a la sensualidad y no al corazón

El acto religioso convocado para celebrar Corpus “en la Catedral de Lleida como fiesta excepcional, tuvo la solemnidad adecuada, si bien a criterio de muchos feligreses pecó (palabra inadecuada, al tratarse de donde se trata), de demasiado largo”. Este texto lo he extraído del artículo “Liturgia y protocolo” de Jaume Climent (La Mañana, 4/06/2024).

La fiesta de Corpus no es de origen apostólico. Se constituyó en el año 1264 siendo papa Urbano IV y, definitivamente proclamada  en el año 1316 siendo papa Juan XXII. La celebración no está amparada por el canon de las Sagradas Escrituras cristianas. Forma parte de la Tradición católica. Por lo cual se tienen que tener los ojos bien abiertos porque no siempre Tradición equivale a Verdad. A partir de la desaparición de los apóstoles y debido al debilitamiento de la autoridad de los pastores y del abandono de la Biblia como garantía de la sana doctrina que se impartía.  Debido a los lobos cubiertos con pieles de ovejas que se infiltraban en las iglesias, las falsas doctrinas convertidas en fábulas iban suplantando la verdad bíblica, convirtiéndose en la Tradición que tanta importancia se le da en la Iglesia Católica. En este sentido es necesario recordar las palabras del profeta Isaías: “Dice pues, el Señor: Porque este pueblo se acerca a Mí con su boca, y con sus labios me honra, pero su corazón está lejos de Mí, y su temor de Mí no es más que un mandamiento de hombres que les ha sido enseñado” (29: 13). Jesús aprueba las palabras del profeta cuando refiriéndose a la tradición judaica dice a sus enemigos los sacerdotes y fariseos. “Bien invalidáis el mandamiento de Dios para guardar vuestra tradición” (Marcos 7: 9). El creyente católico si desea ser fiel consigo mismo tendría que preguntarse: Lo que creo y practico, ¿se ajusta a la Palabra de Dios o a la tradición de los hombres? Que el Señor le ilumine pues de la respuesta que dé depende su salvación o condenación eterna.

Corpus tiene que ver con la doctrina de la transubstanciación que enseña que la harina que es el componente básico de la hostia, ésta al ser consagrada por el sacerdote, sin perder su textura material, se convierte en el verdadero cuerpo de Jesús. Jesús afirma de sí mismo: “Yo soy el pan de vida, el que a mí viene nunca  tendrá hambre, y el que en Mí cree, no tendrá sed jamás” (Juan 6: 35). Jesús no dice a sus oyentes que ingieran un pedacito de pan que le representa. Afirma. Creed en Mí, es decir tened fe en Mí como Salvador. Jesús aporta más información al decir: “El Espíritu es el que da vida, la carne para nada aprovecha, las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (v. 63). Cuando Jesús dice: “El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna, y yo le resucitaré en el día postrero2 (v. 54), lo dice en sentido figurado, no literal. Se come la carne de Jesús y se bebe su sangre por la fe, no por la boca.

Cuando los sabios doctores que tiene la Iglesia Católica, como prestidigitadores sacaron la doctrina de la transubstanciación, tuvieron que legalizarla. Ello se hizo en el Concilio Lateranense celebrado en el año 1215. Esta  doctrina que es herejía no se conforma con quedarse sola, le acompaña el pecado de idolatría. Ante la hostia consagrada por ser lo que se dice representa, los fieles tienen que doblar la rodilla ante ella en señal de reverencia. A esto se le llama idolatría. Por cierto, totalmente prohibido por Dios. Así lo exige la Ley divina: “No te harás imagen, ni ninguna semejanza de lo que está arriba en el cielo, ni abajo en la tierra, ni en las aguas debajo de la tierra. No te inclinarás a ellas, ni las honrarás, porque yo soy el Señor tu Dios, fuerte, celoso, que visita la maldad de los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generación de los que le aborrecen” (Éxodo 20: 4, 5).

No solo en las procesiones, también en la iglesia ante el Sagrario en donde se supone que Jesús está presente, los fieles católicos tienen que hacer la obligada reverencia. La Iglesia Católica que desea que Jesús esté en cuerpo presente en las  procesiones y en las iglesias, tendría que recordar las palabras del apóstol Pablo que por conservarse grabadas en la Biblia y que por ser Palabra de Dios prevalecen sobre cualquier otra autoridad: “¿No sabéis que sois templo de Dios, y que el Espíritu de Dios mora en vosotros?” (1Corintios 3: 16). El mismo apóstol concretando más, escribe: “Que Cristo habite por la fe en vuestros corazones” (Efesios 3: 17).

El autor del escrito “Liturgia y protocolo” lo cierra con el temor de  que Corpus “no se convierta involuntariamente en un espectáculo folclórico más, como si de un desfile se tratase”. Su temor se ha convertido ya en realidad. La Tradición se ha convertido en espectáculo que tiene que irse renovando para mantener viva la sensualidad de los feligreses porque si no se aburren.

Octavi Pereña Cortina

 

MARCOS 10: 47

“Y oyendo que era Jesús nazareno comenzó a dar voces y a decir: ¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!

Jesús sale de Jericó acompañado de sus discípulos. Una gran multitud le seguía. Junto al camino el ciego Bartimeo estaba sentado mendigando. Siempre que se reúne una gran multitud es inevitable que se produzca vocerío. Bartimeo no ve, pero oye. Lo lógico es que preguntase: ¿Qué pasa? Le dicen: Es Jesús nazareno. Bien seguro que Bartimeo había oído hablar de Jesús  y de sus milagros. A pesar  que Jesús decía a quienes curaba que no dijesen nada, proclamaban por doquiera las maravillas que hacía. ”Oyendo (Bartimeo), “que era Jesús nazareno, empezó a dar voces y a decir: ¡Jesús, hijo de David, ten misericordia de mí” (v. 48).

Existen dos clases de ciegos: los que como Bartimeo no pueden ver el entorno en que se encuentran. Estos son minoría. Y los ciegos espirituales que lo somos todos por haber sido engendrados  siendo pecadores.  Hemos nacido siendo ciegos espirituales que nos impide ver a Dios y a sus ángeles  que por ser espíritu, son invisibles a los ojos la cara. La ceguera espiritual tampoco nos impide ver a Satanás y a sus demonios a los que el apóstol Pablo identifica como “principados, potestades, gobernadores de las tinieblas de este siglo, huestes espirituales de maldad en las regiones celestes”     (Efesios 6: 12).

Jesús manda que le acerquen al ciego al que le pregunta. “¿Qué quieres que te haga?”   El invidente le dice: “Maestro que recobre la vista”. El Señor le dice: “Vete, tu fe te ha salvado. Y  enseguida recobró la vista, y seguía a Jesús en el camino” (vv. 51, 52).

Jesús que como hombre era Hijo de David. Satanás intenta matarlo cuando tenía dos años por la espada de Herodes. Al inicio de su ministerio público los nazarenos intentaron despeñarle. A lo largo de su ministerio público intentaron matarle, sin éxito. Llegando el cumplimiento del tiempo  Jesús murió en la cruz para salvar al pueblo de Dios de sus pecados. Pero resucitó al tercer día en cumplimiento de las Escrituras.  Hoy Jesús sigue recorriendo el mundo por medio de sus hermanos en quienes mora por el Espíritu Santo que han recibido. Jesús sigue dando vista espiritual a todos aquellos que como el ciego Bartimeo dan voces: “¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí! ¿Es consciente el lector que es un ciego espiritual? Los servidores de Satanás que te rodean te dirán: “No seas bobo, Jesús es un cuento de hadas como Blancanieves. No les hagas caso: grita con fuerza: “¡Jesús, Hijo de David, ten misericordia de mí!


 

1 REYES 2: 1

“Y Acab dijo a Elías: ¿Me has encontrado enemigo mío?”

Muchos días previos a cuando el Señor quiere anunciar el fin de la larga sequía que devasta Israel llama al profeta Elías para que se presente ante el rey Acab.  Cuando están el uno enfrente del otro, el monarca le dice al siervo del Señor: “¿Eres tú el que perturbas a Israel? (1 Reyes 18: 17). El profeta le dice al malvado rey: “Yo no he turbado a Israel, sino tú y la casa de tu padre, dejando los mandamientos del Señor, y siguiendo a los baales” (v. 18).

Se podría resumir  el carácter moral de Acab con estas palabras: “A la verdad nadie fue como Acab, que se vendió para hacer lo malo ante los ojos del Señor, porque Jezabel su mujer lo incitaba. Él fue en gran manera abominable, andando en pos de los ídolos, conforme a todo lo que hicieron los amorreos, a los cuales lanzó el Señor de delante de los ojos de Israel” (1 Reyes 21: 25, 26).

La misericordia del Señor es mucha incluso con personas como Acab. Al oír el monarca las palabras del profeta se arrepintió de su pecado (v. 27). El Señor al ver el arrepentimiento del monarca le dice al profeta Elías:” ¿No has visto como Acab se ha humillado delante de mí? Pues, por cuanto se ha humillado delante de mí, no traeré el mal en sus días, en los días de su hijo traeré el mal sobre su casa” (v. 29). El castigo de Acab se  retrasó en su hijo Ocozias, el cual, por cierto murió en sus propios pecados. Los hijos no pagan por los pecados de los padres, ni los padres por los de los hijos. Cada cual es castigado por sus propios pecados.

Nos preguntamos: ¿Por qué se retrasa Dios en castigar a los miserables criminales, a los políticos corruptos que viven holgadamente y muchos de ellos en el sosiego de la cama? A tal pregunta sólo hay una respuesta. “El Señor no retarda su promesa, según algunos tienen por tardanza, sino que es paciente con nosotros, no queriendo que nadie perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento” (2 Pedro 3: 9). Hoy es el día de la salvación para el lector que no sea salvo, mañana quizás no tendrá lugar para el arrepentimiento.

 

dissabte, 15 de juny del 2024

 

MATEO 11: 25

“En aquella ocasión, respondiendo Jesús dijo: Padre, Señor del cielo y de la Tierra, porque escondiste estas cosas de los sabios y entendidos, y las revelaste a los niños”

¿Quiénes son los sabios y entendidos y quiénes son los niños? A mi entender Jesús se refiere a la condición de las personas. Los sabios y entendidos lo son aquellos que lo saben todo, que no necesitan aprender nada nuevo. Los verdaderamente sabios lo son aquellos que reconocen que les queda todavía mucho que aprender. En concreto a aquello que concierne al espíritu. Si la ignorancia fuese solamente en aquello que concierne a los conocimientos humanos seria irrelevante porque la sabiduría humana es temporal. Los sabios y entendidos a los que se refiere Jesús son aquellas personas sabiondas que no necesitan aprender nada por lo que hace a la vida eterna. Se conforman con las tradiciones de los hombres. Ello les basta. Se creen tan listos que creen a ciegas lo que dice la ciencia como si los científicos fuesen infalibles. Creen en un Big Bang casual que hizo todo lo existente. Depositan una fe ciega en una falsa ciencia llamada Evolución que enseña que de una célula aparecida  casualmente que se ha ido evolucionando hasta convertirse en los seres humanos inteligentes que somos hoy. Son tan tercos que ni con la ayuda de una grúa se les puede sacar de su cabezonada. Se les tiene que dejar por imposibles.

Los sabios y entendidos no ven más allá de la nariz. Lo que Dios les esconde lo revela a los niños antes de malmeterse por la influencia de los adultos. Siempre se preguntan: ¿“Por qué?” esto. “¿Por qué?” aquello. Los niños a los que se refiere Jesús son aquellas personas que no paran de hacerse preguntas sobre cuestiones esenciales: “Quién soy?” ¿A dónde voy? No quedan satisfechos con las respuestas que la ciencia materialista les da. Jesús da una respuesta verídica a los niños que se preguntan: “Y yo os digo: Pedid, y se os dará;  buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y todo el que busca, encuentra; y al que llama, se le abrirá” (Lucas 11: 9, 10).A estos niños Dios les revela su existencia eterna. Les descubre su plan diseñado desde antes de la creación del mundo  dado a conocer por los profetas y, llegado el cumplimiento del tiempo por su Hijo Jesús que quien cree en Él ha visto al Padre. La fe salvadora entra en acción, pues “por la fe en tendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho por lo que no se veía” (Hebreos 11: 3).


 

SALMO 19: 1

“Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra de sus manos”

El ateísmo es la consecuencia de la ceguera espiritual que impide ver que el cosmos y el ser humano son creación de Dios. “Por la fe entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía” (Hebreos 11: 3).

Preste el lector atención a lo que dice el autor de la carta a los Hebreos. Afirma que lo que contemplamos con  asombro, el maravilloso cosmos que observamos con los ojos de la cara “fue hecho de lo que no se veía”. Lo que contemplamos no es el resultado de una primera materia aparecida por azar y de esta materia se ha desarrollado la magnificencia de todo lo que contemplamos. Dice: “que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía”. Lo que no se veía no puede ser nadie más que el Invisible que ha existido siempre. Este convencimiento no es el resultado del razonamiento sino de la fe que es don de Dios.

Sin la fe es del todo imposible llegar a creer en un Dios que ha existido eternamente y que con solo hablar a aparecido el asombroso y maravillo cosmos que contemplamos. No lo podemos razonar   porque nuestra mente es incapaz de bucear en las profundidades de la eternidad. Por la fe que es don de Dios podemos creer en un Dios que no se esconde en algún lugar inaccesible sino que se manifiesta como sucedió con Moisés y con los profetas que se mantuvieron firmes “como viendo al Invisible” (Hebreos 11: 27). A partir de Jesús Dios nos habla por el Hijo (Hebreos 1: 2).

El problema del Dios Invisible lo resuelve Jesús cuando dice a sus discípulos: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida, nadie viene al Padre sino por Mí. Si me conocieseis, también a mi Padre conoceríais, y desde ahora le conocéis, y le habéis visto. Felipe le dijo: Señor muéstranos al Padre, y nos basta. Jesús le dijo: ¿Tanto tiempo hace que estoy con vosotros, y no me has conocido Felipe? El que me ha visto a Mí ha visto al Padre, ¿cómo pues dices tú: Muéstrame al Padre? (Juan 14: 6-9). El Invisible sigue siendo el Invisible, pero Jesús nos muestra la esencia de Dios que es AMOR. “De tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3: 16).

 

 

APRENDER A EDUCAR

Ser un buen educador es una de las áreas más nobles que existen y una de las más difíciles de realizar

Le educación de los hijos comienza en los padres que tienen que aprender a gestionar el narcisismo que llevan dentro. El sicoanalista José Ramón Ubieto destaca que “un padre perfecto es lo peor que le puede pasar. Es la garantía de un trastorno mental porque no puede estar nunca a su altura y esto le provocará problemas de autoestima y dificultades”. El narcisismo trastorna el concepto correcto que un padre y una madre tienen que tener de  sí mismos. Refiriéndose a los hijos trasladará en ellos un engreimiento que perturbará las buenas relaciones con sus compañeros. Ni el padre, ni la madre, perfectos existen.  Reconocer esta realidad descabalga el narcisismo del pedestal y abre los ojos a ver la realidad. Es cierto que Jesús nos dice: “”Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mateo  5: 48). “Sed” implica que la perfección todavía no se ha alcanzado, que la buscamos. Se conseguirá  en el futuro, cuando la pequeñez en que nos ha convertido el pecado será transformada en perfección en el momento en que la victoria que Jesús consiguió sobre Satanás con su muerte en la cruz y resurrección la habrá totalmente alcanzado  en el día de la resurrección de los muertos cuando Jesús glorioso venga a buscar a su pueblo. Este reconocimiento nos enseñará a ser humildes. La humildad es la característica ética que tiene que destacarse en los padres a la hora de educar a sus hijos porque borra del corazón el concepto            “hijo 10”, porque buscar al hijo perfecto asfixia y, ser el padre o la madre “perfecto” “ocasiona mucho estrés, decepción y culpa si no se consigue” (Cristina Gutiérrez).

Aprended a educar a los hijos no lo consigue la lectura de libros que tratan el tema. No es cuestión de tener la mente saturada de buenos consejos que son impracticables. Esta dificultad me lleva a recordar  las palabras que se atribuyen al filósofo griego Diógenes que dijo al rey Alejandro el Grande cuando éste viendo al sabio que  iba por la calle bajo un sol abrasador  con un candil encendido: “¿Por qué vas con el candil encendido? El ilustrado le respondió: “Busco un hombre”. Por la calle transitaban muchos hombres. Diógenes no buscaba un hombre cualquiera. Deseaba encontrar un hombre con una ética a prueba de bombas. ¿Dónde pensaba encontrarle? Es como buscar una aguja en un pajar. Dada la condición humana padres inmaculados no existen. Ante el dilema nos preguntamos: Los padres que buscamos, ¿nacen o se hacen? Por nacimiento natural, todos sin excepción, nacemos siendo hijos del diablo y en consecuencia inclinados al mal. Debida a tal filiación no debería extrañarnos que el “síndrome de la familia perfecta sea tan predominante en los padres. Este síndrome universal es la consecuencia del narcisismo que llevamos dentro.

Los padres perfectos que quieren que sus hijos sean tan perfectos como ellos los someten a una presión tan fuerte que es como poner sobre sus espaldas una piedra tan pesada que cuando llegan a la adolescencia, “no pueden soportarlo, den el futbol o los estudios, tienen comportamientos disruptivos  hasta que se derrumba el castillo de cartas y este plan tan perfecto que tenían los padres, no entienden qué pasa” (Cristina Gutiérrez).

El antídoto contra el narcisismo desgarrador es la humildad. Si por nacimiento natural los padres quieren ser “el número 1” en todo y esta excelencia se traspasa en los hijos, el desastre es para ambos. Es indispensable deshacerse del narcisismo frustrante. El remedio a tal enfermedad es la humildad que se menosprecia por considerarla degradante por oponerse al “hombre alfa” que consigue todo lo que se propone al precio de dañar  su salud y amagar el fracaso con el consumo de bebidas vigorizantes, hoy tan de moda, drogas, alcohol, antiestresantes, antidepresivos y otros estimulantes legales. Como personas son un desastre. Malviven y hacen malvivir a sus allegados, conyugues, amigos…

La humildad que se descarta no es síntoma de debilidad sino de poder. La Persona que ha encarnado la humildad en su máxima expresión ha sido Jesús y no puede decirse de Él que fuese un fracasado. Los milagros portentosos que realizó no fueron obra de un impotente. Incluso estando clavado en la cruz y sus enemigos se mofaban de Él, diciéndole: “Tú que derribas el templo, y en tres días lo reedificas,  sálvate a ti mismo, si eres Hijo de Dios, desciende de la cruz” (Mateo 27: 40). Sus amigos lo descendieron de la cruz muerto. Al tercer día  resucitó venciendo a la muerte y dando vida eterna a quienes creen en Él. Su obra que comenzó con un pequeño grupo de pueblerinos se ha convertido en una bola gigante de nieve que cubre toda la Tierra. La humildad de Jesús es señal de poder. La humildad no presume, obra; no hace ruido, pero deja huella.

¿Qué dice Jesús a quienes se consideran ser “número 1”, que desean que se les reciba como triunfadores? A estas personas vanidosas que pretenden conquistar el mundo, Jesús les dice. “venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí que soy manso y humilde de corazón, y halaréis descanso  para vuestras almas, porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11: 28-30).

Los padres que se encuentran en la etapa de tener que educar  a sus hijos y encuentran que esta tarea es difícil y fatigosa, no os avergoncéis de tener que admitir que necesitáis la humildad que encarna Jesús porque os dará la fuerza sin necesidad de tener que tirar la toalla. Al mismo tempo os dará la sabiduría para acercaros a vuestros hijos que marcados por la rebeldía no admiten corrección. “Venid a mí” os dice Jesús a vosotros padres que estáis desalentados porque yo estaré siempre a vuestro lado para daros el aliento que necesitáis en todo momento.

Octavi Pereña Cortina

 

diumenge, 9 de juny del 2024

 

TODOS CONTRA VOX

La política no puede ejercerse con armas carnales sino con espirituales

La política se ha convertido en una olla de grillos. El respeto ha desaparecido. Los cabecillas de los partidos se caracterizan en ver quien la dice más gorda. La palabra verdad ha desaparecido de los manuales. La mentira se ha convertido en la columna vertebral de la política. Esto nos lleva a una escalada de violencia verbal  que inevitablemente nos llevará a convertirnos en una república bananera regida por la violencia física y el imperio de las armas. El coco de la película es VOX que se ha convertido en el enemigo público de todos los partidos que se autodenominan democráticos. ¿Por qué tanto miedo? Como escribe el periodista Enric Serra “estos partidos” (los de la ultraderecha) “hicieron un serio aviso hace cinco años y ahora podrían dar la campanada. ¿Qué se ha hecho en estos cinco años para contrarrestar el discurso ultraderecha? Poco o nada”.

Esta situación la describe con mucha pulcritud y con pocas palabras muy entendedoras JLMartín en una de sus viñetas. En el estrado un orador representando a toda la clase política supuestamente democrática, con actitud pomposa vocifera: “Paremos a la ultraderecha”. En el patio de butacas, un representante de la ciudadanía, pregunta: “¿Cómo?” El político sabelotodo responde diciendo una y otra vez: Paremos a la ultraderecha”. Argumento, ni uno. Camuflado, el mensaje del miedo.

¿Quién es realmente el encargado de escoger a los políticos y colocarlos en el puesto que ocupan? El apóstol Pablo se encarga de decírnoslo: “Porque no hay autoridad que no venga de Dios…Porque la (autoridad) es un servidor de Dios para tu bien” (Romanos 13: 1, 4). Quienes están en el poder en los distintos niveles de la Administración Pública  tienen que hacerse un sincero autoexamen de conciencia para que se den cuenta de quiénes son realmente. La viñeta de JL Martín tendría que llevar a los políticos a hacerse una revisión exhaustiva para corregir las deficiencias ocurridas durante el ejercicio de su cargo para impedir que la política sea escarnecida e impedir que la extrema derecha siga ganando posiciones.

Todos los partidos, sin excluir a los de la ultraderecha, tienen que descubrir que la degradación de la política se debe a una causa espiritual que no se ha corregido. Es en el campo de la espiritualidad donde se tiene que ir para  regenerar la política tan maltrecha.

Por nacimiento espiritual todos nacemos siendo ciegos espirituales, incapaces de saborear la espiritualidad genuina. Es por ello que es necesario que el Espíritu Santo nos abra los ojos para poder valorarla. Para empezar tiene que hacer que nuestro espíritu obtuso recupere la lucidez. Pienso que para que los políticos recuperen el sentido común que tanta falta hace, tendrían que tener en cuenta las palabras de Jesús: “No juzguéis para que no seáis juzgados. Porque con el juicio que juzgáis seréis juzgados, y con la medida que medís, os será medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la biga que está en tu propio ojo? ¿O cómo dirás a tu hermano: Déjame sacar la paja de tu ojo, y he aquí la biga en el ojo tuyo? ¡Hipócrita! saca primero la biga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar a paja del ojo de tu hermano” (Mateo 7: 1-5).

Otro paso muy importante que tiene que darse para que la regeneración política sea un hecho, es descubrir quién es su verdadero enemigo. Mientras los políticos sigan siendo ciegos espirituales sólo ven lo que los ojos de la cara contemplan. ¿Qué es lo que observan? Que el enemigo es el otro partido al que se le tiene que destruir cueste lo que cueste. Este procede conduce al fracaso y a la ciudadanía a la que dicen servir es la gran perjudicada. Los problemas no se resuelven y los ciudadanos sufren. Mucho bla, bla, pero pocas nueces.

El verdadero enemigo del político y del hombre en general se le tiene que ir a buscar en el campo del espíritu. Únicamente se le puede descubrir con el ojo de la fe en Cristo. Nos lo desvela cuando Jesús dice a sus enemigos. “Vosotros sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer. Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla, porque es mentiroso y padre de mentira” (Juan 8: 44). La batalla espiritual contra Satanás la describe el apóstol Pablo cuando escribe: “Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes” (Efesios 6: 16).  No podemos enfrentarnos a ellos a pecho descubierto como los legionarios porque son infinitamente más fuertes que nosotros. Solamente podemos vencerlos “siendo fortalecidos en el Señor y en el poder de su fuerza” (v. 10). VOX no queda excluido a la hora de contribuir a la regeneración política.

Octavi Pereña Cortina

 

 

MATEO 16: 22

“Entonces Pedro tomándole aparte, comenzó a reprenderle, diciendo: Señor, ten compasión de ti, en ninguna manera esto te acontezca”

¿Cómo es posible que el apóstol Pedro se tome la libertad  de reprender a Jesús cuando está disputo a hacer la voluntad del Padre de ir a la muerte de cruz para dar al pueblo de Dios la vida eterna? El motivo es que todavía no entendía cuál era la misión que Jesús el Hijo de Dios había venido a cumplir aquí en la Tierra.

El versículo anterior dice. “Desde entonces comenzó Jesús a declarar a sus discípulos que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho de los ancianos y de los escribas, y ser muerto y resucitar al tercer día”  (v. 21). Acto seguido es cuando Pedro dice las palabras que constan en el versículo que es la base de nuestra meditación. Después de la reprensión de Pedro Jesús le dice al discípulo sabelotodo: “¡Quítate delante de mí, Satanàs! Me eres tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres” (v. 23).

¿Sabe el lector qué significa el nombre Jesús? el significado nos lo descubre el ángel que anunció a José que su desposada María no le había sido infiel. Le dice: “Y dará a luz un hijo, y llamará su Nombre Jesús, porque Él salvará a su pueblo de sus pecados”  (Mateo 1: 20, 21). Cualquier intento de infravalorar el sacrificio de Jesús de ser “el único Nombre dado a los hombres  en que puedan ser salvos” (Hechos 4: 12) es obra satánica. Se menosprecia la obra salvadora de Cristo cuando se le despoja de ser el único Salvador y se le equipara a los salvadores que la Iglesia Católica se saca de la manga: vírgenes, santos, purgatorio, la misma Iglesia que se atribuye el mérito que fuera de ella no es posible la salvación. Todo es medio verdades “Oremos para que el Espíritu ilumine nuestro mundo y lo haga más fraterno, más justo y humano” es de origen satánico ya que sin borrar del todo el Nombre Jesús, el mago se saca del sombrero los mediadores que ensombrecen el Nombre Jesús y acaban con desplazarlo a un segundo plano.

Después de la resurrección de Jesús y la plenitud del Espíritu Santo en Pentecostés aquel Pedro que reprendía a Jesús por anunciar su muerte voluntaria, escribe: “Sabiendo que fuisteis rescatados de vuestra vana manera de vivirla cual recibisteis de vuestros padres, no con cosas corruptibles, como oro o plata, sino con la sangre preciosa de Cristo, como de cordero sin mancha y sin contaminación, ya destinado desde antes de la fundación del mundo, pero manifestado en los postreros tiempos por amor de vosotros, y mediante el cual creéis en Dios, quien le resucitó de los muertos y le ha dado gloria, para que vuestra fe y esperanza sean en Dios” (1 Pedro 1: 18-20).


 

JUAN 14: 15, 16…26

“Si me amáis guardad mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y os dará otro Consolador, para que esté con vosotros para siempre…Mas el Consolador, el Espíritu Santo, a quien el Padre enviará en mi Nombre, Él os enseñará todas las cosas, y os recordará todo lo que yo os he dicho”

Se puede hablar mucho sobre el Espíritu Santo. Incluso se puede llegar a decir. “Oremos para que el Espíritu ilumine nuestro mundo y lo haga más fraterno, más justo y humano” (Juan José Omella, arzobispo de Barcelona). El Espíritu Santo puede ser tema de discusión teológica, pero si no ha hecho morada en la persona que discute, la tal persona no es hija de Dios, ni puede dirigirse a Dios como a su Padre que está en los cielos, ni puede reconocer que Cristo es el Señor.

Jesús dice a sus discípulos: “Si me amáis, guardad mis mandamientos”,  entones Jesús, “rogará al Padre, y os dará otro Consolador para que esté con vosotros siempre”. En la mayoría de las naciones en las que el cristianismo ha ejercido influencia, la mayoría de los ciudadanos no saben quién es Jesús y si han oído su Nombre, lo consideran un gran hombre, algunos lo enaltecen considerándolo el primer de los comunistas por su acción humanitaria. Jamás le consideran el Hijo de Dios que vino al mundo, no a salvar a todos los hombres, exclusivamente a los que el Padre escogió desde antes de la fundación del mundo y se los entregó para que los salvase muriendo en la cruz. (Mateo 1: 21).

Pedir como lo hace el purpurado barcelonés: “Oremos para que el Espíritu ilumine nuestro mundo y lo haga más fraterno, más justo y humano”, es pedir un imposible. Es ignorar lo que dice la Biblia. . Solo el Padre conoce a los elegidos. Nosotros no. Tenemos que orar por todos. Un mundo que obstinadamente aborrece a Cristo, el Espíritu no va a iluminar sus corazones.

La Iglesia tiene que empezar por recuperar la evangelización evangélica que consiste en anuncia el mensaje de salvación tal como se encuentra en la Biblia que, resumiendo consiste en decir que fuera de Cristo no es posible la salvación. Debido a esta verdad Jesús comenzó su ministerio público diciendo: “El tiempo se ha cumplido, y el reino de Dios se ha acercado. Arrepentíos, y creed en el Evangelio” (Marcos 1: 15).

Jesús crucificado es como un imán que atrae a los pecadores. El ladrón crucificado a su lado, viendo todo lo que ocurría a su alrededor se dirigió a Él y le dijo: “Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino”  (Lucas 23: 42). El malvado no tuvo tiempo de dar muestras de amar a Jesús, pero sí recibir de Él el perdón de los pecados y la vida eterna al decirle Jesús: “De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso” (v. 43). El deseo del purpurado barcelonés “Oremos para que el Espíritu ilumine nuestro mundo y lo haga más fraterno, más justo y humano”, son palabras que el viento se lleva.

 

dissabte, 1 de juny del 2024

 

LA CÁRCEL REFLEJA A LA SOCIEDAD

Philippe Claudel dedicó  12 años de su vida como profesor en prisiones. De la entrevista que Ima Sanchís le hace extraigo algunas reflexiones que deseo compartir con el lector: “La cárcel es un reflejo del mundo”.

Philippe dice: “Cuando empecé a trabajar con presos se me abrieron los ojos sobre la complejidad de la naturaleza humana y de las trayectorias personales”. No es necesario trabajar  con presos para uno darse cuenta de la complejidad de la naturaleza humana. Eso sí, se tiene que tener los ojos bien abiertos para observar el entorno sin prejuicios, lo cual no lleva a preguntarnos infinidad de veces: ¿Por qué esto?, ¿por qué aquello? El entorno nos afecta, pero no responde a las preguntas que nos formulamos.

Philippe descubre que los huéspedes que se alojan en las prisiones “no eran monstruos, eran como yo, a veces emprendemos un mal camino, hacemos malas elecciones y nos cuesta controlar nuestros impulsos”. La diferencia entre el encarcelamiento y la libertad se debe a que en la cárcel se concentran algunos de los que emprenden un mal camino y toman malas decisiones. En libertad tales personas están dispersas y quienes no han sido atrapados in fraganti pasan por ser por ser personas buenas y honorables.  Es por ello que Jesús no se fiaba de las multitudes que le seguían “porque conocía a todos, y no tenía necesidad de que nadie le diese testimonio del hombre, pues sabía lo que había en el hombre” (Juan 2: 24, 25). Quienes nos encontramos fuera de la cárcel y sernos imposible saber qué hay en el hombre es por lo que con tanta frecuencia se nos toma el pelo.

Claudel descubre que dentro de la cárcel “había jóvenes de 18 años que habían asesinado a sus padres. La primera reacción era de estupefacción, antes de conocerlos, me los imaginaba como monstruos, pero una vez allí me parecían iguales a mis alumnos en la universidad”. Las personas nacidas de mujer y que no han nacido de nuevo por la fe en Jesús se comportan como espejos, al mirarnos en ellos no vemos a nosotros mismos.  Es por ello que Jesús nos avisa para que no acusemos a estas personas y lo dice con la dureza de las palabras como lo hace: “¿Por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo? ¿O cómo puedes decir a tu hermano: Hermano déjame sacar la paja que está en tu ojo, no mirando tú  la  viga que está en tu ojo: Hipócrita, saca primero la viga de tu propio ojo, y entonces verás bien para sacar la paja en el ojo de tu hermano” (Lucas 6: 41, 42). Las personas, sin distinción de raza y de estatus social, descendemos de Adán y estando en él cuando pecó, pecamos con él. Si no entendemos que por naturaleza somos pecadores con la tendencia a hacer el mal nos pareceríamos a Philippe Claudel: “No entendemos qué es  lo  que es lo que les hubiese podido pasar para cometer aquellos actos horribles, parricidio, matricidio, eran personas inteligentes”. ¿Por qué personas inteligentes cometen actos horribles que van más allá de los que menciona Claudel, pederastia, trocear a los hijos para dañar al conyugue,  ordenar, estando sentado en una cómoda butaca en un lujoso despacho, bombardear hospitales, escuelas, población civil, sin inmutarse? Esta pregunta obtendría respuesta si se prestase atención a lo que la Biblia dice sobre la condición humana.

La creación, este universo infinito que nos acercan los telescopios espaciales, se comporta como un libro abierto que nos habla de la existencia de Dios. No describe su personalidad, lo hace la Biblia. Este libro abre sus tapas cada amanecer cuando sale el sol para iluminar la grandiosidad de los espacios naturales que nos extasían. Llegada la noche, la oscuridad  hace destacar el brillo de la infinidad de estrellas que pueblan el firmamento. El rey David, en su adolescencia pastoreaba las ovejas de su padre. Bien seguro que durante las vigilias veraniegas al contemplar el cielo estrellado le inspiró a escribir el salmo 8, en donde dice: “Cuando veo tus cielos, obra de tus dedos, la luna y las estrellas que tú formaste, digo: ¿Qué es el hombre para que tengas de él memoria, y al hijo del hombre para que lo visites?” (vv. 3, 4). El autor de la epístola a los Hebreos afirma: “Por la fe -que es regalo de Dios- entendemos haber sido constituido el universo por la palabra de Dios, de modo que lo que se ve fue hecho de lo que no se veía” (Hebreos 11: 3). En vez de creer en Dios Autor de todo lo que existe, se reniega de Él y se atribuye su existencia a una causa fortuita azarosa. La incredulidad no es inocua,tiene sus consecuencias negativas en nuestro vivir diario.

“Y como ellos no aprobaron tener en cuenta a Dios, Dios los entregó a una mente reprobada, para hacer cosas que no convienen, estando atestados de toda injusticia, fornicación, perversidad, avaricia, maldad, llenos de envidia, homicidios, contiendas, engaños, malignidades, murmuradores, detractores, aborrecedores de Dios, injuriosos, soberbios, altivos, inventores de males, desobedientes a los padres, necios, desleales, sin afecto natural, implacables, sin misericordia” (Romanos 28-31).

La periodista que entrevista a Philippe Claudel, le pregunta. “¿Por qué cree que los hacían los terribles actos que comenta? El entrevistado responde: “Buscaban algún tipo de disculpa. A veces salía de la cárcel lleno de esperanza para la humanidad, y otras veces deprimido por la gravedad de algunos crímenes y la imposibilidad de encontrar una solución para que aquellas cosas no continuasen ocurriendo”.

Para el incrédulo la maldad humana no tiene solución. Para el cristiano sí que la tiene porque Cristo hace bueno el árbol malo, de manera que, a partir de la conversión a Cristo deja de dar malos frutos para empezar a darlos buenos. Cristo es la respuesta al problema de la maldad. La decisión es nuestra: O creemos en Él, o seguimos el camino que nos lleva a la situación en que nos encontramos.

Octavi Pereña Cortina

 

 

 

 

GÉNESIS 32: 26

“Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré, si no me bendices”

Este texto nos muestra un antes y un después en la vida de Jacob. Hasta este instante el patriarca había sido un creyente nominal. Creía en Dios como lo hacen la mayoría de las personas que únicamente creen de oídas, pero que no lo conocen realmente porque Él no habita en ellos por el Espíritu Santo. Hasta aquel instante en que Jacob luchó con Dios y no cedió hasta que el Señor le bendijo, pasó de ser un hijo del diablo a serlo de Dios por la fe en el Mesías. Acredita dicho cambio de filiación el hecho que su vida cambió a partir de aquel momento.

Recordemos la enseñanza de Jesús sobre los dos árboles: “No es buen árbol el que da malos frutos, ni el árbol malo el que da buen fruto, pues no se cosechan higos de los espinos, ni de las zarzas se vendimian uvas. El hombre bueno, del buen tesoro de su corazón saca la bueno, y el hombre malo, del mal tesoro de su corazón saca lo malo, porque de la abundancia del corazón habla la boca” (Lucas 6: 43-45).

Durante la conversación que Jesús mantuvo con Nicodemo, un fariseo deseoso de saber la verdad de Dios, el Señor saca a relucir el tema del nuevo nacimiento. Nicodemo le pregunta: “¿Cómo puede un hombre nacer siendo viejo? ¿Puede acaso entrar por segunda vez en el vientre de su madre, y nacer?” Jesús le responde: “De cierto, de cierto te digo, que el que no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el reino de Dios” (Juan 3: 4, 5). Pienso que “nacer del agua”  es una referencia al bautismo de arrepentimiento que practicaba Juan el Bautista. Pienso que esta interpretación es correcta porque Jesús relaciona la serpiente de bronce que Moisés levantó en un palo y todo aquel que la miraba curaba del mordisco de la serpiente, con  “el Hijo del Hombre sea levantado, para que todo aquel que en Él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna”  (vv. 14, 15).

Junto con el agua Jesús menciona al Espíritu Santo. Bautizarse en agua, sin arrepentimiento,  sin el Espíritu Santo, no tiene ningún valor. Si el Espíritu Santo no reside en el recién bautizado el tal sigue estando muerto en sus n delitos y pecados. No ha nacido de nuevo. Continúa siendo un árbol malo que da malos frutos.  Si al bautismo  en agua le acompaña la unción del Espíritu Santo se convierte en un árbol bueno que da frutos buenos: “Amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, fe mansedumbre, templanza” (Gálatas 5: 22, 23).


 

1 SAMUEL 2: 12

“Pero los hijos de Elí eran hijos de Belial, no conocían al Señor”

¿Qué significa que los hijos de Elí fuesen hijos de Belial? Sencillamente que eran personas malas, disolutas, incorregibles. Ya no eran adolescentes. Eran personas adultas que no habían crecido en el conocimiento del Señor. Un profeta denuncia la permisividad con que Elí había criado a sus hijos con estas palabras: “Porque has honrado a tus hijos más que a Mí”  (. 29).

Nos quedaremos con las palabras con las que el profeta anónimo denuncia la permisividad de Elí, porque se  necesita que se reflexione en ellas en nuestros días. Por el contexto sabemos que el sacerdote Elí fue un verdadero hijo de Dios. Su condición sacerdotal no le eximía de ser descendiente de Adán y como tal, un pecador con todas sus debilidades. No escuchó la advertencia que le hizo el profeta anónimo que corrigiese severamente el comportamiento indecoroso de sus hijos. Permitió que corrompiesen el sacerdocio. Ello nos enseña que los pastores, aun cuando sean verdaderos hijos de Dios no tiene que ser que los feligreses no puedan amonestarles. No tienen que refugiarse en la autoridad que les confiere el cargo, ni en el certificado emitido por un seminario. Todo ello está muy bien, pero no les autoriza a considerar a la feligresía como chusma despreciable como hacían los sacerdotes y fariseos en tiempos de Jesús. El hombre perfecto no existe. Los pastores por no serlo tendrían mucho que aprender de Jesús que “era manso y humilde de corazón”. La “titulitis” engendra engreimiento. La humildad es la base del crecimiento en estatura y en el conocimiento de Dios.

Como Satanás es muy astuto envía a sus servidores a que se introduzcan en las iglesias para desestabilizarlas. Incluso llegan a situarse en el pastoreo. Desde el púlpito predican una mezcla de verdad y mentira con el resultado que la mentira prevalece sobre la verdad. Ante esta situación sólo queda una solución: que los feligreses sean conocedores de la verdad de Dios que contiene la Biblia. Que sean diligentes y perseverantes en el estudio de la Biblia, pidiendo a Dios que por el Espíritu Santo crezcan en el conocimiento de Dios. Serán luz que destapará la falsedad que se predique desde el púlpito. Fortaleceos en el Señor y contribuiréis a que Satanás será expulsado del púlpito y el Señor glorificado.