APOCALIPSIS 9: 4
“Y se les mandó que no dañaran la hierba de
la tierra…sino solamente a los hombres que no tienen el sello de Dios en sus
frentes”
Apocalipsis
está escrito en su mayor parte en lenguaje alegórico. Algunas de las alegorías
son difíciles de entender. En su interpretación debe buscarse siempre el
sentido espiritual. El humo que salió del pozo del abismo que oscureció el sol
y del que salieron langostas a las que se les dio poder como el que poseen los
escorpiones pienso que no debe entenderse literalmente. Debe hacerse
espiritualmente.
En el
Antiguo Testamento nos encontramos con Abraham e Isaac que fueron protegidos de
ser dañados por reyes.. David fue perseguido por el rey Saúl y por su hijo
Absalón a pesar de gozar de la protección de Dios. Los salmos de David reflejan
la persecución de sus enemigos a la vez que la protección que le brindaba Dios.
El
texto que comentamos de las langostas que tienen el poder como el de los
escorpiones se les impidió dañar a las personas que tenían el sello de Dios
gravado en sus frentes. La primera referencia de una señal protectora la
encontramos en Caín que el Señor le gravó para protegerlo de cualquier persona
que intentase matarlo. (Génesis 4: 15).
Aun cuando puede darse el caso de que los hijos de Dios padezcan
enfermedades dolorosas o puedan ser perseguidos a causa de su fe, gozan en las
adversidades de la protección de Dios. El diablo no puede tocarlos. Nada ni
nadie puede separarlos del amor de Dios que es en Cristo Jesús.
No
todos los hombres que sobrevivieron a la plaga de las langostas tenían el sello
de Dios en sus frentes. Los sobrevivientes no “se arrepintieron de las obras de sus manos, ni dejaron de adorar a los
demonios y a las imágenes de oro, de
plata, de bronce, de piedra, de madera, las cuales no pueden oír, ni andar. Y
no se arrepintieron de sus homicidios, ni de sus hechicerías, ni de su
fornicación, ni de sus hurtos” (vv.20, 21). En vez de arrepentirse de sus
pecados “blasfemaron el Nombre de Dios que tiene poder
sobre estas plagas, y no se arrepintieron para darle gloria” (Apocalipsis 16: 9).
El
Covid-19 se ha llevado a muchos a la eternidad sin haberse arrepentido de sus
pecados. Muchos infectados han superado a la infección. Muchos otros no han
enfermado. Pero lo que es un aviso de Dios al darles un plazo para el
arrepentimiento, persisten en sus homicidios, en sus fornicaciones y en sus
hurtos. Dios les ha dado un plazo para que puedan arrepentirse y recibir la
vida eterna por la fe en el Nombre de Jesús. Finalizado el plazo concedido Dios
los envía a la condenación eterna.
ESDRAS 7: 10
“Porque Esdras había preparado su corazón
para ingerir la Ley del Señor, y para enseñar en Israel sus estatutos y
decretos”
Es
cierto que el Señor de la Iglesia otorga dones diversos repartiéndolos a cada uno en particular como
mejor le parece para edificación de su Iglesia (1 Corintios 12: 1-31).
Evangelizar, sin embargo, es un encargo que se da a todos los cristianos. Desde
los bancos en una iglesia local los creyentes también han recibido el encargo
de contribuir a la edificación de la Iglesia la Cabeza de la cual es Jesús.
Es por
esto que el texto de Esdras que comentamos considero que no debe aplicarse a
unos cristianos en concreto poseedores de dones especiales, sino a todo el
pueblo del Señor porque cada uno de ellos posee el don del Espíritu Santo.
Siendo así no puede renunciar a anunciar la salvación por la fe en Jesús en el
entorno en el que vive. Por otro lado se nos enseña que los niños en Cristo,
paulatinamente tienen que ir dejando la leche espiritual, los rudimentos de la
fe, y vayan poco a poco masticando carne que significa que van profundizando en
“algunas cosas, entre las cuales hay
algunas difíciles de entender, las cuales los indoctos e inconstantes tuercen como también las otras
Escrituras, para su propia perdición” (2 Pedro 3. 16).
El
ejemplo de Esdras es para que lo sigan todos los cristianos. No solamente
quienes hayan recibido dones especiales.
Esdras
había “preparado su corazón para inquirir
la Ley del Señor” La Ley del Señor es oro puro que enriquece a quienes se
afanan en buscarlo. Es una riqueza que el orín no corrompe y que el ladrón no
puede robar. la holgazanería empobrece materialmente y espiritualmente. Es por
ello que no podemos permanecer ociosos ante la Ley del Señor. Continuamente
tenemos que inquirir en la Ley del Señor. Tenemos que evitar lo más posible las
interferencias mundanas que quieren
distraernos del deber de inquirir en la Ley del Señor para que abandonemos la
infancia y vayamos adentrándonos en la madures espiritual para no caer en la
categoría de los indoctos que tuercen las Escrituras para su propia perdición
La
constancia en la investigación en la Ley del Señor tiene unas consecuencias
inevitables.. Nace el ferviente deseo de cumplir la Ley del Señor. No nos
quedemos en ser simples oidores. La obediencia a la Ley del Señor hace que
edifiquemos nuestras vidas sobre la Roca que es Cristo. Las inclemencias de la
vida no pueden derribar la casa que edificamos sobre Cristo. Haciéndolo así nos
convertiremos en maestros que enseñaremos las leyes y estatutos del Señor con
los cual como piedras vivas contribuiremos
en la edificación de la Iglesia del Señor
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