BOTELLÓN
<b>Los neurólogos
confirman que el alcohol cierra la parte crítica del cerebro impidiendo pensar
correctamente</b>
El 1 de noviembre de
2016, una niña de 12 años de San Martín de la Vega falleció después de sufrir
un desmayo cuando participaba en un <i>botellón</i>.La autopsia confirmaba
que la niña moría debido a un coma etílico. En tanto niños de 12 ó 13 años
ingresen en los hospitales debido a comas etílicos, no podemos mirar hacia otro
lado. Ante el consumo desordenado de alcohol, que va en aumento, en niños de 12
ó 13 años, la ministra de Sanidad Dolors Montserrat, ha dicho: “Queremos
progresar con paso firme y decidido en el objetivo común de consumo cero entre
los menores”. Es evidente que las medidas <i>anti botellón</i>
adoptadas por diversos municipios han fracasado a la hora de cerrar el acceso
al alcohol y su consumo entre los menores.
El director general de la
Fundación de Ayuda contra la Drogadicción Ignacio Calderón, asegura que las
medidas que quiere tomar el Ministerio de Sanidad son un primer paso, pero que
no es suficiente, se necesita “la sensibilización de la sociedad ante la
gravedad del problema y ante la responsabilidad colectiva para enfrentarse es
clave”.
Hace más de 3.000 años
que la Biblia alerta de los peligros del alcohol: “Oye a tu padre, aquel que te
engendró, y cuando tu madre envejezca, no la menosprecies…¿Para quién será el
ay? ¿Para quién el dolor? ¿Para quién las rencillas? ¿Para quién las quejas?
¿Para quién las heridas en balde? ¿Para quién lo amoratado de los ojos? Para
los que se detienen mucho en el vino, para quienes van buscando la mistura. No
mires el vino cuando rojea, cuando resplandece su color en la copa. Se entra
suavemente, mas al fin como serpiente morderá, y como áspid dará dolor”
(Proverbios 23: 22, 29-32).
Cuando el <b>Dr.
Willot</b> dice: “Conviene dar más importancia al desequilibrio mental
que impulsa a beber que los graves accidentes que provocan los bebedores
empedernidos”, nos recuerda que antes de atacar las consecuencias de beber en
exceso debe irse a a raíz del problema, que es mucho más profundo que un
desequilibrio mental ya que es el resultado de un desbarajuste espiritual.
“Los menores son el
futuro de nuestra sociedad, bien preciado que debemos cuidar, y la ingesta de
alcohol puede tener consecuencias para la salud en dos tiempos. Por un lado,
consecuencias inmediatas, en ocasiones graves, por los efectos directos del
alcohol sobre su organismo. Pero también
hay efectos perjudiciales a largo plazo. El alcohol afecta al menor durante una
etapa en la que su cerebro está todavía en pleno desarrollo, interfiriendo en
que alcance su plenitud física, psíquica y mental” (<b>Beatriz
Azkunaga</b>, médico adjunto del Servicio de Urgencias de Pediatría del
Hospital Universitario de Cruces, Vizcaya).
La sociedad ve con buenos
ojos el consumo moderado de alcohol. Está socialmente aceptado: celebraciones
familiares, inauguraciones, comidas de empresa…El alcohol es omnipresente en
sus diversas formas de presentarse. ¿Con qué autoridad moral puede aconsejar una sociedad así a un niño que
se mira en sus padres? Alguien ha dicho. “Verdaderamente el alcoholismo no
comienza con una copa, pero sí que empieza con una copa bebida sin darle importancia”. Los padres además de
ser un referente por lo que hace al consumo de alcohol, deben serlo también en
el aspecto espiritual, pues, la espiritualidad de los hijos no es sana, con más
o menos intensidad manifiestan los desequilibrios mentales de que nos habla el <b>Dr. Willot</b>
La verdadera
espiritualidad no consiste en la práctica religiosa, aun cuando sea sincera y
no impuesta. La religión no hace del ser humano una nueva criatura. Puede
suavizar la aparición de las pasiones del alma, pero no eliminarlas. Los hijos
no viven en un ambiente estéril. La atmosfera en que se mueven está contaminada
de pecado. Si solamente se les enseña a practicar una religión, ¿cómo se las
arreglarán para no dejarse influenciar por lo que se respira entre sus
compañeros? La educación que los padres deben impartir a sus hijos tiene que
ser mucho más profunda que la práctica rutinaria de la religión. La instrucción
que tienen que aportarles tiene que afectar a sus almas. He aquí dos preguntas
clave: ¿Son los padres un modelo de espiritualidad para sus hijos? ¿Están
capacitados para instruirlos en la auténtica espiritualidad?
La palabra espiritual se
aplica a diversos campos culturales. La espiritualidad a que me refiero es la que es fruto del Espíritu Santo que
Dios, el Padre de nuestro Señor Jesucristo otorga a quienes creen en su Hijo
como único Salvador. Los padres que poseen esta espiritualidad están en
condiciones de encaminar a sus hijos por los caminos del Señor. Si los hijos
creen en Cristo, además de la salvación eterna, reciben por la presencia del
Espíritu Santo en sus almas la fuerza necesaria para no dejarse arrastrar hacia
las concentraciones en donde el <i>botellón</i> sea el imán que
atraiga. En Cristo, el menor, el adolescente, el adulto, encontrarán sentido a
sus vidas y no necesitarán el alcohol que esclaviza y destruye.
Octavi Pereña Cortina
Cap comentari:
Publica un comentari a l'entrada