dissabte, 18 de setembre del 2021

 

LUCAS 10: 41, 42

“Jesús le dijo: Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero solamente una es necesaria, y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada”

En el año 1996 el sicólogo clínico David Lewis formuló un concepto que no ha quedado obsoleto con el paso del tiempo y que hoy es de rabiosa actualidad. Lo bautizó con el nombre de síndrome de la fatiga informática. Vivimos en un mundo “pantallizado” que nos obliga a vivir pendientes de la pantalla del ordenador, móvil, Tablet…lo cual ocasiona trastornos mentales, alguno de extrema gravedad.

El texto que comentamos es un ejemplo de entre los muchos que se encuentran en las Sagradas Escrituras que ponen de manifiesto que la Biblia no es un libro obsoleto sino de manifiesta actualidad.

Yendo Jesús de camino entra en Betania en donde vivía Lázaro, al que Jesús resucitó y sus hermanas Marta y María. El texto nos muestra dos comportamientos distintos de las dos mujeres. Es lógico que cuando se recibe en casa a un invitado se desee agasajarlo de la mejor manera posible. Siempre dentro de unos límites. Marta había cruzado la línea roja de las responsabilidades obsequiosas con los invitados: “Pero Marta se preocupaba en muchos quehaceres, y acercándose dijo. Señor, ¿no te da cuidado que mi hermana me deje servir sola? Dile que me ayude” (v. 40). Los muchos quehaceres le hicieron perder los nervios a Marta. El frenesí por agasajar a Jesús la estresaba.  ¿No ocurre algo parecido con el tiempo que se dedica a los elementos digitales? En vez de encontrar tranquilidad, sosiego, la adicción a estos elementos produce intranquilidad, desasosiego, estrés…

A la queja que Marta le hace a Jesús del comportamiento insolidario de su hermana, recibe esta respuesta: “Marta, Marta, afanada y turbada estás con muchas cosas. Pero sólo una cosa es necesaria, y María ha escogido la buena parte, la cual no le será quitada” (vv. 41, 42).

Las ocupaciones laborales y el tiempo dedicado al ocio tienen un límite. Jamás se debe traspasar la línea roja que convierte en dioses todo aquello que traspasa la línea prohibida. No hay alternativa. Se escoge entre el comportamiento de Marta que desasosiega por los muchos quehaceres o la paz que Jesús da a quienes se sientan a sus pies para escuchar las palabras de vida eterna que brotan de los labios de Jesús. Hoy no nos podemos sentar físicamente a los pies de Jesús pero podemos hacerlo espiritualmente, recibiendo las mismas bendiciones, si nos sentamos a sus pies meditando en la Biblia que es su palabra vivificada por el Espíritu Santo. No permitamos que el exceso de quehaceres nos quite la paz del Señor que excede a nuestra comprensión.


 

1 CORINTIOS 11: 29

“Porque el que come y bebe indignamente, sin discernir el cuerpo del Señor, juicio come y bebe para sí”

Los símbolos tienen un significado pero pueden practicarse vacíos de contenido. En el campo religioso cristiano tenemos dos símbolos básicos: el Bautismo y la Cena del Señor. Ambos pueden practicarse por mera tradición o costumbre religiosa. El bautismo significa que el bautizado ha muerto en Cristo. ¡Cuántos bautizados ignoran por completo dicho significado!  Y en el  caso del bautismo de adultos por inmersión, ¡cuántos no se convierten en miembros de una iglesia local sin haber creído en Cristo como Señor y Salvador!

La Cena del Señor sirve para recordar la muerte de Jesús clavado en la cruz para salvación del pueblo de Dios. El pan recuerda el cuerpo de Jesús sangrando en la cruz. El vino simboliza la sangre que Jesús derramó y que limpia todos los pecados de quienes creen en Él. Cada vez que el creyente participa de la Cena del Señor recuerda la muerte del Señor hasta que Él venga (1 Corintios 11: 26). El texto nos dice que se puede participar de la Cena del Señor indignamente. Esta participación incorrecta la denuncia el apóstol Pablo. Para evitar dicha transgresión el apóstol escribe “Por tanto pruébese cada uno a sí mismo, y  coma así del pan  y beba la copa”  (v.28). Fíjese el lector las consecuencias que acarrean participar indignamente de la Cena del Señor: “Por lo cual hay muchos enfermos y debilitados entre vosotros y muchos duermen” (mueren) (v.30).

Cuando Jesús celebró la última Pascua con sus discípulos les dijo: “¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta Pascua antes que se produzca!  (Lucas 22: 18). Se encontraba en el apartamento alto con sus discípulos. Judas que vendería al Señor por treinta monedas de plata  también estaba presente cuando Jesús instituyó lo que vendría a llamarse la Cena del Señor. Judas comió el pan y bebió el vino, pero lo hizo indignamente. No le aprovechó comer el pan y beber el vino. Sabemos cuál fue su fin. Judas guió el tropel que prendió a Jesús y viendo “que era condenado…Y arrojando las piezas de plata en el templo, salió y fue y se ahorcó” (Mateo 27: 3-5).

La próxima vez que participemos de la Cena del Señor fijémonos bien en la manera cómo vamos a hacerlo. Si lo hacemos indignamente seremos “culpados del cuerpo y de la sangre del Señor” (1 Corintios 11: 27).

 

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