diumenge, 24 d’octubre del 2021

 

MARCOS 5: 27

“Cuando oyó hablar de Jesús, vino por detrás entre la multitud, y tocó su manto”

Muchos son quienes han oído hablar de Jesús pero muy pocos quienes tienen oídos para oír y retener sus enseñanzas. Pienso que la razón se debe a lo que el profeta Isaías escribe: “Porque como desciende de los cielos la lluvia y la nieve, y no vuelve allá, sino que riega la tierra y la hace germinar, y producir, y da semilla al que siembra, y pan al que come, así será mi palabra que sale de mi boca, no volverá a mí vacía, sino que hará lo que yo quiero, y será prosperada en aquello para que la envié” (Isaías 55: 10, 11).

Jairo, uno de los principales de la sinagoga y una mujer anónima salieron de en medio de una gran multitud de oyentes que estaban atentos a lo que Jesús decía pero no todos ellos estaban atentos a las palabras de sabiduría divina que fluían de los labios de Jesús. Las palabras de sabiduría divina que brotaban de los labios d Jesús eran la simiente que sembraba el payés que caía junto al camino, entre pedregales, entre  espinos, en buena tierra. El sembrador es Jesús el Hijo de Dios que “enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas” (Mateo 20: 16).

Podemos ponernos a discutir predestinación sí, predestinación no. Pero ahí tenemos el resultado de la predicación de Jesús: tres simientes se perdieron por diversas causas, solamente una de ellas dio fruto. Otra multitud escuchando a Jesús  y solamente un hombre y una mujer fueron buena tierra  de donde brotó y creció la semilla sembrada.

Dos personas desesperadas: un padre que agoniza por la vida de su hija acude directamente a Jesús. La mujer desesperada que había gastado todos sus bienes en médicos y la enfermedad le iba de mal a peor. Ambos tenían en común el desespero. ¡Ah! No todos los desesperados acuden a Jesús a que les solvente sus angustias. El rey Asa “enfermó gravemente de los pies. y en su enfermedad no buscó al Señor, sino a los médicos” (2 Crónicas 16: 12). Asa fue un rey muy religioso que promovió reformas religiosas que trajeron bienestar al reino. En la enfermedad Dios no cuenta. Confía en los médicos pero no en Él. El apóstol Pablo era atendido por Lucas el médico. Los médicos forman parte del plan de Dios para curar a los enfermos que quiere  remediar. No nos vayamos del tema principal. De una multitud únicamente un hombre y una mujer fueron bendecidos. La palabra que salió de la boca de Jesús hizo lo que tenía que hacer. Prosperó para aquello por lo que fue enviada.

La pandemia del Covid-19 ha puesto en situaciones embarazosas a millones de personas. Muchos han invocado a dioses y puesto velitas ante sus imágenes, pero no han acudido a Jesús en busca de ayuda. La muerte física y eterna es para muchos, pero la resurrección y la vida eterna es para muy pocos. ¿En qué grupo se encuentra el lector?


 

SALMO 90: 12

“Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría”

Este salmo es: “oración de Moisés, varón de Dios”. El salmo tiene dos objetivos. Primero ensalzar la eternidad de Dios: “Señor, tú nos has sido refugio de generación en generación. Antes que naciesen los montes, y formases la tierra y el mundo, desde el siglo y hasta el siglo tú eres Dios” (vv. 1, 2).

Adán fue creado para vivir eternamente pero debido a su pecado su vida fue limitada. “Con el sudor de tu rostro comerás el pan hasta que vuelvas a la tierra, porque de ella fuiste tomado, pues polvo eres,  y al polvo volverás”  (Génesis 3: 19). “Pusiste  nuestras maldades delante de ti, nuestros yerros a la luz de tu rostro. Porque todos nuestros días declinan a causa de tu ira, acabamos nuestros años como un pensamiento” (vv.8, 9). “Los días de nuestra edad son setenta años, y en los más robustos  son ochenta años, con todo, su fortaleza es molestia y trabajo, porque pronto pasan y volamos”  (v.10). Moisés pinta un cuadro perfecto de la condición humana.

“¿Quién conoce el poder de tu ira, y tu indignación según que debes ser  temido?” Moisés reconoce su condición de pecador y que la indignación y la ira de Dios tiienen razón de ser. Pero Moisés también reconoce lo que es la misericordia de Dios: “Vuélvete, oh Señor, ¿Hasta cuándo? Y aplácate para con tus siervos. De mañana sácianos con tu misericordia, y cantaremos y nos alegraremos todos nuestros días, alégranos conforme a los días que nos afligiste y los años que oímos el mal”    (vv. 13-15).

Moisés le pide al Señor: “Enséñanos de tal modo a contar nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría” (v. 12).   ¡Cuán distinto es el pensamiento de Moisés del de la actriz Belén Rueda: “Según te haces mayor, disfrutas mucho más del presente. Piensas un poco en mañana, pero no demasiado en pasado mañana”. Con esta forma de pensar la actriz viene a decirnos que la vida es efímera y que no merece la pena pensar en una existencia más allá del sepulcro. No necesita pensar en si existe o no algo más allá de la tumba La existencia de la actriz gira alrededor de lo material, lo sensual. Para ella no existe alma que cuidar.

Moisés le pide al Señor a contar los días para que la sabiduría divina penetre en su alma. Para él cada día es un día dedicado a buscar el pan  de vida que es Jesús. La muerte física es inevitable para Moisés como también lo es para nosotros. Pero quiere contar los días porque a cada día que pasa está más cercano el día de la resurrección  cuando el día que hoy tiene sujeto a la muerte y a la corrupción será revestido de incorrupción e inmortalidad. ¡Qué saludable es en Jesús contar nuestros días para traer sabiduría al corazón.

 

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