dilluns, 17 de febrer del 2020


SALMO 18:28

“Tú encenderás mi lámpara, el Señor mi Dios alumbrará mis tinieblas”
A pesar de que los hombres convierten la noche en día con el alumbrado público que ilumina en la oscuridad, el ser humano camina en tinieblas porque su corazón está entenebrecido por la presencia en él del príncipe de las tinieblas. A pesar de todo lo que hace para que la luz resplandezca en la oscuridad, no consigue desprenderse de las tinieblas que anidan en su corazón.
El apóstol Pablo escribiendo a los tesalonicenses les dice. “Sabéis perfectamente que el día del Señor vendrá así como ladrón en la noche, que cuando digan: Paz y seguridad, entonces vendrá sobre ellos destrucción repentina, como los dolores a la mujer encinta, y no escaparán”. Entonces haciendo una clara distinción se dirige a los creyentes en Cristo en estos términos: “Mas vosotros hermanos, no estáis en las tinieblas, para que aquel día no os sorprenda como ladrón”. Los verdaderos cristianos se comportan como las vírgenes prudentes de la parábola que velaban cuando el Señor vino para dar inicio al banquete de boda. En tanto se espera la venida gloriosa del Señor Jesucristo, los que esperan velando se comportan de esta manera: “Mas vosotros, hermanos, no estáis en tinieblas, para que aquel día os sorprenda como ladrón. Porque todos vosotros sois hijos de luz e hijos del día, no somos de la noche  ni de las tinieblas. Por tanto, no durmamos como los demás (las vírgenes insensatas  cabecearon mientras aguardaban la venida del Señor), sino velemos y seamos sabios”
Pablo hace una exhortación que refleja dos estilos de vida: a los creyentes nos dice que “velemos y seamos sobrios, habiéndonos vestido con la coraza de la fe y del amor, y con la esperanza de salvación como yelmo”. Los otros, como las vírgenes insensatas “los que duermen, de noche duermen, y los que se embriagan, de noche se embriagan” (1 Tesalonicenses 5: 4-8).
La venida del Señor es cierta aun cuando se desconozca la fecha exacta de su venida, que lo será con la imprevisibilidad del ladrón que viene a robar. Para  los creyentes la espera es parecida a la de las vírgenes prudentes que estaban provistas de aceite para sus lámparas. En otras palabras, vivían en luz porque la luz de Cristo resplandecía en sus corazones. Los no creyentes esperan la venida del Señor con el espíritu de las vírgenes insensatas que no se habían provisto de aceite para sus lámparas. Andaban en tinieblas. Los que caminan de día, cuando el Señor venga, entrarán con Él en la sala del banquete. Los que no han comprado aceite  para las lámparas, que caminan de noche, golpearán desesperadamente con fuerza a la puerta que da acceso a la sala del banquete de bodas, que no se abrirá: desde el interior el Señor les dirá: “No os conozco hacedores de maldad”.


PROVERBIOS 8: 3

“Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad, átalas a tu cuelo, escríbelas en la tabla de tu corazón”
Ser cristiano no consiste en mera charlatanería. A menudo pensamos que con el conocimiento exhaustivo de la Biblia basta para dar testimonio de Cristo. El texto que comentamos no va en esta dirección.
“Nunca se aparten de ti la misericordia y la verdad”. Salomón casa la misericordia con la verdad. De la misma manera que el matrimonio a los ojos de Dios constituye una unidad indivisible, la misericordia y la verdad siempre tienen que ir juntas. Si uno de los elementos falta, el testimonio cristiano deja mucho que desear. Tan importante es que no se produzca un divorcio, que la misericordia y la verdad cada una vaya por su lado, que Salomón añade: “escríbelas en la tabla de tu corazón”. El Espíritu Santo es el encargado de escribir en el corazón del creyente la Ley de Dios. Salomón inspirado por el Espíritu Santo le mueve a escribir el proverbio que comentamos, responsabilizando al creyente a escribirlo en la tabla de su corazón. Insta al creyente a esforzarse en su salvación. A que no sea un sujeto pasivo
No pienso que el escritor sagrado crea que el lector del proverbio esté capacitado por sí solo de escribir de manera permanente la Ley de Dios en su corazón. Le pone ante una posición inalcanzable por sí solo. Le alerta de que considere que el testimonio cristiano sea algo sin importancia. Le avisa de que por sí solo no puede hacerlo. Le pone ante sus ojos la magnitud de la empresa que tiene que realizar. Le recuerda su insignificancia y que sin la colaboración del Espíritu Santo no va a poder cumplir el mandato de grabar en su corazón de manera permanente el binomio “misericordia y verdad”. Ya lo dijo Jesús “sin mi nada podéis hacer”
¡Cuánta dependencia de Dios se necesita para llevar a cabo la tarea de gravar en el corazón la misericordia y la verdad! Es una orden recibida que debe obedecerse. Los valientes consiguen la victoria.




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