diumenge, 2 de gener del 2022

 

MARCOS 14:36

Y Jesús decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti, aparta de mí esta copa, mas no lo que quiero yo, sino lo que tú”

En el Padrenuestro, la oración modelo que Jesús enseñó a sus discípulos, entre otras cosas dice; “Hágase tu voluntad, como en el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6: 10). A una multitud angustiada por las muchas cargas que debe transportar sobre sus espaldas, Jesús le dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón, y llevaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11. 28-30).

Ambos textos tienen algo que ver con la oración que pronunció Jesús poco antes de ser prendido para ser juzgado y condenado a muerte. Jesús se encuentra en una situación angustiosa porque sabe el intenso dolor que le aguarda. Tiene que dar ejemplo de abrir su corazón al Padre poniendo frente a frente su voluntad con la del Padre. Se somete a ella: “mas no lo que yo quiero, sino lo que tú”. Ante dos voluntades enfrentadas, la del Pare es la que debe prevalecer. He aquí el problema del hombre, entre la voluntad del Padre y la propia, ésta es la  que prevalece. Escribo este comentario el 18 de diciembre de 2021  vigilia de la celebración de la Marató de TV3, este año dedicada a las enfermedades mentales. Debido a la pandemia de la Covid-19 los trastornos mentales se han incrementado exponencialmente debido al enfrentamiento entre la voluntad del Padre y la nuestra. La vida y la muerte están en manos de Dios. La pandemia no ha aparecido por arte de magia. Está fuera de nuestro alcance comprender el motivo porque el Señor ha permitido su presencia. La voluntad del Padre y la nuestra se enfrentan. Nos revelamos contra la presencia de la pandemia y luchamos contra la voluntad del Padre. Del enfrentamiento llevamos la de perder.

Jesús le dice al Padre: “Aparta de mí esta copa.” Si la oración terminase aquí podríamos pensar que Jesús está en desacuerdo con la voluntad del Padre que desea que muera para salvación del Pueblo de Dios. Jesús sigue diciendo: “Mas no lo que yo quiero, sino lo que tú”. Aquí se encuentra la razón de tantos trastornos mentales que no son de origen biológico, que nos consumen. Ante las situaciones desagradables que nos afectan, Él tendrá sus motivos para que nos afecten, nos rebelamos. Quisiéramos que las situaciones fuesen distintas y nos oponemos a su presencia. Luchar contra la voluntad de Dios es el causante de los trastornos mentales que nos obligan a medicarnos: estrés, insomnio…Mientras nosotros sufrimos, las farmacéuticas se frotan las manos de satisfacción por los pingües beneficios que les proporcionan el consumo desmedido de medicamentos.

Jesús nos da el ejemplo de lo que tenemos que hacer al enfrentarnos a situaciones difíciles de llevar: “Mas no lo que yo quiero, sino lo que tú”


 

DEUTERONOMIO 31: 17

“Y dirán en aquel día: ¿No me han venido estos males porque no está mi Dios en medio de mí?”

El Señor anuncia a Moisés que pronto va a dejar este mundo y partir para presentarse ante su presencia. Durante cuarenta años tuvo que lidiar con su pueblo que era duro de cerviz, Dios le había fortalecido. Dios que sabe  anticipadamente todo lo que va a hacer su pueblo, le dice: “Este pueblo se levantará y fornicará tras los dioses ajenos de la tierra a donde va para estar en medio de ella, y me dejará, e invalidará mi pacto que he concertado con él, y se encenderá mi furor contra él en aquel día, y los abandonaré, y esconderé de ellos mi rostro, y serán consumidos, y vendrán sobre ellos muchos males y angustias”  (vv. 16, 17). A continuación le sigue el texto sobre el que se basa esta reflexión: “Y dirán en aquel día: ¿No me han venido estos males porque no está Dios en medio de mí?”.A pesar que reconocían que los males que les afligían se debía a que Dios no estaba en medio de ellos, Moisés les dice: “Porque yo sé que después de mi muerte, ciertamente os corromperéis y os apartaréis del camino que os he mandado, y que os ha de venir mal  en los postreros días, por haber hecho mal ante los ojos del Señor, enojándole con la obra de vuestras manos” (v. 29).

Desde la liberación de la esclavitud de Egipto y durante la peregrinación por el desierto y a lo largo de toda su historia, es de destacar la época de Jesús y de la iglesia apostólica, el pueblo de Israel se ha caracterizado por ser un pueblo de dura cerviz y obstinado de corazón. Nosotros podemos creer que somos mejores que el antiguo Israel. Si lo creemos pensamos mal. En la parábola de Lázaro y el rico opulento que no quiere que sus hermanos vengan a él en el lugar de tormento en que se encuentra. Para conseguirlo le pide a Abraham que envíe a Lázaro a la casa de su padre pensando que si reciben la visita de un resucitado, tal milagro despertará en sus hermanos en sentimiento de arrepentimiento. Abraham le respondió: “Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguien se levante de los muertos” (Lucas 16: 10-31).

Los judíos fueron y siguen siendo duros de corazón. Los gentiles no nos quedamos en zaga.

Estamos inmersos en una terrible pandemia que no sabemos cuánto tiempo va a durar. Muchos han fallecido por el virus. En Apocalipsis 9 Juan describe plagas muy duras que causaron muchas muertes: “Y los hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos,  ni dejaron de adorar a los demonios , y a las imágenes de oro, de plata, de broce, de piedra y de madera, las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar, ni se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos” (vv.20, 21). ¿Dan muestras de arrepentimiento los seres humanos de nuestros días? Lo único que les importa es la economía. Las pérdidas que las medidas para frenar el avance del Covid-19 ocasiona en hostelería y locales de ocio nocturno. Prefieren seguir negando a Dios  basándose en un falso concepto de libertad. Así será hasta el final del tiempo.

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