MANUAL PARA POLÍTICOS
<b>Los políticos están
desorientados, ¿existe un manual que les enseñe a ser buenos administradores
públicos?</b>
El periodista <b>Eusebio
Val</b> le pregunta al filósofo <b>Robert Maggiori</b>: Los
líderes políticos ¿tendrían que leer más filosofía? ¿Más poesía y más
literatura? La respuesta no debe extrañarnos ya que algunos de ellos poseen un
bagaje cultural muy bajo. El entrevistado responde así: “Yo diría que tienen
que leer, simplemente esto, leer. No quiero dar nombres, pero si vemos a los
líderes actuales, no hay muchos que hayan leído. La tradición del gobernante
que se alimenta de la filosofía es clásica. Había consejeros de príncipes.
Pienso que hoy esta figura ha desaparecido”.
El consejo general de la Biblia es:
Examinadlo todo, retened lo bueno” (1 Tesalonicenses
5:21).
La filosofía, la poesía la literatura que
menciona periodista, todas las especialidades del pensamiento, se encuentran
cosas buenas y malas. ¿Cómo separar el trigo de la paja? La conciencia no
regenerada no es buena consejera para
este menester. A menudo no distingue lo blanco de lo negro. Existe mucha
confusión. Existe un guía externo que distingue el trigo de la paja con toda
claridad. Se pueden tomar decisiones correctas que eviten los arrecifes que se
presentan a lo largo del camino. En concreto los políticos deberían ser
lectores concienzudos si es que desean dignificar el oficio.
El apóstol Pablo escribiendo a la iglesia
de Roma sobre las autoridades civiles lo hace en estos términos: “Sométase toda
persona a las autoridades superiores, porque no hay autoridad si no de parte de
Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas” (13:1). El apóstol sigue
diciendo más cosas respecto a las autoridades que requiere discernimiento espiritual
que otorga el Espíritu Santo: “Porque los magistrados no están para infundir
temor al que hace el bien, sino al malo. ¿Quieres, pues, no temer a la
autoridad? Haz lo bueno, y tendrás alabanza de ella. Porque es servidor de Dios
para tu bien. Pero si haces lo malo, teme, pues no en vano lleva la espada,
pues es servidor de Dios, vengador para castigar al que hace lo malo” (vv.3,
4). Estos versículos son de mal digerir si se tiene en cuenta el contexto
político en que se escribieron. Los
emperadores romanos se caracterizaban por su crueldad y, los cristianos a pesar
de ser buenos ciudadanos padecían en sus propias carnes los efectos de su
crueldad. Este texto se encuentra en las páginas de la Biblia para que
reflexionemos en las situaciones más críticas del quehacer político.
Los ciudadanos, a pesar de las fechorías
de los gobiernos deben comportarse así: “Pagad a todos lo que debéis: al que
tributo, tributo; al que impuesto, impuesto; al que respeto, respeto” (v.7).
A los gobernantes Dios los ha colocado en
el lugar que Él ha dispuesto con el propósito de que administren justicia. Por
el hecho de ser pecadores, a sabiendas o por ignorancia, se equivocan a la hora
de administrar los asuntos públicos. Pueden decantarse hacia del nepotismo, el
favoritismo, pueden darse a las corruptelas…<b>Robert Maggiori</b>
no es lo suficiente claro cuando dice que los políticos “tendrían que leer,
simplemente leer”. ¿Únicamente filosofía, poesía, literatura cómo le sugiere su
entrevistador?
El profeta Oseas escribe: “Mi pueblo se
ha destruido por falta de conocimiento” (4: 6). ¿Qué conocimiento le falta al
pueblo cuya presencia aporta prosperidad?
El pueblo de Israel llevaba cuarenta años
vagando por el desierto. Se acerca la hora de entrar en la Tierra Prometida.
Moisés, como buen líder que era tiene visión de futuro. Escribió: “Cuando hayas
entrado en la tierra que el Señor tu Dios te da, y tomes posesión de ella, y
digas: Pondré un rey sobre mí, como todas las naciones que están a mi
alrededor” (Deuteronomio 17:14). En nuestra cultura laica que nos hace
prescindir totalmente de la dirección de Dios nos hará pensar que está fuera de
lugar lo siguiente: “Pondrás por rey sobre ti al que el Señor tu Dios escoja”
(v. 15). ¿Quién conoce el corazón de las personas? Nosotros nos fijamos en lo
externo de ellas. Por experiencia ya conocemos cómo responden aquellos a
quienes hemos dado nuestro voto. Sus promesas electorales se convierten en
papel mojado. Si te he visto no me acuerdo. No tenemos derecho a quejarnos por
el resultado de nuestra elección precipitada. No hemos consultado a Dios que es
quien conoce perfectamente lo que hay en el hombre y pagamos las consecuencias.
El político ideal es aquel que “cuando se
siente” (en la butaca de la autoridad), “entonces escribirá para sí un libro,
una copia de esta ley, del original que está al cuidado de sacerdotes y
levitas” (hoy los políticos tienen la Biblia al alcance de su mano a precio
asequible),” y lo tendrá consigo, y leerá en él todos los días de su vida, para
que aprenda a temer al Señor su Dios, para guardar todas las palabras de esta
ley y estatutos para ponerlos por obra, para que no se eleve su corazón sobre
sus hermanos, ni se aparte del mandamiento ni a derecha ni izquierda”
(vv.18-20). En nuestra sociedad hacen falta políticos de esta especie y que se
hagan suyas las palabras de <b>Josiah Holland</b>: ¡Dios, danos
hombres! /Un tiempo como este pide/ Mentes fuertes, corazones grandes,/Fe
auténtica y manos dispuestas,/ Hombres a los que la codicia del cargo no los mate,/Hombres a quienes el botín
del cargo no los compre, /Hombres que piensen y tengan voluntad, /Hombres de
honra, hombres que no mientan”.
Octavi
Pereña i Cortina
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