JUAN 17: 9
“Yo” (Jesús) “ruego
por ellos, no ruego por el mundo, sino por los que tú me diste, porque tuyos
son”
Cada
año del 18 al 25 de enero se celebra la Semana de Oración para la Unidad de los
Cristianos. Juan Antonio Monroy escribe: “Dentro de un ecumenismo más
sentimental que bíblico, más aventurero que razonado, se están negando los
grandes dogmas del cristianismo. Lo que se pretende hoy es reunir a una gran
cantidad de personas en manifestaciones religiosas, sin importar lo que uno
cree. Y esto, desde el punto de vista bíblico es un error”.
La
iglesia cristiana en general ha apostatado de la doctrina apostólica. El
ecumenismo en el que todo cabe y que pretende alcanzar la unidad de los
cristianos amparándose en filosofías humanas, es un fracaso. Enseña como
doctrina palabra de hombres, que Jesús recusa.
Un
escrito de Rufi de Aquileia, escritor cristiano del siglo IV, en su comentario
al “Símbolo Apostólico” ,nombre con
el que también se conoce el Credo, dice: “Nuestros padres dan testimonio que después
de la ascensión del Señor, cuando el Espíritu Santo descendió sobre cada uno de
los apóstoles en figura de lenguas de fuego (para que pudiese hacerse entender
en todas las lenguas), recibieron del Señor
la orden de separarse, para que una vez separados, no enseñaran una
doctrina diferente a quienes intentaran instruir en la fe de Cristo. Por
razones diferentes, muy justas, quisieron que esta regla se llamase Símbolo”.
Cuando
el arzobispo de Barcelona Joan Josep Omella escribe: “Que santa María, estrella
de la nueva evangelización nos ayude a vivir unidos y a buscar siempre la
unidad”, me pregunto si la doctrina que enseña el arzobispo se ajusta al Credo
Apostólico. Para que nadie se deje engañar por las falsas enseñanzas que en
representación de la Iglesia Católica Romana transmite el arzobispo, así dic el
Credo Apostólico:
“Creo
en Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la Tierra. En Jesucristo su
único Hijo, nuestro Señor. Que fue concebido por obra y gracia del Espíritu
Santo y que nació de santa María virgen. Al tercer día resucitó. Subió al cielo
sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso. Desde allá ha de venir a
juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, en la santa
iglesia universal. En la comunión de los santos. En el perdón de los pecados.
En la resurrección de los muertos. En la vida perdurable. Amén”
Lo que
se nos enseña como doctrina cristiana ¿se ajusta a lo que enseña el Credo
Apostólico?
2 SAMUEL 12: 11
“Así ha dicho el Señor: He aquí yo haré
levantar el mal sobre ti de tu misma casa, y tomaré tus mujeres delante de tus
ojos, y las daré a tu prójimo, el cual yacerá con tus mujeres a la vista del
sol”
La
historia de David y Betsabé, aparte del
mundo evangélico, creo que pocos son los que la conocen. Mucho se pierden
quienes la desconocen porque responde a muchas preguntas que nos hacemos y que
al ignorarla muchas cosas que nos angustian quedan sin respuesta.
Nos
preguntamos por qué los abortos naturales y la muerte de recién nacidos. Al
desconocer por qué ocurren, cuando nos afectan directamente nos decimos: ¿Por
qué a mí? No me lo merezco. A muchos de los problemas familiares que nos
afectan no les sabemos dar respuesta. La historia de David y Betsabé aporta
mucha luz a los problemas familiares. David cometió adulterio con Betsabé y
ésta concibió. David al tener noticia de la consecuencia de su adulterio hizo
matar a Urías el marido de la mujer ultrajada. En nuestros días el adulterio lo
consideramos como la cosa más normal. La Biblia lo considera pecado. A pesar
que las relaciones sexuales extramatrimoniales puedan ser consentidas y no
vayan acompañadas de violencia, la Biblia las sigue considerando pecado y, el
pecado en primer lugar es una ofensa cometida a Dios. El pecado siempre tiene
sus consecuencias negativas.
El
texto que comentamos relata las consecuencias que tuvo el pecado de David. Pero
hay más. “porque lo hiciste en secreto,
pero yo haré esto delante de todos los hombres y a pleno sol” (v.12). Las
palabras del profeta Natán llegaron a lo más profundo del corazón de David y
cumplieron el propósito de recuperar a la oveja extraviada. “Entonces dijo David a Natán: Pequé contra
el Señor. Y Natán dijo a David: También el Señor ha perdonado tu pecado: No
morirás. Mas por cuanto con este asunto
hiciste blasfemar a los enemigos del Señor, el hijo que te ha nacido
ciertamente morirá” (vv. 13, 14).
Apocalipsis
nos habla de unas plagas que Dios envía contra los hombres por su maldad. Dice:
“Y los hombres que no fueron muertos por
estas plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron
de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de
piedra y de manera, las cuales no pueden
ver, ni oír, ni andar. Y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de
sus hechicerías, ni de sus fornicaciones, ni de sus hurtos” (Apocalipsis 9:
20,21).
Ante la
grave crisis que actualmente padecemos: Guerras y rumores de guerras,
inmigración incontrolada, Covid-19, cambio climático…Los corazones siguen
siendo tan duros como la piedra. No se ablandan para pedir perdón al Señor como
lo hizo David con su pecado. Aún se está a tiempo. Hoy es el día de
arrepentirnos. Mañana tal vez no tendremos la oportunidad.
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