EL DIFÍCIL ARTE DE CURAR
<b>Jesús,
el Médico, cura las enfermedades del alma</b>
Se
habla mucho del dolor y del sufrimiento, pero por ignorancia se silencia la
causa que lo origina. Una sociedad mayoritariamente evolucionista enseña que el
ser humano es el resultado de un azaroso acontecimiento que dura millones de
años a partir de una célula que no se sabe cómo apareció y que se enseña como
verdad científicamente contrastada.
<b>E. Galeano</b> ha escrito algo que además de curioso es
sorprendente: “El futbol es la única religión que no tiene ateos”. Para los
evolucionistas el ser humano es ni más ni menos que un animal que ha
evolucionado hasta llegar a ser lo que hoy es: Un animal racional que se
diferencia de los irracionales. Como se considera que el cerebro humano es ni
más ni menos que un cerebro animal, evolucionado, somos incapaces de entender
el tema de la enfermedad y del dolor.
Dios
creó al hombre “sin defecto de fabricación”. El dolor apareció más tarde debido
a desobedecer Adán la prohibición de comer el fruto del árbol prohibido que de
hacerlo le acarrearía la muerte (Génesis 2: 17).Adán comió y murió. La muerte tiene dos aspectos: la espiritual,
que fue instantánea y la física que se presentó al cabo de 930 años (Génesis 5:
5). En el instante en que Adán murió
espiritualmente se inoculó el virus de la enfermedad que además del dolor avisa
que la muerte acecha en la esquina.
El<b>Dr.,
Fernando Martínez-Pintor</b>, dice que se remedia el dolor “con
tratamientos que no son solo farmacológicos, por ello es imprescindible saber
neurociencia”. El doctor citando a Baselga, dice: “La mayoría de los cánceres
tienen detrás una persona que sufre”. Sin la intención de practicar intrusismo
hago caso a lo que Jesús dice. “Los sanos no tienen necesidad de médico, sino
los enfermos” (Marcos 2: 17). Al ver un paciente sobre la mesa de su siquiatra
una Biblia le dijo: “¿Vosotros los siquiatras leéis la Biblia?” El <b>Dr. Smiley
Blanton</b>, le respondió: “No solo la leo, la estudio. Si la gente
absorbiese su mensaje, muchos siquiatras irían al paro”.
El<b>Dr.,
Fernando Martínez-Pintor</b>, le dice al periodista que le entrevista:
“Lo que decía <b>Voltaire</b>: “He decido ser feliz porque es bueno
para mi salud”, y esto requiere tener una ideación positiva y ponerle un filtro
al catastrofismo imperante”. ¿Quién mejor que Jesús para ser el filtro? “Por
esto” dice Jesús, “no os afanéis por vuestra vida” (Mateo 6: 23). Son muchas
las situaciones que nos agobian. Unas
son privadas: la adicción a las drogas de un hijo/a, la separación del hijo/a,
la muerte del padre o de la madre, de un familiar o la de un amigo íntimo…Otras
afectan a la comunidad: La calidad de los gobernantes, la corrupción política,
la amenaza de guerra, la inflación, las hipotecas…Ante tantas situaciones que
nos secan los huesos y que nada podemos hacer, Jesús nos dice: “No os afanéis”.
No os dejéis llevar por el pánico. Cuando una situación nos afane no nos
dejemos atraer por ella como el imán atraer el hierro. Ensanchemos el horizonte
levantando los ojos al cielo y nos daremos cuenta de que el Padre celestial
alimenta a las aves y viste con espléndida belleza a los lirios del campo. El
afán por el presente y el que alimenta el futuro incierto fomentan la multitud
de trastornos mentales que en un principio son de carácter espiritual. Como el
alma y el cuerpo están interconectados, los trastornos del alma afectan al
cerebro. Esta relación los evolucionistas la ignoran y se limitan a buscar la
sanidad en la neurociencia y en los fármacos. Jesús nos dice: “Vuestro Padre
celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas…Más buscad
primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán
añadidas” (Mateo 6: 25-34). Jesús que es el Enviado del Padre para hacernos
llegar su amor, nos dice: “La paz os dejo, mi paz os doy, yo no os la doy como
el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14. 17).
La fe
del salmista puede sernos de ayuda para cuando los afanes nos ahoguen
encontremos la fuerza para salir de ellos victoriosos: “Ahora conozco que el
Señor salva a su ungido. Lo oirá desde sus santos cielos con la potencia
salvadora de su diestra. Estos confían en carros, y aquellos en caballos, mas
nosotros del Nombre del Señor nuestro Dios tendremos memoria. Ellos flaquean y
caen, mas nosotros nos levantamos y estamos en pie” (Salmo 20. 6-8).
Octavi Pereña i Cortina
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada