diumenge, 17 de desembre del 2023

 

JOSUÉ: 9: 14

“Y los hombres de Israel tomaron de las provisiones de ellos, y no consultaron al Señor”

Josué que fue el dirigente que Dios escogió en sustitución de Moisés para introducir el pueblo de Dios en la Tierra Prometida y dirigir su conquista. Josué fue un gran hombre de Dios. De no haber sido así el Señor no lo hubiese escogido para semejante empresa. El texto que comentamos de los gabaonitas nos muestra que los grandes hombres de Dios no dejan de ser dioses con pies de barro.

Los gabaonitas  eran parte de los que habitaban que vivían en la Tierra Prometida y que tenían que ser totalmente destruidos. Nos puede parecer inhumana la orden de Dios de eliminar en su totalidad a los habitantes de la tierra que el Señor de la Tierra diese esa porción a los israelitas que se le había dado en heredad. Mañana, cuando todas las cosas sean manifestadas descubriremos que la criminalidad de Dios no es tal cosa sino estricta justicia. No juzguemos para que no seamos juzgados con la misma medida que lo hagamos nosotros.

Habiendo hecho este razonamiento volvamos al texto que comentamos. Los gabaonitas eran conscientes de que tenían que ser eliminados. Se idearon una treta para engañar a los hebreos, Enviaron una delegación que se hizo pasar como representantes de un pueblo muy lejano para hacer con ellos un tratado de paz. Al cabo de tres días descubrieron que vivían en la esquina. Los hebreos habían hecho un trato en el Nombre del Señor,  lo respetaron. La historia de los gabaonitas ha quedado registrada en las páginas de la Biblia para enseñanza nuestra. La enseñanza que aporta esta historia es que antes de hacer algo tenemos que consultar al Señor para que nos dé su aprobación o no. Hacerlo nos ahorrará de muchos dolores.  Hacer las cosas sin consultar con el Señor es señal de orgullo, de autosuficiencia. Que me valgo por mí mismo. Cuando los desaciertos se acumulen y con ellos los quebrantos, no culpemos al Señor de las consecuencias que caen sobre nuestra cabeza.

La otra enseñanza que se desprende de la historia de los gabaonitas es que cuando se hace un trato y sus consecuencias nos sean desfavorables, tiene que cumplirse. Se le tiene como persona digna de crédito. La persona de quien se le ha perdido la credibilidad acostumbra a jurar por Dios, por sus hijos, de que hará lo que promete. Si uno cae en la trampa sale escaldado.

Josué como señor de ellos, los tomó como vasallos y les prometió protección. Cuando llegó la hora de demostralo no vaciló en salir en defensa de ellos. “Sea vuestro hablar, sí, sí; no, no: porque lo que es más de esto, del Maligno procede” (Mateo 5: 37)


 

DEUTERONOMIO 29: 29

“Las cosas secretas pertenecen al Señor nuestro Dios, mas las reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que cumplamos todas las cosas de esta Ley”

El texto que comentamos hace una separación de prioridades: las secretas y las reveladas. Las secretas como dice el texto: “pertenecen al Señor nuestro Dios”. Si Dios no las hace públicas, porque le pertenecen a Él, significa que al hombre le está prohibido especular sobre ellas.  Hacerlo nos lleva a toda clase de lucubraciones heréticas que nos lanzan a los abismos infernales. La puerta que da acceso a “Las cosas secretas que pertenecen al Señor nuestro Dios”, está cerrada. Cuelga un cartel en el que se lee: PROHIBIDA LA ENTRADA. Lo que pertenece al Señor dejémoslo para Él. Si en el futuro el Señor abre la puerta, alabado sea Él. Si el Señor la mantiene cerrada no especulemos en lo que allí se guarda porque hacerlo lleva a herejías que ocasionan daños irreparables.

El apóstol Pedro refiriéndose a los escrito del apóstol Pablo, escribe: “casi en todas sus epístolas, hablando en ellas de estas cosas entre las cuales hay algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen, como también las otras Escrituras, para su propia perdición” (2 Pedro 3: 16).

No especulemos sobre “Las cosas secretas pertenecen al Señor nuestro Dios”. Reservemos el poco tiempo de que disponemos para examinarlas e interpretarlas  con la ayuda del Espíritu Santo que es el verdadero Autor de las Sagradas Escrituras. En los escritos de Pablo como en el resto de las Sagradas Escrituras se encuentran enseñanzas difíciles de entender. Es lógico que sea así porque se trata de las cosas reveladas que tratan de los profundos pensamientos  de que tienen que  ver con la salvación de los hombres. Para evitar torcer el significado  las Sagradas Escrituras prestemos atención al siguiente texto: “Y que desde la niñez has sabido las Sagradas Escrituras, las cuales te pueden hacer sabio para salvación por la fe en Cristo Jesús. Toda la Escritura es inspirada por Dios, y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, enteramente preparado para toda buena obra” (2 Timoteo 3: 15-17).

Las Sagradas Escrituras a pesar de los muchos intentos de Satanás de hacerlas desaparecer de la circulación, siguen estando al alcance de las personas que buscan la Luz en la travesía por los lóbregos caminos de la terrenal existencia humana.

 

 

 

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