MARCOS 14:36
Y Jesús decía: Abba, Padre, todas las cosas
son posibles para ti, aparta de mí esta copa, mas no lo que quiero yo, sino lo
que tú”
En el
Padrenuestro, la oración modelo que Jesús enseñó a sus discípulos, entre otras
cosas dice; “Hágase tu voluntad, como en
el cielo, así también en la tierra” (Mateo 6: 10). A una multitud
angustiada por las muchas cargas que debe
transportar sobre sus espaldas, Jesús le dice: “Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré
descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros y aprended de mí, que soy manso y
humilde de corazón, y llevaréis descanso para vuestras almas, porque mi yugo es
fácil, y ligera mi carga” (Mateo 11. 28-30).
Ambos
textos tienen algo que ver con la oración que pronunció Jesús poco antes de ser
prendido para ser juzgado y condenado a muerte. Jesús se encuentra en una
situación angustiosa porque sabe el intenso dolor que le aguarda. Tiene que dar
ejemplo de abrir su corazón al Padre poniendo frente a frente su voluntad con
la del Padre. Se somete a ella: “mas no
lo que yo quiero, sino lo que tú”. Ante dos voluntades enfrentadas, la del
Pare es la que debe prevalecer. He aquí el problema del hombre, entre la
voluntad del Padre y la propia, ésta es la
que prevalece. Escribo este comentario el 18 de diciembre de 2021 vigilia de la celebración de la Marató de
TV3, este año dedicada a las enfermedades mentales. Debido a la pandemia de la
Covid-19 los trastornos mentales se han incrementado exponencialmente debido al
enfrentamiento entre la voluntad del Padre y la nuestra. La vida y la muerte
están en manos de Dios. La pandemia no ha aparecido por arte de magia. Está
fuera de nuestro alcance comprender el motivo porque el Señor ha permitido su
presencia. La voluntad del Padre y la nuestra se enfrentan. Nos revelamos
contra la presencia de la pandemia y luchamos contra la voluntad del Padre. Del
enfrentamiento llevamos la de perder.
Jesús
le dice al Padre: “Aparta de mí esta copa.”
Si la oración terminase aquí podríamos pensar que Jesús está en desacuerdo con
la voluntad del Padre que desea que muera para salvación del Pueblo de Dios.
Jesús sigue diciendo: “Mas no lo que yo
quiero, sino lo que tú”. Aquí se encuentra la razón de tantos trastornos
mentales que no son de origen biológico, que nos consumen. Ante las situaciones
desagradables que nos afectan, Él tendrá sus motivos para que nos afecten, nos
rebelamos. Quisiéramos que las situaciones fuesen distintas y nos oponemos a su
presencia. Luchar contra la voluntad de Dios es el causante de los trastornos
mentales que nos obligan a medicarnos: estrés, insomnio…Mientras nosotros
sufrimos, las farmacéuticas se frotan las manos de satisfacción por los pingües
beneficios que les proporcionan el consumo desmedido de medicamentos.
Jesús
nos da el ejemplo de lo que tenemos que hacer al enfrentarnos a situaciones
difíciles de llevar: “Mas no lo que yo
quiero, sino lo que tú”
DEUTERONOMIO 31: 17
“Y dirán en aquel día: ¿No me han venido
estos males porque no está mi Dios en medio de mí?”
El
Señor anuncia a Moisés que pronto va a dejar este mundo y partir para
presentarse ante su presencia. Durante cuarenta años tuvo que lidiar con su
pueblo que era duro de cerviz, Dios le había fortalecido. Dios que sabe anticipadamente todo lo que va a hacer su
pueblo, le dice: “Este pueblo se
levantará y fornicará tras los dioses ajenos de la tierra a donde va para estar
en medio de ella, y me dejará, e invalidará mi pacto que he concertado con él,
y se encenderá mi furor contra él en aquel día, y los abandonaré, y esconderé
de ellos mi rostro, y serán consumidos, y vendrán sobre ellos muchos males y
angustias” (vv. 16, 17). A
continuación le sigue el texto sobre el que se basa esta reflexión: “Y dirán en aquel día: ¿No me han venido
estos males porque no está Dios en medio de mí?”.A pesar que reconocían que
los males que les afligían se debía a que Dios no estaba en medio de ellos,
Moisés les dice: “Porque yo sé que
después de mi muerte, ciertamente os corromperéis y os apartaréis del camino
que os he mandado, y que os ha de venir mal
en los postreros días, por haber hecho mal ante los ojos del Señor,
enojándole con la obra de vuestras manos” (v. 29).
Desde
la liberación de la esclavitud de Egipto y durante la peregrinación por el
desierto y a lo largo de toda su historia, es de destacar la época de Jesús y
de la iglesia apostólica, el pueblo de Israel se ha caracterizado por ser un
pueblo de dura cerviz y obstinado de corazón. Nosotros podemos creer que somos
mejores que el antiguo Israel. Si lo creemos pensamos mal. En la parábola de
Lázaro y el rico opulento que no quiere que sus hermanos vengan a él en el
lugar de tormento en que se encuentra. Para conseguirlo le pide a Abraham que
envíe a Lázaro a la casa de su padre pensando que si reciben la visita de un
resucitado, tal milagro despertará en sus hermanos en sentimiento de
arrepentimiento. Abraham le respondió: “Si
no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se persuadirán aunque alguien se
levante de los muertos” (Lucas 16: 10-31).
Los
judíos fueron y siguen siendo duros de corazón. Los gentiles no nos quedamos en
zaga.
Estamos
inmersos en una terrible pandemia que no sabemos cuánto tiempo va a durar.
Muchos han fallecido por el virus. En Apocalipsis 9 Juan describe plagas muy
duras que causaron muchas muertes: “Y los
hombres que no fueron muertos con estas plagas, ni aun así se arrepintieron de
las obras de sus manos, ni dejaron de
adorar a los demonios , y a las imágenes de oro, de plata, de broce, de piedra
y de madera, las cuales no pueden ver, ni oír, ni andar, ni se arrepintieron de
sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su fornicación, ni de sus hurtos” (vv.20,
21). ¿Dan muestras de arrepentimiento los seres humanos de nuestros días? Lo
único que les importa es la economía. Las pérdidas que las medidas para frenar
el avance del Covid-19 ocasiona en hostelería y locales de ocio nocturno.
Prefieren seguir negando a Dios
basándose en un falso concepto de libertad. Así será hasta el final del
tiempo.
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