CONCIENCIA RECUPERADA
Se necesita vida espiritual para hacer desaparecer la
corrupción social
¿Se ha
parado el lector a reflexionar porque el respeto de los hijos hacia los padres desparece,
la violencia contra la mujer se extiende
como un mancha de aceite, la violencia sexual infantil y adolescente sea
estremecedora, la pederastia, especialmente la eclesiástica sea horripilante,
los robos y los engaños se multipliquen, la opresión de los poderosos sobre los
débiles no tiene frontera, la justicia de la justicia sea escandalosa? Habiendo
abandonado a Dios “les ha acontecido lo del verdadero proverbio: “El perro
vuelve a su vómito, y la puerca lavada a revolcarse en el lodo” (2 Pedro 2:
22).
El
abogado Philippe Sands nos hace un
retrato de la condición humana: “Los hombres están locos, tienen un ego
desmesurado, están fuera de control. Son vulnerables, inseguros, narcisistas, y
continuamente necesitan la aprobación de los otros, son patéticos”.
Dios,
después de escuchar que los hebreos, su pueblo, estaban dispuestos a escuchar
sus leyes, les dice: “¡Quién diere que tuvieran tal corazón, que me temiesen y
que guardasen todos los días todos mis mandamientos, para que a ellos y a sus
hijos les fuese bien para siempre!” (Deuteronomio 5: 24).
Los medios
no se casan de atiborrarnos de malas noticias que de tan repetitivas nos anestesian como un mantra. ¿Cómo parar
este tsunami que amenaza con destruirlo todo? Se utilizan cataplasmas para
disolver el cataclismo que nos envuelve. El resultado es inefectivo porque es
una dolencia spiritual que únicamente puede curarse con la medicina que Dios ha
diseñado. Dios que ve lo que hay en los lugares más recónditos de nuestros corazones sabe que no estamos
dispuestos a aceptar el remedio que nos receta. Así y todo manda a sus hijos
que den a conocer al mundo el remedio que ha preparado porque de entre los
muchos siempre hay alguien que escucha atentamente y cree el mensaje de
salvación. La excusa que se da para no creer el mensaje de salvación es: Si
Dios existe, ¿por qué permita que suceda todo lo que ocurre? Es una excusa de
mal pagador. El ingeniero Michael Yves
Bollaré afirma que “es imposible científicamente afirmar que Dios no
existe”. Nos guste o no, Dios existe. Lo que la ciencia no puede decir qué Dios
es el que existe. Hoy, con la inteligencia artificial (IA) tan en boga lo
considerará una mega inteligencia impersonal, sin alma, que no se interesa para
nada por las personas. El Dios Creador de la Biblia, en cambio, es un Dios
personal que sabe captar la belleza de la creación que creó con el poder de su
palabra, sin excluir al hombre que lo creó a imagen y semejanza suya. Con el
fin de conservar la cualidad inicial de
la creación, al hombre lo creó como ser moral que tiene que observar la ley
moral que es el reflejo de la santidad divina. La conservación de la imagen
divina estaba supeditada a la obediencia del mandamiento: “Del árbol del
conocimiento del bien y del mal, no comerás, porque el día que de él comas,
ciertamente morirás” (Génesis 2: 17). Adán comió de él y, al instante se
produjo un cataclismo de consecuencias incalculables que llegan hasta nuestros
días y hasta el final del tiempo.
La
consecuencia de la desobediencia de Adán fue que él y toda su descendencia
perdieron de vista el significado que tiene la majestuosidad y belleza de la
creación que contemplaban sus ojos. El apóstol Pablo describe las consecuencias
para mal que tuvo perder de vista el
significado de la creación. Según el ingeniero Michael-Yves Bollaré la ciencia certifica la existencia de Dios
pero no esclarece quien es este Dios. El apóstol escribiendo a los cristianos
de Roma, les dice. “Porque la ira de Dios se revela desde el cielo contra toda
impiedad e injusticia de los hombres que detienen con injusticia la verdad”
(Romanos 1: 18). ¿Es un capricho que Dios manifieste ira contra los hombres que
creó a imagen y semejanza suya? Tiene un motivo para hacerlo: “Porque lo que de
Dios se conoce les es manifiesto”, pues Dios se lo manifestó” (v.19). ¿Cómo se
da a conocer Dios? “Porque las cosas invisibles de Él, su eterno poder y deidad
se hacen claramente visibles desde la creación del mundo, siendo entendidas por
medio de las cosas hechas, de modo que no tienen excusa” (v. 20).
La
creación descubre la existencia del Dios Todopoderoso, pero no revela al Padre
que en su Hijo Jesús salva a las personas que creen el Él como Señor y
Salvador. Para que esta posibilidad sea efectiva, Jesús después de resucitar de
entre los muertos y antes de su ascensión al cielo para desde allí interceder
por su pueblo aquí en la Tierra, ordena a sus discípulos y después de ellos a
los discípulos de sus discípulos: “Por
tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el Nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo, enseñándoles que guarden todas las
cosas que os he mandado, y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta
el fin del mundo. Amén” (Mateo 28: 19, 20).
No
basta con adorar a un dios desconocido como hacían los antiguos atenienses para
no molestar a alguno de ellos en caso de
haberlo olvidado. El Dios eterno que se manifestó desde los albores del tiempo
con la Creación nos remite a su Hijo
Jesucristo para que los muertos que lo son por ser descendencia de Adán puedan
recibir la vida eterna por la fe en su Nombre.
Octavi Pereña Cortina
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