PERDER EL MIEDO
<b>Esteban Linés</b>
entrevista a <b>Kiko Veneno</b>, cantante. Le pregunta: ¿Cuáles son
los temas subyacentes en las diez piezas del álbum? El artista responde: “El
miedo lo es uno de bien claro. En una canción como <i>Yo quería ser
español</i>, hago referencia a algunas compañías de telefonía o de
seguridad que inculcan el miedo en la gente de la calle para que gaste. El
mundo se rige por este miedo y también por la incultura que fomenta el Estado.
Aquí el poder en general, y el político en general, no le interesa
fomentar la cultura porque es una cosa
que hace pensar. Solamente se necesita ver en España el panorama con las
jóvenes generaciones, que tienen unos intereses culturales más bien escasos, en
buena medida porque al Estado no invierte ni apuesta por la cultura”.
Podríamos darnos por satisfechos si
solamente fuese el Estado a quien no le interesa fomentar la cultura en la
población en general y a la juventud en particular. Al fin y al cabo el alcance
de las consecuencias de esta ignorancia es temporal, pero no eternas. Lo que
más me preocupa es la ignorancia que la población en general tiene de la
Biblia. ¿Por qué se da una ignorancia supina de la Biblia en una España católica y en una Europa que
presume de sus raíces cristianas? Pienso que la causa de la ignorancia bíblica
en países de tradición católica se debe a que los dirigentes eclesiásticos han
perdido de vista la autoridad suprema de Dios y la han trasladado en el hombre.
La Biblia enseña que el hombre es responsable ante Dios de sus actos. No se
encuentra ninguna referencia de que tenga que responder ante el hombre de lo
que haga. El tema judicial es otra cuestión que ahora no viene al caso.
Debido a la degeneración doctrinal que se
ha ido produciendo a lo largo de los siglos Dios ha perdido preeminencia y el
hombre ocupa el vacío que se ha producido. La autoridad indiscutible de la
Biblia que contiene todo lo que Dios ha dado a conocer para el bien terrenal y
eterno, Dios el Padre, Dios el Hijo y Dios el Espíritu Santo pierden
preeminencia en la Iglesia católica para ser sustituida por la autoridad
humana. Un ejemplo inequívoco de lo que digo es que la Iglesia católica ha
usurpado de manera descarada la autoridad de Dios y desplazado en el papa
convertido en autoridad suprema al atribuirle atributos exclusivos de Dios.
Este sistema de gobierno eclesiástico no se encuentra en las Sagradas
Escrituras. La alteración de prioridades tiene consecuencias funestas pues
impide que la Iglesia se encuentre en un
estado permanente de reforma porque no tiene a la vista los preceptos divinos
que invitan a no dormirse en los laureles.
En el momento en que el hombre asume el
poder en la Iglesia no le interesa que los fieles sean buenos conocedores de la
Biblia. Hasta hace poco la posesión de
una Biblia en lengua vernácula, contraviniendo la prohibición eclesiástica, el
infractor era reo de muerte, sus bienes incautados y su familia abandonada en
la miseria. Con los vientos democráticos que soplan ya no se puede ser tan
taxativo. Se permite la lectura de la Biblia, dándole más importancia al Nuevo
Testamento, eso sí, siempre bajo la atenta mirada del Magisterio de la Iglesia
que corta de raíz cualquier interpretación que no se ajuste a la oficial.
No. La Iglesia católica no permite que
Dios gobierne en ella. No desea que se edifique sobre el cimiento de las
enseñanzas proféticas y apostólicas siendo la piedra del ángulo Jesucristo
mismo. Se edifica sobre la autoridad papal. Es por ello que desea conservar en
sus manos el poder de atar y desatar, de salvar y condenar. He aquí que en vez
de fomentar el temor de Dios en los feligreses inculca el miedo en ella. En
tanto persista este miedo todo estará atado y bien atado. Como la esclava tiene
puestos los ojos en su señora, los fieles católicos los tienen puestos en la
Iglesia que los perdona si se portan bien y los condena si son díscolos. Por
eso el lema de la Iglesia es: Fuera de la Iglesia católica no hay salvación.
En el momento en que los fieles católicos
empiezan a leer la Biblia con espíritu crítico y contrasta las enseñanzas que
de ella brotan con las que anuncia la Iglesia católica se inicia el traslado
del miedo a la Institución eclesiástica, sustituyéndolo por el temor a Dios que
es misericordioso y amplio en perdonar. A medida que se va creciendo en el
conocimiento espiritual de la Biblia se va haciendo más diáfano el rostro
misericordioso de Jesús que no rechaza al pecador que reconoce su condición de
tal. Llegado a este punto, si el Hijo libera se es verdaderamente libre (Juan
8: 32). Si esto sucede, desaparece el miedo a la Iglesia porque ha perdido el
poder sobre la persona a la que Jesús ha liberado con el perdón de sus pecados.
Octavi
Pereña i Cortina
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