diumenge, 19 de juny del 2022

 

1 SAMUEL 3: 1

“Y la palabra del Señor escaseaba en aquellos días, no había visión con frecuencia”

Los nuestros son unos días muy parecidos a los de Samuel siendo niño: la palabra del Señor escasea. Dios habla de múltiples maneras, pero nuestros oídos están sordos a su voz. Hay tanto mundanal ruido en nuestro entorno que no permite  que la voz de Dios llegue a nuestros oídos.

El joven Samuel se encontraba en el lugar adecuado para que le llegara la voz de Dios pues dormía en el templo de Dios (v. 3). El Señor llama a Samuel pero su oído todavía no era  sensible a la voz de Dios. Confunde la voz del Señor con la del sacerdote  Elí. Se levanta Samuel de la cama y se apresura a ir dónde duerme el sacerdote (v. 5),  le dice: “Heme aquí, por qué me llamaste?” Esto sucede tres veces.  Es entonces cuando el sacerdote entiende que es el Señor quien llama a Samuel. Le dice: “Ve y acuéstate, y si te llama dirás. Habla Señor porque tu siervo oye” (v. 10). Así sucedió. Dios vuelve a llamar a Samuel y éste siguiendo las instrucciones recibidas del sacerdote, responde a la voz de Dios: “Habla, porque tu siervo oye”. Lo que entró por los oídos de Samuel no fueron palabras placenteras de parte de Dios sino de juicio contra el sacerdote Elí: “Aquel día yo cumpliré contra Elí todas las cosas que he dicho contra su casa, desde el principio hasta el fin. Y le mostraré que yo juzgaré su casa para siempre, por la iniquidad que él sabe, porque  sus hijos han blasfemado a Dios, y él no los ha estorbado” (vv, 12, 13).

El mensaje que Dios transmite al joven Samuel es una reprensión a la religión establecida porque los representantes de Dios que tienen que pastorear al pueblo para llevarlo a reposar en lugares de delicados pastos para ser reconfortados,  se olvidan de su responsabilidad de educarlos en los caminos del Señor. Esta negligencia indica que algo falla en los predicadores del Evangelio. Han convertido el ministerio pastoral en una rutina carente de valor.

En nuestros días que tanto escasea la palabra de Dios se precisa de hombres y mujeres llenos del Espíritu Santo digan a quienes ministran la Palabra que se arrepientan y confiesen sus pecados para que puedan ser llenos del Espíritu Santo. Si esto sucede,  una revolución sacudirá a la Iglesia. Los mensajes tradicionalistas vacíos de contenido serán transformados en mensajes incendiarios que sacudirán las almas de la feligresía moviéndolas al arrepentimiento y a la fe en el Nombre de Jesús que es el único Nombre el que los hombres puedan salvarse


 

DEUTERONOMIO 12: 8

“No haréis como todo lo que hacemos nosotros hoy aquí ahora, cada uno lo que bien le parece”

El último versículo de Jueces resume a la perfección todo este período de la historia de Israel: “En estos días no había rey en Israel, cada uno hacía lo que bien le parecía  (21. 15).

Los evangelios destacan el “Evangelio del Reino de Dios”. Algunas parábolas se refieren al Reino de Dios y de las recompensas que recibían los siervos que eran fieles a su señor y del castigo que recibirían los siervos que no querían que el señor reinase sobre ellos. Cuando el lector lea este comentario pienso que no será en Navidad que es cuando de una manera tradicionalmente manifiesta se recuerda el nacimiento de Jesús, el Rey de los judíos. No solamente se tienen que recordar el nacimiento de Jesús el Rey un día año, y después un olvido total. Se le tiene que tener presente todo el año porque Jesús es el Rey del pueblo de Dios.

Cuando los magos emprendieron el camino hacia Judea porque habían visto su estrella y vinieron a adorarle. ¿Por qué adorar a un niño cuyo supuesto padre era un artesano y de economía precaria? Al llegar a Jerusalén estos extraños personajes se informan del lugar del nacimiento de aquel niño tan peculiar. “¿Dónde está el Rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle” (Mateo 2. 2).

Cuando los magos se interesan por el Rey de los judíos no significa que Jesús únicamente sea Rey de los descendientes de Abraham según la carne. También de los gentiles, como los magos, que por ser descendencia de Abraham por la fe, Jesús también es su Rey.

Como muy bien dice el apóstol Pablo: ”Pues no es judío el que lo es exteriormente, ni es la circuncisión la que se hace exteriormente en la carne, sino que es judío el que lo es en lo interior, y la circuncisión es la del corazón, en espíritu, no en la letra, la alabanza del cual no viene de los hombres, sino de Dios” (Romanos  2. 29).

Volvamos a la Navidad: “Pero venido el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo nacido de mujer y nacido bajo la Ley, para que redimiese a los que estaban bajo la Ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos de Dios envió a vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que ya no eres esclavo, sino hijo, y si hijo, heredero de ·Dios por medio de Cristo” (Gálatas 4: 4-7).

La cristiandad se parece a la época de los jueces: “En estos días no había rey en Israel, cada uno hacía lo que bien le parecía”. Los pueblos cristianos marginan a  Jesús que es quien tiene que ser su Rey. No debe extrañarnos, pues, que cada uno haga lo que mejor le parezca. No hay autoridad. No hay ley. Las naciones cristianas se han convertido en monarquías o repúblicas anárquicas. No debe extrañarnos que el desgobierno impere.

 

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