diumenge, 17 de setembre del 2023

 

ECLESIASTÉS 7: 16

“No seas demasiado justo, no seas sabio con exceso, ¿por qué habrías de destruirte?”

Ser demasiado justo o ser sabio en exceso es una muestra de que no se cree en el Padre de nuestro Señor Jesucristo. Sólo el Creador de todo lo existente es cien por cien justo y, en su infinita misericordia reviste de justicia a los injustos y llena de sabiduría a los ignorantes.  El texto que comentamos es un aviso a los narcisos que su engreimiento no los conduce a buen puerto.

“El principio de la sabiduría es el temor del Señor” (Proverbios 1: 7). En el mundo han existido y existen muchas personas que han almacenado una ingente cantidad de conocimiento gracias al cual se ha conseguido un espectacular crecimiento tecnológico que nos ha llevado a disfrutar de los múltiples cachivaches que nos hace la existencia más cómoda. Los avances tecnológicos van acompañados  de la fabricación de armas cada vez más mortíferas que ponen en precariedad la existencia del hombre. Junto con el avance tecnológico que hace que nuestra existencia  sea más llevadera, que parece que descansemos entre cojines de algodón, se han multiplicado los trastornos mentales que convierten la existencia en un infierno. No confundamos conocimiento con sabiduría.

“¿De qué sirve el dinero en la mano del necio para comprar sabiduría, no teniendo entendimiento?” (Proverbios 17: 16). La Biblia se refiere muchas veces a los necios. Erróneamente consideramos necios aquellas personas mentalmente deslucidas o ignorantes a pesar de saber leer y escribir. La Biblia considera necia aquella persona que afirma que Dios no existe. (Salmo 14: 1). Los faltos de entendimiento espiritual los hay muchos en todos los ámbitos sociales. Entre los universitarios y en aquellos que carecen de documento acreditativo de haber sido escolarizados.

“La Ley del Señor es perfecta, que convierte el alma, el testimonio del Señor es fiel, que hace sabio al sencillo” (Salmo 19: 7). La Ley del Señor es una manera de referirse a la Biblia que es el Libro que conserva todo lo que Dios quiere que el hombre sepa de Él. En la Biblia se encuentra la sabiduría que hace sabio a la persona humilde de corazón. El narciso que cree que lo sabe todo no puede adquirir sabiduría porque su mente está repleta de necedades que no dejan espacio a la Ley de Dios que puede hacerle sabio.

El dicho popular dice que mientras hay vida hay esperanza. La muerte cierra la puerta al cambio. El lector aún tiene la posibilidad de creer en Jesús “en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento” (Colosenses 2: 3).

 


 

MARCOS 11: 25, 26)

“Y cuando estéis orando, perdonad si tenéis algo contra alguien, para que también vuestro Padre que está en los cielos os perdone a vosotros vuestras ofensas. Porque si vosotros no perdonáis, tampoco vuestro Padre que está en los cielos os perdonará vuestras ofensas”

Este texto se refiere a verdaderos creyentes, aquellos que cerrada la puerta de su habitación, a solas con Dios, alejados del mundanal ruido, se dirigen en oración al Padre de nuestro Señor Jesucristo. A quienes se postran ante una imagen, el texto que comentamos no tiene nada que ver con ellos.

El texto se refiere a personas que por la fe en el Nombre del Señor Jesucristo sus pecados han sido totalmente perdonados. No queda en sus almas el más mínimo indicio de pecado. Estas personas que a los ojos de Dios son santas, el pecado sigue afincado en su carne. Hasta que no llegue el día final, cuando Jesús vuelva en su gloria a buscarlos y la resurrección ya no sea esperanza sino realidad, el pecado seguirá haciendo de las suyas en los redimidos.

De la misma manera que el creyente que participa en la Cena del Señor “puede comer el pan y beber la copa indignamente, será culpado del cuerpo y de la sangre del Señor” (1 Corintios 11: 27). Participa del ritual indignamente porque no reconoce que guarda resentimiento contra alguna persona  que le haya perjudicado. La tal persona “juicio come y bebe para sí. Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros, y muchos duermen” (v. 29). El creyente en Cristo que persiste en participar en la Cena del Señor sin arreglar algo pendiente con otra persona, la consecuencia es que sin perder la salvación puede padecer alguna enfermedad y si el pecado es grave, que se avance  su fallecimiento.

Volvamos a la oración. Tiene que quedar bien claro que la persona que por la fe en Jesús y por la presencia del Espíritu Santo se ha convertido en un hijo de Dios por adopción, no puede perder la salvación. Nada ni nadie la separará del amor de Dios que es en Cristo Jesús. Pero si se comporta como un impío al no perdonar  la ofensa que se le ha hecho, el Padre tiene la obligación de disciplinar a su hijo como lo hace un padre con el hijo que ama. A diferencia de un padre que puede extralimitarse a la hora de disciplinar al hijo, el Padre celestial siempre lo hace en la medida justa. El creyente en Cristo que sufre la disciplina del Padre hará bien en examinarse y si descubre que hay algo impropio debe arrepentirse ante el Padre y echar al estercolero el pecado descubierto y proseguir andando en novedad de vida. Podrá participar gozoso de la Cena del Señor dignamente.

 

 

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