JEREMIAS 17: 7, 8
“Bendito el varón que confía en el Señor y
cuya confianza es el Señor. Porque será como el árbol plantado junto a las
aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, que no teme cuando viene el
calor, sino que su hoja estará verde, y en el año de sequía no se fatigará, ni
dejará de dar fruto”
Cuando
los vientos nos son favorables y la prosperidad aumenta y a cada día que pasa,
materialmente somos más ricos. No me vengas
con monsergas hablándonos de las naciones africanas que desde hace años
padecen una dura sequía y persistente. Como vemos las barbas de los países
africanos arrancar tenemos que poner las nuestras a remojar. Ahora que con el
cambio climático naciones que eran vergeles, que sus ciudadanos se duchaban
tres veces al día, que se permitían el lujo de tener los grifos abiertos sin
necesidad, empezamos a darnos cuenta de la importancia de no malgastar el agua.
El cambio climático con sus consecuencias nos ayudará a entender textos como el
que comentamos.
Si
confiar en el Señor se parece a un árbol plantado junto a una corriente de
agua, lo contrario, la incredulidad, hace que nos parezcamos a un árbol
plantado en medio de la sequedad del desierto: la hojas marchitas y frutos, si
los hay, escasos y pequeños.
El
Salmo 1 es todavía más claro que el texto de Jeremías. El poema empieza
diciendo. “Bienaventurado el varón que no
anda en consejo de malos, ni estuvo en camino de pecadores, ni en silla de
escarnecedores se ha sentado, sino que en la Ley del Señor está su delicia, y
en su Ley medita de día y de noche” (vv 1, 2). “Como el ciervo brama por las
corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios, el alma mía” (Salmo 42:
1). El salmista se compara a un ciervo que en medio de la extrema sequía
olfatea y brama desesperado por el agua
que no encuentra. ¿Dónde encontrará el sediento espiritual el agua viva que
dará vida a su alma agrietada por la extrema sequía en que se encuentra? El
poeta dice que su alma encuentra refrigerio en Dios. Meditar en la Ley de Dios
encuentra su delicia. El resultado del alma que brama sedienta de Dios, el
salmista la describe: ”Será como árbol
plantado junto a corrientes de agua,
que da su fruto en su tiempo, y su hoja no cae, y todo lo que hace prosperará” (v.
3).
Los
impíos que en su ignorancia dicen que los cristianos son unos aburridos porque
al pensar tanto en el pecado no saben lo que es vivir. Los incrédulos que
detrás de una alegría artificial que producen los placeres sensuales, el
salmista los describe con estas palabras: “No
así los malos, que son como el tamo que arrebata el viento. Por tanto, no se
levantarán los malos en el juicio, ni los pecadores en la congregación de los
justos. Porque el Señor conoce el camino de los justos, mas la senda de los
malos perecerá” (vv. 4-6).
PROVERBIOS 30: 6
“No añadas a sus palabras, para que no te
reprenda, y seas hallado mentiroso”
Debido
a que “nunca la profecía fue traída por
voluntad humana, sino que los santos hombres de Dios hablaron siendo inspirados
por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:
21). El texto que comentamos es Palabra de Dios, lo que significa que es el
Señor mismo quien se dirige a nosotros. Los israelitas sufrieron mucho debido a
que desobedecieron los dichos de los profetas que hablaron siendo portavoces de
Dios. Aprendamos de su experiencia punitiva y no caigamos en la tentación de
decirle a Dios: NO VOY A OBEDECERTE.
En el
Antiguo Testamento no estaba completo el canon de las Sagradas Escrituras.
Faltaba que “en los postreros días (Dios)
nos ha hablado por su Hijo”
(Hebreos 1; 1). Lo ha hecho y ha ordenado a sus discípulos a que hagan
discípulos a todas las naciones “enseñándoles que guarden todas las cosas
que os he mandado” (Mateo 28: 19, 20). Los apóstoles inspirados por el
Espíritu Santo han dejado escrito todo lo que faltaba para cerrar el canon de
las Sagradas Escrituras. Siendo así, que Dios ha dicho todo lo que los hombres
necesitan saber sobre Dios y la salvación, cobran todavía más importancia las
palabras dl texto que comentamos. ”No
añadas a sus palabras” limita lo que
tenemos que saber sobre Dios y su salvación exclusivamente a lo que está
escrito en la Biblia. Este conocimiento tendría que estimularnos a
contrastar lo que enseña la Iglesia con
lo que enseña la Biblia. Si se hace así nos encontraremos con la desagradable
sorpresa de descubrir que lo que la Iglesia enseña como verdad absoluta es pura
mentira. El texto que comentamos es claro: Si añades o quitas a la Palabra que
te hecho llegar por medio de los escritos proféticos y apostólicos eres un
mentiroso y si enseñas estas falsas enseñanzas engañas a las personas que te
escuchan. La Iglesia que por medio de sus doctores enseña doctrinas no bíblicas
lo hace porque son guiados por Satanás que es padre de la mentira.
Tal vez
el lector pensará de mí que soy un extremista, que lo hago por animadversión
hacia la Iglesia católica. Lo dicho no es de mi propia cosecha. No procede de
mi corazón malvado. Jesús clavado en la cruz dirigiéndose a los sacerdotes y a
los doctores de la Ley que blasfemaban su Nombre porque le consideraban un
impostor, dirigiéndose a su Padre le dice: “Padre,
perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lucas 23: 34).
Jesús
que es la VERDAD y que no tiene pelos en la lengua, dirigiéndose a la clase
sacerdotal que se supone tendría que conocer las Sagradas Escrituras, no a una
multitud analfabeta, les dice: “Vosotros
sois de vuestro padre el diablo, y los deseos de vuestro padre queréis hacer.
Él ha sido homicida desde el principio, y no ha permanecido en la verdad,
porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo habla, porque es
mentiroso y padre de mentira” (Juan
8: 44).