VANDALISMO
<b>El vandalismo e
incivismo van en aumento en una sociedad impía</b>
“Los vecinos de los
Bloques Juan Carlos” (de Lleida)
“alertan que hace semanas que las plazas
interiores están a oscuras y esto fomenta la delincuencia y el vandalismo” (titular
de prensa). Víctor Ruíz, presidente de la Asociación de Vecinos de La Mariola denuncia que “la
oscuridad da pie a destrozos en
vehículos y mobiliario, también se han producido robos en el interior de
vehículos de personas que venden ropa en el mercado y guardan las mercancías
dentro de las furgonetas”.
El vandalismo está de
moda hoy. Solamente se necesita fijarse
cómo terminan los botellones y cómo reacciona la juventud ante la
policía. Las manifestaciones de protesta a menuda finalizan con enfrentamientos
con la policía, quema de contenedores, destrozos del mobiliario urbano, roturas
de cristales de los establecimientos…El vandalismo adolescente no es cuestión
de que calles y plazas que no estén bien iluminadas. Se debe a la condición
humana: “Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los
adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las
blasfemias. Estas cosas son las que contaminan al hombre” (Mateo 15: 19,20).
Los botellones que acaban en desenfreno no dependen de si hay luz o no, se debe
a la naturaleza humana que tiende al mal.
El problema que denuncia
la Asociación de Vecinos de La Mariola y los medios de comunicación es un
problema de Dios. ¿Existe Dios o no? Si la respuesta es no, el vandalismo no
tiene solución. Irá en aumento. Las quejas vecinales no lo detendrán. Se pide
que sea a policía que ponga fin al salvajismo juvenil. Los ayuntamientos
responden que no tienen medios suficientes para combatirlo. La ley no tiene
competencias en los asuntos
espirituales. Mal iría que las usurpara. Cuando ha intentado inmiscuirse en las
conciencias de los hombres tribunales inquisitoriales han brotado. Los
tribunales de justicia pueden condenar y castigar hechos, pero son incapaces de
cambiar la condición humana inclinada al mal.
Algunos culpan a Dios de
indolencia a la hora de atajar el mal. Se lo imaginan tumbado en una hamaca
sorbiendo un refresco e indiferente a lo que ocurre en la Tierra. Por favor,
hoy no me molestéis porque estoy muy ocupado. Mañana ya veremos. Este no es el
Dios de la Biblia. Un conocimiento exhaustivo de Dios no está al alcance del
ser humano. Podemos saber lo suficiente para que nos guie, si se lo permitimos,
para andar por el camino del bien hacer.
El salmista hace una
descripción de Dios que si se la tiene en cuenta cambiará el comportamiento
humano: “¿A dónde iré de tu Espíritu? ¿Y a dónde huiré de tu presencia? Si
subiese a los cielos, allí estás tú, si en el sepulcro hiciese mi estrado, he
aquí, allí tú estás. Si tomo las alas del alba y habitase en el extremo del
mar, aun allí me guiará tu mano, y me cogerá tu diestra. Si dijese: las
tinieblas me encubrirá, aun la noche resplandecerá alrededor de mí. Aun las
tinieblas no encubren de ti, y la noche resplandece como el día, lo mismo te
son las tinieblas que la luz” (Salmo 139: 7-12).
Dios lo sabe todo. Nada
se le escapa a sus ojos. ¿Cree el lector que si los vándalos, los incívicos de
nuestros días, que se mueven por todas las esferas sociales si fuesen
conscientes de que Dios existe, que conoce no solo sus hechos, también las
intenciones de sus corazones cometerían las fechorías que hacen? Evidentemente
no. El problema del vandalismo que plantea la Asociación de Vecinos de La
Mariola, que crece ufano por todas partes
es una cuestión de fe en el Creador de cielos y tierra y que se ha
manifestado en su Hijo Jesús para salvar a su pueblo de sus pecados.
Jesús que es “la luz del
mundo” no desea que nadie ande en tinieblas. Poco antes de abandonar este mundo
para ascender al cielo dejó este encargo a sus discípulos: “Toda potestad me es
dada en el cielo y en la Tierra. Por lo tanto, id, y haced discípulos en todas
las naciones, bautizándolos en el Nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo, enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado, y he aquí yo
estaré con vosotros todos los días hasta el fin del mundo. Amén” (Mateo 18: 18-20).
Cuando alguien cree en
Jesús y por el Espíritu habita en el creyente, el carácter del Señor empieza
desarrollarse en él. El amor de Dios se manifiesta en el nacido de nuevo. Si
quienes se consideran “creyentes no practicantes” pero que asisten en una
parroquia por el bautismo de un recién nacido, por la confirmación del hijo/a,
por el casamiento, por el entierro y en alguna fecha considerada señalada,
fuesen verdaderos creyentes, las malas noticias que tan a menudo dan a conocer
los medios de comunicación no se publicarían
porque el comportamientos de dichas personas sería totalmente distinto.
Mientras que la conversión a Cristo no sea generalizada, hecho que no va a
producirse, tendremos que conformarnos en convivir con el vandalismo en su
diversidad de manifestaciones.
Los verdaderos cristianos
que esperan la venida gloriosa del Señor Jesucristo para implantar su Reino
eterno en el que se dará la justicia en su plenitud, seguiremos anunciando el
Evangelio para que los que tengan oídos para oír oigan y así compartir juntos
la condición de hijos de Dios: “Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos
del día, no somos de la noche ni de las tinieblas. Por lo tanto, no durmamos
como los demás, sino velemos y seamos sobrios. Pues los que duermen, de noche
duerme, y los que se embriagan, de noche
se embriagan. Pero nosotros que somos del día, seamos sobrios,
habiéndonos vestido con la coraza de la fe y de amor, y con la esperanza de
salvación como casco” (I Tesalonicenses 5: 5-8).
Octavi Pereña i Cortina
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