CULTURA ARMAMENTISTA
<B>Instruye
al niño en su camino, y aun cuando llegue a viejo no se apartará de él” (Proverbios 22: 6)
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Para
intentar comprender el problema que representan
las armas en Estados Unidos y por extensión la violencia infantil y
adolescente que desgraciadamente crece exponencialmente, deberíamos prestar
atención a las palabras que pronunció la madre del joven que provocó la
mortalidad en el colegio de Uvalde: “No
lo juzguemos, mi hijo tenía sus razones”. Un desacuerdo no da motivo para matar
y mucho menos con la brutalidad que lo hizo el joven asesino. Todo apunta a la
madre que tenía que haber corregido a su
hijo al primer indicio de que se descarriaba. Para ahorrase las rabietas del
niño para conseguir sus deseos, la madre consiente. Con el tiempo el hijo pide
un rifle que lo utiliza para asaltar una escuela y producir una catástrofe. De
las palabras de la madre se deduce que no lamenta la crueldad de su hijo. Si lo
hubiese hecho habría sido demasiado tarde porque el mal ya se habría cometido.
Indirectamente la madre es responsable del crimen cometido por su hijo.
Un anti
armas, ante el reciente tiroteo en la escuela de Uvalde, dijo: “Que se hagan
simulacros de tiroteos significa que el país está mal y debe empezarse a
reconocer que esto es una enfermedad”.
Cuando aún perduraban los efectos del tiroteo en la escuela de Uvalde, en
Houston, a pocos kilómetros de Uvalde, se celebró la feria de las armas. Debe
recordarse que más de un millón de armas de uso militar las poseen los
ciudadanos norteamericanos. Un ejército que es una amenaza para la paz social.
En una
fotografía, un niño de unos seis o siete años apunta con una pistola. Las armas
por sí mismas son inofensivas. El problema se encuentra en las personas que las
empuñan. Si las blanden personas que se les ha educado en el odio se convierten
en una bomba letal. Sería muy beneficioso si el lobby de las amas estadounidense
prestase atención a lo que sucede en Canadá. Una brisa de aire fresco bajaría
la tensión en las escuelas.
Ante la
cronicidad de la violencia en su diversidad de manifestaciones tenemos que
preguntarnos qué enseñan los padres a los hijos. Se oye decir que la sociedad
actual carece de valores. Esta afirmación es muy ambigua. Los padres que
enseñan a sus hijos a disparar, tienen valores. Los políticos que justifican la
violencia del Estado y utilizan la mentira para alcanzar sus propósitos, tienen
valores. Estos valores no nos convienen porque ya conocemos sus efectos
devastadores
Vayamos
al inicio de la historia y acerquémonos a Caín y Abel. Estos hermanos parece
ser que fueron los primeros hijos de Adán y Eva. No nos cabe la menor duda que
estos muchachos fueron instruidos por sus padres en los aminos del Señor que
hacen honorables a quienes los siguen. ¿Qué sucedió para que dos hermanos que
recibieron la misma instrucción religiosa de sus padres siguiesen caminos tan
distantes hasta el punto de que Caín asesinase a su hermano Abel? Pienso que la
respuesta a esta pregunta que se hacen muchos padres ante la disparidad de
comportamientos de sus hijos nos ayudará a
entenderlo la parábola del sembrador que contó Jesús. El sembrador
esparce la semilla. Nos quedaremos con la que cae junto al camino. La simiente
representa la Palabra de Dios y el camino a personas que la escuchan. Jesús
explica su significado: “Y mientras sembraba parte de la semilla cayó junto al
camino, y vinieron las aves y la comieron…Cuando alguien oye la palabra del
reino y no la entiende, viene el maligno, y arrebata lo que fue sembrado en su
corazón. Este es el que fue sembrado junto al camino” (Mateo 13: 4, 19). Caín
forzosamente escuchó las enseñanzas de sus padres, pero no las entendió. El
Maligno que estaba al acecho siembra en el corazón del muchacho la semilla del
odio que al germinar y fructificar le condujo a asesinar a su hermano.
Por
todo el mundo se encuentras sembradores de la Palabra de Dios, pero desconocen
en qué clase de suelo cae. El resultado lo dejan en las manos del Señor que
hace que “mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mí vacía, sino que hará
lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Isaías 55:
11). Siguen sembrando esperando que la simiente caiga en terreno fértil y
convierta a los pecadores en ciudadanos del reino de Dios.
La
siembra de la Palabra de Dios tiene también otra faceta. La siembra de la
Palabra de Dios va acompañada de los principios ético-morales que pueden convertir
en buenos ciudadanos de los reinos temporales a quienes los aceptan y los
practican hasta allí donde puedan. El contenido ético-moral de la Biblia se lo
conoce como Filosofía. La Palabra de Dios es la reina de las filosofías. Es
decir, sirve de plomada para determinar la bondad o perversidad que hay en las
distintas filosofías.
Los
padres para evitar que los hijos lleguen a comportamientos violentos que a
menudo son noticia en los medios de comunicación deben tomarse seriamente la
enseñanza de la Filosofía que se encuentran en las páginas bíblicas porque da
sentido y propósito a la viva. Desconfíen los padres de las enseñanzas
chapuceras que se imparten en las clases de religión de las escuelas a cargo de los presupuestos
del Estado.
Quienes
tienen que enseñar religión a los hijos son los padres porque ellos son sus
guardianes. Si los padres no abandonan la responsabilidad de instruir a sus
hijos en la filosofía ético-moral contribuirán a hacer un presente mejor y un
futuro esperanzador.
Mucho
antes de que los filósofos dijesen que en muchos casos, al lado de un joven
delincuente se encuentran unos padres permisivos, la Biblia ya enseñaba:
Corrige a tu hijo mientras haya esperanza” (proverbios 19: 18).
Octavi Pereña i Cortina
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