diumenge, 23 de gener del 2022

 

JUAN 17: 9

“Yo” (Jesús) “ruego por ellos, no ruego por el mundo, sino por los que tú me diste, porque tuyos son”

Cada año del 18 al 25 de enero se celebra la Semana de Oración para la Unidad de los Cristianos. Juan Antonio Monroy escribe: “Dentro de un ecumenismo más sentimental que bíblico, más aventurero que razonado, se están negando los grandes dogmas del cristianismo. Lo que se pretende hoy es reunir a una gran cantidad de personas en manifestaciones religiosas, sin importar lo que uno cree. Y esto, desde el punto de vista bíblico es un error”.

La iglesia cristiana en general ha apostatado de la doctrina apostólica. El ecumenismo en el que todo cabe y que pretende alcanzar la unidad de los cristianos amparándose en filosofías humanas, es un fracaso. Enseña como doctrina palabra de hombres, que Jesús recusa.

Un escrito de Rufi de Aquileia, escritor cristiano del siglo IV, en su comentario al “Símbolo Apostólico” ,nombre con el que también se conoce el Credo, dice: “Nuestros padres dan testimonio que después de la ascensión del Señor, cuando el Espíritu Santo descendió sobre cada uno de los apóstoles en figura de lenguas de fuego (para que pudiese hacerse entender en todas las lenguas), recibieron del Señor  la orden de separarse, para que una vez separados, no enseñaran una doctrina diferente a quienes intentaran instruir en la fe de Cristo. Por razones diferentes, muy justas, quisieron que esta regla se llamase Símbolo”.

Cuando el arzobispo de Barcelona Joan Josep Omella escribe: “Que santa María, estrella de la nueva evangelización nos ayude a vivir unidos y a buscar siempre la unidad”, me pregunto si la doctrina que enseña el arzobispo se ajusta al Credo Apostólico. Para que nadie se deje engañar por las falsas enseñanzas que en representación de la Iglesia Católica Romana transmite el arzobispo, así dic el Credo Apostólico:

“Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la Tierra. En Jesucristo su único Hijo, nuestro Señor. Que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo y que nació de santa María virgen. Al tercer día resucitó. Subió al cielo sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso. Desde allá ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos. Creo en el Espíritu Santo, en la santa iglesia universal. En la comunión de los santos. En el perdón de los pecados. En la resurrección de los muertos. En la vida perdurable. Amén”

Lo que se nos enseña como doctrina cristiana ¿se ajusta a lo que enseña el Credo Apostólico?


 

2 SAMUEL 12: 11

“Así ha dicho el Señor: He aquí yo haré levantar el mal sobre ti de tu misma casa, y tomaré tus mujeres delante de tus ojos, y las daré a tu prójimo, el cual yacerá con tus mujeres a la vista del sol”

La historia de David y Betsabé, aparte  del mundo evangélico, creo que pocos son los que la conocen. Mucho se pierden quienes la desconocen porque responde a muchas preguntas que nos hacemos y que al ignorarla muchas cosas que nos angustian quedan sin respuesta.

Nos preguntamos por qué los abortos naturales y la muerte de recién nacidos. Al desconocer por qué ocurren, cuando nos afectan directamente nos decimos: ¿Por qué a mí? No me lo merezco. A muchos de los problemas familiares que nos afectan no les sabemos dar respuesta. La historia de David y Betsabé aporta mucha luz a los problemas familiares. David cometió adulterio con Betsabé y ésta concibió. David al tener noticia de la consecuencia de su adulterio hizo matar a Urías el marido de la mujer ultrajada. En nuestros días el adulterio lo consideramos como la cosa más normal. La Biblia lo considera pecado. A pesar que las relaciones sexuales extramatrimoniales puedan ser consentidas y no vayan acompañadas de violencia, la Biblia las sigue considerando pecado y, el pecado en primer lugar es una ofensa cometida a Dios. El pecado siempre tiene sus consecuencias negativas.

El texto que comentamos relata las consecuencias que tuvo el pecado de David. Pero hay más. “porque lo hiciste en secreto, pero yo haré esto delante de todos los hombres y a pleno sol” (v.12). Las palabras del profeta Natán llegaron a lo más profundo del corazón de David y cumplieron el propósito de recuperar a la oveja extraviada. “Entonces dijo David a Natán: Pequé contra el Señor. Y Natán dijo a David: También el Señor ha perdonado tu pecado: No morirás. Mas por cuanto con  este asunto hiciste blasfemar a los enemigos del Señor, el hijo que te ha nacido ciertamente morirá” (vv. 13, 14).

Apocalipsis nos habla de unas plagas que Dios envía contra los hombres por su maldad. Dice: “Y los hombres que no fueron muertos por estas plagas, ni aun así se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los demonios, y a las imágenes de oro, de plata, de bronce, de piedra y de manera, las cuales no pueden  ver, ni oír, ni andar. Y no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de sus fornicaciones, ni de sus hurtos” (Apocalipsis 9: 20,21).

Ante la grave crisis que actualmente padecemos: Guerras y rumores de guerras, inmigración incontrolada, Covid-19, cambio climático…Los corazones siguen siendo tan duros como la piedra. No se ablandan para pedir perdón al Señor como lo hizo David con su pecado. Aún se está a tiempo. Hoy es el día de arrepentirnos. Mañana tal vez no tendremos la oportunidad.

 

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