CELIBATO
<b>”Prefiero dar la
vida antes de cambiar la ley del celibato”, papa Francisco</b>
Mucho morbo ha creado la
renuncia inesperada de Xavier Novell, obispo de Solsona. No es mi propósito
unirme al enjambre de comentaristas y tertulianos que especulan sobre los
motivos que han llevado a Xavier Novell renunciar a la sede episcopal de
Solsona. El tema de fondo es el celibato obligatorio de la clerecía.
La raíz del celibato nace
en el siglo II debido al gnosticismo, doctrina que considera pecaminoso todo
aquello que tenía que ver con el placer sensual. El Concilio de Elvira
celebrado en el año 306 decretó que los sacerdotes que tuviesen relaciones
sexuales con sus esposas la noche anterior de la celebración de la misa perdían
su empleo.
El Concilio de Nicea
celebrado en el año 324 decretó que ningún hombre ordenado pudiese casarse.
En el año 590 el papa Gregorio
el Grande afirmó que el deseo sexual era intrínsecamente diabólico y
recomendaba que los sacerdotes casados abandonasen a sus familias y se
entregasen en cuerpo y alma al servicio de la Iglesia.
En el año 1074 el papa
Gregorio VII afirmó que todo hombre que desease ser ordenado sacerdote tendría
que hacer voto de castidad.
No fue hasta el siglo XVI
cuando el Concilio de Trento decretó el celibato obligatorio de los
clérigos.
En el siglo XXI el papa
Francisco afirmó: “El celibato no es un dogma de fe, es una regla de vida que
yo aprecio mucho y creo que es un don para la Iglesia. No siendo dogma de fe
siempre tenemos la puerta abierta para cambiarlo. En este momento, no obstante,
no lo hemos pensado”.
El principio general en
las relaciones hombre-mujer es el matrimonio, institución instaurada por Dios
antes de la Caída: “Dios creó al hombre macho y hembra” (Génesis 1: 27). Viendo
el Creador que no era bueno que el macho se encontrase solo, de su costilla
extrajo a Eva. Dios dijo: “Por esto el
hombre dejará a su padre y a su madre, y se unirá a su mujer, y serán una sola
carne” (Génesis 2: 24). Ni la homosexualidad, ni el lesbianismo, ni la
bestialidad forman parte del plan de Dios porque no contribuyen a llenar la
tierra, someterla y dominar sobre la creación (Génesis 1: 28).
No debe olvidarse que el
principio general en las relaciones hombre-mujer es el matrimonio. El
gnosticismo y las sectas filosóficamente afines merecen la reprobación de Dios:
“El Espíritu dice claramente que en los
últimos tiempos algunos apostatarán de la fe, haciendo caso de espíritus
engañadores y de doctrinas de demonios…que prohibirán casarse…” (1 Timoteo 4:
1-5). El apóstol Pablo, hombre inspirado por el Espíritu Santo para escribir
parte del Libro que se considera Palabra de Dios, dice claramente que prohibir
que los clérigos se casen es enseñanza satánica. Por lo tanto la postura del
papa Francisco: “En este momento no tenemos pensado” abolir el celibato
obligatorio del clero es ponerse en contra de Dios y colocarse al lado de
“espíritus engañadores y de doctrinas de demonios”.
La clerecía célibe por
obligación, ¿es una acción legal? La respuesta a esta pregunta tenemos que ir a
buscarla en las Escrituras cristianas, no en la Tradición no cimentada en la
enseñanza bíblica que es la autoridad suprema en todo aquello que tiene que ver
con la vida cristiana. El apóstol Pablo escribiendo a su discípulo Timoteo
dándole instrucciones relacionadas en el buen funcionamiento de las iglesias,
le dice: “Palabra fiel: si alguien desea ser pastor, buena cosa desea. Pero es
imprescindible que el pastor sea irreprensible, marido de una sola mujer…que
gobierne bien su casa, que tenga a sus hijos en sujeción con toda honestidad,
pues el que no sabe gobernar su casa, ¿cómo cuidará de la Iglesia de
Dios?” (1 Timoteo 3: 1-7). Estas instrucciones transmitidas por la pluma
inspirada por el Espíritu trincha la ley del celibato obligatorio del clero en
general y niega que sea “don para la Iglesia” según palabras el papa Francisco.
Si el clero no aprende a educar en el temor del Señor a su pequeña congregación
que es la familia, ¿cómo se pretende que el celibato obligatorio vaya a servir
para que los célibes se entreguen plenamente al servicio de la parroquia que es
una congregación más numerosa que la familiar? El “hoy no toca”, expresión
utilizada por el presidente Pujol cuando los periodistas le hacían alguna
pregunta a la que no deseaba dar respuesta, no puede aplicarse al gobierno de
la Iglesia. Hoy, sin dilación, es preciso que el papa Francisco como cabeza de
la Iglesia Católica, derogue entre otras, la ley del celibato obligatorio de
los sacerdotes porque no se ajusta a la voluntad de Dios y se “hace caso de espíritus engañadores y de
doctrinas de demonios” lo cual convierte a la Iglesia en “sinagoga de Satanás”
(Apocalipsis 2: 9).
Octavi Pereña i Cortina
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