LOS HIJOS DE ABRAHAM
<b>Los que siguen
Ismael caminan hacia la perdición y los que van detrás de Isaac hacia la vida
eterna</b>
La visita del papa
Francisco a Irak y la resonancia mediática que ha tenido, ha servido para
recordar la figura del patriarca Abraham y su relación con el islam y el
cristianismo. La primera consecuencia que ha tenido el viaje papal ha sido que
el primer ministro de Irak <b>Mustafa el-Kademi ha decretado que desde
ahora en adelante cada 6 de febrero se conmemorará el Día Nacional de la
Tolerancia y la Coexistencia. Es bien conocido la utilidad de las
conmemoraciones..
Lo que deseo destacar del
viaje papal es el encuentro interreligioso en la llanura de Ur de los caldeos
en donde “el Señor le dijo a Abram” (todavía no se le había cambiado el nombre
por el de Abraham) “sal de tu tierra y de tu parentela y de la casa de tu padre
hacia la tierra que te mostraré. Y haré de ti una gran nación” (Génesis 12:
1,2). Sarai, (antes de habérsele cambiado el nombre por Sara) mujer de Abram
era estéril. Abram se queja a Dios diciéndole: “¿Qué me darás? Yo me voy sin
tener hijos” (15: 12). “Y el (Señor) se lo llevó fuera y le dijo: Mira los
cielos y cuenta las estrellas si puedes contarlas. Y le dijo: Así será tu
simiente” (v. 16).
A pesar que Abram era
hombre de fe se dejó llevar por su mujer que le ofreció su esclava egipcia
Agar: “quizás por ella edificaré una familia. Y Abram escuchó la voz de Sarai”
(16: 2). “Y él fue a Agar que concibió” (v. 4). Dios le dijo a Agar: “Llamarás
su nombre Ismael porque el Señor ha escuchado tu aflicción” (v. 16).
Cuando Abram tenía 97
años Dios ratificó su pacto con él
diciéndole: “Yo, he aquí, establezco mi pacto contigo, serás padre de muchas
naciones” (17: 4). Y cambió su nombre por Abraham “porque te he hecho padre de
muchas naciones” 8v. 5). “Y Dios dijo a Abraham: Tu mujer Sarai, no la llamarás
Sarai, porque su nombre será Sara. Yo la bendeciré, y también te daré un hijo
de ella. Y la bendeciré y será madre de naciones, reyes de pueblos vendrán de
ella” (vv. 15,16). Al hijo que dará a luz
Sara “le llamarás su nombre Isaac” (v.19). Se tiene que tener en cuenta
lo que Dios dice de Isaac: “Estableceré mi pacto con él, y con su simiente
después de él como pacto perpetuo” (v. 19).
“Y Sara dio a luz un
hijo…y Abraham tenía cien años cuando nació su hijo Isaac” 25: 1-8).
Abraham tiene dos hijos:
Uno de Agar y otro de Sara. ¿Qué significado tiene?
A muchos puede parecerles
extraño y perverso. ¿Quién entiende los propósitos de Dios si éste no los
desvela? Cuando se destetó a Isaac su hermanastro se burlaba de él. Sara lo
ve y le pide a Abraham que eche fuera a
Agar y a su hijo. La petición no le cayó bien a Abraham. Dios le dice a
Abraham: “no te parezca grave a causa del muchacho y de tu sierva, en todo lo
que te diga Sara, oye su voz, porque en Isaac te será llamada descendencia”
(21: 8-12).
Cuando Dios llamó a Abram
diciéndole que abandonase Ur de los caldeos, le dijo: “Y haré de ti una gran
nación, te bendeciré y haré grande tu
nombre, y serás una bendición” (12.2). El pacto se va renovando hasta el
nacimiento de Isaac. Lo que está oscuro en el tiempo de los hechos, el Nuevo
Testamento desvela el significado que tienen ambos hijos. Ismael no tiene nada
que ver con el pacto que Dios hizo con Abraham y por descontado con su esposa
Sarai que era estéril.
“Y la Escritura previendo
que Dios había de justificar “ (salvar) “por la fe a los gentiles” (no judíos),
“dio de antemano la buena nueva a Abraham, diciendo: En ti serán benditas todas
las naciones. De modo que los de la fe son bendecidos en el creyente Abraham2
(Gálatas 3: 8,9).
“Ahora bien, a Abraham
fueron hechas las promesas y a su simiente. No dice: y a las simientes, como si
hablase de muchos, sino como de uno; Y a tu simiente, la cual es Cristo” (v.
16).
Más claro no puede
decirse quienes son los hijos de la promesa hecha a Abraham: “Y si vosotros
sois de Cristo linaje de Abraham sois, y herederos según la promesa” (v.29).
La cuestión del rechazo
de Ismael y la elección de Isaac es un tema que genera mucha controversia. El
texto que cito zanja la controversia: “De manera que de quien quiere, tiene
misericordia, y al que quiere endurecer endurece. Pero me dirás: ¿Por qué, pues
inculpa? porque ¿quién ha resistido a su voluntad? Mas antes, oh hombre, ¿quién
eres tú para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que la formó,
¿por qué me has hecho así? ¿Qué no tiene potestad el alfarero sobre el barro
para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? “(Romanos
9: 18-21).
Ante tanta profundidad de
la sabiduría que es imposible entender del todo, hagamos como el salmista:
“Enmudecí, no abrí mi boca, porque tú lo hiciste”. (Salmo 39. 9).
Octavi Pereña i Cortina
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